LUCAS 4: 5
“y lo llevó el diablo” (a Jesús) “a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la
tierra”
Antes
del Diluvio, cuando los hijos de Dios se
llegaron a las hijas de los hombres”, hubo lo que hoy denominaríamos
“matrimonios mixtos” entre creyentes y no creyentes. Fruto de estos matrimonios
se “engendraron hijos. Estos fueron los
valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre” (Génesis
6:4). Fruto de estos matrimonios se extinguió prácticamente la presencia de los
hijos de Dios en la Tierra. Estos “varones de renombre” que no obedecían a Dios,
fueron quienes capitanearon las masas aglutinándolas en pequeños reinos que con
el transcurso del tiempo se fueron convirtiendo en grandes imperios que se han
ido transformando hasta llegar a nuestros días. La impiedad fue la
característica de estos “varones de renombre”, lo cual condujo a la humanidad a
tal grado de perversidad que motivó a Dios a destruirla mediante el Diluvio que
cubrió de agua toda la faz de la Tierra. Solamente ocho personas justas
sobrevivieron a esta inundación universal. Estos justos como siguieron siendo
pecadores y llevaban consigo el germen de la corrupción, vuelve a repetirse lo
acontecido antes del Diluvio. Nuevos reinos e imperios vuelven a constituirse y
a desaparecer capitaneados por “varones de renombre”
La
tentación a la que Satanás sometió Jesús
aporta luz para entender la presencia de “varones de renombre” a lo largo de la
historia hasta nuestros días y que seguirán existiendo hasta el final del
tiempo. La causa de la aparición de “varones de renombre” se debe a que
personas de entre la multitud aborrecedoras de Dios, Satanás les inculca un
afán desmesurado de poseer el poder y la gloria que dan los reinos de este
mundo. Satanás desconoce lo que es el altruismo. A cambio del poder y la gloria que da a quienes
se convierten en “varones de renombre”, les exige rendición incondicional a su
autoridad. Lo cual hace que las características malvadas de Satanás se
reproduzcan en los “varones de renombre” y sus seguidores.
Es
evidente que Pablo Casado refleja las características de Satanás el señor a
quien sirve. Sus labios vomitan mentiras a todo pasto. Sus gestos y expresiones
de su rostro reflejan el odio que siente por sus contrincantes políticos. A
pesar de que compañeros de partido le instan a la moderación, no entra en
razones. Hoy todavía no ha alcanzado el poder. Si algún día lo consigue,
democráticamente cambiará las leyes a su antojo y conveniencia. Su afán de
poder le convertirá en un “varón de renombre” que en vez de traer paz y
bienestar al país, tal como está ocurriendo en otros países en los que Satanás
gobierna por medio de quienes le sirven incondicionalmente, la desgracia
acampará a sus anchas si Dios no le impide alcanzar el poder. Quiera Dios que
sea así.
LUCAS 10: 40
“Pero Marta se preocupaba con muchos
quehaceres, y acerándose dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje
servir sola?”
Jesús
se encontraba hospedado en casa de Lázaro y de sus dos hermanas Marta y María.
Cuando un personaje importante se encuentra en casa de alguien que le invita,
las mujeres intentan agasajarlo de la mejor manera posible. Marta no era una
excepción de la regla.
Jesús acomodado
en la casa. Las dos hermanas le reciben de manera distinta. Marta, que podría
ser la mayor porque el texto dice: “Marta
le recibió en su casa” y, como se supone que era el ama de la casa quiso
agasajar a tan importante visita con la exquisitez que su rango se merecía. Se
encontraba atareada con los muchos quehaceres que exigen la cocina en
situaciones semejantes. Con tanto trabajo se sentía aturdida. Se siente
abandonada por su hermana porque no le prestaba la ayuda que necesitaba. Para
Marta, su hermana holgazaneaba porque se
encontraba sentada a los pies de Jesús escuchando atentamente sus palabras.
Marta enfurecida por el abandono de su hermana sale rabiosa de la cocina para
decirle a Jesús: “Señor, ¿no te da
cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”
Podríamos
comparar esta escena doméstica con el frenesí que se produce en los hogares
durante estos días navideños. Todo gira alrededor de la cocina con el objetivo
de servir exquisitos manjares a quienes se reúnen alrededor de la mesa. De momento las
cocineras no se quejan pero al acercarse la próxima Navidad quejosas refunfuñan pensando en el trajín que les
espera. Al dedillo les viene el refrán: “Sarna con gusto no pica pero
mortifica”
En la
celebración de la Navidad se da una paradoja: Muchos villancicos que recuerdan
el Niño nacido en Belén. La realidad, pero, es que no se invita a comer al Niño
del que se recuerda su nacimiento. Son muy pocas las personas que durante estos
días navideños se sienten a los pies de Jesús para escuchar lo que tiene que
decirles. No debería extrañarnos que las palabras que Jesús dijo a los
fariseos, secta religiosa que podríamos comparar con el Opus Dei de hoy por su
extremismo legalista, las repita a nosotros hoy tan celosos como somos de
celebrar la Navidad: “Este pueblo de
labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran,
enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15: 8, 9). Mucha
apariencia sin contenido.