JUSTICIA EQUITATIVA
<b>”La ley de la
selva solo sirve para la selva, cuando nos regimos por esta ley la civilización
se hunde” (Joan Berril)</b>
¿Qué hace la justicia
cuando una mujer vecina de Torà es agredida por un joven del pueblo que “ya ha
ocasionado molestias a los vecinos en otras ocasiones?” Casos semejantes se
repiten más de la cuenta. La ciudadanía ante estos casos de violencia cree que
la justicia no hace nada. Si se detiene a los violentos entran por la puerta
principal y salen por la de servicio. Existe una desconfianza muy generalizada
hacia la justicia. Pienso que en este caso, por lo que se refiere a la
justicia, se le podría aplicar lo que <b>Susanna
Carrusso</b> secretaria general del sindicato CGIL, asaltado por la
extrema derecha italiana, dice: “También creo que se necesita un debate público
porque no es suficiente con ilegalizar las organizaciones neofascistas, es
necesario reconstruir otra cultura”. Las leyes no son suficientes para
erradicar los comportamientos que afectan la paz social. En el caso de la
justicia “es necesario reconstruir otra cultura” que llegue a lo más hondo de
las personas.
Quejarse de que la
justicia no es justa y de que también estamos hartos de ver la impunidad que
gozan los delincuentes no cambiará el comportamiento ni de los unos ni de los
otros.
Concentrémonos en la
violencia juvenil y adolescente. ¿Por qué se da? Dos textos bíblicos nos
ayudarán a entenderlo: “Se apartaron los impíos desde la matriz, se
descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (Salmo 58: 3). “He aquí, en
maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51: 5). Estos
dos textos desmienten la filosofía que enseña
la bondad innata del ser humano. Ilustran claramente que los recién
nacidos no son inocentes y que si se vuelven malos no se debe a causas ajenas a
ellos. Dando por buena la enseñanza bíblica tiene que cambiarse el modelo
educativo. No es suficiente con enseñar a los niños a leer y a escribir, a
sumar y a multiplicar. Ello es el rudimento de la cultura. Según los dos textos
citados el problema de la maldad es de carácter espiritual. Se tiene que tener
en cuenta este aspecto si es que de verdad se quiere erradicar la violencia de
verdad. La faena de enseñar espiritualidad a los niños recae directamente en
los padres. La Biblia no se cansa de recordar a los padres la responsabilidad
que tienen de enseñar a los hijos el temor del Señor. El problema se encuentra
en que la mayoría de los padres son incrédulos
a pesar de que públicamente se confiesen cristianos. Dada esta
condición, les importa un bledo la educación
espiritual de sus hijos. Les basta con que la escuela los prepare para
que puedan ganarse la vida cuando sean
adultos. Este modelo educativo cojea y lleva a que se den demasiados casos de
niños y adolescentes que se comportan como el joven de Torà que agredió a la
mujer porque le llamó la atención por la música ensordecedora que no dejaba
dormir a su hijo. El prójimo les importa un comino. Que digan lo que quieran,
yo estoy contento.
Ante una educación cien
por cien materialista no debe extrañarnos que los casos de violencia infantil y
adolescente crezcan exponencialmente. La Biblia que tendría que ser el conejero espiritual de los padres dice qué es
lo que tendrían que hacer en el caso que las reprensiones no hagan mella y el
mal comportamiento se agrave: “Si alguien tiene un hijo contumaz y rebelde, que
no obedece a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole
castigado, no los obedece, entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo
sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva, y
dirán a los ancianos de la ciudad: Este hijo nuestro es contumaz y rebelde, no
obedece a nuestra voz, y es glotón y borracho. Entonces los hombres de la
ciudad lo apedrearán, y morirá, así quitarás el mal de en medio de ti, y todo
Israel oirá y temerá” (Deuteronomio 21:
18-21).
A simple vista, debido a
los cambios culturales que se han ido produciendo a lo largo de los siglos,
puede parecernos que este texto es muy bestia. Si nos molestamos en analizarlo
para poder aplicarlo en nuestra época descubrimos que contiene enseñanzas muy
ecuánimes. Nos muestra que los padres se han tomado a conciencia la educación
de su hijo y que lo han reprendido cuando ha sido necesario para su bien, Todo
intento ha sido inútil. Las enseñanzas le entraban por un oído y salían por el
otro. Por lo que deja entrever el texto, los delitos que cometía no eran
nimiedades, sino delitos graves. Cuando se ha hecho todo lo posible para
enderezar al hijo y el resultado ha sido negativo, estos padres no hacen como
muchos que a sabiendas del mal comportamiento de su hijo defienden a capa y
espada una bondad inexistente. Conscientes de lo indómito que es no les toca otro
remedio que llevarle ante la justicia para exponer brevemente qué es su hijo:
“Contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz, es glotón y borracho”. Reunidos
los ancianos ante la puerta de la ciudad deliberan sobre el caso y dictan
sentencia de muerte: “Así quitará el mal de en medio de ti y todo Israel oirá,
y temerá”
En el antiguo Israel los
delitos de sangre y las violaciones de mujeres se les aplicaba la pena de
muerte. En nuestra cultura se ha sustituido la pena de muerte por largos años
de cárcel. Las sentencias por los delitos mencionados debería ser cárcel a
perpetuidad sin posibilidad de revisión de
condena. ¡Cuántos casos no se han dado de violadores que después de un
excelente comportamiento, al salir a la calle vuelven a las andadas. La
sensiblería no debería ablandar el corazón.
La justicia debería
servir para castigar al delincuente según la gravedad del delito cometido. Si
la condena tuviese que ser pena de muerte, la cadena perpetua que la sustituye
tendría que ser a perpetuidad.
Octavi Pereña i Cortina
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada