LUCAS 19: 2,3
“Zaqueo que era jefe de los publicanos y
rico, procuraba ver quien era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, pues
era pequeño de estatura”
Refiriéndose
a Juan el Bautista Jesús dice: ”Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora,
el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mateo
11:12). Con estas palabras pienso que Jesús nos está alertando de los ataques
del maligno para impedir que sus esclavos le abandonen para entrar en el Reino
de Dios y que los prisioneros del maligno tengan que esforzarse para entrar en
el Reino de Dios.
Cierto
es que la salvación es gratis, que no podemos obtenerla con nuestros esfuerzos.
Para hacernos con la salvación que Jesús consiguió para nosotros muriendo en la
cruz y resucitando de entre los muertos al tercer día, algo tiene que hacer el
hombre: Resistir al diablo con el poder de Dios.
Zaqueo
es un ejemplo del hombre que ejerce violencia para arrebatar el Reino de Dios.
Jesús, en sus travesías evangelizadoras llegó a Jericó y atraviesa la ciudad. A
pesar que el texto no lo dice, bien seguro que una multitud le seguía y, por
mucho que se quiera, allí en donde aparece una multitud el bullicio que la
acompaña está garantizado. Podemos imaginarnos a Zaqueo sentado en la mesa
cobrando impuestos y levantar los ojos para ver lo que estaba pasando. La
recaudación pierde importancia y desea ver a Jesús de quien habla todo el
mundo. Debido a ser “pequeño de estatura” el muro de personas aglomeradas a lo
largo de la calle le impide ver al Personaje. La dificultad de ser pequeño de
estatura no le impide conseguir su propósito. Avanzándose al paso de la
comitiva trepa a un árbol esperando la llegada de Jesús. Llegado ante el árbol
en el que se había subido Zaqueo, Jesús se detiene y mirando a lo alto del
árbol, le dice:
“Zaqueo, date prisa, porque hoy es necesario que pose en tu casa”.
Zaqueo “descendió aprisa, y le recibió gozoso”. La curiosidad de Zaqueo no sólo
consiguió ver a Jesús, también le permitió oír la voz de Jesús que se dirigía
directamente a él.
La
violencia de Zaqueo obtuvo premio: Recibió a Jesús como huésped en su casa y
obtuvo el premio de celebrar banquete con Él, anticipo del banquete nupcial
reservado para los hijos de Dios que se celebrará en el Reino de Dios en el
cielo.
Somos
salvos por fe, sin lugar a dudas. También se necesita por parte nuestra ejercer
la violencia que genera la perseverancia hasta el fin, dejando a un lado las
dificultades que sin duda se presentarán durante nuestro andar por el camino
estrecho que lleva a la vida eterna. Puestos los ojos en Jesús el Autor y
consumador de la fe no desfalleceremos durante nuestro peregrinaje por el
desierto.
GÉNESIS 50: 20
“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas
Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a
mucho pueblo
Las
palabras del texto que comentamos las dijo José, el hijo de Jacob, poco después
de la muerte de su padre, cuando sus hermanos estaban temerosos de que José se
vengara de ellos por el mal que le habían hecho, vendiéndolo como esclavo.
Cuando
José era un adolescente de 17 años tuvo un sueño en el que veía a sus hermanos
inclinándose ante él (Génesis 37. 5-8). Si previamente sus hermanos lo odiaban
porque su padre le amaba más que a ellos, el sueño revelado incrementó el
rencor que sentían por él.
El
sueño fue una premonición de lo que sucedería. Efectivamente sus hermanos se
inclinaron ante él en sus viajes que hicieron a Egipto en busca de alimentos.
Lo volvieron a hacer después del
fallecimiento de su padre. Movidos por el miedo “se postraron delante de él y
dijeron: Henos aquí por siervos tuyos” (v.18).
En
la historia de José vemos como Dios utiliza la libertad de los hombres para
conseguir sus propósitos. Utilizó el orgullo de José para que sus hermanos lo
vendieran como esclavo a unos mercaderes que a su vez lo vendieron a Potifar,
capitán de la guardia de Faraón. Fiel a Dios y por no querer cometer pecado
sexual con la mujer de Potifar, fue encerrado en una mazmorra. Allí interpretó
el sueño del copero de Faraón. A pesar que la interpretación se hizo realidad,
el copero se olvidó de José. Transcurridos dos años Faraón tuvo un sueño que
José también interpretó, cosa que le valió ocupar el cargo más alto del
gobierno de Egipto por detrás de Faraón. Esta posición privilegiada le permitió
poder ayudar a su familia de perecer de hambre.
He
hecho este breve repaso de la vida de José con el propósito de que saquemos del
cajón del olvido el hecho de que los caminos del Señor son inescrutables hasta
que se conozca el resultado. ¿Quién se podía imaginar que el hecho de que Jacob
amara más a José que a sus hermanos, el hijo amado tuviese que pasar por
situaciones tan lúgubres como relata la Escritura para llegar a un final tan
feliz? Nadie. Los pensamientos de Dios son más altos que nuestros pensamientos.
En secreto va dando los pasos para que su voluntad se cumpla. Así que, antes
circunstancias inciertas por las que podamos atravesar, tengamos presente
la enseñanza que Jesús da en la que
consideramos la oración modelo: “Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre. Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6: 9,10).
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