JUECES 8:23
“Mas Gedeón respondió: No seré señor
sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará, el Señor señoreará sobre vosotros”
El
señor jamás se desentiende de su pueblo. A pesar que éste hizo “lo malo ante
los ojos del Señor” (Jueces 6:1), y Madián oprimía a Israel, lo que Madián
hacía con Israel era poner su dedo en el ojo el Señor. El Ángel del Señor se le
apareció a Gedeón y le dijo: “El Señor
está contigo, varón esforzado y valiente…Y mirándole el Señor le dijo: “Ve con
esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío
yo?” (Jueces 6: 12-14). Los israelitas habiendo visto que Gedeón los había
liberado del yugo de Madián, le pidieron que fuera su señor. A la petición
Gedeón respondió: “No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará, el
Señor señoreará sobre vosotros”. Estas palabras tienen un gran parecido con las
que años más tarde los israelitas le dijeron al profeta Samuel: “Constitúyenos
sobre nosotros un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (1 Samuel
8.5). Esta petición no le gustó al profeta. El Señor le dijo: “Oye la voz del
pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mí han
desechado, para que no reine sobre ellos” (v. 7).
En
tiempo de Gedeón el pueblo no quiso que el Señor fuese su Rey. En la época de
Samuel volvió a suceder lo mismo. La historia de Israel es un rosario de
rechazos de Dios como Rey. El rechazo
llegó a su zénit en Jesús cuando presentado ante Pilato y éste como era Pascua
y tenía la costumbre de indultar a un prisionero les dice a los sacerdotes y al
pueblo: “¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?” (Marcos 15:9),
respondieron: “Crucifícale, crucifícale”. Como nación Israel rechazó a su Rey.
“Bienaventurada
es la nación cuyo Dios (Rey) es el Señor” (Salmo 33:12).
El
Roto, en una de sus viñetas presenta a un hombre frente de un muro negro que
dialoga consigo mismo. “tranquilo, vivimos en la era de las comunicaciones”, y
se responde: “¡Sí, menos mal!”. El dibujante refleja la situación en que vive
el mundo actual. La humanidad está envuelta de unas espantosas tinieblas
espirituales porque sin disimulo rechaza a Jesús el Hijo de Dios para que
gobierne sobre ella. Prefiere a las tinieblas antes que al Hijo porque prefiere
las tinieblas antes que la luz de Dios.
Desde
el principio de la Historia, con Adán a la cabeza, el hombre ha preferido las
tinieblas a la luz, por ello, las cosas, como individuos y como naciones las
cosas nos han ido de mal a peor. Sin Dios los problemas humanos no tienen
solución. Dios en su misericordia, como la tuvo con Adán, por fe cubre a
algunas personas con la sangre de su Hijo Jesús, se les abren los ojos y la luz
de Cristo inunda sus corazones, expulsando las espesas tinieblas espirituales
que sus corazones almacenaban. A partir de entonces caminan sin tropiezos por
el sendero que los conduce hasta la presencia del Señor sentado en su trono.
JUECES, 16:20
“Pero él no sabía que el Señor ya se
había apartado de él”
A pesar que Sansón fue un juez de Israel cuyo nombre
aparece en la galería de los héroes de la fe, su nacimiento fueun milagro. Su
madre era estéril. El Ángel del Señor anunció el nacimiento del niño diciéndole
que sería “nazareo”, un apartado para el Señor. La madre y el hijo tenían que
cumplir los votos del nazareo (números 6: 1-27). “Todo el tiempo de su nazareato, será santo
para el Señor” (v. 8). El nazareo era una persona de dedicación a tiempo
completo al Señor. “y el niño creció, y el Señor lo bendijo. Y el Espíritu del
Señor empezó a manifestarse en él” (Jueces 13: 24,25).
Pronto empezó a manifestarse que algo no funcionaba
bien en Sansón: “Yo he visto en Timmat una mujer de los hijos de los filisteos,
os ruego que me la toméis por mujer”, les dijo a sus progenitores. A pesar que
sus padres le avisaron de lo incorrecto de su decisión, Sansón dijo a su padre:
“Tómame esta mujer, porque ella me agrada” (14: 2,3).
Yendo con sus padres hacia la casa de la mujer
escogida, Sansón mató un león. De regreso de la casa de la mujer, Sansón se
apartó del camino “para ver el león
muerto. En él vio “un enjambre de abejas y un panal de miel” (v.8). Comió miel
y la compartió con sus padres, cosa que
no podía hacerse sin posterior purificación. Más tarde se llegó a una ramera de
Gaza ((16:1).
Al final su muy conocida relación con Dalila. El
texto se explaya relatando la relación con ella. La mujer, sobornada por los
filisteos, insiste en que le descubra el secreto de su fuerza. Al final “le
descubrió, pues, todo su corazón, y le
dijo: Nunca a mi cabeza le llegó navaja, pues soy nazareo de Dios desde el
vientre de mi madre. Si fuese rapado mi fuerza se apartará de mí, y me
debilitaré como todos los hombres” (16: 17). Dalila hizo que Sansón se durmiese
sobre sus rodillas “y llamó a un hombre
quien le rapó las siete trenzas de su cabeza” (v.19). Dalila lo despertó al
grito de “¡Sansón los filisteos contra ti!” Sansón ya no pudo escaparse como en
las ocasiones anteriores, porque “no sabía que el Señor ya se había apartado de
él”. “Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a
Gaza, y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel” (v. 21).
Si el relato acabase aquí daría la impresión que no
había esperanza para Sansón. El texto sigue diciendo. “y el cabello de su
cabeza empezó a crecer, después que fue rapado” (v. 22). El crecimiento del
cabello es una señal que la comunión con Dios se restableció. La historia de
Sansón pone de manifiesto que no se pierde la condición de hijo de Dios.
También nos enseña que al hijo rebelde Dios tiene que disciplinarle para que
vuelva en sí y se arrepienta de sus pecados. “Es verdad que ninguna disciplina
al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, paro después da fruto
apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitaos” (Hebreos 12: 11).
En esta época en que la Iglesia se caracteriza por su descarrío, ¡cuán
necesario es que el Señor discipline a quienes se consideran hijos de Dios!
http://octavipenyacotina22,blogspot.com
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