dilluns, 24 d’abril del 2017

JUECES 8:23

“Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará, el Señor señoreará sobre vosotros”
El señor jamás se desentiende de su pueblo. A pesar que éste hizo “lo malo ante los ojos del Señor” (Jueces 6:1), y Madián oprimía a Israel, lo que Madián hacía con Israel era poner su dedo en el ojo el Señor. El Ángel del Señor se le apareció a Gedeón  y le dijo: “El Señor está contigo, varón esforzado y valiente…Y mirándole el Señor le dijo: “Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?” (Jueces 6: 12-14). Los israelitas habiendo visto que Gedeón los había liberado del yugo de Madián, le pidieron que fuera su señor. A la petición Gedeón respondió: “No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará, el Señor señoreará sobre vosotros”. Estas palabras tienen un gran parecido con las que años más tarde los israelitas le dijeron al profeta Samuel: “Constitúyenos sobre nosotros un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (1 Samuel 8.5). Esta petición no le gustó al profeta. El Señor le dijo: “Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mí han desechado, para que no reine sobre ellos” (v. 7).
En tiempo de Gedeón el pueblo no quiso que el Señor fuese su Rey. En la época de Samuel volvió a suceder lo mismo. La historia de Israel es un rosario de rechazos  de Dios como Rey. El rechazo llegó a su zénit en Jesús cuando presentado ante Pilato y éste como era Pascua y tenía la costumbre de indultar a un prisionero les dice a los sacerdotes y al pueblo: “¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?” (Marcos 15:9), respondieron: “Crucifícale, crucifícale”. Como nación Israel rechazó a su Rey.
“Bienaventurada es la nación cuyo Dios (Rey) es el Señor” (Salmo 33:12).
El Roto, en una de sus viñetas presenta a un hombre frente de un muro negro que dialoga consigo mismo. “tranquilo, vivimos en la era de las comunicaciones”, y se responde: “¡Sí, menos mal!”. El dibujante refleja la situación en que vive el mundo actual. La humanidad está envuelta de unas espantosas tinieblas espirituales porque sin disimulo rechaza a Jesús el Hijo de Dios para que gobierne sobre ella. Prefiere a las tinieblas antes que al Hijo porque prefiere las tinieblas antes que la luz de Dios.
Desde el principio de la Historia, con Adán a la cabeza, el hombre ha preferido las tinieblas a la luz, por ello, las cosas, como individuos y como naciones las cosas nos han ido de mal a peor. Sin Dios los problemas humanos no tienen solución. Dios en su misericordia, como la tuvo con Adán, por fe cubre a algunas personas con la sangre de su Hijo Jesús, se les abren los ojos y la luz de Cristo inunda sus corazones, expulsando las espesas tinieblas espirituales que sus corazones almacenaban. A partir de entonces caminan sin tropiezos por el sendero que los conduce hasta la presencia del Señor sentado en su trono.


JUECES, 16:20

“Pero él no sabía que el Señor ya se había apartado de él”
A pesar que Sansón fue un juez de Israel cuyo nombre aparece en la galería de los héroes de la fe, su nacimiento fueun milagro. Su madre era estéril. El Ángel del Señor anunció el nacimiento del niño diciéndole que sería “nazareo”, un apartado para el Señor. La madre y el hijo tenían que cumplir los votos del nazareo (números 6: 1-27).  “Todo el tiempo de su nazareato, será santo para el Señor” (v. 8). El nazareo era una persona de dedicación a tiempo completo al Señor. “y el niño creció, y el Señor lo bendijo. Y el Espíritu del Señor empezó a manifestarse en él” (Jueces 13: 24,25).
Pronto empezó a manifestarse que algo no funcionaba bien en Sansón: “Yo he visto en Timmat una mujer de los hijos de los filisteos, os ruego que me la toméis por mujer”, les dijo a sus progenitores. A pesar que sus padres le avisaron de lo incorrecto de su decisión, Sansón dijo a su padre: “Tómame esta mujer, porque ella me agrada” (14: 2,3).
Yendo con sus padres hacia la casa de la mujer escogida, Sansón mató un león. De regreso de la casa de la mujer, Sansón se apartó del camino   “para ver el león muerto. En él vio “un enjambre de abejas y un panal de miel” (v.8). Comió miel y la compartió  con sus padres, cosa que no podía hacerse sin posterior purificación. Más tarde se llegó a una ramera de Gaza ((16:1).
Al final su muy conocida relación con Dalila. El texto se explaya relatando la relación con ella. La mujer, sobornada por los filisteos, insiste en que le descubra el secreto de su fuerza. Al final “le descubrió, pues,  todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza le llegó navaja, pues soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuese rapado mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré como todos los hombres” (16: 17). Dalila hizo que Sansón se durmiese sobre sus rodillas  “y llamó a un hombre quien le rapó las siete trenzas de su cabeza” (v.19). Dalila lo despertó al grito de “¡Sansón los filisteos contra ti!” Sansón ya no pudo escaparse como en las ocasiones anteriores, porque “no sabía que el Señor ya se había apartado de él”. “Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza, y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel” (v. 21).
Si el relato acabase aquí daría la impresión que no había esperanza para Sansón. El texto sigue diciendo. “y el cabello de su cabeza empezó a crecer, después que fue rapado” (v. 22). El crecimiento del cabello es una señal que la comunión con Dios se restableció. La historia de Sansón pone de manifiesto que no se pierde la condición de hijo de Dios. También nos enseña que al hijo rebelde Dios tiene que disciplinarle para que vuelva en sí y se arrepienta de sus pecados. “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, paro después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitaos” (Hebreos 12: 11). En esta época en que la Iglesia se caracteriza por su descarrío, ¡cuán necesario es que el Señor discipline a quienes se consideran hijos de Dios!
                      http://octavipenyacotina22,blogspot.com



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