EUCACIÓN VIARIA
<b>Las calles y las carreteras
necesitan conductores sensatos que alejen los accidentes de
circulación</b>
Los vehículos van provistos de
intermitentes que sirven para indicar a los automovilistas que les siguen que
se va a efectuar un cambio de carril. Este aviso sirve para que el conductor
afectado tome la precaución conveniente. Este chisme que es muy útil para hacer
más seguro el transito parece ser que se haya perdido en algún lugar
desconocido porque un buen número de conductores parecen ignorar su existencia.
El intermitente, en general no se utiliza
debido a la desidia provocada por la deshumanización del conductor. Cuando él o
ella sube al vehículo sucede algo parecido a lo que ocurre cuando se está en un
campo de futbol o en un pabellón deportivo. La persona educada, risueña, de
buen porte, se convierte como por arte de magia en un energúmeno que no
teniendo suficiente con vociferar al árbitro y a los jugadores, los insulta con
palabras tan groseras que no pueden repetirse en un escrito.
Bien, volvamos a nuestro conductor que no
utiliza los intermitentes para avisar a quienes le siguen que va efectuar un
cambio de sentido. ¿Por qué no lo hace? No es un movimiento que exige un gran
esfuerzo. Consiste en una suave presión sobre una palanca adosada al volante y
al alcance de la mano. No es un problema de dificultad, es una cuestión de
empatía, de no saberse poner en la piel de los conductores a quienes les puede
afectar el cambio de dirección que se propone efectuar. En dicho comportamiento
que ignora a los otros conductores se encuentra un cierto grado de narcisismo,
esta complacencia excesiva en uno mismo que le impide sentir afecto hacia los
conductores que pueden sentirse incómodos por los cambios efectuados sin
avisar. El narcisismo en la carretera no solamente provoca molestias, sino
daños personales y materiales en los conductores afectados por la negligencia
de haber utilizado el intermitente.
Situémonos en una rotonda. Espero porque
hay vehículos que entran en ella. Los intermitentes siguiendo la mala costumbre
permanecen inactivos. Sigues esperando. El vehículo que entra en la rotonda o
sale de ella si hubiese puesto el intermitente habría indicado el movimiento
que iba a hacer. Los conductores en estado de espera podrían moverse en
consecuencia. La circulación sería más fluida. Disminuiría el estrés y se
evitarían accidentes.
Los valores del cristianismo son útiles
tanto para la circulación urbana como para la interurbana. La fe en Cristo
proporciona el amor, la empatía que se necesita para identificarse con los
otros conductores para nuestra manera de conducir no los afecte negativamente.
El día que se produzca un accidente los medios de comunicación se lamentarán
del incivismo que se da cuando se conduce. El tema del intermitente es uno de
los que afectan a la buena convivencia. Resolverlo no es una cuestión de
normas, de sanciones. Es un problema del corazón del que nacen de manera
permanente los sentimientos, sean buenos o malos que afectan al comportamiento.
Los fruticultores saben muy bien la
importancia de cultivar buenas variedades de fruta con el fin de conseguir
frutos de buena calidad para que tengan buena aceptación en el mercado. Pues
bien, el comportamiento humano es parecido al símil del frutal. Según sea el
corazón así serán las obras que producirá. Palabras de Jesús: “Haced el árbol
bueno y su fruto será bueno, o haced el árbol malo y su fruto será malo: porque
el árbol se conoce por su fruto…El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón
saca cosas buenas, y el hombre malo, del mal tesoro saca cosas malas” (Mateo
12:33,35).
Según Jesús el comportamiento humano no
depende de las normas y de las sanciones, sino de la calidad del corazón. Según
la ilustración que emplea Jesús de si se es árbol bueno o malo los fruticultores
saben como transformar un árbol malo en uno bueno por medio del injerto. Lo que
crece a partir del injerto es un árbol que dará buenos frutos. El corazón del
hombre básicamente es malo y según esta condición da frutos. El comportamiento
social es una evidencia de la maldad existente en el corazón humano. De acuerdo
al tema que tratamos en este escrito, el fruto de un corazón malo es una
conducción, temeraria, que no respeta las normas de circulación y así ocurre lo
que ocurre. Necesitamos tener corazones buenos que generen pensamientos de
amor, de empatía hacia los otros conductores para que a todos ellos les resulte
más tranquila la conducción.
Bien seguro que si es Cristo quien
gobierna los corazones de los conductores
disminuirán los accidentes porque se conducirá de manera más sensata.
La pregunta que debemos hacernos es:
¿Cómo se hace bueno un corazón malo? La Biblia nos dice que la fe en Jesús es
quien obra la transformación. Cristo es quien hace bueno el corazón malo y que
mediante el Espíritu Santo hace que el corazón produzca las obras, las acciones
buenas El uso del intermitente que hace más agradable la circulación, tanto en
las vías urbanas como en las interurbanas, sería una muestra de un corazón
bueno.
Octavi
Pereña i cortina
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