CULPA PERDONADA
<b>La culpa que no
ha sido perdonada por Dios hace estragos en la sociedad</b>
<b>Josep
Borrell</b> en su escrito <i>La culpa</i> hace un esbozo de
los males que afligen al mundo de hoy. El escritor redacta: “Nunca no he
llegado a comprender por qué sociedades cultas, en donde todos han recibido
escolarización básica, con rentas de bienestar y confort bien distribuidas
equitativamente, con sistemas de libertades consolidados y de protección de
derechos individuales garantizados por cartas magnas inviolables, un ml día
giran hacia la violencia. ¿Por qué hay tantos ciudadanos de Polonia, de
Francia, de Bélgica, de Holanda, de Austria que se dejan seducir por la
demagogia de los iluminados de siempre, aquellos que han acabado conduciendo a
los desastres civiles más sangrientos y execrables? La idea de la Unión Europea
se consolidó, entre otras razones, para forjar otra gran alanza moral que
basase el gobierno de aquellos países que formaron aquel pacto en los valores
de la democracia…sobre el papel todo hacía pensar que los principios
fundamentales de la hermandad tenían que durar para siempre. Pues no…”
El fracaso de la
civilización actual, la Occidental y las otras, se encuentra en el
desconocimiento de la realidad de la condición del hombre. Los proyectos e
construcción colectivos den todos los niveles se hacen sobre el débil cimiento
de considerar bueno al hombre.
<b>Josep Borrell</b> se refiere a los valores de la
Democracia. Otros se amparan en los Derechos Humanos en la lucha contra la injusticia.
Ni los valores de la Democracia ni los Derechos Humanos no sirven porque no se
tiene en cuenta que quienes deben aplicarlos son de naturaleza corrupta dada su
condición de pecadores. El profeta Jeremías deja bien claro que el hombre no
puede hacer el bien siguiendo principios filosóficos, sean laicos o religiosos,
cuando escribe: “¿Mudará el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Así
también, ¿podéis vosotros hacer el bien, estando habituados a hacer el mal?”
(13:23).
Las reglas de oro no
sirven para cambiar la naturaleza humana. Jesús que es el Médico que cura la
enfermedad espiritual del ser humano, responde con dureza a aquellos religiosos
que se creían ser buenas personas por el
hecho de considerarse estrictos cumplidores de la Ley de Dios, diciéndoles: “La
Ley dice: No matarás, y cualquiera que mate será culpable de juicio”. Quien la
hace la paga. Muchos dirán: “Yo no he matado ni a una mosca”. ¡Ah no!, les dirá
Jesús. Veamos si es verdad lo que decís. A quienes dicen no haber matado ni a una
mosca, Jesús les dice: “Pero yo os digo que cualquier que se enoje contra su
hermano será culpable del juicio; y cualquiera que diga: Necio a su hermano,
será culpable ante el Concilio, y cualquiera que le diga Fatuo, quedará
expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5: 21,22). Jesús considera asesinato u
homicidio las intenciones del corazón. El hombre no puede juzgarlas, pero Dios
sí.
Otra cuestión: “No
cometerás adulterio”. Muchos dirán: “Nunca he sido infiel a mi esposa o a mi
marido”. ¡Ah no! ¿Qué dice Jesús al respecto? Pero yo os digo que cualquiera
que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”
(Mateo 5: 27,28). Con la pornografía gratis al alcance todo el mundo por Internet, ¿quién es el
guapo que se atreva a decir que nunca ha cometido adulterio, según lo que Jesús
considera es adulterio?
Jesús sigue diciendo a
los legalistas: “No perjuréis, sino que cumplirás al señor tus juramentos…Pero
sea vuestro hablar: Sí, sí, no, no, porque lo que es más de esto del maligno
procede” (Mateo 5: 33-37). Ahora que nos encontramos en el zénit de la
<i>posverdad</i>, la mentir se ha disparado hasta el infinito.
¿Quién es el guapo que se atreva a decir que su “sí” no ha sido un “no” y que
su “no” no era un “sí”?
Ahora que nos encontramos
en el corazón de la injusticia globalizada, ¿qué nos dice Jesús acerca de los
pensamientos? “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las
blasfemias” (Mateo 5:19). Todo esto son pensamientos que brotan del corazón
humano y que se convierten en los hechos desagradables que observamos por
doquier. Ni las leyes, ni la educación pueden
cambiar los pensamientos que se forjan en el corazón. Como dice
Jeremías: “Estando habituados a hacer el mal”, ¿cómo podremos cambiar las
inclinaciones del corazón?
Ante la evidencia que no
“amamos al prójimo como a nosotros mismos”, “si os mordéis y os coméis unos a
otros, mirad que también no os comáis unos a otros” (Gálatas 5: 15). Para cambiar
la tendencia de regocijarnos en los deseos de la carne, que son los que se
forman en el corazón no convertido a Cristo, que son: “Adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras
contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y
cosas semejantes a estas” (vv.19-21), el apóstol Pablo las opone a las obras
que son el fruto de la conversión a Cristo y de ser guiados por el Espíritu
Santo:” Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza” (vv. 22,23). Por la fe en Cristo, el Espíritu Santo que habita en el
corazón del cristiano hace posible que la fiera salvaje que lo somos por
nacimiento natural se convierta en una persona de sentimientos opuestos.
Llegado a este punto sobran los principios democráticos, los derechos del
hombre y las filosofías sean cuales sean los nombres que les queramos dar. Es
la nueva vida que es en Cristo Jesús la que guía el comportamiento cristiano
por el sendero de la justicia.
Octavi Pereña i Cortina
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