PROVERBIOS 30:5,6
“Toda palabra de Dios es pura: Él es un
escudo a los que confían en Él. No añadas a sus palabras para que no te
reprenda y seas hallado mentiroso”
Una
diferencia significativa existe entre la palabra de Dios y la del diablo. La de
éste es: mentira, homicidio, violencia, xenofobia, pornografía, sexting,
bullying y un largo etcétera de las maldades que ocurren en el mundo.
El
texto que comentamos dice: “Toda palabra de Dios es pura”. Es decir, toda ella
es verdad. El antídoto contra los males que nos sobrevienen por escuchar la
palabra de Satanás es la Palabra de Dios. En la sociedad, en la familia, en el
individuo que considera que “toda la palabra de Dios es pura” manifiestan un
comportamiento totalmente distinto al de quienes no lo consideran así. No digo
que los primeros actúen de manera totalmente perfecta. La perfección a la que
nos llama Jesús no se alcanza en este mundo, pero dejarse guiar por la Palabra
de Dios inicia un cambio paulatino,
pausado persistente hacia la obtención de la perfección que Jesús pide a sus
discípulos. El cambio se nota en el trato que los hijos dispensan a sus padres.
En el que los esposos se dan mutuamente. El respeto que se brinda a la
diversidad: gente de color, cultura, religión distinta. No se estará de acuerdo
con la homosexualidad, pero se ama al pecador. Busca solucionar las diferencias
de ver las cosas con el amor de Dios. En definitiva, considerar que “toda la
palabra de Dios es pura”, marca una diferencia considerable en el
comportamiento humano. La sociedad no necesita nada más que esto: que sean más
los ciudadanos y, por lo tanto los políticos, que entiendan que “toda la
palabra de Dios es pura”.
La
sociedad en que vivimos, que está gobernada por el diablo “el dios de este
mundo”, vive inmersa en una incertidumbre crónica. Ayer, 12 de mayo de 2017 un
ciberataque a escala mundial afectó el funcionamiento de miles de ordenadores
de empresas, hospitales, instituciones, lo cual provocó pánico. Este hecho
añadió más incertidumbre a la que ya se está viviendo. Para todo aquel que
considera que “toda la palabra de Dios es pura”, Dios se convierte para él en
un escudo que impide que la incertidumbre que con tanta eficacia sabe crear el
“dios de este mundo”, le afecte. Dios le protege de todos los “ciberataques”
que organiza el maligno.
Si
deseamos que Dios sea nuestro escudo, además de creer que “toda la palabra de
Dios es pura”, “no debes añadir nada a sus palabras”. Cualquier añadido a la
palabra de Dios crea una grieta en el escudo por donde la ponzoña que contienen
los “ciberataques” del maligno penetran en nuestra alma, diluyendo la verdad
que “toda la palabra de Dios es pura”, lo cual hace inservible el escudo con el
que queremos protegernos. Estamos desnudos, desprotegidos, indefensos, ante el
enemigo. Una mala decisión deja de considerar que “toda palabra de Dios es
pura”.
NÚMEROS 33:35
“Y si no echareis a los moradores del país delante de vosotros,
sucederá que los que dejaréis de ellos serán aguijones en vuestros ojos y
espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros
habitaréis”
El
Israel salido de Egipto con destino a la Tierra Prometida guarda cierto
parecido con la Iglesia. Israel lo formaban personas, la Iglesia también. El
Dios de Israel habla a personas. El Señor de la Iglesia también lo hace. Los
ciudadanos de Israel tienen que ser santos. Los miembros de la Iglesia también
tienen que serlo. Moisés y los profetas hablaron en el Nombre de Dios. Sus
palabras se conservan escritas en las páginas de la Escritura para que todas las generaciones de israelitas
las escuchasen y las obedeciesen. Las palabras proféticas no iban destinadas
exclusivamente a ellos, Dios las ha preservado a lo largo de las vicisitudes de
la historia para que los cristianos estuviesen a nuestra disposición.
Un
anuncio repetido en infinidad de ocasiones y rechazado es que los israelitas no
tenían que dejar vivo a ninguno de los habitantes de la tierra que iban a
ocupar, porque los supervivientes “os serán por aguijones a vuestros ojos y por
espinos a vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra que vosotros
habitaréis”. Un caso muy sonado entre los muchos: “Moraba Israel en Sitim, y el
pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo
a los sacrificios de sus dioses, y el pueblo comió y se inclinó a sus dioses.
Así acudió el pueblo a Baal-peor, y el furor del Señor se encendió contra
Israel” (Números 25: 1-3). Del Dios tres veces santo no puede dar por buena la
inmoralidad de su pueblo. Tanto en Israel como en la Iglesia no debe
encontrarse nada inmundo. Las tinieblas y la luz no pueden convivir juntas. O
hay luz o hay tinieblas. La convivencia es imposible.
Existe
una diferencia entre Israel y la Iglesia. Israel fue un pueblo escogido de
entre todos los pueblos de la tierra. La Iglesia es un pueblo constituido de
ciudadanos escogidos de entre todos los pueblos de la tierra. Los principios de
santidad que debían prevalecer en Israel también deben observarse en la
Iglesia. Satanás impulsaba a los israelitas a pecar, también lo hace con los
cristianos. Los cristianos deben convivir en un mundo en el cual su dios es
Satanás, al cual, con el poder de Dios debemos resistir para que huya de
nosotros. Si no lo hacemos, si permitimos que domine sobre nosotros haciendo
que vivamos en pecado, el pecado sexual que es uno de los favoritos en el mundo
actual, se introducirá en la Iglesia. La consecuencia será un aguijón a
nuestros ojos y espinas a nuestro
costado que nos afligirán todo el tiempo que estaremos en esta tierra. Con la
ayuda del Señor no permitamos que los pecados de nuestro tiempo nos causen
dolor y sufrimiento. Dios como Padre
amoroso deberá disciplinarnos para nuestro bien aun cuando de momento la
disciplina no nos plazca. Mas tarde reconoceremos la bondad de habernos tratado
como hijos.
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