diumenge, 2 de novembre del 2025

 

¿TIENE SENTIDO LA EXISTENCIA?

Si encuentras que el cristianismo te cansa, que te chupa energía, entonces es que practicas una religión más que vivir en la fe de Jesús

“Nuestra sociedad está concentrada en el presente inmediato y en todo aquello que es útil. Posponemos las grandes preguntas, como la de la muerte. Tenemos miedo. Los grandes relatos de antes nos proporcionaban una orientación y eran brújulas para transitar por los temas delicados, han entrado en crisis. Hemos dejado de creer, no tenemos certezas. Somos una cultura crítica, nos hemos quedado con las manos vacías. Ni los informes científicos, ni la experimentación, ni el conocimiento, satisfacen las expectativas  que cubría la fe. Nos enfrentamos a un precipicio y no sabemos qué nos espera en lo profundo. ¿Qué nos espera después de la muerte?” (Núria Castells. ¿Dónde encontrar el relato que nos oriente, que sirva de brújula que nos guie cuando nos enfrentamos con un tema tan delicado como lo es la muerte, que tanto enojo nos causa, y del que no queremos oír habar? A pesar de nuestro rechazo, más pronto o más tarde nos veremos obligados a enfrentarnos a ella. Por ser descendencia de Adán todos moriremos. ¿Cómo podemos saber cuándo nos llegue la muerte nos convertiremos en polvo o conservaremos nuestra identidad en condiciones infinitivamente mejores que la actual? La resurrección es la clave para descubrir qué es lo que nos espera después de la muerte del cuerpo.

El apóstol Pablo hace esta declaración: “Teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos” (Hechos 24: 15). Esta declaración nos saca de dudas. De polvo nada de nada. Llegará un día, la fecha la desconocemos, pero la resurrección de Jesús es la garantía de que en su día se producirá la de los muertos. Los sepulcros, las profundidades de los mares, los que se han convertido en banquete de las bestias,  los que vivirán en el momento en que Jesús venga en su gloria, sin perderse ni uno, todos resucitarán con cuerpos espirituales. En este momento futuro, “cuando esto corruptible se vista de incorrupción, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado la Ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio  de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:54-57).

En la iglesia apostólica había algunos que afirmaban que no había resurrección de los muertos. A estos incrédulos el apóstol les dice: “Pero si se predica de Cristo que resucitó  de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? Porque si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios, porque hemos testificado de Dios que Él resucitó a Cristo, el cual no resucitó, si es verdad que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó, y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana, aun estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de compasión de todos los hombres”.

El apóstol prosigue su argumentación con un cántico de victoria: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre (Adán), también por un hombre (Jesús), la resurrección de los muertos. Porque así que en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios15: 12-22).

El cántico de victoria del apóstol se centra en quienes creen en Cristo y que ya gozan de la vida eterna y que todavía no han alcanzado la perfección. Deja a un lado la resurrección de los injustos. Durante el tiempo presente los creyentes en Cristo gozan de la vida eterna sin haber alcanzado la perfección a que son llamados porque siguen siendo pecadores. Cuando llegue el día de la resurrección alcanzarán la plena imagen y semejanza de Dios.

“A pesar que no soy lo que tendría que ser, ni lo que deseo ser, de verdad puedo decir que no soy el de antes. Por la gracia de Dios soy el que soy” (John Newton).

Octavi Pereña Cortina

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