diumenge, 9 de novembre del 2025

 

HEBREOS 7: 25

“Por lo cual (Jesús) puede también salvar perpetuamente, a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal Sumo Sacerdote nos conviene, santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos”

Joan Josep Omella, cardenal arzobispo de Barcelona cierra su escrito “Todos los Santos y Fieles difuntos”, con estas palabras: “Ojalá que nadie muera solo. Ojalá que todos los moribundos al final de la vida, puedan encontrar el calor de la familia, de la comunidad cristiana y de la sociedad en general. Pidamos a Dios que un día nos acoja en su seno de amor, donde viviremos para siempre más con la gran familia de los santos. Que ellos intercedan por nosotros” ¿Es correcta la petición que hace el cardenal arzobispo de Barcelona que los santos que gozan de la presencia gloriosa de Jesús en el cielo pueden interceder por los humanos? Según la Biblia ”toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para refutar, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16, 17), es totalmente imposible que los difuntos que gozan de la presencia gloriosa del Señor puedan interceder por los que viven en la tierra. Entre los difuntos que gozan de la presencia de Dios y los vivos en la tierra existe un abismo infranqueable que separa los unos de los otros.

“Quien es el que condenará?  Cristo es el que murió, más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por vosotros” (Romanos 8: 34). Jesús sentado a la diestra del Padre ejerciendo de Sumo Sacerdote intercede por los suyos para que no les falte la fe. “Por lo cual” (Jesús) puede salvar perpetuamente, a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal Sumo Sacerdote nos conviene, santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos”.

Para los creyentes en Cristo la muerte no es el final del trayecto, sino la puerta que tenemos que cruzar para presentarnos delante del trono de la gracia de Dios en espera de la resurrección de nuestros cuerpos que son templo del Espíritu Santo.


 

SALMO 68: 6

“Dios hace habitar en familia a los desamparados”

Un problema que se le plantea a la sociedad es la extrema soledad en que viven muchos ancianos que han enviudado. Se busca la manera de encontrar la forma de conseguir que la soledad se haga más llevadora. Se pretende hacerlo con los animales de compañía y por medio de entidades benéficas, residencias de pago, donde sus familiares pueden visitarlos. Ni los animales de compañía, ni las visitas de los familiares  en las residencias pueden resolver el problema porque no pueden entrar en lo profundo del alma que es donde reside la verdadera soledad.

El texto que comentamos es claro: “Dios hace habitar en familia a los desamparados”. Sin Dios el corazón de las personas está vacío. Se intenta solucionar la vacuidad del alma por medio de ayudas externas: Viajes, espectáculos, fiestas…Mientras no se llega a la ancianidad y se vive en pareja el vacío no se nota tanto. ¡Ay cuando uno de los conyugues fallece! La vejez no permite viajar, ir de fiesta, ni distracciones diversas. Nada satisface. La solución se encuentra en ser un verdadero creyente en Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo que “hace habitar en familia a los desamparados” ¿Cómo se las apaña Dios para llegar a lo más profundo del alma?

El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Corintio les dice: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?  (1 Corintios 3: 16). Esta es una noticia sorprendente. Yo que soy un vaso tan frágil, que se rompe con suma facilidad, ¿puedo ser templo de Dios? ¿El infinito viviendo en mí? Sí, Señor. Por la gracia de Dios y por la fe en Jesús el lector puede convertirse en templo de Dios. En la misma carta a los Corintios el apóstol escribe: “Y Dios que levantó al Señor, también nos levantará con su poder…el que se une al Señor, un espíritu es con Él… ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y no sois vuestros? (2 Corintios 6: 14, 17-18) .Es muy posible que el lector desconozca esta doctrina que enseña que el creyente en Cristo por el Espíritu Santo se ha convertido en templo de Dios. Cuando la situación es adversa no es necesario salir precipitadamente de casa para ir a arrodillarnos ante el sagrario. A Dios por el Espíritu lo tenemos dentro de nuestro propio cuerpo, es por ello que Dios “hace habitar en familia a los desamparados”. La soledad existencial no existe para el creyente en Cristo.

 

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