diumenge, 9 de novembre del 2025

 

BURN OUT

La justicia despolitizada merece que se la restaure

“Burnt out” es una palabra inglesa que significa quemar. Se aplica a los trastornos mentales que sufren las personas que trabajan en exceso, que están sujetas a fuertes presiones laborales o escolares, sometidas a acoso. La consecuencia de los trastornos mentales que se concentran en “burn out” es que los problemas mentales que son de origen espiritual se convierten en una cuestión de sanidad pública que se pretende resolverlos con la medicación.

“Le dijo (a Jesús) uno de la multitud: Maestro di a mi hermano que parta conmigo la herencia” (Lucas 12: 13). En respuesta a esta petición Jesús le dijo: “Mirad, y guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre  no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. También les contó una parábola: “La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí: ¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos? Y dijo: esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años, repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace tesoro, y no es rico con Dios” (vv. 15-21).

Es necesario saber distinguir entre la ambición sana que sirve para prosperar, y la codicia que como al rico de la parábola tiene una avidez sin límite de acumular porque es feliz acumulando. Estalla el “burn out” y, deprisa y corriendo la  visita a un siquiatra para que le recete unas pastillas porque padece un trastorno mental insoportable.

Uno de los mandamientos dice: “No codiciarás nada que sea del otro” (Éxodo 20: 12).  Quien no es rico con Dios es un pordiosero que nunca tiene suficiente con lo que tiene. Razón tiene el tango que dice quien tiene un peso quiere tener dos. Cuando se tienen dos se quieren cuatro. Y así sucesivamente. El lema del codicioso es: más, más. El antídoto contra el “burn out” que provoca la codicia insana se debe a que no se es rico con Dios. La pobreza en Dios nos la recuerda el mandamiento: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra, pero el séptimo  día es reposo para el Señor tu Dios, no hagas en él obra alguna…Porque en seis días  hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en él hay, y reposó en el séptimo día, por tanto, el Señor  bendijo el día de descanso y lo santificó” (Éxodo 20: 8-11). El rico de la parábola era millonario en bienes y dinero, pero muy pobre en Dios.

Jetro suegro de Moisés cogió a la mujer de su yerno y a sus dos hijos y se fue a visitarlo. Al verle tan atareado atendiendo las quejas del pueblo, le dijo: “¿Qué es esto que tú haces con el pueblo?  ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la noche?…Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti, no podrás hacerlo tú solo…” (Éxodo 18: 14, 17, 18). Jetro que era un hombre sabio y temeroso de Dios aconsejó a su yerno que escogiese de entre el pueblo a hombres sabios y temerosos de Dios para que juzgaran las causas menores y se encargase él de las difíciles. A pesar que Moisés era hombre de Dios, como pecador que era, necesitaba el consejo de un hombre sabio como lo era su suegro.

La epidemia de trastornos mentales que padecemos cada vez más personas más jóvenes, incluso adolescentes y niños, tendríamos que reflexionar la causa que los produce. El consejo que no da Jesús tendría que ser motivo de prestarle atención: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11: 28-30).

Octavi Pereña Cortina

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