diumenge, 25 de desembre del 2022

 

SOCIEDAD AMEDRENTADA

<b>La publicidad nos insta a buscar la felicidad sin eliminar el sufrimiento</b>

¿Se puede enterrar el sufrimiento? Se pretende hacernos creer que podemos prescindir de él. Nos basta con ver los anuncios televisivos  para darnos cuenta que lo intentan. Reuniones familiares alrededor de una mesa. Todo son risas postizas porque tienen en el plato el producto X. Ancianos sonrientes  que saltan incansables porque consumen leche a la que se le ha añadido calcio. La publicidad vende machacona una felicidad que prescinde del dolor. Las farmacéuticas son las únicas que en sus anuncios  emplean el dolor para vender los medicamentos que hacen desaparecer los trastornos mentales causados por no saber enfrentarse a los inconvenientes que nos acompañan por el mero hecho de existir. La publicidad sutilmente vende felicidad promoviendo viajes maravillosos a lugares paradisíacos, olvidando mencionar que allí en donde se encuentra una persona allí aparece el sufrimiento porque lo lleva consigo en la mochila. Otra manera de pretender hacer desaparecer el sufrimiento es escondiéndolo debajo de la alfombra cuando creemos que el ocio nocturno, los restaurantes, la diversión en general…Ríos de falsa felicidad vende la  publicidad siendo incapaz de producir autentico gozo en quienes pagan la cuenta.

La realidad es que esta nuestra sociedad cada vez tolera menos el dolor que no nos deja como si fuese nuestra propia sombra por el hecho de ser personas pecadoras. Nos refugiamos en la superficialidad y en el hedonismo que las vallas publicitarias nos ofrecen como remedio inmediato. Nos engañamos. El dolor sigue guardado en la buhardilla en espera de salir espiritado en el momento más inesperado  para hacernos el máximo daño posible.

¿Desea el lector luchar contra el dolor que en este momento le aguijonea física y espiritualmente? <b>Mark Lttleton</b> narra una historia que puede ayudarnos a conseguir la victoria contra el sufrimiento: “Una misionera en Pakistán lo pasó muy mal cuando perdió a su hija de seis meses. Una anciana punjalí fue a visitarla y le dijo: “Una tragedia como esta se parece a una persona que ha sido lanzada dentro de un caldero con agua hirviendo.  Si eres un huevo, la aflicción te hará duro e insensible. Si eres una patata saldrás blanda y maleable”. La misionera cuenta que, aun cuando le pueda parecer extraño a Dios, a veces le dice: “Oh Señor, hazme como una patata”. Si al dolor no se le trata como se merece, al malestar que provoca se le añade el agotamiento emocional.

A pesar que se puede considerar una estupidez mezclar la buena teología con el dolor, es necesario que se haga la fusión si se quiere soportar para bien el dolor. A pesar que la publicidad nos vende una sonrisa permanente es incapaz de convertirnos en patatas blandas y maleables como lo hace la buena teología. Es mala teología la que enseña que el tiempo lo cura todo ya que nos hace creer que el dolor es un contratiempo que se le puede combatir con fármacos. Es la consecuencia del pecado que ha trastocado la bondad en que nos creó Dios. Acompañado de una buena teología  el dolor tiene el propósito de hacernos volver a Dios que en Jesús su Hijo otorga descanso a nuestras almas.

No será hasta mañana, en el día de la resurrección, cuando Jesús venga en su gloria para instaurar su reino que pondrá fin a la maldición que pesa sobre la Tierra debido al pecado de Adán. En tanto no llegue este día tenemos que convivir con el dolor de la naturaleza que sea. Podemos patalear en señal de protesta, pero saldremos malparados.

Disintiendo de la mayoría, el placer no es nuestro mejor amigo. Nuestro mejor compañero de viaje es el dolor que nos abre los ojos para ver nuestra insignificancia que nos acerca a Dios que en Cristo nos consuela en todas nuestras tribulaciones. Los malos momentos que nos producen los cardos y las espinas que son consecuencia de la maldición divina, nos ayudan a abandonar la mirada horizontal para dirigirla hacia el cielo que es de donde el socorro oportuno. La felicidad que venden las vallas publicitarias oscurece la realidad haciéndonos creer que por sí solos podemos superar la maldición que pesa sobre nosotros.

“El sol endurece el barro para transformarlo en tocho/Ablanda la cera para modelarla y darle forma/Asimismo las pruebas de la vida endurecen a algunos/Mientras que otros son purificados como oro” (<b>Sper</b>.

Una guinda que corona el pastel: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2 Corintios 1: 3-5). El dolor santificado por Cristo nos acerca a Dios y, sin egoísmos a nuestro prójimo.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

PROVERBIOS 24: 16

“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse, mas los impíos caerán en el mal”

La Iglesia Católica ha mitificado la santidad. Convierte en santas a personas fallecidas que en vida hayan realizado como mínimo un milagro. La canonización cuesta muchos miles de euros  y en ella intervienen los intereses privados. A estos “santos” (?) muertos se les eleva a los altares, concediéndoles poderes sobrenaturales que ayudan a las personas que invocan sus nombres.

¿A dónde tenemos que ir para saber qué es exactamente la santidad? Indiscutiblemente en el Nuevo Testamento. Sus páginas reconocen como santos a hombres y mujeres  no fallecidos que asisten en las iglesias y que necesitan ser reprendidos. Según el Nuevo Testamento, son santos aquellas personas de carne y huesos que han creído que Jesús es su Señor y Salvador y que para ellas no existe ningún otro Nombre que pueda salvarlos. La sangre que Jesús vertió en el Calvario los limpia de todos sus pecados, el Padre les otorga la justicia de su Hijo. Los santos no son personas que no tienen pecado. Son personas que como el fariseo que subió al templo, a diferencia del fariseo que exaltaba su bondad, lo hace humildemente. “No quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho, diciendo: Dios, se propicio a mí pecador” (Lucas 18: 13).

El texto que sirve de base de esta meditación confirma el concepto santo del Nuevo Testamento. Cuando el autor de Proverbios escribe: “Porque siete veces cae el justo”, indica que el justo es un gran pecador que no se cansa de presentarse antes Dios para decirle: “Dios, se propicio a mí pecador”. David fue un pecador que cometió adulterio y homicidio. Siendo un necio no se arrepintió. Pero Dios no podía dejarlo en esta condición de impenitente. Para rescatarlo del pozo en que había caído, Dios envía al profeta Natán que con mucha habilidad le hace ver el pecado de adulterio que había cometido.  (2 Samuel 12: 1-25).

Fruto de verdadero arrepentimiento David escribe el Salmo 51en que reconoce su condición de pecador que necesita ser lavado diariamente. La Escritura no vuelve  a decir que David volviese a cometer  adulterio, ni que retornara a perpetrar homicidio. Pero sí que nos muestra muchos indicios de que seguía siendo pecador. Los salmos que escribe dan a entender que había sido declarado justo a pesar de que seguía siendo pecador.

“Siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse”, porque la santificación del Espíritu Santo funciona, lo cual inicia el proceso de abandonar la pasada manera de vivir para irse revistiendo de la nueva manera de vivir que es en Cristo Jesús. “De modo que si alguien está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5: 17).

A diferencia de los justos que se levantan siete veces, es decir, un levantarse que se repetirá a lo largo de toda la vida hasta el día de la resurrección, los impíos caerán en el mal”. Tropezarán siete veces en la misma piedra  para no levantarse nunca de la postración en que se encuentran.


 

PROVERBIOS 20: 13

“No ames el sueño para que no te empobrezcas, abre tus ojos y te saciarás de pan”

La pereza es un mal muy arelado en nosotros. Nos gusta mucho darnos un revolcón para retrasar cuanto más posible sea levantarnos de la cama. Si no fuese por la obligación de tener que ir al trabajo no nos levantaríamos hasta mediodía.

El texto que comentamos podemos interpretarlo de dos maneras. Una, la más conocida es la pereza que lleva a empobrecernos materialmente. Intentamos eludir el trabajo como gato escaldado del agua fría huye. Mucha pobreza se da debido el terror que el trabajo produce.

En estos momentos no nos interesa la pobreza material aun cuando no deje de preocuparnos. El texto que comentamos por el hecho de estar registrado en la Biblia y en concreto en Proverbios que es el libro dela Sabiduría, en primer lugar se refiere a la pobreza del alma. El apóstol Pablo se refiere a ella cuando escribe: “Os di a beber leche, y no vianda, porque no eráis capaces, ni sois capaces todavía” (1 Corintios 3: 2). Es de suma importancia no descuidar el contexto inmediato. El apóstol escribe: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo” (v.1). En el momento que se cree en Cristo se nace como hijo de Dios. Se es un recién nacido en la fe. Muchas actitudes de cuando vivíamos en tinieblas perduran: celos, contiendas, disensiones…. Debe ser motivo de preocupación cuando habiendo transcurrido un tiempo prudencial persistan estas características propias de la incredulidad. Debido a ello el apóstol amonesta a los corintios con una pregunta. “¿No sois carnales, y andáis como hombres?” (v.3).

¿Qué hace que el infantilismo espiritual de los corintios lo hayamos heredado nosotros? Creo que el texto de Proverbios que comentamos aporta luz suficiente para hacernos ver que tenemos que abandonar la carnalidad que persiste en nosotros cuando, por el tiempo transcurrido desde el día que nos convertimos a Cristo ya tendríamos que ser hombres y mujeres adultos que han dejado atrás la niñez. Los mensajes que se transmiten desde los púlpitos de las iglesias pueden ser perlas de gran valor, pero tienen que digerirse.  Si salimos eufóricos de la iglesia y cuando llegamos a casa nos tumbamos en el sofá para ver una película, ¿no indica ello que somos cristianos que aman el sueño que empobrece? El texto nos dice: “abre tus ojos y te saciarás de pan”. Tenemos que dedicar tiempo a la Biblia que nos habla de Jesús que es el pan de vida que nuestras almas necesitan para crecer espiritualmente. Tendríamos que aprender la lección que se desprende de la parábola de las diez vírgenes que narró Jesús. Cinco de ella eran prudentes y las otras cinco insensatas. Todas ellas esperaban la llegada del esposo. Las prudentes tomaron la precaución de tener aceite para que no se apagasen las lámparas. Cuando llegó el esposo entraron con él a las bodas. Las insensatas tuvieron que ir a comprar aceite y cuando regresaron no pudieron entrar a las bodas porque la puerta estaba cerrada (Mateo 25:1-13). Moraleja: No amemos el sueño. Velemos porque no sabemos ni el día ni la hora en que el Hijo del Hombre vendrá a buscarnos para que nos deleitemos participando de las bodas del Cordero.

 

diumenge, 18 de desembre del 2022

 

COLOSENCES 2: 18, 19

“Nadie os prive de vuestro premio afectando humildad y culto a los ángeles…y no asiéndose de la cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamientos crece con el crecimiento que da Dios”

¡Cuán ilustradora es la Biblia en las cuestiones espirituales  que tienen que ver con la salvación! ¡Cuánto ahorro de tiempo no se conseguiría si los doctores de la Madre Iglesia aceptaran las enseñanzas bíblicas promulgadas por Dios que no cambia!

Este comentario me ha estimulado a escribirlo a raíz de la nueva edición del misal en catalán que según Joan Enric Vives, arzobispo de Urgell “ayudará a hacer realidad que el rito de celebrar no se reduce a la observancia de unas rúbricas, ni tampoco a una creatividad sin reglas. El rito es en sí mismo una norma, y la norma jamás es un fin en sí misma, sino que siempre está al servicio de la realidad superior que quiere custodiar”.

 Fíjese atentamente el lector lo que el apóstol Pablo sobre los ritos de invención humana: “Tales   cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”  (Colosenses 2: 20-23).

Los preceptos, los ritos, según el arzobispo: “No solamente son instrumento para las celebraciones, sino que custodian la riqueza de la tradición de la Iglesia romana”. Jesús por medio del cual habla el Padre, citando al profeta Isaías dice respecto a las tradiciones y preceptos humanos: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” Mateo 15: 8, 9).


 

FILIPENSES 4. 6

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”

No existe contradicción alguna entre las enseñanzas de Jesús y las del apóstol Pablo con respecto a los afanes por las cosas de este mundo. Jesús con más detalles nos alerta de los afanes por el vestido, la comida. Tanto la comida como el vestido se consideran necesidades básicas, sobre todo en tiempos convulsos como los que nos toca vivir. Pronto nos sentimos abocados a preocuparnos por si nos va a faltar el pan o el vestido, y ¿nos calentaremos en invierno?  Jesús especifica estas necesidades  y nos dice que no nos preocupemos por ellas porque “nuestro Padre celestial sabe que tenemos necesidad de todas estas cosas”. Para asegurarnos que no nos va a dejar abandonados a nuestra suerte Jesús nos recuerda que si miramos a las aves  del cielo y nos fijamos en los lirios del campo, observamos como el Padre alimenta a las aves y a los lirios los viste con un esplendor superior a la gloria de Salomón. Si el Señor cuida con tanto esmero a las aves y a las plantas, ¿cómo el Padre celestial no proveerá el pan de cada día y el vestido con que cubrir nuestro cuerpo? Los incrédulos se afanan por estas cosas sin encontrar contentamiento porque no están seguros de que vayan a tenerlo.

Jesús nos viene a decir que la incredulidad no es una buena consejera para gozar de la tranquilidad que nuestros corazones necesitan. Dirigiéndose a nosotros Jesús dice. ”Mas buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas o serán añadidas. Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6: 25-34). La lección que tenemos que aprender: Si Dios provee hoy el pan y el vestido que necesitamos, ¿no va a hacerlo mañana también? No dudemos de la misericordia del Padre celestial porque ello significa que somos personas de poca fe o que no tenemos ninguna.

El apóstol Pablo escribe: “Se vivir humildemente, y de tener abundancia, en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer  necesidad. TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE” (Filipenses 4: 12, 13).

 

 

¿TIENE SENTIDO EL ARTE SACRO?

<b>¿El arte cristiano nos eleva el corazón y nos transporta hasta el trascendente?<b/>

¿Cuál es la función del arte sacro? Según Joan Planelles, arzobispo de Tarragona: “Los retablos medievales estaban pensados para ilustrar la vida de Jesús en una población que no sabía leer ni escribir. …La función principal del arte es hacer pensar…El arte nos hace pensar, y nos lleva más allá de las formas estéticas, nos lleva a mirar con los ojos interiores…Y así es. El arte cristianos nos eleva el corazón y nos transporta hasta llegar a lo que no se ve, es decir, a aquello trascendente, el misterio que nos ocupa. El arte cristiano se inspira en la Biblia, de la Sagrada Escritura y de la historia del pueblo de Dios…Por este motivo, se precisa conservar y mantener el legado artístico porque nos hace pensar, y esto es lo que nos hace humanos. De ahí la relevancia de <i>Catalonia sacra”</i>, que tiene el objetico  de conservar el arte sacro en Cataluña.

El apóstol Pablo refiriéndose a la creación que es la obra maestra de Dios, escribe: “Porque las cosas invisibles de Dios, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1. 19, 20). La creación se puede considerar el museo en donde Dios expone su obra maestra. Cada día sin que se tenga que pagar entrada hombres y mujeres visitan la exposición con el resultado de “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Presumiendo ser sabios, se hicieron necios” (vv. 21, 22). La obra creadora de Dios que es de extrema belleza la realizó con el solo sonido de su palabra, “y dijo Dios” no sirve para hacer desaparecer la estupidez humana, ¿cómo puede el arte humano que se desmenuza con el paso del tiempo y que requiere periódicas restauraciones para conservarlo nos va llevar “a lo que no se ve, es decir, aquello trascendente, al misterio que nos ocupa?”

“Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días no ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1: 1, 2). Una de las maneras que utiliza Dios para hablar al hombre a través de los siglos ha sido por medio de la creación que revela la omnipotencia de Dios y que pone de manifiesto la necedad del hombre que ante la evidencia, debido a su tozudez, persiste en negarla. Le habla por medio de la palabra el misterio de la salvación. Antes del pecado de Adán Dios hablaba directamente con el hombre. Después de la Caída lo hizo por medio de los profetas y, llegado el cumplimiento del tiempo lo hizo por medio de Jesús su Hijo. Después de la ascensión de Jesús al cielo el Señor continuó hablando por medio de los  apóstoles. Después de éstos sigue hablando por medio de los escritos proféticos y apostólicos inspirados por el Espíritu Santo.

El arte sacro puede servir para impartir cultura cristiana pero no puede hacer que los seres humanos que por nacimiento natural lo hacen siendo hijos del diablo se conviertan en hijos de Dios. Esta transformación sólo es posible si los incrédulos creen que Jesús es el Salvador porque “en ninguno otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos salvarnos” (Hechos 4: 12). El arte sacro no  cumple el objetivo de anunciar que los hombres son pecadores y que necesitan creer en Jesús. Como explica el apóstol Pablo: “Porque todo aquel que invoque el Nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues invocarán a Aquel en el cual no han creído?¿Y cómo creerán  en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que  proclaman las buenas nuevas!” (Romanos 10: 13-15).

¿Cómo vamos a salir del callejón sin salida que es la grave crisis social, económica ecológica, política… en que nos encontramos? El cristianismo cultural, el de feria, que desgraciadamente es el dominante, no sirve para provocar el nuevo nacimiento necesario para enderezar a esta humanidad que se hunde en las arenas movedizas del pecado. Poco antes de ascender Jesús al cielo a la iglesia incipiente y después de ella a los verdaderos cristianos de todas las épocas, este encargo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la Tierra. Por tanto, id, y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enviándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28: 18-20). Jesús no enseña a sus discípulos que vayan a todas las naciones anunciando que el arte cristiano “nos eleva el corazón y nos transporta hasta llegar a lo que no se ve, a aquello trascendente, al misterio que nos ocupa” como enseña Joan Planelles, arzobispo de Tarragona.

El profeta Isaías nos enseña cómo seleccionar a los obreros que se envían a trabajar en la viña del Señor. El profeta tiene una visión del Señor “sentado sobre un trono alto, y sus faldas llenaban el templo”. La visión le hace ver su condición de pecador y el perdón de sus pecados. Una vez purificado escucha la voz del Señor que le dice: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?  Entonces respondí yo: Heme aquí envíame a mí”. El Señor le dijo. “Anda, y di a este pueblo. Oíd bien, y no entendáis, ved por cierto, pero no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vean con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad” (Isaías 6: 1-9).

La predicación del Evangelio que hacen los obreros que el Señor envía a laborar en su viña no siempre resulta en conversiones, pero es una muestra de la fidelidad de los obreros que han dicho al Señor de la mies: “Envíame a mí”.

Octavi Pereña i Cortina

 

diumenge, 11 de desembre del 2022

 

SALMO 56: 3

“El día que tengo miedo yo en ti confío”

El salmista que estaba rodeado de enemigos, escribe: Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia, porque has sido mi amparo y refugio el día de mi angustia. Fortaleza mía, a ti cantaré, porque eres, oh Dios, mi misericordia”.

Si permanecemos en la incredulidad, en el momento que algo nos atemoriza no sabemos dónde ir en busca de socorro. Hoy por la gracia de Dios nuestro país se ve libre de una devastadora guerra que atemoriza a las personas que la sufren. A nuestro alrededor andan sueltos infinidad de pequeños enemigos que nos sacan de quicio: Un hijo drogadicto,  una hija de 16 años embarazada, una enfermedad de larga duración del padre o de la madre, instabilidad económica debido a la crisis existente…La cadena de causas que nos producen inseguridad o miedo es larguísima. Las autoridades sanitarias alertan que la lluvia de pequeños incidentes que caen sobre las personas es la causa del crecimiento exponencial de las enfermedades mentales. La incredulidad nos deja desprotegidos de los incidentes adversos que  nos afectan.

El salmista es un hombre que sabe en quien ha creído. Para él Dios no es una quimera, un personaje mitológico. Para el poeta Dios es un ser real por lo que puede escribir: “El día que tengo miedo yo confío en ti” Es la incredulidad que hace que  en el peligro no nos refugiemos en Él. La descreencia es lo que nos impide que en los momentos de peligro no acudamos a cobijarnos bajo las alas protectoras de Dios todopoderoso como lo hacen los polluelos.

La incredulidad nos hace comparecer desnudos ante las inclemencias que nos acechan. En vez de alabar por la mañana la misericordia de Dios  porque es nuestro amparo y refugio en el día de la angustia, se blasfema el Nombre del Señor porque se le considera causante de nuestras desdichas. Dios que desde el cielo contempla todo lo que sucede en la Tierra, movido por su misericordia envía a su Hijo para salvar a los hombres de su pecado que es el causante de las desdichas que les afligen. En vez de agradecer su infinita misericordia, le giramos la espalda. Pero el Padre en su Hijo no se desanima y con voz suplicante se dirige a los que sufren, diciéndoles: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11: 28-30).


 

SALMO 38: 3

“No hay paz en mis huesos a causa de mi pecado”

Cuando el salmista dice: “No hay paz en mis huesos”, no se refiere al dolor óseo que padecemos debido al desgaste que los huesos sufren a lo largo de los años y a la artrosis que es fruto del envejecimiento. Se refiere al malestar que el pecado produce en el alma.  Cierto que el pecado repercute en el cuerpo, produce dolencias sicosomáticas sico, alma; soma, cuerpo. Al no entenderse que el pecado tiene sus efectos en el cuerpo se intenta curar las consecuencias olvidándose que es  el origen de muchos de los dolores que son  de origen espiritual. El salmista como buen médico del alma que es reconoce que los trastornos físicos que padece se deben a “mi pecado”

Siguiendo con el tema del dolor físico causado por el pecado el salmista escribe: “Hieden y supuran mis llagas, a causa de mi locura. Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el día, porque mis lomos están llenos de ardor, y nada hay sano en mi carne, estoy debilitado y molido en gran manera, gimo a causa de la conmoción de mi corazón” (vv. 5-8).

Envuelto en las consecuencias dañinas de su pecado, el salmista que es hombre de Dios puede decirle a su Salvador: “Señor no me reprendas en tu furor, ni me castigues en tu ira, porque tus saetas cayeron sobre mí, y sobre mí ha descendido tu mano” (vv. 1, 2). En medio del dolor puede escribir. “Porque en ti, oh Señor, he esperado, tú responderás Señor Dios mío…No me desampares, oh Señor, Dios mío, no te alejes de mí, apresúrate a ayudarme, oh Señor, mi salvación” (vv. 15, 21, 22).

Dios al crear a Adán le puso en el jardín que había preparado para que viviese en él  gozando de plena felicidad porque no había pecado. Podía gozar de las delicias del paraíso con una condición: “De todo árbol del hurto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2: 12, 13). Por instigación satánica y por medio de Eva la ayuda idónea que Dios le dio, comió el fruto del árbol prohibido. Debido a la desobediencia la muerte entró en el mundo y con ella el dolor que le precede que le recuerda que polvo es y que al polvo volverá. Si no hubiese sido por el pecado de Adán hoy no existiría el dolor. La herencia que Adán ha dejado a toda su descendencia es la muerte y el dolor. Ambas cosa son inseparables. Siguiendo el ejemplo del salmista, siendo el dolor compañero inseparable de nuestra peregrinación por este mundo, digamos con él: “Oh Señor, Dios mío, no te alejes de mí, apresúrate a ayudarme, oh Señor, mi salvación”. El dolor más o menos intenso nos acompañará a lo largo de nuestra peregrinación por este mundo hasta que lleguemos al paraíso celestial en donde “el Cordero que está en medio del trono nos pastoreará, y guiará a fuentes de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima d nuestros ojos”  (Apocalipsis 7. 17).

 

 

 

SOCIEDAD ENFERMA

<b>a violencia machista alcanza tanta envergadura que bien puede considerarse un problema de salud pública</b>

“Mi padre es un monstruo” es el título del reportaje  que escribe <b>Lorena Ferro</b>. Redacta: “Son historias distintas, pero todas tienen en común haber nacido y crecido en entornos de maltrato físico o sicológico. O ambas cosas. Son hijos e hijas de maltratadores”. El médico forense <b>Miguel Lorente</b>, escribe: “¿Cómo puede ser afable un hombre que comete estos hechos? El perfil del maltratador siempre es el mismo: Un hombre que sufrió malos tratos  de un padre machista, que pegaba a su madre y que vivía una infancia violenta. Un hombre que reproduce estos valores y que fuera de casa muestra una cara afable. Porque la violencia la reserva para su casa, el espacio que considera propiedad suya, en donde su palabra es ley, y sus deseos órdenes”. Un narciso que manifiesta su ego en el espacio doméstico con toda su virulencia. La violencia machista en el hogar es una manera de educar y, como dice el proverbio: “Instruye el niño en su camino, y aun cuando sea viejo no se apartará d él” (Proverbios 22: 6). El niño educado en un ambiente de violencia monstruosa considera que los malos tratos que el padre da a su madre y a él mismo son correctos. La lección aprendida empieza a reproducirse en el acoso que inflige a sus compañeros en la escuela. Se rodea de una camarilla de amigos a los que domina y les dice: “venid conmigo, pongamos asechanzas para derramar sangre, acechemos sin motivo al inocente. Los tragaremos vivos como el sepulcro, y enteros como los que caen vivos en un abismo. Hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos, echa suerte con nosotros, tengamos todos una bolsa” (Proverbios 1: 11-14). Así es como nace la “manada” que asedia a las chicas porque las considera objetos que le pertenecen. Se cree facultado para hacer con ellas  lo que mejor le parezca. Cuando se enamora de una chica empieza a reproducir en ella lo que su padre hacía con su madre. Controla su móvil. La aísla del grupo de sus amistades. La somete a su voluntad porque dice que la ama. Si la chica se da cuenta de lo que le espera y decide romper la relación, la asedia y no la deja vivir en paz. Puede terminar muerta en un descampado golpeada y violada.

El narciso considera que la mujer es propiedad suya y como amo del objeto puede hacer con ella lo mejor que le plazca. No lleva en su frente un cartel que anuncia qué tipo de persona es. <b>Graciela Ferrerira</b> hace esta descripción del machista: “El hombre violento no se distingue de la normalidad masculina en general. Puede ser simpático, seductor, atractivo, caballeroso, y con actitudes de ciudadano modélico. Esto le permite camuflarse y pasar inadvertido, en el mundo exterior de su familia: Tener doctorados universitarios, ser funcionario del Estado, docente, sicólogo, actor, juez, empresario, obrero, policía, deportista, médico, cocinero, científico”.

Como muy bien dice el médico forense <b>Miguel Lorente</b>: “La sociedad está enferma”. ¿Qué tipo de enfermedad padece? Si es una enfermedad mental, ¿cómo es posible que ni sicólogos ni siquiatras le pongan remedio? Los narcisos son muy astutos y aparentan estar curados. Al poco tiempo de recibir el alta reinciden en su violencia. Se quitan la máscara y ponen de manifiesto lo que realmente son. La excusa de los especialistas en enfermedades mentales dan para exculparse de su fracaso es que el servicio sanitario necesita más recursos y más personal. Si el servicio de la salud mental sigue siendo controlado por la industria farmacéutica lo que se consigue es que la sedación de la sociedad se agrave sin curar la violencia machista que no es una dolencia biológica sino de índole espiritual.

Cuando se produce un nuevo caso de violencia machista con el resultado de la muerte  de la víctima, se hacen concentraciones en señal de protesta y con gritos de no a la violencia machista. Se encienden velitas en recuerdo de la víctima. Se atacan los efectos pero no la causa que produce la violencia machista. En la multiplicación se puede alterar el orden de los factores sin alterar el resultado. En el caso de la violencia machista no se puede anteponer el efecto a la causa. Si la sociedad está espiritualmente enferma la consecuencia de ello, entre otros efectos lo es la violencia machista. En general no se considera que el ser humano esté espiritualmente enfermo. Se le considera bueno por naturaleza. Si comete fechorías se debe a factores externos. Por ello se intenta, sin conseguirlo, cambiar el medio en que se mueve. No se es consciente que la maldición de Dios a Adán por su pecado afecta a toda su descendencia. Los problemas sociales, en concreto la violencia machista, son fruto del pecado. En el contexto de los fariseos que se consideraban ser estrictos  cumplidores de la Ley de Dios, por tanto buenas personas, Jesús les dice: “No he venido a buscar justos, sino pecadores al arrepentimiento” (Mateo 9: 13). Es por eso que las buenas personas (?) le criticaban porque se relacionaba y comía con los pecadores a los que consideraban ser la hez social. Pues sí, todo lo contrario de lo que nosotros hacemos, Jesús busca a los pecadores, personas malas, para que se arrepientan. El resultado de ello es  que por la fe en su Nombre se convierten en hijos de Dios que abandonan su antigua manera de ser y empiezan a andar en novedad de vida.

En el contexto de la relación hombre-mujer, los hombres que se convierten a Cristo abandonan el concepto objeto que tenían de la mujer y la  ven  con otros ojos. Los casados la ven como la compañera idónea que Dios les ha dado. En el matrimonio el hombre la considera miembro de su propio cuerpo. La ama como a sí mismo. Si la daña, se perjudica a sí mismo. Si no se es un insensato nadie desea autolesionarse. Que el Señor ayude a los machistas a cambiar el concepto que tienen de la mujer para protegerla y respetarla. Que dejen de verla como un objeto sexual del que se puede abusar.

Octavi Pereña i Cortina

 

diumenge, 4 de desembre del 2022

 

SALMO 55: 22

“Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará, no dejará para siempre caído al justo”

Las cargas que llevamos sobre las espaldas se deben al pecado de Adán. Después de la desobediencia de Adán el Señor se dirige a nuestros primeros padres. “A la mujer le dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus embarazos, con  dolor darás a luz los hijos, y tu deseo será para tu marido, y él se en señoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste la voz de tu mujer, y comiste del árbol que te mandé diciendo: No comerás de él, maldita será la tierra por tu causa, con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” (Génesis 3: 16, 17). Todos los sinsabores que padecemos en múltiples situaciones se deben al pecado de Adán que provocó que Dios maldijese la Tierra, maldición que ha dejado en herencia a su descendencia hasta el fin del tiempo. La maldición divina no puede deshacerla el hombre por lo que todos los intentos humanos que se hacen para anularla están condenados al fracaso.

Existen dos maneras de enfrentarse a las consecuencias de la maldición de Dios. Una consiste en rebelarse contra las consecuencias del pecado. Protestar por la presencia en  nuestras vidas de tantas cosas que nos enojan, lo cual incrementa todavía más el dolor que nos causan. Los trastornos mentales tan de moda hoy se deben a la resistencia que ponemos a las nimiedades que diariamente se nos plantean. La cola que ocasiona hacer el análisis de sangre o por vacunarse contra la Covid-19, cuando alguien nos dice una impertinencia que nos molesta y guardamos resentimiento en nuestro corazón, cuando resbalamos, nos caemos y nos rompemos un brazo, los conflictos en el trabajo, la muerte de un hijo, los conflictos conyugales…Todas estas incidencias que no sabemos cómo afrontarlas debidamente son las que hacen que la vida sea  insoportable. Lo que nos produce agobio no son grandes crisis. Las pequeñeces diarias son las que hacen que malvivamos. El pataleo que contra ellas damos se debe a que no tomamos en cuenta a Dios que desea cobijarnos  bajo la sombra de sus alas protectoras como la gallina lo hace con sus polluelos al menor síntoma de peligro.

El texto que comentamos nos invita a hacer lo que la gallina hace con los polluelos. Jesús lo dice con toda claridad: “Venid a mi todos los que estáis cargados y trabajados y os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas, porque  mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11. 28-30).

Lector, para que puedas echar sobre Jesús la tediosa carga que tanto te enoja, para recuperar el aliento que el esfuerzo continuado te ha quitado, para que la misericordia del Señor puedas recibirla todos los días, es imprescindible que creas en Él. Si todavía no has depositado la fe en Él, todavía estás a tiempo para hacerlo. Dirígete a Él, diciéndole: “Señor ayúdame en mi incredulidad”


 

LEVÍTICO 4: 1-30

“Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos del Señor sobre cosas que no se han de hacer, e hiciere alguna de ellas, si el sacerdote ungido pecare según el pecado del pueblo…Y si toda la congregación de Israel hubiere errado, y el yerro estuviere oculto a los ojos del pueblo, y hubiesen hecho algo contra alguno de los mandamientos del Señor en cosas que no se han de hacer, y fueren culpables…Cuando pecare un príncipe e hiciere un yerro, algo contra alguno de todos los mandamientos del Señor su Dios sobre cosas que o se han de hacer y pecare……”

En todos los casos los culpables de haber pecado tenían que poner la mano sobre la cabeza del animal que se ofrecía como ofrenda expiatoria.

Según el Nuevo   Testamento, Jesús es el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29), “que habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (Hebreos 10: 12). “Y la sangre de su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7). La sangre de los animales que se sacrificaban en el templo simbólicamente limpiaba los pecados de quienes los ofrecían, pero no los borraban. Se tenían que ofrecer diariamente. Especialmente una vez al año en el día de la expiación.

El texto que sirve de base a esta meditación nos dice que tanto los sacerdotes, el pueblo y los príncipes tenían que ofrecer el animal expiatorio en el momento de ser conscientes de haber pecado contra uno de los mandamientos de la Ley de Dios. Todos sin excepción: sacerdotes, príncipes, pueblo llano tenían que ofrecer el sacrificio expiatorio que requería La Ley. Hoy, con la muerte y resurrección de Jesús, cuya sangre limpia todos los pecados cometidos, los pecadores no tienen que ir a ningún lugar concreto para ir al encuentro de Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo para ser perdonados. Jesús desmiente el engaño de la enseñanza que exige que el pecador tenga que acudir al sacerdote para que en confesión le perdone los pecados, cuando le dice a la samaritana: “Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni aun en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre” (Juan 4: 21). Jesús nos enseña a orar lejos de las miradas de la gente al decir: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la perta, ora a tu Padre, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”  (Mateo 6: 6). El aposento con la puerta cerrada puede ser la mesa en la oficina, la cadena de montaje en la fábrica, el autobús, el tren…Cualquier lugar por estrambótico que pueda parecernos es apropiado para que cuando sea necesario y silenciosamente se pueda hacer al Padre esta breve súplica que tiene mucho significado: “Dios, se propicio a mí pecador” (Lucas 18: 13).

 

 

NAVIDAD, ¿DÓNDE ESTÁS?

<b>¿De qué nos sirve esta vida tan atareada si apenas tenemos tiempo de fijar la mirada?</b>

<b>Marta Alòs</b> acierta cuando escribe: “Está  visto que el ser humano no escarmienta ni con aceite hirviendo.  Mientras que el calentamiento global hace subir la temperatura de la Tierra y las emisiones de óxido de carbono ya han superado un 1% respecto al año anterior, la estupidez humana sigue sin pararse porque unos dicen, dicen, dicen, que es necesario seguir consumiendo… y viajando…y hacemos hervir la olla porque la economía no puede detenerse”.

Desde el punto de vista cristiano el teólogo <b>José Ignacio González Faus</b>, escribe: “Produce cierta vergüenza ser ciudadano cuando debido a las perspectivas de poca agua y poca energía, se van tomando medidas de ahorro, pero nos dicen que la malgastadora iluminación navideña de las calles de nuestras ciudades “apenas se tocará”. y en algunas capitales importantes no se tocará nada”.

Desde el nacimiento más humilde de la celebración navideña, la Navidad no ha sido nunca una fiesta amparada por la tradición bíblica. Los historiadores la consideran la cristianización de la festividad pagana del solsticio de invierno dedicada a exaltar al dios sol. Careciendo del soporte bíblico se ha ido alargando más el  brazo que la manga hasta alcanzar el desbarajuste de nuestros días.

González Faus bautiza la Navidad con este nombre: <i>consumocristo</i>. “Nadie puede servir a dos señores. Porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6: 24). La celebración de la Navidad se ha convertido en una escandalosa banalización del Nombre de Jesús. Jesús que es a quien afecta directamente la prostitución que se hace de su Nombre, citando al profeta Isaías, dice: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15: 1-9). No es una nimiedad tomar en vano el Nombre del Señor: “No tomareis el Nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor  no dará por inocente al que tome su Nombre en vano” (Éxodo 20: 7).

A pesar que los villancicos pronuncian el nombre Jesús presentan un Jesús mítico que nada tiene que ver con el Jesús del Nuevo Testamento que como Hijo de Dios vino a la Tierra a cumplir “aquello que la multitud de ángeles que alababan a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la Tierra paz y buena voluntad hacia los hombres” (Lucas 2: 14). El Jesús mítico no cumple lo que los ángeles anunciaron a los pastores.

El Jesús que durante la Navidad está a flor de labios de tantos que entonan villancicos no es el Jesús que humaniza a quienes creen en Él como Señor y único Salvador. Los humaniza al convertirlos en hijos de Dios. La deshumanización en que se encuentra el hombre se debe al pecado de Adán, el padre del que procede toda la humanidad. Su descendencia nace siendo hija del diablo. De un padre que Jesús considera que es “homicida desde el principio…y padre de mentira” (Juan 8: 44). No debe extrañarnos, pues, que las obras de su descendencia sean: “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes” (Gálatas5: 19-21).

En el cumplimiento del tiempo el Hijo de Dios se encarna en el seno de la virgen María. José que estaba desposado con María, legalmente su esposo sin haberse consumado el matrimonio. Creyendo que María le había sido infiel piensa repudiarla en secreto. “Y pensando en esto, he aquí que un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1: 20, 21).

El Hijo de Dios que es el Dios eterno se desprende de su gloria divina y se humilla haciéndose hombre y naciendo en un establo porque todas las casas de Belén estaban ocupadas debido  a la multitud que se había concentrado en el pueblo para censarse según lo ordenado por el Cesar.

Dos años más tarde llegan a Belén procedentes de oriente unos magos para adorar al Rey de los judíos: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose le adoraron: y abriendo sus tesoros le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2: 11). En el momento que los magos le doraron Jesús tenía dos años (Mateo 2: 16). La Navidad cristianizada no se ajusta a la realidad.

En el momento que se paganiza el nacimiento de Jesús, su Persona deja de ser el centro de la historia para ocuparlo los fieles (?),  que siguiendo la costumbre de los antiguos adoradores del sol se intercambiaban regalos entre ellos.

Los mismos incrédulos son quienes afirman que el ser humano se ha deshumanizado. Una muestra de dicha deshumanización es el carnaval en que se ha convertido el natalicio de Jesús. Si no se hubiese llegado a este estado  de descomposición, las multitudes que ahora entonan villancicos míticos  adorarían a Jesús que los salva de sus pecados y los transforma en hijos de Dios que andan en novedad de vida. El mundo tendría un color distinto porque serían humanos que guiados por el Espíritu Santo irían por la Tierra sembrando la paz de Dios que excede la comprensión humana. “Y en la Tierra paz y buena voluntad hacia los hombres”.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

diumenge, 27 de novembre del 2022

 

ACOSO ADOLESCENTE

<b>Nos encontramos en la cultura del acoso, a  veces, la única salida que tienen las víctimas es el suicidio</b>

<b>Josep Pedreerol</b> refiriéndose al suicidio de <b>Izan</b> debido al acoso a que se vio sometido, escribe. “Los profesores y los centros educativos son conscientes del problema y hacen todo lo posible para que nadie se sienta discriminado, pero no resulta fácil. La maldad es una cosa intrínseca en algunos individuos y se manifiesta de la peor manera desde muy temprano. ¿Y los padres? ¿Realmente son conscientes del problema? Sólo se necesita ir a ver un partido de futbol de chavales para darse cuenta del comportamiento de algunos de ellos que insultan como si nada y dan un ejemplo vergonzoso a sus hijos. No busquemos culpables demasiado lejos. El problema también se encuentra en casa y, por tanto la solución también debería encontrarse en el hogar. Denunciemos el acoso como lo ha hecho el hermano de <b>Izan</b>, no dejemos pasar el abuso y la persecución al de al lado. No pensemos que eso no nos afecta, que es un problema de los otros, que no va con nosotros. Tal vez esté más cerca de lo que nos imaginamos. Y quizás entonces será demasiado tarde. Estemos atentos”.

Este texto da para mucho para pensar seriamente en el problema del acoso. Contiene dos cuestiones que son básicas para entender el acoso infantil y adolescente y, por tanto frenarlo. “La maldad es una cosa intrínseca en algunos individuos y se manifiesta de la peor manera y desde muy pronto. ¿Y los padres?” Se equivoca <b>Pedrerol</b> cuando escribe: “la maldad es intrínseca en algunos individuos”. La maldad no excluye a nadie. Por el mero hecho de ser descendencia de Adán todos sin excepción nacemos pecadores y el pecado es lo que nos hace comportar en diversos grados de perversidad. Por la gracia de Dios no desarrollamos todo el mal que potencialmente podemos llegar a cometer. Si Dios no pusiese bridas en nuestras bocas como se hace con los caballos para que obedezcan y sean conducidos allí donde el amo quiere ir, lo que hoy es la antesala del infierno el mundo se convertiría en el infierno real con todos sus horrores.

Cuando nace un niño se acostumbra a decir: ¡Qué majo es, si se parece a un angelito! El comentario no se ajusta a la realidad. El rey David hace un resumen de su vida en el Salmo 51 lo cual nos ayuda a entender cómo es posible que el angelito que se supone es el recién  nacido se transforme en un diablo. “He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (v. 5). El angelito que la madre de David consideraba que era su hijo, cuando éste se convierte en adulto le pide a Dios: “Líbrame de homicidios, oh Dios, de mi salvación” (v. 14).

El acoso puede considerarse la primera manifestación social del bebé que poco a poco va abandonado el concepto de angelito que se tenía de él para dar paso al diablo que había en él desde su concepción. “El hacer la maldad es como una diversión al insensato” (Proverbios 10: 23). Los niños y adolescentes son muy crueles con sus compañeros que por diversas causas no les caen bien. “No atentarás contra la vida de tu prójimo, dice el Señor” (Levítico 19: 45),

“¿Y los padres?” se pregunta <b>Josep Pedreerol</b>.”¿Realmente son conscientes del problema? Sólo se necesita ir a ver un partido de futbol de chavales para darse cuenta que el comportamiento de algunos de ellos que insultan como si nada y dan un ejemplo vergonzoso a sus hijos”. ¿Qué ejemplo educador dan estos padres? Cierto que no todos se comportan como bellacos en los estadios blasfemando el Nombre de Dios, denigrando el  buen nombre de las madres de árbitros y de jugadores y vociferando contra jugadores de otro color o etnia. Estos padres que en público se comportan como rufianes, ¿cómo se comportan en la privacidad del hogar? No todos los padres son unos mal educados. Muchos son educados, sensatos, que comparten con sus hijos principios éticos. Es de loar que se comporten así. Pero el acoso infantil y adolescente va mucho más allá de la ética para combatir este nefasto comportamiento del que se hacen eco los medios informativos.

Tendría que hacernos pensar la declaración del rey David: “He aquí, en maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre”. Hoy no se oye la palabra “pecado”. Se la considera propia de una pasada época supersticiosa. En un periodo de avance tecnológico que nos permite adentrarnos en las profundidades siderales para explorar los inalcanzables confines del universo, sólo los ignorantes creen en el pecado.

La ética que enseña cómo debe comportarse el ser humano se asemeja a los Diez Mandamientos de la Ley de Dos que enseñan. “Hazlos y vivirás”. No existe ninguna persona capaz de cumplir las exigencias de la Ley de Dios. Por tanto nuestro destino es la muerte. El propósito de la Ley de Dios es hacer resaltar el pecado y, como dice el apóstol Pablo “la Ley es nuestro guía que nos lleva a Cristo y por la fe en su Nombre nos declara justos.” (Gálatas 3: 14). En Jesús Dios nos ve como si no hubiésemos pecado nunca. La fe en Jesús nos convierte en criaturas nuevas que andan en novedad de vida. Las cosas antiguas, entre otras el acoso infantil y adolescente que tanto daño causa se convierte en amor el amor de Dios que busca el bien de las personas que no nos caen  bien.

Los niños no nacen amando a sus compañeros que son distintos. La crueldad infantil empieza a manifestarse en muy temprana edad. Desde la tierna infancia los niños necesitan que se les instruya en los caminos de Dios, esta es la responsabilidad que los padres no pueden delegar en nadie. Como me imagino que el lector de este escrito no es un padre o madre verdaderamente cristiano, si está preocupado por la educación de sus hijos le sugiero que le pida al Señor  que le ayude en su incredulidad. Sus hijos se lo agradecerán

Octavi Preña i Cortina

 

 

GENESIS 50: 19

”Y les respondió José: No temáis, ¿acaso estoy yo en el lugar de Dios?”

Jacob el padre de José y de sus hermanos ha fallecido. Los hermanos piensan que ahora que su padre los ha dejado para irse a la presencia del Padre celestial José se vengará de ellos por el mal que le hicieron. Una patética escena entre los hermanos de José se presenta. Reunidos los hermanos se dicen ente ellos: “Quizás nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decirle a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado porque mal te hicieron, por tanto ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos de Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban”. José les respondió con las palabras el texto que da pie a esta meditación.

José, a pesar que no poseía todo el conocimiento que aportó Jesús se comportó con el espíritu de la enseñanza del Señor: “Pero a vosotros los que oís os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian” (Lucas 6: 27, 28).

“Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor” (Hebreos 10: 30). En el ámbito personal el hombre no está autorizado para tomarse la justicia en su mano. Pero los hombres  no son ciegos, ven las injusticias que se cometen a su alrededor y, por experiencia las que se cometen contra ellos. José nos da el ejemplo a seguir: “¿Acaso estoy yo en el lugar de Dios?” Unas palabras de Jesús que deberíamos tener siempre presentes en nuestra relaciones personales y que previenen de caer en la tentación de sentarnos en el trono desde donde Jesús juzga. “no juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O como dirás a tu hermano: déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7: 1-5).

Antes de juzgar, nos viene a decir Jesús, júzgate a ti mismo. Si lo haces contemplarás la negrura que se esconde en tu corazón. Al ser consciente de la realidad de quien eres verás de otra manera el ojo de tu hermano. Conociéndote caerás de rodillas y, como el cobrador de impuestos  que subió al templo a orar, dirás: “Señor, sé propicio a mí que soy pecador”. Ahora mirarás a tu prójimo con los ojos de Dios y el perdón por las ofensas recibidas brotará espontáneamente de tu corazón. En lo que depende de ti mirarás de estar a bien con tu prójimo que te haya ofendido. Si él no quiere hacer la paz contigo arrastrará consigo el peso del pecado no perdonado por Dios. Si estás en paz con Dios por haber recibido su perdón tu alma disfrutará del descanso  que el Señor da a quienes le obedecen.


 

SALMO 14: 1

“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables, no hay quien haga el bien”

“Dice el necio en su corazón: No hay Dios. El diccionario define necio: “Ignorante de lo que  podía o debía saber”. Sin duda se refiere a conocimientos básicos que todos deberíamos tener. El texto no se refiere a alguien que teniendo que conocer la tabla de multiplicar, la desconoce. Claramente se refiere a quien deliberadamente niega la existencia de Dios. La necedad que el salmista expone puede aplicarse perfectamente a los científicos y a los escolarizados que tendrian que contemplar la creación desde el punto de vista de la existencia de Dios. Antaño, tal vez podría encontrar alguna excusa para defender la inexistencia de Dios. Hoy, con la divulgación científica de todo lo que tiene que ver con la exploración espacial, aún el más iletrado conoce la magnitud y complejidad del cosmos. “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra  toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la fundación del mundo, siendo entendidas por medio de las osas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1. 18-20).

Hace más de 2000 años que el apóstol Pablo escribió el texto de  la carta a los romanos citado. Desconocía el avance científico de nuestros días. No existían ni telescopios ni sondas espaciales que investigan y analizan las profundidades del universo. Hoy los hombres no tienen excusa para decir: “Ho hay Dios”. Siglos antes del apóstol Pablo, David que fe rey de Israel cuando era un adolescente pastor de ovejas, en las vigilias de la noche, observando el firmamento, sin ayuda de ningún instrumento que lo aproximase, escribió: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo. ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites? (Salmo 8: 3, 4). En los versículos 5-8 del mismo poema el pastor-poeta reconoce la gloria que Dios da al hombre por haber puesto bajo su dominio la creación: “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos, todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, asimismo la bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar, todo cuanto pasa por los senderos del mar”.

Al finalizar el poema David escribe: “¡Oh Dios, Señor nuestro, cuán grande es tu Nombre en toda la Tierra”. La escasa ciencia  de su época no convirtió a David en un necio que negase la existencia de Dios, tuvo suficiente con sus ojos para creer que la grandeza de la magnitud del espacio era obra de Dios.

 

 

 

diumenge, 20 de novembre del 2022

 

ANSIEDAD CLIMÁTICA

<b>pensar en un cataclismo ambiental hace crecer las enfermedades mentales</b>

“No es lo que comes lo que produce úlceras, es lo que se te come a ti” (anónimo). Esta frase viene como anillo al dedo al tratar el tema de la ansiedad climática. “Hace décadas que se habla del término <i>ecoansiesad</i>, todo y que ahora es cuando más atención merece entre los más jóvenes donde se agudiza el problema” (<b>Antoni Gutiérrez-Rubí). La plataforma Avaaz, entidad que nació para promover el activismo de los ciudadanos en todo el mundo para cerrar la  brecha entre el mundo que tenemos y el mundo que la mayoría de las personas desea, en un informe del 2021 muestra que la ansiedad relacionada con la crisis climática es muy alta y “no es porque estemos presenciando desastres climáticos devastadores, sino porque los gobiernos están fracasando sistemáticamente a la hora de tomar medidas significativas a la hora de parar la crisis”. Según estudios efectuados por Avaaz a escala mundial la ansiedad relacionada con el cambio climático afecta en la vida cotidiana. Un 75% de los encuestados considera que “el futuro les parece  aterrador”. Por otro lado la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe presentado en junio de 2022 insiste a los países a que incluyan el soporte a la salud mental en respuesta a la crisis climática. “Cada vez hay más personas que pueden sufrir trastornos sicológicos y/o causados por la preocupación y el estrés que genera pensar en un cataclismo ambiental  y que, si se vuelven crónicos puede definirse como <i>ansiedad climática</i>, según la Asociación Americana de Sicología”.

“El estrés se caracteriza por una respuesta exagerada del organismo (física y sicológicamente) ante una serie de estímulos que en un momento dado sobrepasan la capacidad de adaptación de las personas, unos asimilan los recuerdos y los modifican de manera importante y beneficiosa respecto a todo lo que pasa realmente, pero los que sufren el estrés, el recuerdo no ha variado y lo tienen continuamente presente con la misma viveza y sensación de realidad” (anónimo).

Alguien ha definido la depresión como una <i>cámara en el infierno<i>.

Los defensores del pensamiento positivo lo tienen muy fácil: piensa en positivo y los malos augurios desaparecerán como por arte de magia. A la hora de la verdad la facilidad se convierte en imposibilidad porque la tendencia humana es mirarse al ombligo. <b>Corrie ten Boom</b>, activista cristiana holandesa que dirigió un movimiento de resistencia contra los nazis, ha dejado escrito: “Si miras al mundo, te angustiarás. Si miras dentro de ti, te deprimirás. Si miras a Cristo, descansarás”.

Creo que la fuerza que necesitamos para vencer el estrés, la angustia, la ansiedad…la podemos extraer de la experiencia del apóstol Pedro. Jesús, al atardecer, andando sobre el mar se acerca a la barca en que se encontraban sus discípulos. Éstos al  verle se espantaron porque creían  ver un fantasma. Enseguida Jesús les dice: “Tened confianza, soy Yo, no tengáis miedo”. El impetuoso Pedro le dice a Jesús: “Señor, si eres tú, mándame venir a ti sobre el agua. Jesús le dice: “Ven”. Y Pedro abandonado la barca se pone a andar sobre el agua para ir al encuentro de Jesús. Al darse cuenta del fuerte viento Pedro tuvo miedo y empezó a hundirse. Gritó: “Señor sálvame. Y Jesús extendió la mano inmediatamente y lo cogió con fuerza y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (Mateo 14: 24-31). Mientras Pedro tuvo los ojos puestos en Jesús parecía como si el agua el mar se hubiese helado. Tan pronto como los puso en su alrededor, empezó a hundirse. Algo parecido nos ocurre. Si no tenemos los “ojos puestos en Jesús el Autor y consumador de la fe” (Hebreos 12: 2) y los ponemos en  las circunstancias amenazadoras, éstas nos destrozarán.

Jesús se aloja en casa de  Marta y María. Marta está en la cocina preocupada preparando una exquisita comida para agasajar al invitado. Se acerca a Jesús, diciéndole: “¿No te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile que me ayude”. María estaba sentada a los pies de Jesús, escuchándole. Jesús le responde: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una es necesaria, y María ha escogido la mejor pate, la cual no le será quitada” (Lucas 10: 38-42). Los afanes de la  vida nos tienen tan atrapados  que no tenemos tiempo de sentarnos a los pies de Jesús para escuchar sus palabras que tranquilizan el alma: “Buscad primeramente  el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas” (alimentos, vestidos, enfermedades, ocio…)”os serán añadidas. Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6: 33, 34). En el Padrenuestro Jesús nos enseña a pedirle al Padre celestial el pan de cada día. Si el Padre celestial provee diariamente el alimento a las aves, ¿no hará lo mismo con nosotros. Dejemos el futuro en sus manos que Dios proveerá. Que Jesús no tenga que decirnos: “Hombres de poca fe, ¿por qué dudáis?”

Octavi Pereña i Cortina

 

 

ABDIAS 1: 12

“Pero no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá, en el día que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia”

Con la destrucción de Jerusalén por el ejército babilónico se pone fin al reino de Judá. Edom se alegra  de ello. El texto que comentamos es una denuncia contra la alegría que  Edom mostró al enterarse que Jerusalén había sido arrasada. El profeta Abdías  expone la causa de la alegría de Edom. “La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?” (v. 3).

Lo que escribe Abdías es una denuncia contra la tendencia de alegrarnos del sufrimiento de las personas que nos son desagradables. Solemos decir: “Se le está bien, se merece lo que le ocurre”. Catalunya Ràdio que se presenta como la radio nacional de Cataluña, de lunes a viernes presenta un programa de humor (?) titulado “el búnquer” (baluarte en castellano) que consiste en relatos ambientados en distintos países y en épocas diferentes. El programa tiene el propósito de hacer reír a los oyentes basándose en las calamidades que  sobrellevan los protagonistas de cada capítulo. Lo triste del caso, según tengo entendido, divierte a los escuchas. En vez de sentir lástima por las desventuras de los personajes, se alegran de ellas.

En la vida real se narran chistes que tienen que ver con las desgracias de personas. ¡Ay qué final les espera! “Aun en la risa tendrá dolor el corazón, y el término de la alegría es la congoja”  (Proverbios 14: 13). El baluarte radiofónico y el chiste de cafetería ponen de manifiesto la necedad que  muchas personas manifiestan ante el dolor ajeno.

Cuando el Señor venga en su gloria para juzgar a los hombres a los que estarán a su izquierda les dirá: “Apartaos de mí malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de  comer; tuve sed,  no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis, enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis”. Entonces le responderán diciéndole: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno” (Mateo 21: 41-46).

En lo que dependa de nosotros tenemos que hacer el bien  a las personas sin discriminación alguna: “Cuando caiga tu enemigo, no te regocijes, y cuando tropiece, no se alegre tu corazón”  (Proverbios 24: 17).


 

GÉNESIS 45: 5

“Y ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese haberme vendido acá, porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros”

El salmista, refiriéndose a José, escribe: “Envió un varón delante de ellos, a José que fue vendido como esclavo” (Salmo 105: 17). Cuando José se da a conocer a sus hermanos, refiriéndose a la fechoría que cometieron vendiéndole como esclavo a unos mercaderes madianitas, les está diciendo que el odio que sentían hacia él, odio que les impulso a venderle como esclavo y simular su muerte manchando con sangre su túnica de colores para engañar a su padre, haciéndole creer que una fiera salvaje había destrozado a su querido hijo. Todas estas martingalas que los hijos de Jacob hicieron para encubrir su pecado a los ojos de su padre, realmente fueron pasos guiados por Dios, como reconoce José, para llevar a Israel a Egipto en donde había abundancia de alimentos y no pereciesen de hambre en Canaán y, a su debido tiempo, ser liberado de la esclavitud egipcia por el poder de Dios mediante un vaso de barro como lo era Moisés.

Lo que ocurre en el mundo no son casualidades. Son pasos ordenados por Dios para alcanzar sus propósitos. El mundo no está dirigido por la casualidad ni por accidentes fortuitos que no llevan a ninguna parte, sino por la voluntad de Dios que sabe de antemano lo que sea más conveniente para sus propósitos. Para el hombre sin Dios que desconoce qué es la providencia de Dios no tiene sentido todo lo que le sucede. Dicha ignorancia, al estar desprovisto de la protección divina le genera ansiedad, estrés, incremento espectacular de las dolencias mentales como afirman los médicos. Al no creer en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo sus pies descansan sobre arenas movedizas que, cuanto más agitados estén con más rapidez se hunden en la infernal ciénaga.

José que fue  vendido como esclavo a Egipto y pasó unos años de mucho sufrimiento ocasionado por la maldad de los hombres como nos enseña  su historia guardada en la  Biblia, los pasos de los cuales fueron guiados por Dios para alcanzar su propósito.

Demos gracias a Dios por habernos dado el don de la fe  que nos ha permitido creer que Él es el Todopoderoso que con su sabiduría suprema guía el quehacer del mundo para que se cumplan sus propósitos que no podemos entender aunque tenemos la mente de Cristo. La Covid-19, la deforestación de Amazonas, la guerra de Ucrania, las graves hambrunas en África, las tempestades devastadoras, el cambio climático y tantos otros acontecimientos que causan dolor. Todo ello tiene un propósito que nosotros desconocemos, que al final es para nuestro bien. Al incrédulo todo ello le confunde y le desespera. Para el creyente en Cristo, plena confianza en el Dios de amor que busca el bien de sus hijos. Al final del tiempo comprenderemos lo que hoy es un jeroglífico indescifrable.

 

diumenge, 13 de novembre del 2022

 

FIDELIDAD

<b>Quien quite o añada palabras de la Biblia Dios borrará su nombre del Libro de la Vida</b>

Según Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell, el papa Francisco  el 29 de junio publicó la bella carta apostólica <i>Desidero desideravi</i> sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios con lo que quiere “invitar a toda la Iglesia a redescubrir, custodiar y vivir la verdad y la fuerza de la celebración cristiana”. “La liturgia”, dice el arzobispo, “es el don de la Pascua del Señor que cuando lo aceptamos con docilidad, transforma toda la existencia…Para curar la mundanalidad que se ha introducido en el seno de la Iglesia i, por lo tanto, también en la liturgia, es necesario redescubrir la belleza de las celebraciones”. Santo Pablo VI afirma que “la liturgia es la primera fuente de la vida divina que se nos comunica, la primera escuela de nuestra vida espiritual, el primer don que podemos dar al pueblo cristiano”. Conclusión: sin liturgia no hay vida espiritual.

Los antiguos israelitas recibieron de Dios por medio de Moisés instrucciones muy precisas de cómo celebrar la liturgia. El culto era muy elaborado. No debe olvidarse que los males que le sobrevinieron a este pueblo no fue por haber descuidado la liturgia sino por haber abandonado a Dios y fornicado con los dioses de las naciones vecinas. Se tiene que destacar que el arzobispo de Urgell  citando al papa Francisco, escribe: “Pide también, abandonar las polémicas para escuchar lo que el Espíritu dice a la Iglesia manteniendo la comunión y la admiración por la belleza de la liturgia, bajo la mirada de María”. Dudo que el Espíritu Santo haya bendecido dicha declaración.

Ni los profetas del Antiguo Testamento, ni Jesús, ni los apóstoles, ni la iglesia apostólica, no dicen nada respecto a la liturgia como fuente de vida espiritual. Los profetas tenían puesta la mirada en el Mesías  que tenía que venir. Jesús afirma de sí mismo: “Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí, aunque muera vivirá” (Juan 11: 25). El mensaje apostólico se puede resumir en  las palabras del apóstol Pedro: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros  los edificadores, la cual ha venido a ser Cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11, 12).

El apóstol Juan inspirado por el mismo Jesús escribe un mensaje a cada una de las siete iglesias de Asia que corresponde a la actual Turquía. Cada una de ellas tiene cosas buenas y malas. Sobre la capa de la Tierra no existe ni una sola iglesia perfecta. A la iglesia en Éfeso después de alabarla le dice: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” (Apocalipsis 2: 4).

La Iglesia Católica sigue teniendo mucho poder temporal, pero, la escasez de sacerdotes, ¿no es una señal de que se encuentra en decadencia y que se acerca la hora de desaparecer como ocurrió con las siete iglesias en Asia por haber “dejado tu primer amor”? Fomentar la liturgia bajo la mirada de María no es la manera de promover vocaciones pastorales.  El Espíritu no puede tolerar tal irreverencia al Señor. Antes de que sea demasiado tarde Jesús le dice a la Iglesia Católica: “Recuera, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras, pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieses arrepentido” (v. 8).

Es muy posible que la Iglesia Católica como institución haga oídos sordos a la invitación de Jesús de arrepentirse por haber  abandonado “las primeras obras”. El mensaje que Jesús envía a la iglesia en Éfeso va dirigido a personas: “El que tenga oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza le daré a comer del árbol de la vida, el cual  está en medio del paraíso de Dios” (v. 7). El fiel católico debido al mensaje maligno que le transmite  su Iglesia no tiene la certeza de su salvación. La sombra de la duda le es permanente. El hecho de que la Iglesia Católica haya abandonado la pureza del Evangelio tiene sus consecuencias nefastas.

El creyente católico tiene a su alcance la posibilidad de disponer fácilmente de un ejemplar de las Sagradas Escrituras que detallan “las primeras obras” que ha de recuperar. Leerlas  atentamente le mostrará al lector lo lejos que se encuentra la doctrina católica del mensaje evangélico. Abra el lector el Libro de Dios. Ábralo y acompañe la lectura con la petición de que el Espíritu Santo le dé la sabiduría entender la lectura. Jesús que es el Señor de la Iglesia y que es misericordioso dará respuesta a la súplica: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1: 5, 6).

Octavi Pereña i Cortina

 

SALMO 66: 10

“Porque tú nos has probado, oh Dios, nos has refinado como se refina la plata”

Jesús nos pide algo muy difícil, por no decir, imposible de cumplir: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5: 48). El apóstol Juan escribe: “Y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7). La evidencia diaria nos muestra que estamos muy lejos de alcanzar la perfección del Padre celestial. Dicha perfección es el objetivo a alcanzar. Nos encontramos en un proceso de conseguirla. 

El apóstol Pedro escribiendo a “los expatriados de la dispersión” les dice. “Escogidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu” (1Pedro 1: 2). El apóstol Pedro refiriéndose a los escritos del apóstol Pablo escribe: “Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas, entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes  tuercen, como también las otras escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3: 16) El Padre antes de la fundación el mundo eligió a un pueblo para sí. Jesús en su oración sacerdotal intercediendo por los discípulos, dirigiéndose al Padre, le dice: ”He  manifestado tu Nombre a los que del mundo me diste, tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra”  (Juan 17: 6). Jesús intercede por los escogidos del Padre que antes de creer en Jesús eran hijos del diablo. Jesús intercede por estas personas que del mundo el Padre le dio. Por la fe en Jesús estas personas que eran hijos del diablo se convierten en hijos de Dios por haber nacido del Espíritu. Todavía no han alcanzado la perfección del Padre. A partir de este instante las personas que del mundo el Padre da al Hijo empieza  el proceso de santificación guiado por el Espíritu Santo en colaboración con quienes se refiere el texto que es la base de esta meditación: “nos has probado, oh Dios, nos has refinado como se refina la plata” para extraer las escorias que nos afean.

El apóstol Pedro refiriéndose a estas personas sometidas al proceso purificador de Dios dice que “renacieron a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos para recibir en los cielos una herencia incorruptible, vosotros que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora  por un poco de tiempo, si es necesario tengáis que ser afligidos en diversas pruebas para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo  (1. Pedro 1: 3-7).

En la manifestación gloriosa de nuestro Señor Jesucristo cuando habrá terminado el proceso de la prueba de nuestra fe “los justos resplandecerán como el sol en el reino del Padre


 

SALMO 69: 6

“No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor de los ejércitos, no sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel”

Lo que voy a transcribir nos puede parecer que es algo pasado de moda, pero es muy adecuado para nuestros días. El Dr. Carroll cita: “Se dice que cuando uno de los padres reprendió a un diablo por haber poseído a un cristiano, el diablo le respondió: “Nunca he ido a una iglesia a hacerlo, pero cuando iba a las cantinas y a las casas de apestas, en mi propio territorio, entré en él”.

El salmista está muy preocupado por su testimonio cristiano. Está muy preocupado porque no desea confundir a quienes buscan al Señor. El interés del salmista por el testimonio que da deberá ser de rabiosa actualidad.

El mensaje que el Señor transmite por medio del apóstol Juan a la iglesia en Laodicea tendría que hacernos reflexionar: “Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío o caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3. 15, 16). La tibieza es una mala consejera para el cristiano. Descarta la firmeza en la fe. La tibieza en la fe “es semejante a la ola del mar, que es arrastrada  por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1: 6). La tibieza ensombrece el testimonio porque hace desaparecer los absolutos. Todo es ambigüedades. Construye la fe sobre sus propios pensamientos que son inconsistentes. Hoy blanco. Mañana negro. Y así sucesivamente.

Cuando el salmista escribe las palabras del texto que sirve de base para esta reflexión está afirmando que sabe en quién a creído. Que no edifica su fe sobre la fragilidad de un cimiento de arena sino sobre la firmeza de la Roca de los siglos que es Jesucristo. Sabe con certeza que no existen dos opciones: blanco o negro. La tibieza no cuenta. No se puede servir a dos señores a la vez. No podemos pretender estar al lado del Señor y a la vez al del diablo. Si nos es indiferente a quien servimos jamás nos preocupará si estamos en la luz o en las tinieblas. Si escogemos la tibieza Jesús tendrá que amonestarnos tal como lo hizo con las fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!…y como pretexto hacéis largas oraciones, por esto recibiréis mayor condenación” (Mateo 23: 14). Si el lector pertenece al grupo de quienes no son ni chicha ni limonada todavía está a tiempo para abandonar la ambigüedad espiritual y ponerse al lado de los verdaderos hijos de Dios.