FIDELIDAD
<b>Quien
quite o añada palabras de la Biblia Dios borrará su nombre del Libro de la
Vida</b>
Según
Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell, el papa Francisco el 29 de junio publicó la bella carta
apostólica <i>Desidero desideravi</i> sobre la formación litúrgica
del pueblo de Dios con lo que quiere “invitar a toda la Iglesia a redescubrir,
custodiar y vivir la verdad y la fuerza de la celebración cristiana”. “La
liturgia”, dice el arzobispo, “es el don de la Pascua del Señor que cuando lo
aceptamos con docilidad, transforma toda la existencia…Para curar la
mundanalidad que se ha introducido en el seno de la Iglesia i, por lo tanto,
también en la liturgia, es necesario redescubrir la belleza de las
celebraciones”. Santo Pablo VI afirma que “la liturgia es la primera fuente de
la vida divina que se nos comunica, la primera escuela de nuestra vida
espiritual, el primer don que podemos dar al pueblo cristiano”. Conclusión: sin
liturgia no hay vida espiritual.
Los
antiguos israelitas recibieron de Dios por medio de Moisés instrucciones muy
precisas de cómo celebrar la liturgia. El culto era muy elaborado. No debe
olvidarse que los males que le sobrevinieron a este pueblo no fue por haber
descuidado la liturgia sino por haber abandonado a Dios y fornicado con los
dioses de las naciones vecinas. Se tiene que destacar que el arzobispo de
Urgell citando al papa Francisco,
escribe: “Pide también, abandonar las polémicas para escuchar lo que el
Espíritu dice a la Iglesia manteniendo la comunión y la admiración por la
belleza de la liturgia, bajo la mirada de María”. Dudo que el Espíritu Santo
haya bendecido dicha declaración.
Ni los
profetas del Antiguo Testamento, ni Jesús, ni los apóstoles, ni la iglesia
apostólica, no dicen nada respecto a la liturgia como fuente de vida
espiritual. Los profetas tenían puesta la mirada en el Mesías que tenía que venir. Jesús afirma de sí
mismo: “Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí, aunque muera
vivirá” (Juan 11: 25). El mensaje apostólico se puede resumir en las palabras del apóstol Pedro: “Este Jesús
es la piedra reprobada por vosotros los
edificadores, la cual ha venido a ser Cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay
salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos” (Hechos 4: 11, 12).
El
apóstol Juan inspirado por el mismo Jesús escribe un mensaje a cada una de las
siete iglesias de Asia que corresponde a la actual Turquía. Cada una de ellas
tiene cosas buenas y malas. Sobre la capa de la Tierra no existe ni una sola
iglesia perfecta. A la iglesia en Éfeso después de alabarla le dice: “Pero
tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” (Apocalipsis 2: 4).
La
Iglesia Católica sigue teniendo mucho poder temporal, pero, la escasez de
sacerdotes, ¿no es una señal de que se encuentra en decadencia y que se acerca
la hora de desaparecer como ocurrió con las siete iglesias en Asia por haber
“dejado tu primer amor”? Fomentar la liturgia bajo la mirada de María no es la
manera de promover vocaciones pastorales.
El Espíritu no puede tolerar tal irreverencia al Señor. Antes de que sea
demasiado tarde Jesús le dice a la Iglesia Católica: “Recuera, por tanto, de
dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras, pues si no, vendré
pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieses arrepentido”
(v. 8).
Es muy
posible que la Iglesia Católica como institución haga oídos sordos a la
invitación de Jesús de arrepentirse por haber
abandonado “las primeras obras”. El mensaje que Jesús envía a la iglesia
en Éfeso va dirigido a personas: “El que tenga oído, oiga lo que el Espíritu
dice a las iglesias. Al que venza le daré a comer del árbol de la vida, el
cual está en medio del paraíso de Dios”
(v. 7). El fiel católico debido al mensaje maligno que le transmite su Iglesia no tiene la certeza de su
salvación. La sombra de la duda le es permanente. El hecho de que la Iglesia
Católica haya abandonado la pureza del Evangelio tiene sus consecuencias
nefastas.
El
creyente católico tiene a su alcance la posibilidad de disponer fácilmente de
un ejemplar de las Sagradas Escrituras que detallan “las primeras obras” que ha
de recuperar. Leerlas atentamente le
mostrará al lector lo lejos que se encuentra la doctrina católica del mensaje
evangélico. Abra el lector el Libro de Dios. Ábralo y acompañe la lectura con
la petición de que el Espíritu Santo le dé la sabiduría entender la lectura.
Jesús que es el Señor de la Iglesia y que es misericordioso dará respuesta a la
súplica: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el
cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con
fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es
arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1: 5, 6).
Octavi Pereña i Cortina
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