diumenge, 18 de desembre del 2022

 

COLOSENCES 2: 18, 19

“Nadie os prive de vuestro premio afectando humildad y culto a los ángeles…y no asiéndose de la cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamientos crece con el crecimiento que da Dios”

¡Cuán ilustradora es la Biblia en las cuestiones espirituales  que tienen que ver con la salvación! ¡Cuánto ahorro de tiempo no se conseguiría si los doctores de la Madre Iglesia aceptaran las enseñanzas bíblicas promulgadas por Dios que no cambia!

Este comentario me ha estimulado a escribirlo a raíz de la nueva edición del misal en catalán que según Joan Enric Vives, arzobispo de Urgell “ayudará a hacer realidad que el rito de celebrar no se reduce a la observancia de unas rúbricas, ni tampoco a una creatividad sin reglas. El rito es en sí mismo una norma, y la norma jamás es un fin en sí misma, sino que siempre está al servicio de la realidad superior que quiere custodiar”.

 Fíjese atentamente el lector lo que el apóstol Pablo sobre los ritos de invención humana: “Tales   cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”  (Colosenses 2: 20-23).

Los preceptos, los ritos, según el arzobispo: “No solamente son instrumento para las celebraciones, sino que custodian la riqueza de la tradición de la Iglesia romana”. Jesús por medio del cual habla el Padre, citando al profeta Isaías dice respecto a las tradiciones y preceptos humanos: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” Mateo 15: 8, 9).


 

FILIPENSES 4. 6

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”

No existe contradicción alguna entre las enseñanzas de Jesús y las del apóstol Pablo con respecto a los afanes por las cosas de este mundo. Jesús con más detalles nos alerta de los afanes por el vestido, la comida. Tanto la comida como el vestido se consideran necesidades básicas, sobre todo en tiempos convulsos como los que nos toca vivir. Pronto nos sentimos abocados a preocuparnos por si nos va a faltar el pan o el vestido, y ¿nos calentaremos en invierno?  Jesús especifica estas necesidades  y nos dice que no nos preocupemos por ellas porque “nuestro Padre celestial sabe que tenemos necesidad de todas estas cosas”. Para asegurarnos que no nos va a dejar abandonados a nuestra suerte Jesús nos recuerda que si miramos a las aves  del cielo y nos fijamos en los lirios del campo, observamos como el Padre alimenta a las aves y a los lirios los viste con un esplendor superior a la gloria de Salomón. Si el Señor cuida con tanto esmero a las aves y a las plantas, ¿cómo el Padre celestial no proveerá el pan de cada día y el vestido con que cubrir nuestro cuerpo? Los incrédulos se afanan por estas cosas sin encontrar contentamiento porque no están seguros de que vayan a tenerlo.

Jesús nos viene a decir que la incredulidad no es una buena consejera para gozar de la tranquilidad que nuestros corazones necesitan. Dirigiéndose a nosotros Jesús dice. ”Mas buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas o serán añadidas. Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6: 25-34). La lección que tenemos que aprender: Si Dios provee hoy el pan y el vestido que necesitamos, ¿no va a hacerlo mañana también? No dudemos de la misericordia del Padre celestial porque ello significa que somos personas de poca fe o que no tenemos ninguna.

El apóstol Pablo escribe: “Se vivir humildemente, y de tener abundancia, en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer  necesidad. TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE” (Filipenses 4: 12, 13).

 

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