COLOSENCES 2: 18, 19
“Nadie os prive de vuestro premio afectando
humildad y culto a los ángeles…y no asiéndose de la cabeza, en virtud de quien
todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamientos crece
con el crecimiento que da Dios”
¡Cuán
ilustradora es la Biblia en las cuestiones espirituales que tienen que ver con la salvación! ¡Cuánto
ahorro de tiempo no se conseguiría si los doctores de la Madre Iglesia
aceptaran las enseñanzas bíblicas promulgadas por Dios que no cambia!
Este comentario
me ha estimulado a escribirlo a raíz de la nueva edición del misal en catalán
que según Joan Enric Vives, arzobispo de Urgell “ayudará a hacer realidad que
el rito de celebrar no se reduce a la observancia de unas rúbricas, ni tampoco
a una creatividad sin reglas. El rito es en sí mismo una norma, y la norma
jamás es un fin en sí misma, sino que siempre está al servicio de la realidad
superior que quiere custodiar”.
Fíjese atentamente el lector lo que el apóstol
Pablo sobre los ritos de invención humana: “Tales
cosas
tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en
humildad y en duro trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los
apetitos de la carne” (Colosenses 2:
20-23).
Los
preceptos, los ritos, según el arzobispo: “No solamente son instrumento para
las celebraciones, sino que custodian la riqueza de la tradición de la Iglesia
romana”. Jesús por medio del cual habla el Padre, citando al profeta Isaías
dice respecto a las tradiciones y preceptos humanos: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues
en vano me honran enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” Mateo
15: 8, 9).
FILIPENSES 4. 6
“Por nada estéis afanosos, sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias”
No
existe contradicción alguna entre las enseñanzas de Jesús y las del apóstol
Pablo con respecto a los afanes por las cosas de este mundo. Jesús con más
detalles nos alerta de los afanes por el vestido, la comida. Tanto la comida
como el vestido se consideran necesidades básicas, sobre todo en tiempos
convulsos como los que nos toca vivir. Pronto nos sentimos abocados a
preocuparnos por si nos va a faltar el pan o el vestido, y ¿nos calentaremos en
invierno? Jesús especifica estas
necesidades y nos dice que no nos
preocupemos por ellas porque “nuestro
Padre celestial sabe que tenemos necesidad de todas estas cosas”. Para
asegurarnos que no nos va a dejar abandonados a nuestra suerte Jesús nos
recuerda que si miramos a las aves del
cielo y nos fijamos en los lirios del campo, observamos como el Padre alimenta
a las aves y a los lirios los viste con un esplendor superior a la gloria de
Salomón. Si el Señor cuida con tanto esmero a las aves y a las plantas, ¿cómo el
Padre celestial no proveerá el pan de cada día y el vestido con que cubrir
nuestro cuerpo? Los incrédulos se afanan por estas cosas sin encontrar
contentamiento porque no están seguros de que vayan a tenerlo.
Jesús
nos viene a decir que la incredulidad no es una buena consejera para gozar de
la tranquilidad que nuestros corazones necesitan. Dirigiéndose a nosotros Jesús
dice. ”Mas buscad primero el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas o serán añadidas. Así que no os afanéis
por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día
su propio mal” (Mateo 6: 25-34). La lección que tenemos que aprender: Si
Dios provee hoy el pan y el vestido que necesitamos, ¿no va a hacerlo mañana
también? No dudemos de la misericordia del Padre celestial porque ello
significa que somos personas de poca fe o que no tenemos ninguna.
El
apóstol Pablo escribe: “Se vivir
humildemente, y de tener abundancia, en todo y por todo estoy enseñado, así
para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para
padecer necesidad. TODO LO PUEDO EN
CRISTO QUE ME FORTALECE” (Filipenses 4: 12, 13).
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