dimarts, 30 de maig del 2017


LEY SÍ, LEY NO


<b>El imperio de la ley es conveniente, sin ley, el caos, pero cuando la ley se convierte en un lastre, también el caos</b>

La ley es buena si se usa legítimamente, si no es así, se convierte en un corsé que impide circule el aire fresco de la libertad que aporta optimismo a la ciudadanía. En el campo religioso no hacían un buen uso de la ley los fariseos del tiempo de Jesús.

<b>Meritxell Borràs</b> que acusa al Gobierno de Madrid de hacer un mal uso de la ley, se saca de la manga la palabra <i>urnafobia</i> por su obsesión de querer impedir que los catalanes puedan decidir su futuro político en las urnas. <i>Fobia</i> es aversión a algo o a alguien. Desconozco si existe una palabra que concentre “obsesión por”. Actualmente la obsesión del Gobierno de Madrid es la ley. En este caso sí que existe una palabra que condense “obsesión por a ley”: Fariseo. Los fariseos eran una secta religiosa existente en Israel en tiempos de Jesús que se caracterizaban por una supuesta obediencia estricta a la ley de Moisés. Jesús que fue quien reveló a Moisés la Ley de Dios para su aplicación en los asuntos diarios, los fariseos le acusaban de infringirla porque la interpretaba desde el punto de vista  de la justicia, la misericordia y la fe. La ley que es rígida se humaniza cuando se sostiene sobre estos tres pilares.

Jesús, a los obsesionados por la ley, a los fariseos, los cataloga de hipócritas porque con su apariencia de piedad y respeto a la ley, de hecho la infringían: “Por fuera parecían justos a los hombres, pero por dentro estaban llenos de hipocresía y de impiedad” (Mateo 23: 28) Así son todos los adictos a la ley: unos hipócritas porque son los primeros en incumplirla y muy exigentes para que los otros la cumplan.

El apóstol Pablo al convertirse a Jesús yendo a Damasco para encarcelar a los cristianos que vivían en la ciudad, refiriéndose a su vida anterior a su conversión a Jesús, escribe: “Aunque yo tengo también de que confiar en la carne. Si alguno piensa de qué tiene que confiar en la carne, yo más: Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos, en cuanto a la ley <i>fariseo</i>, en cuanto a celo perseguidor de la iglesia, en cuanto a la justicia que es por la ley <i>irreprensible</i>” (Filipenses 3: 4-6). Pablo idolatraba la ley no en el sentido con que Dios la había revelado, sino en el sentido  con que la interpretaban los fariseos. El ídolo es alguien o algo que se interpone entre Dios y el hombre. Cuando se llega al punto de adorar la ley, sea religiosa o política, el hombre se convierte en un fanático, se deshumaniza. Se le produce un endurecimiento de corazón que le roba la empatía, el amor al prójimo. C. H. Spurgeon, predicador evangélico inglés escribió unas palabras que reflejan el endurecimiento de corazón que padecen los adoradores de la ley, “Las normas humanas son pobres y miopes, y cuando los hombres las escogen como su camino, te llevan por montañas tenebrosas”.

Hoy en nombre de la Democracia se hace un enaltecimiento tan extremo de la Constitución, se la diviniza, se la hace inalterable como si Palabra de Dios fuese. Instrumento muy útil para pasar de la Dictadura a la Democracia, se ha convertido en un corsé que asfixia a una buena parte de la ciudadanía. Las leyes, en el momento que se descubre que son obsoletas, que se han convertido en un obstáculo para el progreso y la buena convivencia entre los ciudadanos, deben ser rápidamente substituidas por otras que abran las ventanas para que penetre en la sociedad aire fresco y vigorizante. Una sociedad que no se ventile por mantener las ventanas cerradas, perece.

Nos encontramos en una situación en que el ídolo que se ha hecho de la Constitución hace lo mismo que les ocurrió a los idólatras de la ley de Moisés: se creían <i>irreprensibles</i>, creencia errónea que les hacía poner por encima del resto de ciudadanos. Los constitucionalistas a ultranza se comportan de manera parecida a los fariseos que para mantenerse a lo alto del podio no vacilaban en intrigar, mentir, pactar con el diablo (Pilato, el gobernador romano odiado por los judíos), con el fin de eliminar a Jesús que se había convertido en el enemigo público número uno. Esta actitud no es la que enseña el Evangelio. Jesús por amor a su pueblo no rehusó morir vicariamente  por su pueblo. Colgando en la cruz y siendo injuriado por sus enemigos pronunció aquellas sublimes palabras de amor: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23. 34).

Al inicio de su ministerio público Jesús enseñó: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo, pero yo os digo: Amad  a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen…Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5: 43-48). El amor de Jesús en el corazón de una persona ahuyenta la fiera que hay en él y la humaniza haciendo que deje de ver en el otro a un enemigo al que se debe destruir. En el momento en que esto ocurre la ley deja de ser un ídolo que obliga a sus adoradores a poner cargas insoportables sobre los hombros de quienes consideran sus enemigos, convirtiéndose en instrumentos de bienestar social.

Solamente hay una leu perdurable: la del amor de Dios, las otras, merecen ser revisadas periódicamente.

Octavi Pereña i Cortina

GALATAS 5:24


“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”

Quienes piensan que la voluntad juega un papel predominante en la salvación, no les gusta la carta del apóstol Pablo a los Gálatas. El motivo: les desmonta sus razonamientos carnales y los coloca en el lugar que les corresponde. La carta a los gálatas es un enaltecimiento de la fe y pone como ejemplo de persona de fe a Abraham: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado a justicia” (3:6).

“Seguid la paz con todos, y a santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). A la persona que le preocupe la cuestión de la santidad personal se preguntará cómo andar en ella. Aquí entra en acción las mortificaciones para poner en sujeción a las pasiones del alma. Un intento de alcanzar la santidad es por medio de flagelaciones y cilicios que mortifican el cuerpo. La Ley no sirve para salvar, es útil para enaltecer el pecado, no para  extirparlo. El propósito de la Ley lo dice claramente el apóstol Pablo: “de manera que la ley ha sido nuestro maestro, para llevarnos a Cristo, a fin que fuésemos justificados por la fe” (3:3).

Volvamos a “la santidad sin la cual nadie verá al Señor”. Una recomendación del apóstol: “andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Hora el apóstol hace un esbozo de la lucha espiritual que se libra en las profundidades del alma: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y del Espíritu contra la carne, y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais” (6: 16,17). El apóstol trata el tema de la lucha espiritual en la que está comprometido, cuando escribe: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado” (Romanos 7: 24,25).

La lucha espiritual no indica fracaso, sino la evidencia del trabajo que el Espíritu Santo está ejerciendo en el creyente en Cristo para que la santidad que se precisa para poder ver al Señor siga su curso sin detenerse. Hoy, el creyente en Cristo es santo. La sangre de Jesús le ha limpiado todos sus pecados. Pero todavía no es lo que será. La santificación por el Espíritu es el instrumento que Dios utiliza para que el creyente obtenga la plena santificación. “Mas el fruto del Espíritu”, dice el apóstol, “es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…Pero los que son de Cristo, ha crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. El creyente en Cristo que con el poder del Espíritu entabla la lucha contra el pecado, puede gritar con el apóstol Pablo: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado”.


2 CRÓNICAS 18:7


“El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el que podamos consultar al Señor, mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, siempre mal”

El rey de Israel a que se refiere el texto es Acab, caracterizado por sus impiedades. A pesar que Josafat fue un rey fiel al Señor, cometió un pecado que afectó a su familia: “Contrajo parentesco con Acab” (v.1). A Joram hijo de Josafat le afectó el pecado de su padre: “Y anduvo en los caminos de los reyes de Israel, como lo hizo la casa de Acab, e hizo lo malo a los ojos del Señor” (21:6).

Un pecado lleva a otro. El parentesco de Josafat con Acab le llevó a hacer alianza militar con el rey impío. Acab consultaba a los profetas de Baal antes de tomar decisiones de estado. Josafat como creyente en el Señor quiere consultar con un profeta de Dios, por lo que dice a su consuegro: “¿Hay aún aquí algún profeta del Señor, para que por medio de él preguntemos?” (v.6).

El texto que encabeza este escrito es la respuesta que Acab da a la pregunta de su consuegro: “Aún hay aquí un hombre por el que podamos consultar al Señor, mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, siempre mal”. El verdadero siervo del Señor no puede decir lo que le parezca, siempre debe hablar lo que el Señor le diga. Micaías, el profeta al que Acab aborrecía y había encarcelado porque hablaba la palabra  de Dios, no le decía al rey cosa mala, tenía que decirle la verdad y, la verdad de Dios no gusta a los impíos porque descubre la maldad que hay en ellos.

Cuando Acab por instigación de su malvada esposa Jezabel consiguió apoderarse de la viña de Nabot al hacerlo asesinar legalmente, el Señor envió al  profeta Elías para que le transmitiera al rey la sentencia que merecía su fechoría. Al encontrarse ambos, el rey dijo al profeta: “¿Me has encontrado, enemigo mío?” (1 Reyes 21: 20). Acab no puede soportar encontrarse con la luz que irradia el enviado de Dios: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Juan 3. 19,20).

El papa Francisco es un ejemplo notorio por su proyección internacional de lo que no debe hacer un siervo de Dios: buscar el aplauso de los hombres guardando en el cajón la verdad de la palabra de Dios: “bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre”                          (Lucas 6:22)

 

 

dilluns, 22 de maig del 2017


PROVERBIOS 30:5,6


“Toda palabra de Dios es pura: Él es un escudo a los que confían en Él. No añadas a sus palabras para que no te reprenda y seas hallado mentiroso

Una diferencia significativa existe entre la palabra de Dios y la del diablo. La de éste es: mentira, homicidio, violencia, xenofobia, pornografía, sexting, bullying y un largo etcétera de las maldades que ocurren en el mundo.

El texto que comentamos dice: “Toda palabra de Dios es pura”. Es decir, toda ella es verdad. El antídoto contra los males que nos sobrevienen por escuchar la palabra de Satanás es la Palabra de Dios. En la sociedad, en la familia, en el individuo que considera que “toda la palabra de Dios es pura” manifiestan un comportamiento totalmente distinto al de quienes no lo consideran así. No digo que los primeros actúen de manera totalmente perfecta. La perfección a la que nos llama Jesús no se alcanza en este mundo, pero dejarse guiar por la Palabra de Dios  inicia un cambio paulatino, pausado persistente hacia la obtención de la perfección que Jesús pide a sus discípulos. El cambio se nota en el trato que los hijos dispensan a sus padres. En el que los esposos se dan mutuamente. El respeto que se brinda a la diversidad: gente de color, cultura, religión distinta. No se estará de acuerdo con la homosexualidad, pero se ama al pecador. Busca solucionar las diferencias de ver las cosas con el amor de Dios. En definitiva, considerar que “toda la palabra de Dios es pura”, marca una diferencia considerable en el comportamiento humano. La sociedad no necesita nada más que esto: que sean más los ciudadanos y, por lo tanto los políticos, que entiendan que “toda la palabra de Dios es pura”.

La sociedad en que vivimos, que está gobernada por el diablo “el dios de este mundo”, vive inmersa en una incertidumbre crónica. Ayer, 12 de mayo de 2017 un ciberataque a escala mundial afectó el funcionamiento de miles de ordenadores de empresas, hospitales, instituciones, lo cual provocó pánico. Este hecho añadió más incertidumbre a la que ya se está viviendo. Para todo aquel que considera que “toda la palabra de Dios es pura”, Dios se convierte para él en un escudo que impide que la incertidumbre que con tanta eficacia sabe crear el “dios de este mundo”, le afecte. Dios le protege de todos los “ciberataques” que organiza el maligno.

Si deseamos que Dios sea nuestro escudo, además de creer que “toda la palabra de Dios es pura”, “no debes añadir nada a sus palabras”. Cualquier añadido a la palabra de Dios crea una grieta en el escudo por donde la ponzoña que contienen los “ciberataques” del maligno penetran en nuestra alma, diluyendo la verdad que “toda la palabra de Dios es pura”, lo cual hace inservible el escudo con el que queremos protegernos. Estamos desnudos, desprotegidos, indefensos, ante el enemigo. Una mala decisión deja de considerar que “toda palabra de Dios es pura”.


NÚMEROS 33:35


Y si no echareis a los moradores del país delante de vosotros, sucederá que los que dejaréis de ellos serán aguijones en vuestros ojos y espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitaréis”

El Israel salido de Egipto con destino a la Tierra Prometida guarda cierto parecido con la Iglesia. Israel lo formaban personas, la Iglesia también. El Dios de Israel habla a personas. El Señor de la Iglesia también lo hace. Los ciudadanos de Israel tienen que ser santos. Los miembros de la Iglesia también tienen que serlo. Moisés y los profetas hablaron en el Nombre de Dios. Sus palabras se conservan escritas en las páginas de la Escritura  para que todas las generaciones de israelitas las escuchasen y las obedeciesen. Las palabras proféticas no iban destinadas exclusivamente a ellos, Dios las ha preservado a lo largo de las vicisitudes de la historia para que los cristianos estuviesen a nuestra disposición.

Un anuncio repetido en infinidad de ocasiones y rechazado es que los israelitas no tenían que dejar vivo a ninguno de los habitantes de la tierra que iban a ocupar, porque los supervivientes “os serán por aguijones a vuestros ojos y por espinos a vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra que vosotros habitaréis”. Un caso muy sonado entre los muchos: “Moraba Israel en Sitim, y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses, y el pueblo comió y se inclinó a sus dioses. Así acudió el pueblo a Baal-peor, y el furor del Señor se encendió contra Israel” (Números 25: 1-3). Del Dios tres veces santo no puede dar por buena la inmoralidad de su pueblo. Tanto en Israel como en la Iglesia no debe encontrarse nada inmundo. Las tinieblas y la luz no pueden convivir juntas. O hay luz o hay tinieblas. La convivencia es imposible.

Existe una diferencia entre Israel y la Iglesia. Israel fue un pueblo escogido de entre todos los pueblos de la tierra. La Iglesia es un pueblo constituido de ciudadanos escogidos de entre todos los pueblos de la tierra. Los principios de santidad que debían prevalecer en Israel también deben observarse en la Iglesia. Satanás impulsaba a los israelitas a pecar, también lo hace con los cristianos. Los cristianos deben convivir en un mundo en el cual su dios es Satanás, al cual, con el poder de Dios debemos resistir para que huya de nosotros. Si no lo hacemos, si permitimos que domine sobre nosotros haciendo que vivamos en pecado, el pecado sexual que es uno de los favoritos en el mundo actual, se introducirá en la Iglesia. La consecuencia será un aguijón a nuestros ojos  y espinas a nuestro costado que nos afligirán todo el tiempo que estaremos en esta tierra. Con la ayuda del Señor no permitamos que los pecados de nuestro tiempo nos causen dolor y  sufrimiento. Dios como Padre amoroso deberá disciplinarnos para nuestro bien aun cuando de momento la disciplina no nos plazca. Mas tarde reconoceremos la bondad de habernos tratado como hijos.

 

EUCACIÓN VIARIA


<b>Las calles y las carreteras necesitan conductores sensatos que alejen los accidentes de circulación</b>

Los vehículos van provistos de intermitentes que sirven para indicar a los automovilistas que les siguen que se va a efectuar un cambio de carril. Este aviso sirve para que el conductor afectado tome la precaución conveniente. Este chisme que es muy útil para hacer más seguro el transito parece ser que se haya perdido en algún lugar desconocido porque un buen número de conductores parecen ignorar su existencia.

El intermitente, en general no se utiliza debido a la desidia provocada por la deshumanización del conductor. Cuando él o ella sube al vehículo sucede algo parecido a lo que ocurre cuando se está en un campo de futbol o en un pabellón deportivo. La persona educada, risueña, de buen porte, se convierte como por arte de magia en un energúmeno que no teniendo suficiente con vociferar al árbitro y a los jugadores, los insulta con palabras tan groseras que no pueden repetirse en un escrito.

Bien, volvamos a nuestro conductor que no utiliza los intermitentes para avisar a quienes le siguen que va efectuar un cambio de sentido. ¿Por qué no lo hace? No es un movimiento que exige un gran esfuerzo. Consiste en una suave presión sobre una palanca adosada al volante y al alcance de la mano. No es un problema de dificultad, es una cuestión de empatía, de no saberse poner en la piel de los conductores a quienes les puede afectar el cambio de dirección que se propone efectuar. En dicho comportamiento que ignora a los otros conductores se encuentra un cierto grado de narcisismo, esta complacencia excesiva en uno mismo que le impide sentir afecto hacia los conductores que pueden sentirse incómodos por los cambios efectuados sin avisar. El narcisismo en la carretera no solamente provoca molestias, sino daños personales y materiales en los conductores afectados por la negligencia de haber utilizado el intermitente.

Situémonos en una rotonda. Espero porque hay vehículos que entran en ella. Los intermitentes siguiendo la mala costumbre permanecen inactivos. Sigues esperando. El vehículo que entra en la rotonda o sale de ella si hubiese puesto el intermitente habría indicado el movimiento que iba a hacer. Los conductores en estado de espera podrían moverse en consecuencia. La circulación sería más fluida. Disminuiría el estrés y se evitarían accidentes.

Los valores del cristianismo son útiles tanto para la circulación urbana como para la interurbana. La fe en Cristo proporciona el amor, la empatía que se necesita para identificarse con los otros conductores para nuestra manera de conducir no los afecte negativamente. El día que se produzca un accidente los medios de comunicación se lamentarán del incivismo que se da cuando se conduce. El tema del intermitente es uno de los que afectan a la buena convivencia. Resolverlo no es una cuestión de normas, de sanciones. Es un problema del corazón del que nacen de manera permanente los sentimientos, sean buenos o malos que afectan al comportamiento.

Los fruticultores saben muy bien la importancia de cultivar buenas variedades de fruta con el fin de conseguir frutos de buena calidad para que tengan buena aceptación en el mercado. Pues bien, el comportamiento humano es parecido al símil del frutal. Según sea el corazón así serán las obras que producirá. Palabras de Jesús: “Haced el árbol bueno y su fruto será bueno, o haced el árbol malo y su fruto será malo: porque el árbol se conoce por su fruto…El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el hombre malo, del mal tesoro saca cosas malas” (Mateo 12:33,35).

Según Jesús el comportamiento humano no depende de las normas y de las sanciones, sino de la calidad del corazón. Según la ilustración que emplea Jesús de si se es árbol bueno o malo los fruticultores saben como transformar un árbol malo en uno bueno por medio del injerto. Lo que crece a partir del injerto es un árbol que dará buenos frutos. El corazón del hombre básicamente es malo y según esta condición da frutos. El comportamiento social es una evidencia de la maldad existente en el corazón humano. De acuerdo al tema que tratamos en este escrito, el fruto de un corazón malo es una conducción, temeraria, que no respeta las normas de circulación y así ocurre lo que ocurre. Necesitamos tener corazones buenos que generen pensamientos de amor, de empatía hacia los otros conductores para que a todos ellos les resulte más tranquila la conducción.

Bien seguro que si es Cristo quien gobierna los corazones de los conductores  disminuirán los accidentes porque se conducirá de manera más sensata.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo se hace bueno un corazón malo? La Biblia nos dice que la fe en Jesús es quien obra la transformación. Cristo es quien hace bueno el corazón malo y que mediante el Espíritu Santo hace que el corazón produzca las obras, las acciones buenas El uso del intermitente que hace más agradable la circulación, tanto en las vías urbanas como en las interurbanas, sería una muestra de un corazón bueno.

Octavi Pereña i cortina

dilluns, 15 de maig del 2017

LUZ U OSCURIDAD?

<b>El imperio de la mentira indica que somos hijos del diablo el padre de la mentira</b>
<b>Victor Kubik</b> es su escrito <i>Putin i Rusia que pugna por el poder</i>, citamdo a <i>The Economist</i> dice que <b>Vladimir Putin</b>, presidente de Rusia “encabeza lo que denomina <i>mendocrazy</i> (Democracia apedazada), una sociedad gobernada por mentirosos”.
 El Roto, en una de sus viñetas presenta a un hombre ante muro muy alto y negro que por sus extremos se alargan hasta el infinito, dialogando consigo mismo, diciendo: “Tranquilo vivimos en la era de las comunicaciones”. “Sí, menos mal”. Quizás el lector se preguntará que tiene que ver la <i>mendocrazy</i> de <i>The Economist</i>  y el descomunal muro negro de El Rato. La <i>mendocrazy</i> está relacionada con la mentira y esta democracia apedazada  está encabezada por <b>Putin</b>. Putin no es el único embustero, es la  cabeza de una sarta de mentirosos que apedazan la Democracia sin darle brillo. Una carretera con la finura del asfalto salpicada por infinidad de parches, es muy fea. Así es la Democracia parcheada por la mentira.
La mentira se opone a la verdad. Jesús descubre la paternidad de la mentira cuando dice a los religiosos que le interpelaban: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo…y no se mantuvo en la verdad porque en él no hay verdad. Cuando habla la mentira, de suyo habla, porque en él no hay verdad” (Juan 8: 44). Jesús que es la verdad dice a los religiosos que trataban de confundirle: “Y a mí porque digo la verdad, no me creéis” (v. 45). Las palabras de Jesús denotan el enfrentamiento entre Dios y el diablo. Entre la verdad y la mentira. Entre la luz y las tinieblas. Dos extremos que jamás se encuentran.
En Jesús “estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1: 4,5), palabras que evidencian el abismo infranqueable que separa la verdad de la mentira, la luz de las tinieblas. La luz y las tinieblas que tratamos en este escrito nada tienen que ver con la materia. Es una cuestión estrictamente espiritual Antes he citado las palabras de Jesús: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo…Cuando habla mentira de suyo habla, porque en él no hay verdad”. Ahora que nos encontramos en la era de la posverdad, con Putin encabezando “una sociedad gobernada por mentirosos”, debemos abandonar el concepto de diablo como bufón que nos divierte con sus payasadas en los pastorcillos navideños o en los pasacalles lúdicos. El diablo como padre de mentira que es, desea que lo veamos así para que no nos enfrentemos a él con el poder de Dios para que huya de nosotros y nos deje en paz.
Por  concepción biológica todos nacemos teniendo el diablo como padre espiritual. Es muy posible que el lector piense que exagero demasiado. Si tenemos los ojos bien abiertos y sin prejuicios observamos lo que sucede a nuestro alrededor, nos daremos cuenta que la mentira que se manifiesta por doquier se atisba a partir de la más tierna infancia, sin necesidad que a los pequeños se les enseñe a mentir. ¿No es una evidencia bien clara que todos sin distinción venimos a este mundo siendo hijos del diablo, nuestro padre espiritual? Ante esta evidencia irrefutable, el apóstol Pablo a los efesios que se habían convertido a Cristo, les escribe: “Porque en otro tiempo eráis tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor, andad como hijos de luz” (Efesios 5: 8). El creyente en Cristo es eternamente salvado. Por la fe en Jesús se convierte en un hijo de Dios, filiación que no puede perder. Todos sus pecados han sido borrados por la sangre de Jesús. Esto es una certidumbre que da confianza total al creyente. También es verdad que todavía no es lo que será. La plena salvación se obtendrá en el día de la resurrección, cuando el pecado será definitivamente extirpado de su vida y el diablo,  con todas sus artimañas, lanzado a las profundidades del infierno sin posibilidad de seguir tentándolo con sus embustes. Siendo así la cosa, debemos seguir enfrentándonos al diablo con el poder de Dios. El apóstol Pablo recomienda a los cristianos de Éfeso y con ellos a los cristianos de todos los tiempos hasta la venida gloriosa de Jesús: “Porque no tenemos lucha contra sangre ni carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6: 12).
Como puede ver el lector que no desea seguir viviendo en las tinieblas espirituales que le envuelven y dejar de ser un mentiroso empedernido, tiene que luchar contra un enemigo que no es una filosofía, sino una persona espiritual de extremada maldad que comparada con nosotros es infinitamente superior en poder. El consejo apostólico es: “Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (v.13). Es una lucha espiritual parecida a la que sostuvo el adolescente David con Goliat, al que venció fortalecido por el poder de Dios. Nosotros también seremos capaces de vencer a nuestro gigantesco enemigo fortalecidos por el poder del Señor. Con la victoria nos despojamos de la mentira, expresión de las tinieblas espirituales para empezar a andar por un camino nuevo iluminado por Jesús, la luz del mundo.
Octavi Pereña i Cortina


HECHOS 17: 21

“Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir u oír algo nuevo”
¿A quién debemos creer, a lo que dicen los hombres o lo que nos dice la Biblia? Indiscutiblemente la prioridad debe llevársela la Biblia. Se nos vende la Grecia clásica como modelo de civilización. Lo que nos dice la Escritura sobre lo que el apóstol Pablo vio en Atenas desmiente el concepto de “cuna de la civilización” que se nos quiere hacer creer. Cierto es que la Grecia clásica produjo un cierto número de grandes filósofos. Ello no significa que todos los ciudadanos fuesen educados. El texto que describe la estancia del apóstol Pablo en Atenas desmiente un alto nivel intelectual de los atenienses.
El texto que comentamos nos presenta a los atenienses como personas muy superficiales: “en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir u oír algo nuevo”. Se comportaban como las abejas que van de flor, en flor sin aprender nada. La antigua sociedad griega era muy parecida a la actual: culturalmente muy superficiales, espiritualmente muy supersticiosos. Carecían de televisión, pero sus discusiones banales en el areópago sustituían a nuestros shows televisivos que se caracterizan por ser muy degradantes. Los juegos olímpicos sustituían al futbol, deporte rey de nuestro tiempo. Al llamado “espíritu del deporte” le acompaña el griterío de las masas, las palabras malsonantes contra los árbitros y contra los jugadores, cuando no se consiguen los resultados esperados .La violencia física también cabe dentro del “espíritu del deporte”
Las masas de todos los tiempos se comportan de la misma manera: La superficialidad de pensamiento. Antaño debido al analfabetismo casi total se le atribuía, el incivismo y la incultura. En nuestra sociedad, casi el cien por cien escolarizada, ¿a quién debe culparse de la superficialidad de pensamiento? La alfabetización masiva debido a la obligatoriedad de la escolarización no ha erradicado la superficialidad de pensamiento de los ciudadanos.
Cuando los filósofos epicúreos y estoicos discutían con el apóstol Pablo y decían. “¿qué querrá decir este palabrero?”, daba la impresión que estaban interesados en las enseñanzas que predicaba el apóstol de Cristo, “pero cuando oyeron de la resurrección de los muertos, la peguntas que le hicieron a Pablo fue: “¿Podemos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos saber qué quiere decir esto”, el interés por la enseñanza apostólica se evaporó. “Ya te oiremos acerca de esto otra vez”. A la hora de la verdad  la superficialidad de pensamiento que concede la escolarización obligatoria no sirve para que los alfabetizados cultiven una espiritualidad genuina. La mayoría de los atenienses rechazaron las enseñanzas de Pablo. Hoy, la mayoría de los ciudadanos con el certificado escolar en la mano rechazan las enseñanzas de la Biblia. Por la gracia de Dios “algunos creen”. Como escribe el profeta Isaías: “Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:11).


1 SAMUEL 8: 3

“Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho”
El profeta Samuel sin lugar a dudas fue un hombre de Dios, pero no fue un hombre sin pecado. Fue el hijo de una madre que “con amargura de alma oró al Señor, y lloró abundantemente” (1 Samuel 1:10), y que si el Señor le concedía “un hijo varón, yo lo dedicaré al Señor todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza” (v.11). Toda su vida fue consagrada al Señor. Fue un “nazareo”. A diferencia de Sansón que fue un “nazareo” que se caracterizó por el escándalo sexual, Samuel lo fue por su santidad. Pero la santidad en el tiempo presente tiene sus límites. La santidad plena no se alcanzará hasta el día de la resurrección.
Samuel tuvo como maestro al sacerdote Elí. Éste tuvo dos hijos: Ofni y Finees, “hombres impíos, y no tenían conocimiento del Señor” (2:12). Siendo de esta naturaleza ejercían el sacerdocio, cosa que no agradaba al Señor. Siendo Samuel un adolescente que servía en el tabernáculo a las órdenes de Elí, el Señor le habló diciendo: “Y le mostraré que yo juzgaré su casa (de Elí) para siempre, por la iniquidad que él sabe, porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado” 83:13).
Samuel sabía por revelación directa de Dios que la piedad de un padre no es garantía de que los hijos sean piadosos también y, que los hijos impíos el padre no debe ponerlos en el ministerio. Samuel a pesar de la lección recibida, no la  aprendió y cometió el mismo pecado que Elí. “Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel” (8:1). ¿Qué semblante moral tenían los hijos de Samuel? “Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho”. El ejemplo de estos dos padres piadosos que pusieron a sus hijos impíos en el gobierno de la iglesia no se cita por casualidad. Está escrito para instrucción de la posteridad, para ejemplo de las generaciones que seguirán a ellos.
El gobierno de las iglesias no es democrático, sino teocrático. El Nuevo Testamento nos da instrucciones de que la elección de los ministerios debe hacerse buscando la dirección del Señor. Incluso en un caso tan poco correcto desde nuestro punto de vista, cuando la iglesia apostólica se encontraba en la dudad de decidirse por Barnabás o Matías, en sustitución de judas, el traidor, “orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido…y los echaron a suertes, y la suerte cayó sobre Matías, y fue contado con los once apóstoles” (Hechos 1: 24-26).  Cuando la elección se hizo a suertes es muy posible que los apóstoles conociesen este texto: “La suerte se echa en el regazo, mas del Señor es la declaración de ella” (Proverbios 16:33). La casualidad no existe.


dilluns, 8 de maig del 2017

JUECES 18:24

“El respondió: tomasteis mis dioses que yo hice y el sacerdote, y os vais, ¿qué más me queda? ¿Por qué, pues, me decís: ¿Qué tienes?”
Así comienza el capítulo 18 de Jueces: “En aquellos día no había rey en Israel” (v.1). Estas palabras nos llevan a un futuro próximo cuando Israel le dijo al profeta Samuel: “Constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (1 Samuel 8:5). El mismo Señor es el intérprete de la expresión “no tener rey”. Dirigiéndose a Samuel el Señor dice: “Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (v.7). Lo que dice Jueces 17:6 y el último versículo dl libro. “En estos día no había rey en Israel, cada uno hacía lo que bien le parecía”, explica con claridad meridiana la confusión existente en Israel debido a la espesas tinieblas espirituales que envolvían al pueblo.
Sin Dios no hay Ley y sin ella el pueblo carece de autoridad fiable. Sin Ley no debe extrañarnos “que cada uno hiciese lo que bien le parecía”. En el momento en que se destierra a Dios, la vacante producida debe sustituirse con un sucedáneo, pero no es lo mismo. Dios es la luz que ilumina a la nación que le sigue. Fuera de Él, tinieblas. Con Dios, las naciones, las familias, prosperan. Dios las bendice con prosperidad económica, felicidad, orden, respeto. El sustituto de Dios es el diablo, el dios de este mundo, el padre de la mentira, el homicida desde el principio. Las consecuencias de tener un padre tan macabro son: idolatría, ocultismo, superstición, desorden, inestabilidad económica y política. Lo era en el tiempo de Micaías que es el personaje que se encuentra detrás del texto que comentamos y lo está en nuestra época que se caracteriza por no haber rey que gobierne,  es por ello que la situación existente en el período de Jueces se reproduzca en la nuestra. “cada uno hace lo que le parece”.
¿Nos son familiares las palabras de Jesús: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Mateo 23: 37). La consecuencia de no buscar cobijo debajo de las alas protectoras del Señor, Jesús dice cuales son: “He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (v38).
Las señales del tiempo nos pronostican tormentas. No buscar la protección del Señor significa que cuando lleguen nos encontraremos desnudos, desvalidos, desprotegidos. La responsabilidad de que se presenten las tempestades y los terremotos será nuestra. Tendremos que culparnos a nosotros mismos porque no hicimos caso a los mensajeros de Dios que nos alertaban de lo que nos sucedería si no hacíamos caso a la Palabra de Dios y buscásemos refugio en Él. El caos social que impera en el mundo es la señal del tiempo que debemos saber leer para que la ira de Dios no caiga sobre nosotros.


 SALMO 15: 1

“Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?”
El salmista se pregunta quién puede vivir con el Señor. ¿Quién mantiene comunión con Él? La respuesta que da dejará pasmados a quienes sostienen que los privilegiados lo son las personas religiosas. Hoy, la jerarquía católica se muestra muy  ilusionada con el avivamiento religioso que dice se produce en España porque aumenta la religiosidad popular que se manifiesta en la procesiones de Semana Santa, en las romerías, en el incremento de personas que visitan los santuarios marianos. El salmista no dice que el fervor religioso popular sea una evidencia de que las personas que lo sienten habiten verdaderamente en el tabernáculo del Señor y en su monte santo.
El salmista detalla las características que ponen de manifiesto que una persona religiosa tenga verdaderamente al Señor viviendo en su corazón por el Espíritu Santo.
        “El que nada en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón” (v. 2). Es una persona de fiar. Jesús dice: “Sea vuestro hablar: Sí, sí, lo que es más de esto, del mal procede” (Mateo 5: 37). ¿No retratan las palabras de Jesús a los practicantes de la religiosidad popular? 
        “El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino” (v. 3). Los practicantes de la religiosidad popular deberían recordar lo que dice Santiago: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1. 26,27).
        “Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen al Señor. El que jurando en daño suyo, no por esto camba” (v. 4). El salmista apela a los sentimientos de quien practica la religiosidad popular. ¿Cómo reacciona ante los hacedores de maldad? ¿Encuentra justificación cuando se hace el mal? ¿Acusa de fanáticos a quienes sintiendo el temor de Dios viven santamente? ¿Cumple sus juramentos el religioso popular o se compromete a respetarlos aun cuando vaya en contra suya? La mentira es abominación del Señor.
        “Quien su dinero no da a usura, ni contra el inocente admitió cohecho” (v.5a). ¡Ah el dinero!, es causa de muchos males. El religioso popular ¿dónde tiene su corazón. En el dios dinero o en Jesús que es el tesoro escondido que vale la pena abandonarlo todo para poderlo conseguir?
        “El que hace estas cosas no resbalará jamás” (v.5b). Quien hace lo que el salmista indica edifica su vida sobre la Roca que es Jesús. Ni los vientos ni las inundaciones destruirán su vida.


¡CORRUPCIÓN!

<b>¿Luchamos adecuadamente contra la  corrupción?</b>
Hace años que se habla de corrupción en España. A finales de abril de 2017 se está poniendo de manifiesto que la montaña de corrupción se ha hecho tan alta que los deslizamientos amenazan con sepultar bajo la mierda acumulada a la cúpula de los partidos políticos. La inmensidad del estercolero no tiene límites. Ante la magnitud del problema debemos hacernos nuestra la pregunta que se supone  <b>Alejandro el Grande de Macedonia</b> le hizo al filósofo <b>Diógenes</b> cuando le vio pasear por la calle un día de sol reluciente con un candil encendido en la mano: “¿Qué haces llevando encendida la lámpara hoy que hace un día tan espléndido?” La respuesta que el sabio le dio al monarca fue: “Busco un hombre”. Por la calle transitaban muchos hombres. <b>Diógenes</b> no buscaba a un hombre cualquiera. Andaba buscando a un hombre íntegro. ¿Dónde encontrarlo? El actor <b>Groucho Marx</b> responde a la pregunta cuando dice. “Sólo hay una manera de saber si un hombre es honesto: Pregúntaselo. Si responde que sí, entonces sabes que es corrupto”. Si hacemos una encuesta y preguntamos a la gente si creen que son buenas personas, una abrumadora mayoría responderá que sí. La respuesta a la pregunta es la prueba del algodón que pone de manifiesto que no hay un palmo de limpio. “Quien aceite maneja los dedos se unta”, dice el refrán. Cierto es que no todo el mundo se unta los dedos de aceite ya que no se tiene la oportunidad de hacerlo. La avaricia, que es “el deseo desordenado de adquirir riquezas para guardarlas”, según define el diccionario, está al alcance de todo el mundo. Pues bien, refiriéndose al binomio riqueza-corrupción, el director de cine <b>Enrique Urbizán</b>, escribió: “Si a la avaricia le añadimos un cargo político, tienes la corrupción”. Esta es la causa por la que demasiadas personas “honestas” cuando consiguen un cargo público no pueden resistir la tentación de untarse los dedos de aceite. También es cierto que no todos los que pueden meter la mano en el cajón lo hacen. Esto no se debe a que sean buenas personas. Según Jesús sólo Dios es bueno. Lo que ocurre es que Dios en su misericordia restringe la maldad, impidiendo que esta se manifieste en toda su crueldad. Este proceder de Dios debería ser motivo de agradecimiento. Eso sí, se precisa creer en Él. Si no es así, la providencia divina a favor del hombre se interpreta como que este es bueno.
Un comentarista anónimo ha dejado escrito: “Existen dos mecanismos que impulsan  la corrupción en la administración pública. Uno es la propia corrupción moral del corrupto, que hace que considere que vale más aprovechar una ocasión para enriquecerse que conservar la integridad. Y el otro es la percepción que con toda probabilidad su delito quedará impune”.
<b>Rodrigue Trembley</b>, se pregunta y responde la causa de los colapsos económicos globales, cuando escribe: “¿Por qué la economía mundial parece sufrir cada 60 años una turbulencia económica y bancaria que amenaza con colapsar la economía mundial. La respuesta se encuentra en la codicia humana y la corrupción política, aspectos que parece que trabajan juntos para llevar al extremo todos los tipos de prácticas especulativas y parasitarias”.
La respuesta que se le quiere dar a la corrupción es el populismo político, filosofía hoy emergente que denuncia, no la causa, sino las manifestaciones de la corrupción que anida en lo profundo del corazón del hombre y que se manifiesta con toda su crudeza si las circunstancias le son propicias. El populismo político emergente puede frenar momentáneamente la corrupción a que nos ha llevado la alternancia del bipartidismo. En el momento en que el populismo se sienta en la poltrona del poder dejará de ser cortafuegos de la corrupción para convertirse en generador de otra, tal vez peor que la anterior.
Para combatir eficazmente la corrupción debe irse a la raíz que la ocasiona, que es la incredulidad. Si no existe Dios, no hay Ley. Si no hay Ley no existe la justicia. Sin Dios impera la ley el más fuerte. Todo es permitido. Las leyes humanas se quebrantan impunemente y a menudo se hacen a gusto de los poderosos que entre bastidores mueven los hilos de los legisladores, para aplastar a quienes se les oponen. Una sociedad sin Dios termina como Sodoma y Gomorra, destruida por el fuego divino. Los imperios que han aparecido a lo largo de la historia todos ellos han acabado siendo destruidos por  la corrupción que han generado. La opulencia sin restricciones es mortal. “Con el temor del Señor el hombre se aparta del mal” (Proverbios 16:6). La persona temerosa de Dios, consciente de la corrupción agazapada en su alma implora a Dios de esta manera: “Inclina mi corazón a tus testimonios (la Ley de Dios), y no a la avaricia” (Salmo 119:36).
Octavi Pereña i Cortina


dimarts, 2 de maig del 2017

CULPA PERDONADA

<b>La culpa que no ha sido perdonada por Dios hace estragos en la sociedad</b>
<b>Josep Borrell</b> en su escrito <i>La culpa</i> hace un esbozo de los males que afligen al mundo de hoy. El escritor redacta: “Nunca no he llegado a comprender por qué sociedades cultas, en donde todos han recibido escolarización básica, con rentas de bienestar y confort bien distribuidas equitativamente, con sistemas de libertades consolidados y de protección de derechos individuales garantizados por cartas magnas inviolables, un ml día giran hacia la violencia. ¿Por qué hay tantos ciudadanos de Polonia, de Francia, de Bélgica, de Holanda, de Austria que se dejan seducir por la demagogia de los iluminados de siempre, aquellos que han acabado conduciendo a los desastres civiles más sangrientos y execrables? La idea de la Unión Europea se consolidó, entre otras razones, para forjar otra gran alanza moral que basase el gobierno de aquellos países que formaron aquel pacto en los valores de la democracia…sobre el papel todo hacía pensar que los principios fundamentales de la hermandad tenían que durar para siempre. Pues no…”
El fracaso de la civilización actual, la Occidental y las otras, se encuentra en el desconocimiento de la realidad de la condición del hombre. Los proyectos e construcción colectivos den todos los niveles se hacen sobre el débil cimiento de considerar bueno al hombre.  <b>Josep Borrell</b> se refiere a los valores de la Democracia. Otros se amparan en los Derechos Humanos en la lucha contra la injusticia. Ni los valores de la Democracia ni los Derechos Humanos no sirven porque no se tiene en cuenta que quienes deben aplicarlos son de naturaleza corrupta dada su condición de pecadores. El profeta Jeremías deja bien claro que el hombre no puede hacer el bien siguiendo principios filosóficos, sean laicos o religiosos, cuando escribe: “¿Mudará el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podéis vosotros hacer el bien, estando habituados a hacer el mal?” (13:23).
Las reglas de oro no sirven para cambiar la naturaleza humana. Jesús que es el Médico que cura la enfermedad espiritual del ser humano, responde con dureza a aquellos religiosos que se creían ser buenas personas  por el hecho de considerarse estrictos cumplidores de la Ley de Dios, diciéndoles: “La Ley dice: No matarás, y cualquiera que mate será culpable de juicio”. Quien la hace la paga. Muchos dirán: “Yo no he matado ni a una mosca”. ¡Ah no!, les dirá Jesús. Veamos si es verdad lo que decís. A quienes dicen no haber matado ni a una mosca, Jesús les dice: “Pero yo os digo que cualquier que se enoje contra su hermano será culpable del juicio; y cualquiera que diga: Necio a su hermano, será culpable ante el Concilio, y cualquiera que le diga Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5: 21,22). Jesús considera asesinato u homicidio las intenciones del corazón. El hombre no puede juzgarlas, pero Dios sí.
Otra cuestión: “No cometerás adulterio”. Muchos dirán: “Nunca he sido infiel a mi esposa o a mi marido”. ¡Ah no! ¿Qué dice Jesús al respecto? Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5: 27,28). Con la pornografía gratis al alcance  todo el mundo por Internet, ¿quién es el guapo que se atreva a decir que nunca ha cometido adulterio, según lo que Jesús considera es adulterio?
Jesús sigue diciendo a los legalistas: “No perjuréis, sino que cumplirás al señor tus juramentos…Pero sea vuestro hablar: Sí, sí, no, no, porque lo que es más de esto del maligno procede” (Mateo 5: 33-37). Ahora que nos encontramos en el zénit de la <i>posverdad</i>, la mentir se ha disparado hasta el infinito. ¿Quién es el guapo que se atreva a decir que su “sí” no ha sido un “no” y que su “no” no era un “sí”?
Ahora que nos encontramos en el corazón de la injusticia globalizada, ¿qué nos dice Jesús acerca de los pensamientos? “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 5:19). Todo esto son pensamientos que brotan del corazón humano y que se convierten en los hechos desagradables que observamos por doquier. Ni las leyes, ni la educación pueden  cambiar los pensamientos que se forjan en el corazón. Como dice Jeremías: “Estando habituados a hacer el mal”, ¿cómo podremos cambiar las inclinaciones del corazón?
Ante la evidencia que no “amamos al prójimo como a nosotros mismos”, “si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os comáis unos a otros” (Gálatas 5: 15). Para cambiar la tendencia de regocijarnos en los deseos de la carne, que son los que se forman en el corazón no convertido a Cristo, que son: “Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” (vv.19-21), el apóstol Pablo las opone a las obras que son el fruto de la conversión a Cristo y de ser guiados por el Espíritu Santo:” Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (vv. 22,23). Por la fe en Cristo, el Espíritu Santo que habita en el corazón del cristiano hace posible que la fiera salvaje que lo somos por nacimiento natural se convierta en una persona de sentimientos opuestos. Llegado a este punto sobran los principios democráticos, los derechos del hombre y las filosofías sean cuales sean los nombres que les queramos dar. Es la nueva vida que es en Cristo Jesús la que guía el comportamiento cristiano por el sendero de la justicia.
Octavi Pereña i Cortina


LUCAS 19: 2,3

“Zaqueo que era jefe de los publicanos y rico, procuraba ver quien era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura”
Refiriéndose a Juan el Bautista Jesús dice: ”Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (Mateo 11:12). Con estas palabras pienso que Jesús nos está alertando de los ataques del maligno para impedir que sus esclavos le abandonen para entrar en el Reino de Dios y que los prisioneros del maligno tengan que esforzarse para entrar en el Reino de Dios.
Cierto es que la salvación es gratis, que no podemos obtenerla con nuestros esfuerzos. Para hacernos con la salvación que Jesús consiguió para nosotros muriendo en la cruz y resucitando de entre los muertos al tercer día, algo tiene que hacer el hombre: Resistir al diablo con el poder de Dios.
Zaqueo es un ejemplo del hombre que ejerce violencia para arrebatar el Reino de Dios. Jesús, en sus travesías evangelizadoras llegó a Jericó y atraviesa la ciudad. A pesar que el texto no lo dice, bien seguro que una multitud le seguía y, por mucho que se quiera, allí en donde aparece una multitud el bullicio que la acompaña está garantizado. Podemos imaginarnos a Zaqueo sentado en la mesa cobrando impuestos y levantar los ojos para ver lo que estaba pasando. La recaudación pierde importancia y desea ver a Jesús de quien habla todo el mundo. Debido a ser “pequeño de estatura” el muro de personas aglomeradas a lo largo de la calle le impide ver al Personaje. La dificultad de ser pequeño de estatura no le impide conseguir su propósito. Avanzándose al paso de la comitiva trepa a un árbol esperando la llegada de Jesús. Llegado ante el árbol en el que se había subido Zaqueo, Jesús se detiene y mirando a lo alto del árbol, le dice:                       “Zaqueo, date prisa, porque hoy es necesario que pose en tu casa”. Zaqueo “descendió aprisa, y le recibió gozoso”. La curiosidad de Zaqueo no sólo consiguió ver a Jesús, también le permitió oír la voz de Jesús que se dirigía directamente a él.
La violencia de Zaqueo obtuvo premio: Recibió a Jesús como huésped en su casa y obtuvo el premio de celebrar banquete con Él, anticipo del banquete nupcial reservado para los hijos de Dios que se celebrará en el Reino de Dios en el cielo.
Somos salvos por fe, sin lugar a dudas. También se necesita por parte nuestra ejercer la violencia que genera la perseverancia hasta el fin, dejando a un lado las dificultades que sin duda se presentarán durante nuestro andar por el camino estrecho que lleva a la vida eterna. Puestos los ojos en Jesús el Autor y consumador de la fe no desfalleceremos durante nuestro peregrinaje por el desierto.


GÉNESIS 50: 20

“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo
Las palabras del texto que comentamos las dijo José, el hijo de Jacob, poco después de la muerte de su padre, cuando sus hermanos estaban temerosos de que José se vengara de ellos por el mal que le habían hecho, vendiéndolo como esclavo.
Cuando José era un adolescente de 17 años tuvo un sueño en el que veía a sus hermanos inclinándose ante él (Génesis 37. 5-8). Si previamente sus hermanos lo odiaban porque su padre le amaba más que a ellos, el sueño revelado incrementó el rencor que sentían por él.
El sueño fue una premonición de lo que sucedería. Efectivamente sus hermanos se inclinaron ante él en sus viajes que hicieron a Egipto en busca de alimentos. Lo volvieron a hacer  después del fallecimiento de su padre. Movidos por el miedo “se postraron delante de él y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos” (v.18).
En la historia de José vemos como Dios utiliza la libertad de los hombres para conseguir sus propósitos. Utilizó el orgullo de José para que sus hermanos lo vendieran como esclavo a unos mercaderes que a su vez lo vendieron a Potifar, capitán de la guardia de Faraón. Fiel a Dios y por no querer cometer pecado sexual con la mujer de Potifar, fue encerrado en una mazmorra. Allí interpretó el sueño del copero de Faraón. A pesar que la interpretación se hizo realidad, el copero se olvidó de José. Transcurridos dos años Faraón tuvo un sueño que José también interpretó, cosa que le valió ocupar el cargo más alto del gobierno de Egipto por detrás de Faraón. Esta posición privilegiada le permitió poder ayudar a su familia de perecer de hambre.
He hecho este breve repaso de la vida de José con el propósito de que saquemos del cajón del olvido el hecho de que los caminos del Señor son inescrutables hasta que se conozca el resultado. ¿Quién se podía imaginar que el hecho de que Jacob amara más a José que a sus hermanos, el hijo amado tuviese que pasar por situaciones tan lúgubres como relata la Escritura para llegar a un final tan feliz? Nadie. Los pensamientos de Dios son más altos que nuestros pensamientos. En secreto va dando los pasos para que su voluntad se cumpla. Así que, antes circunstancias inciertas por las que podamos atravesar, tengamos presente la  enseñanza que Jesús da en la que consideramos la oración modelo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu  Nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”                           (Mateo 6: 9,10).
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