dilluns, 30 de setembre del 2013


TRANSPARENCIA DEMOCRÁTICA


<b>La democracia está basada en la transparencia política. Si hay sombras la democracia se degrada dando paso a la dictadura democrática</b>

Se dan evidencias más que demostradas que la situación actual no puede durar más tiempo y se debe reformar la Administración de pies a cabeza por ser carísima tal como está montada. De esta reforma poco o nada hablan los políticos. Es más fácil obligar a los ciudadanos a apretarse el cinturón que arremangarse las mangas y ponerse a hacer limpieza profunda de la Administración que mucha falta le hace. Para salir de la crisis además de crear puestos de trabajo que aporten ingresos al erario público se debe simplificar la Administración. ¿Es buena  la administración en la que coexisten Gobierno central y subdelegaciones provinciales, Gobiernos autónomos y subdelegaciones provinciales, Diputaciones, Ayuntamientos y Consejos Comárcales, sin dejar de lado las empresas públicas…?¿Verdad que es posible simplificar la Administración para hacerla más eficiente y económica?

<b>Daniel Lacalle</b>,gestor de fondos de inversión en Londres, en una entrevista que le hizo el periodista Lluís Amiguet y que publicó en una La Contra La Vanguardia, dice: “Lo que no funciona y nos ha llevado al 26% de desempleo es el gasto político que no debe confundirse con el gasto público tan beneficioso si se administra bien. El reportero le pide a <b>Lacalle</b> que defina gasto político. La respuesta que da <b>Lacalle</b>no sorprende porque los ciudadanos ya la intuyen. Pero sí es de admirar por la claridad con que lo dice:”El despilfarro de nuestro dinero por el político con el propósito de aumentar su poder y el del partido: la subvención clientelista, la obra pública inútil para hacerse la foto de la inauguración y la comisión, las duplicidades en la Administración para colocar amigos y familiares…Pero es más fácil subir impuestos (a la clase media) que reformar la Administración y recortar el gasto político”.

El entrevistador le dice a <b>Lacalle</b>: - ¿No cree que por más que se recorte en políticos, no es nada más que el chocolate del loro? La respuesta que nos llega: “Es lo que dicen ellos, pero es todo una chocolateada. Dejamos un dineral. Por ejemplo, en los últimos cinco años antes de la crisis se duplicó el gasto sanitario, pero, ¿se duplicó también el asistencial? Está claro que no, pero en muchos hospitales había y hay más cargos directivos que médicos. Y pasa lo mismo en otros centros de la Administración y empresas públicas. 

Las declaraciones de <b>Lacalle</b> ponen el dedo en la llaga. Falta algo más de cara a la regeneración política sin la cual se fomenta la corrupción que arruina. Es preciso democratizar los partidos por dentro  y esto significa que sean transparentes. En tanto los partidos estén organizados de forma piramidal, del vértice a la base, su democratización es imposible. Tal como ahora funcionan los políticos tienen asumido que deben sus puestos a las cúpulas de los partidos que los ponen en las listas. Esta es la causa de que sea tan difícil una voz mínimamente crítica. Esta situación es la que nos ayuda a entender como ante declaraciones que hacen llorar, la claca se ponga en pie para aplaudir las gracias de quienes dependen sus sueldos. Las listas cerradas claman al cielo por la pobreza intelectual de los políticos que se limitan a repetir como loros las consignas que reciben de las cúpulas. La monotonía informativa pone en evidencia que los portavoces se limitan a trasmitir sin variar ni un ápice las consignas recibidas y la falta de libertad en los partidos políticos que presumen de ser democráticos.

La política tiene que dejar de ser cosa de profesionales que viven de ella porque es una fuente de corrupción. Cuando los políticos se queman y los retiran de primera línea se los coloca en una empresa pública y a vivir como reyes. La actividad política debe ser una gestión temporal. Finalizado el plazo establecido, a volver a la ocupación que se tenía antes de entrar en la administración pública y a gozar de los mismos privilegios y obligaciones que el resto de los ciudadanos.

Acabe como acabe la incertidumbre política actual, lo que sí es cierto es que se debe poner fin a la corrupción política. No se puede dar largas al asunto. La democracia empieza y acaba con la transparencia política. No se puede esperar más que la clase política sea un colectivo que se rija por unas leyes que les preservan unos privilegios que no gozan el resto de ciudadanos. ¿Es cierto que todos los ciudadanos son iguales ante la ley? Si se dan diferencias ante la ley significa que estamos en una dictadura más o menos enmascarada que sólo da derecho al pataleo.

Octavi Pereña i Cortina

 

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