dimarts, 24 de setembre del 2013


NACIONALISMOS


<b>El nacionalismo tiene connotaciones desagradables por la violencia que en muchos casos le acompaña. El nacionalismo bien entendido es un medio para que los pueblos se desarrollen y no pierdan su identidad natural</b>

Dos puntos de vista contradictorios sobre el tema de los nacionalismos. Por un lado <b>Mario Vargas Llosa</b> de quien es bien conocido lo que piensa acerca de algunos nacionalismos, dice: “Es terrible que en un mundo civilizado, con oportunidades que nunca hayan habido antes y a veces en enclaves muy avanzados, el nacionalismo vuelva  sacar la cabeza, a imponerse y a obnubilar a comunidades enteras”. Por el otro lado el escritor libanés <b>Amin Maalouf</b>, entrevistado por Núria Escur nos proporciona esta explicación: “Unos nacionalismos son movimientos de autodefensa y otros de conquista. A veces, por desgracia asistimos a nacionalismos disfrazados, apuntalados por la religión: Bin Laden es un nacionalismo árabe, por ejemplo. Vosotros sólo debéis procurar que no pase de autodefensa a ofensiva”. Un aviso que nos hace <b>Maalouf</b> porque también en Catalunya  se dan tics de nacionalismo ofensivo cuando se queman banderas y fotografías.

Otro punto de vista del que creo se debe reflexionar en profundidad es el que nos da <b>Daniel Berenboim</b>, director de la orquesta en la que interpretan juntos judíos y palestinos cuando responde a la pregunta que le hace LSemanal: ¿Por qué este conflicto que parece tan irresoluble? “Porque la gente no lo ve como es en realidad. De hecho todo el mundo sabe lo que hay  al final de esta historia: La retirada de Israel a las fronteras de 1967 y una solución factible para Jerusalén y el retorno. Pero no es un conflicto que se pueda solucionar política o militarmente, es un conflicto humano. No necesitamos a la ONU, lo que necesitamos es un siquiatra”. Los nacionalismos que sobrepasan la autodefensa para pasar al ataque para aniquilar a un nacionalismo más débil es un problema espiritual que tiene el ser humano. Cuando el respeto a los símbolos nacionales se convierte en fanatismo por su exaltación insensata es muy peligroso, siendo motivo de preocupación cuando se produce.

El ataque que el pasado 11 de septiembre se produjo en el centro Blanquerna que la Generalitat de Catalunya tiene abierto  en Madrid es el resultado del nacionalismo fanático de sus ejecutores. Cuando a consecuencia de un triunfo deportivo se celebra la victoria con desplegadura de banderas y vociferando como energúmenos, borracheras, rupturas de cristaleras, quemas de vehículos y contenedores, es la manifestación de fanatismo  fanático que en vez de construir destruye.

¿Cuál es la causa de dicho fanatismo fanático? Cuando el patriotismo substituye a Dios por la patria es muy peligroso porque convierte a la patria en un ídolo y detrás del ídolo que exige devoción total se esconde “el diablo”: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44).Fíjese el lector que las características del diablo son: mentiroso y homicida.  Los compañeros de viaje de los nacionalismos idolátricos son mentirosos y homicidas. No tienen escrúpulos en tergiversar las verdades históricas y de matar si sus intereses egoístas así lo exigen. 

La idolatría adquiere muchas formas. Actualmente ha disminuido la adoración de estatuas de yeso, madera, plata u oro, pero está muy extendida la adoración al dinero, al éxito, a la salud, al club de fútbol y, no olvidemos la patria. Todo ello se ha convertido en ídolos que exigen pleitesía absoluta. De tal palo tal estilla. Los nacionalistas idólatras que adoran al diablo no debe extrañarnos que mientan cuando tergiversan los hechos históricos documentados a su propia conveniencia como lo ha hecho el edil del PP del ayuntamiento de Lleida Pau Pintó Torné que compara las banderas de la Diada del 11 de septiembre con la propaganda “hitleriana del III Reich” y pide “la intervención de la Guardia Civil y del Ejército” Tampoco dudan a la hora de iniciar guerras crueles que siembran destrucción y muerte.

A los nacionalista idólatras que se dejan guiar por el diablo que les da fuerza para hacer daño les puede parecer que con su crueldad, física o sicológica, salgan vencedores porque han humillado y destruido al que es diferente, pero la aparente victoria dejará un mal sabor de boca cuando descubran que en el reino de Dios hay “una gran multitud, la cual nadie podrá contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero (Cristo)…y clamaban a gran voz diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7:9,10), quedándose ellos fuera porque “ni los idólatras no heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9). Se quedarán con dos palmos de narices al contemplar el gozo de la gran multitud compuesta de pueblos de lenguas diversas mientras ellos se consumirán “en el lago que arde con fuego y azufre” (Apocalipsis 21:8), en “el fuego eterno” (Mateo 18:8). Es un mal negocio ser nacionalista idólatra.

Octavi Pereña i Cortina

 

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