2 CORINTIOS 4:16
“Por tanto no desmayamos, antes
aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante
se renueva de día en día”
El contexto del versículo que
comentamos tiene que ver con la tribulación que el cristiano tiene que padecer
a causa de su fe: “Que estamos atribulados en todo mas no angustiados, en apuros, mas no
desesperados, perseguidos, mas no desamparados, derribados, pero no destruidos,
llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (vv.
8-10).Por la fe en el Jesús muerto y resucitado estamos vinculados en su muerte
y en su gloria. Textos parecidos a este echa por los suelos el “evangelio de la
prosperidad” que enseña que los cristianos no tienen porque sufrir penalidades
si poseen fe. Que los contratiempos se deben a la falta de fe. Esta enseñanza
es fatal para la paz y la esperanza del cristiano porque cuando se presenta la
enfermedad, el contratiempo, el sinsabor, crea en el cristiano que sufre un
choque traumático porque le hace pensar que no posee fe y que por lo tanto está
condenado.
“Porque nosotros que vivimos, siempre estamos
entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestra carne mortal” (v.11). El sufrimiento de
una forma u otra es inevitable. Reconocerlo nos lleva a entender que el
cristiano es un vaso de barro, frágil, que contiene la excelencia del poder de
Dios lo cual hace posible que en la aflicción levante los ojos hacia el Señor
Jesús que está sentado en la diestra del Padre para implorar su ayuda. Para el
verdadero cristiano el sufrimiento, sea por causa de Cristo o por el mero hecho
de ser un mortal pecador, no le produce desazón. Sabe que es así y en el dolor
se fortalece porque se refugia bajo las alas del Todopoderoso.
“Por tanto no desmayamos, antes aunque este nuestro
hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en
día”. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Me renuevo de
día en día? ¿Me fortalezco en el hombre interior? ¿Se dan signos de lucha espiritual debido al
pecado que transportamos o existe somnolencia espiritual que nos ha convertido
en pasotas? Debe ser un motivo de
profunda reflexión si junto con el inevitable desgaste del hombre exterior, el
corporal, el hombre interior no se renueva de día en día fortaleciéndose en el
Señor.
PROVERBIOS 30:8
“No me des pobreza ni riquezas, mantenme del pan necesario”
La filosofía de Agur que resume
el texto objeto de nuestra meditación no
es tenida en cuenta por muchos. La gente quiere ser rica a toda costa y al
mínimo esfuerzo. De ahí que proliferen la diversidad de loterías que se venden
bajo el reclamo de que con lo poco que vale un décimo puedes hacerte
millonario. Las loterías gubernamentales se venden disfrazadas de humanismo
cuando aseguran que todos los beneficios se destinan a servicios sociales. No
es humanismo lo que impulsa a comprar el boleto, sino el afán de ser rico a
cambio de unos pocos euros.
Agur no le pide a Dios que si lo hace rico le dará en ofrenda el 10% de
lo ganado. No. Sólo le pide que le dé lo suficiente para llegar a final de mes.
Al texto que comentamos le precede “vanidad y palabra mentirosa
aparta de mí”. Sin vanidad desaparece de poseer dinero ilegítimamente y sin
palabra mentirosa no se engaña a la gente presumiendo de un estatus social que
no se posee. La integridad es la clave para vivir sin la ansiedad agobiante que
marchita el bienestar del alma. Si uno se conforma con lo que el Señor
dadivosamente le ha dado no tiene porque esconder lo que tiene. El engaño
esclaviza. La honestidad libera.
“No me des pobreza ni riquezas, mantenme del pan necesario”, le pide Agur
a Dios. El contentamiento nace de confiar en Dios como proveedor de todo lo que
necesita y aceptando con gratitud lo que la dadivosa mano de Dios provee. El
egoísmo destruye porque nunca da lo que
se espera de él. Deja al alma insatisfecha y con el deseo de poseer más con el
propósito de apagar el fuego que el egoísmo enciende en el corazón. Sin contentamiento la vida no
es vida y no vale la pena vivirla. Al egoísmo incendiario no lo apaga ni un mar
de agua.
Vayamos al Padrenuestro la oración modelo que Jesús enseñó a sus
oyentes estando sentado en el monte: ”Padre nuestro que estás en los cielos…el
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:9,11). Jesús enseña con mucha
claridad que lo que el hombre necesita es depender de Dios. Creer en Él es la
base del contentamiento liberador. Como hay muy poca fe en el Padre de nuestro
Señor Jesucristo no abunda el contentamiento y como no existe hay muy poca paz en el corazón. La ansiedad
insoportable puede vencerse. La fe en Jesús es la medicina. La pregunta es:
¿Quiere el hombre tomarla?
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