SANTIDAD
TERRITORIAL
<b>Siqui Sánchez/b>, fotógrafo de
váteres me ha aportado una idea que ha desplazado mi pensamiento de un lugar
tan poco atractivo, a pesar de los adornos con que puede ser embellecido, hasta
llevarlo a un aspecto práctico de la vida social.. "Retratar un
váter" dice el fotógrafo de váteres, "es una manera elocuente de
captar el espíritu de un lugar. Me habla del grado de civilización del
lugar". <b>Sánchez> asegura:"Los que viajamos, cuando
volvemos siempre hablamos de donde hemos comido: nadie no habla de los lugares
en donde ha defecado. ¿qué? “Pienso que se debe a que no nos gusta la suciedad.
Nos desagradan los espacios sucios. A pesar de este rechazo instintivo lo cierto
es que la suciedad que daña a la vista prolifera por doquier. Las calles, los
parques, la montaña...:llenos de papeles, plásticos, envases y otros restos mas
voluminosos: "captan el espíritu del lugar", mejor dicho: el espíritu
de las personas que han dejado rastro de su presencia incivilizada extendiendo
la porquería.
El filósofo de váteres dice. "Nadie habla
de los lugares en donde ha defecado". El nadie no es absoluto. Hay Alguien
que si se interesa por los váteres en donde defecamos. Leamos un texto bíblico
que aporta luz al tema de la suciedad que afecta no solamente los váteres de
algunos establecimientos públicos: "Tendrás un lugar fuera del campamento
adonde salgas, tendrás también entre tus armas una estaca, y cuando estés allí
fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento, porque el
Señor tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a
tus enemigos delante de ti, por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que
Él no vea cosa inmunda , y se retire de ti" (Deuteronomio 23:12-14).
Las ordenanzas
municipales regulan el comportamiento de los ciudadanos en los lugares
públicos. Nos dicen que no debemos ensuciar con pintadas las fachadas de los
edificios. Que no se debe orinar en la calle. Se instalan papeleras en donde
tirar peleles, cajetillas de tabaco, botellas de plástico, etc. Se sitúa este
tipo de mobiliario urbano en distintos lugares de las ciudades. Así y todo se
tiran papeles, cajetillas, botellas ...en el suelo y, con demasiada frecuencia
a pocos metros de una papelera. Las heces perrunas ensucian aceras y zonas
ajardinadas a pesar de los carteles que anuncian que es un espacio prohibido
para los perros. Solares no edificados se convierten en vertederos que además
de afear la zona se convierten en viveros de ratas. Das una vuelta por la
montaña y en los lugares mas inverosímiles aparecen restos de suciedad que acreditan
que el <i>homo sapiens</i> ha pasado por el lugar dejando muestras
de su civilidad y sapiencia. Los carteles que indican las cosas que no deben
hacerse se mueren de asco porque nadie les presta atención.
Volvamos al texto
trascrito de Deuteronomio para descubrir la razón que nos impulsa a ensuciar
sin sentido. Antes que nada hemos de saber distinguir entre una sociedad nómada
como lo era la israelita del tiempo de Moisés y la actual sedentaria y dotada
de muchas comodidades, incluso el váter. Por lo tanto no tenemos que llevar una
estaca en la mochila para hacer un agujero al pie de un arbol urbano para
defecar. Así y todo el texto contiene un principio que sirve para mantener
limpio el entorno en el que nos movemos, válido para todas las épocas: "tu
campamento ha de ser santo, para que él no vea en ti cosa inmunda, y se retire
de ti". Se puede intentar mantener limpio el entorno por motivo
higiénicos. Todos los avances obtenidos canalizando las aguas fecales para
conducirlas a las depuradoras han sido promovidos por razones higiénicas a fin
de evitar la difusión de enfermedades contagiosas. Por un lado se progresa en
limpieza, por el otro, se nota cierta regresión al pasado. Mantener limpia la
ciudad en que vivimos cuesta millones de euros anuales. No es suficiente el
servicio de limpieza municipal para mantener limpia la ciudad. Según el texto
de Deuteronomio el lugar en el que reside el hombre debe ser un espacio santo,
es decir, dedicado a Dios. La limpieza es el aspecto externo de la santidad, de
la limpieza del alma. La sangre de Cristo que borra el pecado santifica al
alma. El brillo interior es la causa de la limpieza externa que aparece de
manera espontanea. Dios con su perdón es el secreto para conservar limpios los
espacios públicos. Desde un punto de vista económico Dios es la clave para disminuir
los gastos de los servicios de limpieza municipales. Con Él se contribuye a
reducir los gastos de limpieza públicos y por lo tanto a reducir el déficit
público.
Una carta al director
finalizaba así: "Pero vivimos en un mundo de sueños teológicos y
anacrónicos, mira por dónde". El autor de esta carta es una molécula de la
gran masa de personas que consideran que Dios es un invento humano para
mantener sumisas a las multitudes. Desgraciadamente se usa su Nombre para este
fin. Pero no, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo es santo y desea el
bien de las personas que consideran santo los espacios que pisan sus pies.
Octavi Perefia i
Cortina
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