dilluns, 7 d’octubre del 2013


ESPIRITUALIDAD SUPERSTICIOSA


<b>Hoy basta con que cualquier movimiento seudo religioso incorpore la palabra espiritual en su vocabulario para que muchas personas le presten atención</b>

Desde hace unos años se experimente un auge de practicas religiosas importadas de Oriente: meditación, yoga, terapias naturales, acupuntura, esoterismo neochamanismo…Según un estudio realizado por el departamento de Antropología de la Universidad Rovira Virgili de Barcelona se deduce “que estos substitutos de las religión, la fe y también de la medicina convencional han llegado para ocupar una parte de un vacío que multitud de personas tienen, incapaces de encontrar respuestas a sus inquietudes”. Este estudio destaca la emergencia de lo que se llama <i>mercado de la insatisfacción</i>.

¿Cómo se llega a un estado de insatisfacción tan generalizado como el actual? Una característica de la sociedad de nuestros días es el abandono de Dios en el sentido  real. Espontáneamente, en situaciones difíciles de digerir nuestros labios pronuncian un <i>¡Dios mío!</i> sin saber lo que significa lo que dice. Esta creencia en Dios que se puede catalogar de supersticiosa la Biblia la denuncia cuando el profeta Isaías escribe: “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que mandamientos de hombres que les ha sido enseñado” (29:13). El antiguo pueblo de Israel practicaba una religión que hoy denominaríamos <i>sociológica</i> que consiste en una practica religiosa heredada de sus padres pero carente de la espiritualidad, el Espíritu Santo que fortalece a los creyentes.

Hoy sucede algo parecido: Domingo de Ramos, Semana Santa, Navidad, Reyes, representan el pico de la manifestación de la fe cristiana. Si a los participantes de dicha religiosidad esporádica que desgraciadamente se la considera por los líderes religiosos como revitalización de la fe, se les pregunta si saben el significado de lo que hacen evidentemente responderán con evasivas que manifiestan su ignorancia. A estos religiosos ocasionales con toda propiedad se les pueden aplicar las palabras que Isaías dirige contra el antiguo Israel. “Este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí”. Estos religiosos ocasionales tienen el alma vacía y el vacío existente se intenta llenarlo, en el caso que comentamos, con la espiritualidad vacía de contenido que nos llega de Oriente.

Jesús termina el que llamamos “Sermón de la Montaña” con estas palabras: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, lo consideraré a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24,25). Obedecer a las palabras de Jesús es lo mismo que obedecerle a Él, es decir, que se cree de corazón en la persona que las dice. Quien resiste a las inundaciones que amenazan con destruir todo lo que hallan a su paso lo es la persona que edifica su vida sobre la Roca que es Jesús. El mercado emergente de la insatisfacción crece porque Cristo no es la Roca sobre la que las personas edifican sus vidas y buscan en los sucedáneos una satisfacción que es momentánea pero que no llega a satisfacer las verdaderas necesidades espirituales del alma.

El salmista que no honraba a Dios de labios sino que mantenía una íntima relación personal con El, dejó escrito para estímulo nuestro: “En Dios solamente está acallada mi alma, de Él viene mi salvación. Él solamente es mi Roca y mi salvación, es mi refugio, no resbalaré” (Salmo 62:1,2). Jesús es la Roca que da fuerza al débil y sentido a su vida: “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré, lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi Nombre. Me invocará y yo le responderé, y con él estaré yo en la angustia, lo libraré y lo glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación” (Salmo 91:14-16)
Octavi Pereña i Cortina

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