ESPIRITUALIDAD SUPERSTICIOSA
<b>Hoy basta con que cualquier movimiento seudo
religioso incorpore la palabra espiritual en su vocabulario para que muchas
personas le presten atención</b>
Desde hace unos años se experimente un auge de practicas
religiosas importadas de Oriente: meditación, yoga, terapias naturales,
acupuntura, esoterismo neochamanismo…Según un estudio realizado por el
departamento de Antropología de la Universidad Rovira Virgili de Barcelona se
deduce “que estos substitutos de las religión, la fe y también de la medicina
convencional han llegado para ocupar una parte de un vacío que multitud de
personas tienen, incapaces de encontrar respuestas a sus inquietudes”. Este
estudio destaca la emergencia de lo que se llama <i>mercado de la insatisfacción</i>.
¿Cómo se llega a un estado de insatisfacción tan
generalizado como el actual? Una característica de la sociedad de nuestros días
es el abandono de Dios en el sentido
real. Espontáneamente, en situaciones difíciles de digerir nuestros
labios pronuncian un <i>¡Dios mío!</i> sin saber lo que significa
lo que dice. Esta creencia en Dios que se puede catalogar de supersticiosa la
Biblia la denuncia cuando el profeta Isaías escribe: “Dice, pues, el Señor:
Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero
su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que mandamientos de
hombres que les ha sido enseñado” (29:13). El antiguo pueblo de Israel
practicaba una religión que hoy denominaríamos <i>sociológica</i>
que consiste en una practica religiosa heredada de sus padres pero carente de
la espiritualidad, el Espíritu Santo que fortalece a los creyentes.
Hoy sucede algo parecido: Domingo de Ramos, Semana Santa,
Navidad, Reyes, representan el pico de la manifestación de la fe cristiana. Si
a los participantes de dicha religiosidad esporádica que desgraciadamente se la
considera por los líderes religiosos como revitalización de la fe, se les
pregunta si saben el significado de lo que hacen evidentemente responderán con
evasivas que manifiestan su ignorancia. A estos religiosos ocasionales con toda
propiedad se les pueden aplicar las palabras que Isaías dirige contra el
antiguo Israel. “Este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me
honra, pero su corazón está lejos de mí”. Estos religiosos ocasionales tienen
el alma vacía y el vacío existente se intenta llenarlo, en el caso que
comentamos, con la espiritualidad vacía de contenido que nos llega de Oriente.
Jesús termina el que llamamos “Sermón de la Montaña” con estas
palabras: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, lo
consideraré a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió
lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, y
no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24,25). Obedecer a las
palabras de Jesús es lo mismo que obedecerle a Él, es decir, que se cree de
corazón en la persona que las dice. Quien resiste a las inundaciones que
amenazan con destruir todo lo que hallan a su paso lo es la persona que edifica
su vida sobre la Roca que es Jesús. El mercado emergente de la insatisfacción
crece porque Cristo no es la Roca sobre la que las personas edifican sus vidas
y buscan en los sucedáneos una satisfacción que es momentánea pero que no llega
a satisfacer las verdaderas necesidades espirituales del alma.
El salmista que no honraba a Dios de labios sino que
mantenía una íntima relación personal con El, dejó escrito para estímulo
nuestro: “En Dios solamente está acallada mi alma, de Él viene mi salvación. Él
solamente es mi Roca y mi salvación, es mi refugio, no resbalaré” (Salmo
62:1,2). Jesús es la Roca que da fuerza al débil y sentido a su vida: “Por
cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré, lo pondré en alto, por
cuanto ha conocido mi Nombre. Me invocará y yo le responderé, y con él estaré
yo en la angustia, lo libraré y lo glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le
mostraré mi salvación” (Salmo 91:14-16)
Octavi Pereña i Cortina
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