JUAN 14: 6
“Jesús
les dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino
por mí”
Los fieles católicos que creen que el
sacerdote les puede perdonar sus pecados por la confesión auricular, su
creencia es un absurdo porque únicamente Jesús tiene la potestad de perdonar
los pecados. Ante la duda de que sus pecados no les hayan sido perdonados les
queda la opción de pasar una larga temporada en un supuesto Purgatorio purgando
los pecados que no les han sido perdonados hasta su total desaparición. Esta
doctrina católica no se ajusta a la enseñanza de Jesús. Resumiéndola Jesús le
dice a María, la hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida, el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no
morirá eternamente” (Juan 11: 25, 26).
El texto que sirve de base a esta
meditación va acompañado de la enseñanza de que en la antesala del cielo hay
muchas moradas disponibles para que cuando las almas de los hijos de Dios
abandonan el cuerpo se encuentren en el paraíso (Lucas 23: 43) esperando la
resurrección del cuerpo al final del tiempo.
La enseñanza de las moradas eternas creó
dudas en los discípulos como también las puede crear en nosotros.
Identifiquémonos con el apóstol Tomás
que le dice a Jesús: “Señor, no sabemos a
dónde vas, ¿cómo pues podemos saber el camino?” (v. 5). La pregunta la
responde Jesús cuando: “Jesús les dijo:
Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí”,
esta respuesta es más que suficiente para disipar la más pequeña duda. Si se
posee la fe que es don de Dios y en consecuencia se cree que Jesús es el
Salvador, como escribe el apóstol Juan: “La
sangre de Jesucristo su Hijo nos
limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7). Tenemos que ser muy cuidadosos a la
hora de comprender qué significa que la sangre de Jesús nos limpia de todo
pecado. No borra la condición de pecador: “Sí
confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad” (vv. 8, 9).
Confesión al Señor, no penitencia, es la
clave para el verdadero perdón de los pecados. La confesión implora la
misericordia divina que perdona. La penitencia es el fruto del orgullo que hace
creer que con supuestas obras meritorias se va a conseguir el perdón de los
pecados.
ECLESIASTÉS 5: 8
“Si
opresión de pobres y perversión de
derecho y de justicia veas en la provincia, no te maravilles de ello, porque
sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos”
Pienso que el texto nos viene a decir que
a nivel humano se dan diversos niveles
de autoridad que toleran que la opresión
de los padres y la perversión del derecho y de la justicia sea realidad.
En la realidad diaria estamos hartos de ver como la perversión de la justicia
se cometa con total impunidad. El texto dice que no nos maravillemos de ello.
En de una sociedad mayoritariamente religiosa a la vez que mayoritariamente
atea la justicia se encuentre a ras del suelo. No debe sorprendernos porque de
tal palo tal astilla. Por nacimiento natural todos nacemos siendo
espiritualmente hijos del diablo. De estos Jesús dice: “Vosotros sois hijos de vuestro padre el diablo, y los deseos de
vuestro padre queréis hacer” (Juan 8: 44). El mismo texto detalla algunas
características de nuestro padre espiritual, el diablo: Homicida desde el
principio y mentiroso por naturaleza. En manifestaciones diversas, ¿no es lo
que nuestros ojos no se cansan de ver a diario? A los hijos de Dios no les
debería sorprender el panorama que sus ojos contemplan. Lo que sí debería
extrañarles es que la justicia en sus diversidades se aplicase con absoluta
normalidad.
De mujer nacemos siendo hijos del diablo.
Por elección, por medio de la fe que es don de Dios, nos convertimos en hijos
de Dios por adopción que hace que poseamos su concepto de justicia que se
resume en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Si
el amor de Dios se reflejase solo un poquito en la mayoría de las personas,
¿cómo no se produciría una revolución que sería para bien de todas las
personas?
La conversión masiva a Cristo que es el
Camino que conduce al Padre celestial no creo que vaya a producirse.
Individualmente sí puede darse. Jesús después de haber resucitado de entre los
muertos y antes de ascender al cielo, previendo que esto podría ocurrir, encargó
a sus seguidores: “Por tanto, id, y haced
discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os
he mandado” (Mateo 28: 19, 20).
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada