diumenge, 4 de maig del 2025

 

ISAÍAS 5. 8

“¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitareis vosotros solos en medio de la tierra?

¡Ay de los que no se conforman con lo que tienen! continuamente necesitan añadir a su bolsa. Las hormigas nos enseñan a ser laboriosos pero no a ser acaparadores. Durante el buen tiempo  trabajan incansablemente almacenando alimentos para consumirlos en invierno.  Son previsoras que es todo lo contrario de lo que denuncia el profeta. El profeta denuncia el espíritu acaparador, que nunca está satisfecho con lo que posee. La codicia rompe el saco. La versión catalana de este refrán dice: Quien todo lo quiere todo lo pierde. La rapacidad, la inclinación al robo, la Biblia la denuncia. El texto que sirve de base a esta meditación es uno de ellos. Lo sensato es: “teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:1). A continuación el apóstol escribe: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y con muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos se extraviaron  de la fe, y fueron traspasados por muchos dolores” (vv. 9, 10). Las grandes fortunas no se han ganado honradamente. La ilegalidad en sus diversas manifestaciones ha acompañado durante el camino de amasarlas. ¿Merece la pena almacenar tantos bienes si no aporta la felicidad  que se espera de ellos. Además, si hoy vienen a buscar el alma, ¿de quién será lo almacenado?

En cierta ocasión uno de la multitud le dijo a Jesús: “Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia” (Lucas 12:13-21). Esta petición le dio a Jesús la oportunidad de hablar a la multitud de la insensatez de acaparar bienes al narrarles la parábola que se conoce con el nombre “el rico insensato”, que es la personificación de “raíz de todos los males es el amor al dinero”. Jesús dijo a la multitud que se apiñaba a su alrededor: “Mirad, guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee” (v. 15). El rico insensato que no sabe qué hacer con todo lo almacenado, se pregunta: “¿Qué haré porque no tengo donde guardar mis frutos?” Se dijo: “esto haré, derribaré mis graneros, y los construiré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes, y diré a mi alma: alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años, repósate, come, bebe, regocíjate”. Si no existiese Dios ni eternidad, bien podría este rico necio regocijarse, pero se le acercó Dios para decirle: “Esta noche vienen a buscar tu alma, y lo que has almacenado, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” Oh ricos insensatos, podéis tener un entierro de cinco estrellas como lo ha sido el del papa Francisco. ¿Qué será de vosotros cuando empiece la eternidad después de la muerte?


 

ÉXODO 10: 21

“El Señor dijo a Moisés: extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tantas que cualquiera las palpe”

La plaga de las tinieblas oscureció por completo Egipto, pero no afectó la zona donde vivían los hebreos, es una muestra de lo que ocurre en nuestros días. El sol que sale cada día alumbra tanto a los justos como a los injustos. En este caso la misericordia de Dios no hace distinción. Pero existe una luz espiritual que es selectiva. Sus rayos no están  a disposición  de todos los hombres. Tenemos que indagar porque la cosa sea así. La investigación es fácil para aquellos que  la gracia de Dios les haya abierto los ojos de la fe. Jesús dijo. “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8: 12).

El sol que sale todos los días y hace su recorrido por sobre toda la Tierra imparte vida a todos sin excepción. Tanto los justos como los injustos se benefician de sus rayos vivificantes. Con la Luz que es Cristo no sucede lo mismo. Dios desea que todos los hombres se arrepientan de sus pecados y crean que Jesús es su Salvador. En la práctica la cosa no sucede así. De manera clarísima sucedió cuando Jesús anduvo por los polvorientos caminos de la Tierra Prometida. Todos sus habitantes fueron testigos de los milagros que hizo a plena luz del día. Todos sin excepción  pudieron verlos. Pero las autoridades religiosas que le odiaban a muerte porque sacaba relucir su hipocresía. Con su influencia y embustes convencían a los testigos que los milagros que Jesús realizaba  los hacía con el poder de Satanás. Cuando Jesús se encontraba ante Pilato, el procurador romano preguntó a sus acusadores que mal había hecho. Tanto los sacerdotes, como los fariseos, como los ancianos vociferaban: crucifícale, crucifícale. Todos ellos fueron testigos de los milagros de Jesús que acreditaban que era el Salvador anunciado desde la antigüedad, pero no creyeron en Él.

A partir de la ascensión  de Jesús al cielo, el mensaje de la cruz se ha esparcido por toda la tierra. Jesús que es la luz del mundo sigue irradiando la luz de la vida. Pocos son, pero, quienes la dejan entrar para que alumbre sus almas. Así será hasta el fin del tiempo.

 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada