ISAÍAS 5. 8
“¡Ay
de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo!
¿Habitareis vosotros solos en medio de la tierra?
¡Ay de los que no se conforman con lo que
tienen! continuamente necesitan añadir a su bolsa. Las hormigas nos enseñan a
ser laboriosos pero no a ser acaparadores. Durante el buen tiempo trabajan incansablemente almacenando
alimentos para consumirlos en invierno. Son previsoras que es todo lo contrario de
lo que denuncia el profeta. El profeta denuncia el espíritu acaparador, que
nunca está satisfecho con lo que posee. La codicia rompe el saco. La versión
catalana de este refrán dice: Quien todo lo quiere todo lo pierde. La
rapacidad, la inclinación al robo, la Biblia la denuncia. El texto que sirve de
base a esta meditación es uno de ellos. Lo sensato es: “teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo
6:1). A continuación el apóstol escribe: “Porque
los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y con muchas codicias
necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque
raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos se
extraviaron de la fe, y fueron
traspasados por muchos dolores” (vv. 9, 10). Las grandes fortunas no se han
ganado honradamente. La ilegalidad en sus diversas manifestaciones ha
acompañado durante el camino de amasarlas. ¿Merece la pena almacenar tantos
bienes si no aporta la felicidad que se espera de ellos. Además, si hoy
vienen a buscar el alma, ¿de quién será lo almacenado?
En cierta ocasión uno de la multitud le
dijo a Jesús: “Maestro, di a mi hermano
que parta conmigo la herencia” (Lucas 12:13-21). Esta petición le dio a
Jesús la oportunidad de hablar a la multitud de la insensatez de acaparar
bienes al narrarles la parábola que se conoce con el nombre “el rico
insensato”, que es la personificación de “raíz
de todos los males es el amor al dinero”. Jesús dijo a la multitud que se
apiñaba a su alrededor: “Mirad, guardaos
de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de
bienes que posee” (v. 15). El rico insensato que no sabe qué hacer con todo
lo almacenado, se pregunta: “¿Qué haré
porque no tengo donde guardar mis frutos?” Se dijo: “esto haré, derribaré mis graneros, y los construiré mayores, y allí
guardaré todos mis frutos y mis bienes, y diré a mi alma: alma, muchos bienes
tienes guardados para muchos años, repósate, come, bebe, regocíjate”. Si no
existiese Dios ni eternidad, bien podría este rico necio regocijarse, pero se
le acercó Dios para decirle: “Esta noche
vienen a buscar tu alma, y lo que has almacenado, ¿de quién será? Así es el que
hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” Oh ricos insensatos,
podéis tener un entierro de cinco estrellas como lo ha sido el del papa
Francisco. ¿Qué será de vosotros cuando empiece la eternidad después de la
muerte?
ÉXODO 10: 21
“El
Señor dijo a Moisés: extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas
sobre la tierra de Egipto, tantas que cualquiera las palpe”
La plaga de las tinieblas oscureció por
completo Egipto, pero no afectó la zona donde vivían los hebreos, es una
muestra de lo que ocurre en nuestros días. El sol que sale cada día alumbra
tanto a los justos como a los injustos. En este caso la misericordia de Dios no
hace distinción. Pero existe una luz espiritual que es selectiva. Sus rayos no
están a disposición de todos los hombres. Tenemos que indagar
porque la cosa sea así. La investigación es fácil para aquellos que la gracia de Dios les haya abierto los ojos
de la fe. Jesús dijo. “Yo soy la luz del
mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida” (Juan 8: 12).
El sol que sale todos los días y hace su
recorrido por sobre toda la Tierra imparte vida a todos sin excepción. Tanto
los justos como los injustos se benefician de sus rayos vivificantes. Con la
Luz que es Cristo no sucede lo mismo. Dios desea que todos los hombres se
arrepientan de sus pecados y crean que Jesús es su Salvador. En la práctica la
cosa no sucede así. De manera clarísima sucedió cuando Jesús anduvo por los
polvorientos caminos de la Tierra Prometida. Todos sus habitantes fueron
testigos de los milagros que hizo a plena luz del día. Todos sin excepción pudieron verlos. Pero las autoridades
religiosas que le odiaban a muerte porque sacaba relucir su hipocresía. Con su
influencia y embustes convencían a los testigos que los milagros que Jesús
realizaba los hacía con el poder de
Satanás. Cuando Jesús se encontraba ante Pilato, el procurador romano preguntó
a sus acusadores que mal había hecho. Tanto los sacerdotes, como los fariseos,
como los ancianos vociferaban: crucifícale, crucifícale. Todos ellos fueron
testigos de los milagros de Jesús que acreditaban que era el Salvador anunciado
desde la antigüedad, pero no creyeron en Él.
A partir de la ascensión de Jesús al cielo, el mensaje de la cruz se
ha esparcido por toda la tierra. Jesús que es la luz del mundo sigue irradiando
la luz de la vida. Pocos son, pero, quienes la dejan entrar para que alumbre
sus almas. Así será hasta el fin del tiempo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada