dissabte, 31 de maig del 2025

 

EL ORIGEN DEL MAL

En un momento indeterminado, previo a la creación, se produjo la revuelta angélica

La maldad, en esencia es la ausencia del bien. Antes de la creación del mundo visible Dios creó a los ángeles. En un momento por nosotros desconocido, algunos de los ángeles acaudillados por Lucifer, que deseaba sentarse en el trono de Dios,  se sublevaron contra la autoridad de Creador (Isaías 14: 11-13).  ¿Cómo pudo ser que en entorno tres veces santo pudiese brotar el pecado de orgullo? Judas nos da una pista que nos permite conocer algo sobre la rebelión angélica: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (v, 6).

A pesar que el origen del mal hoy por hoy sigue siendo un misterio indescifrable, no tenemos por qué darnos cabezazos en el vano intento de descubrirlo. Lo cierto es que lo tenemos ahí. Lo que sí está claro es que sin la existencia de Dios que es quien determina qué es el bien y qué es el mal, la maldad no existiría. Una vez cometida la revuelta angélica el pecado quedó gravado en sus espíritus. De ahí que “del malvado sale la maldad” (1 Samuel 24: 13). Nos cuesta aceptar que el Malvado que es el origen del mal exista. No nos toca más remedio que reconocerlo. La maldad es la corrupción de una cosa buena. La  sublevación angélica es una muestra de ello.

Es totalmente imposible distinguir entre el bien y el mal sin tener un punto de referencia. Este punto lo tenemos en el Dios eterno, infinitamente bueno y santo, por cierto, misterio que no se puede descifrar si no es por la fe que es don de Dios, que es quien determina qué es el bien y qué es el mal. Sin Él y sin sus directrices nos encontraríamos navegando a la deriva en medio de un mar embravecido y sin brújula que señale el norte. Por supuesto, la referencia que nos permite distinguir el bien del mal  únicamente podemos hallarla en el Padre celestial y en la Persona de Jesús y por su Espíritu, siendo como es la luz del mundo ilumina el camino para que no andemos en tinieblas, sino que tengamos la luz de la vida (Juan 8: 12). Desgraciadamente la mayoría de las personas no reconocen que Jesús sea la luz del mundo (Juan 1: 9-11). Debido a ello, el mundo en que vivimos se asemeja a una nave que navega durante una noche tempestuosa sin brújula que señale el norte.

Desde la presencia del pecado  en el ser humano  gracias a la desobediencia de Adán, la mayoría de las personas viven ignorando el temor de Dios que hace que las personas se aparten del mal (Proverbios 16: 6). El salmista escribe: “Bienaventurado el varón que no anda en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino en la Ley del Señor está su delicia, y en su Ley medita de día y de noche” (Salmo 1: 1-3). A lo largo de toda la historia, desde Adán hasta nuestros días y, desde hoy hasta el fin del tiempo, Dios por medio de sus profetas, de su Hijo, de los apóstoles y sus sucesores, incansablemente se han dedicado a proclamar “las palabras del Señor (que) que son palabas limpias, como plata refinada en horno de tierra, refinada siete veces” (Salmo 12: 6).

Lucifer, el ángel de luz que se propuso destronar a Dios, no contento con tener que apechugar con su derrota, intenta destruir al hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Fracasó en el intento pues Dios anunció a Adán y Eva la venida del Salvador por medio del simbolismo del sacrificio de unos corderos con cuyas pieles cubrió la desnudez de Adán y Eva que anunciaban “al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29).

Jesús explica la parábola del sembrador que esparce trigo en el campo: “Aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la picotearon” (Marcos 4: 4). Poco después los discípulos de Jesús se le acercaron para pedirle que les explicase el significado de la parábola. Refiriéndose a la semilla caída junto el camino Jesús les dijo: “y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la Palabra, pero después que la oyen, enseguida viene Satanás, y quita la Palabra que se sembró en sus corazones” (v. 15). Esta explicación que Jesús da de la simiente que cae junto el camino revela  por qué el mal que tanto nos enoja y que no hay manera de desterrarlo, significa que los oyentes tienen sus corazones abiertos a la cizaña que siembra Satanàs.  En tanto prevalezca el ateísmo, ello no descarta la piedad popular que está firmemente enraizada en muchos ateos, la maldad no disminuirá. Todo lo contrario, irá en aumento hasta el día que Jesús vendrá en su gloria   para poner fin al mundo tal como hoy lo vemos para introducir su reino eterno.

Octavi Pereña Cortina

 

PROVERBIOS 21: 10

“El alma del impío desea el mal, su prójimo no halla favor en sus ojos”

El impío aparentemente es una buena persona. De labios es un buenísimo individuo. Juzga severamente a quien hace el mal, pero comete lo mismo que condena. Existen grados de maldad. La misericordia de Dios frena que los impíos puedan llagar al colmo de la maldad. A los impíos, según el grado de maldad, el prójimo no halla favor en sus ojos. Dada la omnipresencia del mal en la sociedad, ¿no debería ello motivarnos a pensar qué grado de responsabilidad tengo yo? A pesar de que todos pensamos de nosotros mismos que somos bellísimas personas, ¿cómo es posible que el mal no desaparezca. Todo lo contrario que vaya a más?

Hasta hace unos años en la Iglesia Católica era un requisito la confesión auricular con un sacerdote para poder comulgar. Ahora esta obligación no existe. ¿Es que el pecado para la Iglesia Católica no existe?

En las iglesias evangélicas nunca ha existido la confesión auricular. Si se tiene en cuenta el texto 1 Corintios 11: 23-32, existe una diferencia remarcable entre la comunión católica y la Cena del Señor evangélica. En la hostia consagrada católica por el poder que la Iglesia le concede al sacerdote,  la oblea se convierte en residencia presencial de Jesús. El pan y el vino que se emplean en la Cena del Señor evangélica  es  un recordatorio del cuerpo de Jesús clavado en la cruz para dar vida eterna a quienes creen en Él. Si Jesús está presente en la celebración de la Cena del Señor lo es por la fe de los comulgantes.

Participar en la Cena del Señor no puede hacerse a la ligera: “De manera que cualquiera que coma este pan y beba esta copa del Señor indignamente  será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así el pan, y beba de la copa. Porque el que come indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí” (vv. 27-29).

Participar en la Cena del Señor no es participar de la manera como se hace en las celebraciones de aniversarios. Consiste en recordar a Jesús crucificado dando su vida por el perdón de los pecados del pueblo de Dios. Participar irreverentemente en la celebración d la Cena del Señor tiene sus consecuencias dramáticas: “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros y muchos duermen” (v. 30).  La Cena del Señor evangélica no está investida de poderes mágicos. Pero el Señor está espiritualmente presente en la celebración, si el corazón del celebrante no es trigo limpio, el castigo divino recae sobre él.


 

PROVERBIOS 20: 13

“No ames el sueño para que no te empobrezcas, abre tus ojos y te saciarás de pan”

“Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio, la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, procura en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar un poco las manos para reposar, así vendrá la necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado” (Proverbios 6: 6-11).

Los dos textos citados tienen una doble lectura. Tanto pueden referirse a la pobreza material, como a la espiritual. Como la función básica de la Biblia es tratar la salud del espíritu, comentaremos los textos desde esta perspectiva. ¿Por qué nos encontramos con tantas personas muy religiosas pero espiritualmente desnutridas? Sencillamente porque por una causa u otra no tienen tiempo para dedicarlo a Dios. Les sobra tiempo para dedicarlo a practicar un deporte, ver la televisión, el ocio. No les queda tiempo para dedicarlo a Dios. La televisión se encarga de mostrarnos imágenes de niños y adultos desnutridos que se parecen a cadáveres vivientes. Estas imágenes con toda su crudeza,  ilustran el aspecto que presentan de millones de personas que siendo muy religiosas son cadáveres espirituales.

“No ames el sueño, para que no t empobrezcas”, nos avisa el escritor sagrado. ¿Qué quiere decirnos el escritor inspirado por el Espíritu Santo? Que tenemos que convertirnos en místicos que someten a sus cuerpos a duras privaciones hasta enfermar con el propósito de redimir su pecado y obtener el favor de Dios. Nada de eso. El día tiene 24 horas y se tiene que distribuir el tiempo  para que cada una de las necesidades básicas reciba la porción necesaria. La pregunta que es necesario hacernos: ¿Cuánto tiempo dedicamos al cultivo del espíritu? Si no le damos el tiempo que necesita no debe extrañarnos que espiritualmente nos parezcamos a las personas cadavéricas que nos muestran las imágenes televisivas.

Si en verdad sentimos necesidad de abandonar el raquitismo espiritual que tanto afea a nuestra imagen, urge una reestructuración de nuestro calendario para abandonar todo lo que no sea imprescindible para dedicar el hueco que queda al cultivo del espíritu que afecta a la eternidad que tenemos por delante. Todo lo que afecta a la sensualidad desaparece. Lo que afecta al espíritu tiene trascendencia eterna, sea para bien o para mal. Merece la pena dedicar un tiempo para alimentar el espíritu con la Palabra de Dios.

 

diumenge, 25 de maig del 2025

 

EDUCANDO A LOS HIJOS

Ejercer la paternidad responsable es muy duro

¿Quién es el responsable de la educación espiritual de los hijos? Lo lógico es que lo sean los padres. Debido a la degradación que se ha producido en ese campo, los padres delegan en la escuela la educación integral de sus hijos. ¿Es correcto este traspaso de poderes? La Biblia afirma taxativamente que la enseñanza espiritual de los hijos recae exclusivamente en los padres. “Por tanto pondrás estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos” (Deuteronomio 11: 18). Estas palabras Moisés las dirigió a los adultos en general. Según este texto todo el pueblo tendría que haber hecho un Master en Sagrada Escritura. Para ayudarlo a conseguirlo tenían a su disposición la sinagoga donde cada sábado se enseñaba Sagrada Escritura. El adoctrinamiento que cada sábado se impartía en la sinagoga  era necesario pero no era el único. El texto citado implica que todos los israelitas tenían que tener un conocimiento profundo de toda la Escritura porque es la Palabra de Dios. Debería filtrarse por los poros. ¿Qué tenían que hacer los padres atiborrarados de Biblia? he aquí lo que dice Moisés: “Y las enseñarás a vuestros hijos, hablando con ellos cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (vv. 19, 20). Los hebreos no tuvieron en cuenta esta instrucción  divina y su historia estuvo abarrotada de derrotas.  La nuestra también es una historia que va de fracaso en fracaso por el hecho de no tener en cuenta al Padre de nuestro Señor Jesucristo en nuestros caminos.

El libro de Proverbios comienza con la preciosa analogía de Dios poniéndose en la piel de un padre preocupado por el bienestar de su hijo. El texto que irradiará la luz necesaria es 1: 17-19. Está claro que serán muchos quienes no prestarán atención a lo que voy a escribir porque si no creen en el Padre de nuestro Señor Jesucristo, lo que escribiré no les interesará. Siempre habrá algún padre/madre preocupado por la educación de sus hijos. En atención a ellos seguiré escribiendo.

Educar no consiste en enseñar las materias que se imparten en la escuela. La educación de los hijos comienza en el hogar: “El principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Proverbios 1: 7). Sin el cimiento  de la fe no se puede poseer un verdadero espíritu educativo. De ahí el fracaso de la escuela pública: de las aulas apenas salen  personas que se comporten como tales.

El padre de la analogía abre su corazón al hijo a quien quiere instruir: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la educación de tu madre, porque adorno de gracia  serán a tu cabeza, y collares a tu cuello” (vv. 8, 9). Los versículos transcritos son la súplica amorosa de un padre que desea lo mejor para su hijo. El padre no puede atarle corto para que no se encabrite.  Llegará el día que el hijo se soltará de la mano de sus padres para adentrarse en los vericuetos de este mundo lejos del hogar. Tiene que aprender a caminar solo. Le avisa de lo que se va a encontrar en el mundo inhóspito que hay fuera del hogar: “Hijo mío si los pecadores te quieren engañar, no consientas. Si te dicen ven con nosotros, pongamos acechanzas, acechemos sin motivo al inocente”                   (vv. 10, 11). El asedio escolar va en aumento. Los maestros están desesperados porque no saben qué hacer. Preguntémonos si los padres de estos chavales que se convierten en problema social se han preocupado de instruirlos en el camino del bien, de respetar a sus compañeros que son distintos. Si les han inculcado el sentimiento de ayudar a sus compañeros necesitados. A controlar sus sentimientos machistas…Las noticias son alarmantes. Los delitos cometidos por menores crecen exponencialmente y en malignidad. Esto significa que la educación que los hijos reciben en el hogar no es la correcta.

Me sorprendió leer la plegaria que el general de los Estados Unidos Douglas MacArthur ha dejado escrita pensando en su responsabilidad de padre de educar a su hijo para que fuese hombre de bien. A pesar que la oración es una obra humana no me cabe la menor duda que fue inspirada por el Espíritu Santo. Merece la pena que se le preste la atención debida: “Dame un hijo, oh Señor, que sea lo suficiente fuerte para saber que es débil, y cuando sea lo suficientemente fuerte, que sepa enfrentarse a los miedos, que sea orgulloso e inflexible en los fracasos, comedido en la derrota y humilde en la victoria. Dame un hijo que te conozca  y que se conozca a sí mismo que es el cimiento del conocimiento. Guíalo,  te pido, no en  el camino de la vida fácil y del confort, sino bajo la dificultad y el desafío. Que aprenda a resistir en la tempestad y que aprenda a ser compasivo con los que fracasan. Dame un hijo de corazón limpio y de propósitos altos de miras, un hijo que se controle ante el deseo de controlar a los otros. Un chaval que aprenda a reír y jamás olvide cómo llorar. Un muchacho que se adentre al futuro y que nunca se olvide del pasado. Y cuando tenga todo esto, añado, te pido que tenga buen sentido del humor, y así pueda ser siempre serio, que no se mire con excesiva dureza, Dale humildad para que se acuerde siempre de la sencillez de la grandeza, la mente abierta a la verdadera sabiduría, la humildad de la fuerza auténtica”.

 A pesar de que existe la posibilidad de que el hijo se convierta en un pródigo que abandona la casa de su padre y malbarate los bienes viviendo disolutamente, siempre existe la posibilidad de que le suceda lo que le ocurrió al hijo pródigo de la parábola que habiendo malbaratado la herencia, volvió en sí y regresó a la casa de su padre que no tenía que haber abandonado nunca. El texto: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (Proverbios 22: 6), no ha sido borrado de la Biblia. Sigue siendo una puerta abierta para cualquier bala perdida que dándose cuenta de su necedad se levante y emprenda el camino de regreso a la casa del Padre celestial.

Octavi Pereña Cortina

 

ISAÍAS 9: 16

“Porque los guías de este pueblo los hacen errar, y los que se dejan guiar se pierden”

Las apariencias engañan. Los “influencers” religiosos y los que se dejan influenciar son ciegos que se dejan engañar como chinos. Los “influencers” religiosos son de lengua fácil y dulces como la miel. Las palabras salen de sus labios edulcoradas con la apariencia de verdad. Para descubrir el engaño que transmiten  los “influencers” religiosos se tiene que disponer de la Verdad para poder rechazar sus embustes edulcorados. Los“influencers” religiosos  después de siglos de ejercer de emisarios de Satanás, que es el padre de la mentira y homicida desde el principio, desgraciadamente han obtenido el respeto de los engañados.

Los guías que no son enviados por Dios que es la VERDAD, el profeta no se corta. Proclama la VERDAD de Dios sin recortes ni añadidos. Y, como ocurrió con los influencers  del tiempo de Jesús que les rechinaban los dientes y no perdían ninguna oportunidad para intentar deshacerse de Él. Los enviados de Jesús no son menos que el Señor. Si a Él persiguieron los enviados también serán perseguidos.

Llegado el tiempo, Jesús ya no elude a sus enemigos. Le atrapan y acusan d blasfemo por decir que es el Hijo de Dios y ser el Único que tiene poder de perdonar los pecados. Los “influencers” religiosos lo atrapan y lo llevan ante Pilato para que dicte sentencia de muerte. El procurador romano lo interroga y como no ve en Él ningún delito que merezca pena de muerte, quiere dejarle en libertad, Los “influencers” religiosos presionan a Pilato que se ve obligado a condenarlo a morir clavado en una cruz como un vulgar delincuente.

Los que escuchan a los embaucadores religiosos y creen los embustes porque desconocen la VERDAD, la ignorancia no los exime de su responsabilidad. El profeta lo deja bien claro: “los que se dejan guiar”, SE PIERDEN. Las personas son responsables  de sus actos. Nadie les obliga a prestar atención a los embaucadores que les engañan. Voluntariamente prestan atención  a sus embustes.   La responsabilidad de los engañados es contrastar las enseñanzas que imparten los guías del pueblo con la VERDAD de Dios revelada en la Biblia. Una vez verificadas las falsas enseñanzas lanzarlas por la borda y seguir el sendero dejándose guiar por la VERDAD de Dios que les es disponible en la Biblia.


 

MATEO 7: 11

“Pues vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan!”

El texto que comentamos dice algo que nos cuesta aceptar: Creer que por el hecho de que las personas hagan algunas buenas obras ya son buenas personas. Jesús afirma categóricamente: “Ninguno hay bueno, sino uno, Dios” (Mateo 19: 17). A pesar de ser árboles malos no hemos llegado al extremo de la maldad lo cual nos permite poder dar algunos frutos buenos. No nos confundamos.

El contexto dice algo que debido a nuestra condición de pecadores  no sabemos ver. Aflicciones que nos afectan a todos. Unos más, otros menos. Pero todos en un momento u otro necesitamos ayuda. Como en nuestras vidas no tenemos en cuenta a Dios confiamos plenamente en la asistencia social que el Estado aporta por medio de los departamentos que establezca. Esta ayuda, cuando llega, lo hace a cuentagotas. De ahí las manifestaciones que se hacen protestando en contra de la Administración por no satisfacer las demandas. “Pues vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas” cuánto  más nuestro Padre celestial no nos va a dar lo que verdaderamente necesitamos. Jesús en el Padrenuestro dice: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en el cielo”. ¿Qué enseñan los profesionales de la religión? En nuestro contexto católico enseñan a orar a santos, vírgenes y, como  enseñaban los atenienses a orar a un dios desconocido para que no se enfurezca, Jesús nos enseña cómo hacerlo a nuestro Padre celestial: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama, se le abrirá” (vv.7-9).

Jesús, a los que pasan ansiedad por las cosas materiales que son insaciables, les dice: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber, ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6: 25, 26). Si se posee la fe que es don que otorga el Espíritu Santo, el Padre celestial se hace real y se deja de recitar el Padrenuestro como un loro ignorando el significado de lo que se está diciendo. Entonces tendrán sentido las palabras: “Hágase tú voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6: 10). Entonces se aceptará de buen grado todo lo que la voluntad de Dios nos concede  porque reconoceremos que lo que nos otorga es lo que más nos conviene para nuestro crecimiento espiritual. La paz del Señor nos cubrirá y la serenidad inundará nuestro corazón.

 

diumenge, 18 de maig del 2025

JUAN 14: 6

“Jesús les dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí”

Los fieles católicos que creen que el sacerdote les puede perdonar sus pecados por la confesión auricular, su creencia es un absurdo porque únicamente Jesús tiene la potestad de perdonar los pecados. Ante la duda de que sus pecados no les hayan sido perdonados les queda la opción de pasar una larga temporada en un supuesto Purgatorio purgando los pecados que no les han sido perdonados hasta su total desaparición. Esta doctrina católica no se ajusta a la enseñanza de Jesús. Resumiéndola Jesús le dice a María, la hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente” (Juan 11: 25, 26).

El texto que sirve de base a esta meditación va acompañado de la enseñanza de que en la antesala del cielo hay muchas moradas disponibles para que cuando las almas de los hijos de Dios abandonan el cuerpo se encuentren en el paraíso (Lucas 23: 43) esperando la resurrección del cuerpo al final del tiempo.

La enseñanza de las moradas eternas creó dudas en los discípulos como también las puede crear en nosotros. Identifiquémonos  con el apóstol Tomás que le dice a Jesús: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo pues podemos saber el camino?” (v. 5). La pregunta la responde Jesús cuando: “Jesús les dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí”, esta respuesta es más que suficiente para disipar la más pequeña duda. Si se posee la fe que es don de Dios y en consecuencia se cree que Jesús es el Salvador, como escribe el apóstol Juan: “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1: 7). Tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de comprender qué significa que la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado. No borra la condición de pecador: “Sí confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (vv. 8, 9).

Confesión al Señor, no penitencia, es la clave para el verdadero perdón de los pecados. La confesión implora la misericordia divina que perdona. La penitencia es el fruto del orgullo que hace creer que con supuestas obras meritorias se va a conseguir el perdón de los pecados.


 

ECLESIASTÉS 5: 8

“Si opresión de pobres  y perversión de derecho y de justicia veas en la provincia, no te maravilles de ello, porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos”

Pienso que el texto nos viene a decir que a nivel humano se dan  diversos niveles de autoridad que toleran que la opresión  de los padres y la perversión del derecho y de la justicia sea realidad. En la realidad diaria estamos hartos de ver como la perversión de la justicia se cometa con total impunidad. El texto dice que no nos maravillemos de ello. En de una sociedad mayoritariamente religiosa a la vez que mayoritariamente atea la justicia se encuentre a ras del suelo. No debe sorprendernos porque de tal palo tal astilla. Por nacimiento natural todos nacemos siendo espiritualmente hijos del diablo. De estos Jesús dice: “Vosotros sois hijos de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer” (Juan 8: 44). El mismo texto detalla algunas características de nuestro padre espiritual, el diablo: Homicida desde el principio y mentiroso por naturaleza. En manifestaciones diversas, ¿no es lo que nuestros ojos no se cansan de ver a diario? A los hijos de Dios no les debería sorprender el panorama que sus ojos contemplan. Lo que sí debería extrañarles es que la justicia en sus diversidades se aplicase con absoluta normalidad.

De mujer nacemos siendo hijos del diablo. Por elección, por medio de la fe que es don de Dios, nos convertimos en hijos de Dios por adopción que hace que poseamos su concepto de justicia que se resume en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Si el amor de Dios se reflejase solo un poquito en la mayoría de las personas, ¿cómo no se produciría una revolución que sería para bien de todas las personas?

La conversión masiva a Cristo que es el Camino que conduce al Padre celestial no creo que vaya a producirse. Individualmente sí puede darse. Jesús después de haber resucitado de entre los muertos y antes de ascender al cielo, previendo que esto podría ocurrir, encargó a sus seguidores: “Por tanto, id, y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado”  (Mateo 28: 19, 20).

  

 

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

La toxicidad desestabiliza las relaciones

El autor de “De tóxicos” comienza así su escrito: “¿Qué hacemos con los que dan buenos resultados, pero son malas personas? Cumplen sus objetivos a veces con creces pero a veces derraman su sinceridad de manera interesada. Siembran agravios comparativos. Se rodean de víctimas propicias a su verborrea que rezuma superioridad moral. ¿Qué hacemos con los tóxicos que dan resultados?”

El 10/04/2025, en un encuentro en la Escuela del Trabajo de Lleida, en la nota de prensa el periodista S. Costa D. destaca en el título de su escrito: “Es más importante tener buena actitud que un buen currículo”. La selección de personal sea en el campo que sea siempre es un hueso duro de roer.

Los israelitas no estaban contentos  con el gobierno de los Jueces. Querían un rey como tenían las naciones vecinas. En el escenario público aparece Saúl: “Joven y hermoso. Entre los hijos de Israel  no había otro más hermoso que él, de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo” (1 Samuel 9: 2). En el momento de proclamar a Saúl como rey de Israel, el profeta Samuel se dirigió al pueblo con estas palabras:”¿Habéis visto al que ha elegido el Señor, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Y todo el pueblo gritó viva el rey” (1 Samuel 10: 24). La esperanza depositada en él pronto se desvaneció. Fue un fracaso aquel joven “que no hay semejante a él en todo el pueblo”. Los condujo al desastre más ignominioso. Se tiene que buscar un nuevo monarca. El Señor le dice al profeta Samuel: “¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel?” (1 Samuel 16: 1a). Añade el Señor: “Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey” (16: 1b). Dicho y hecho. El profeta se dirige a Belén. Al llegar al pueblo y ver a Eliab, primogénito de Isaí, Samuel se dijo: “De cierto delante del Señor está su ungido” (v. 6). El Señor tiene que corregir a su profeta, diciéndole: “El Señor no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (v. 7). Las apariencias engañan. Todos los hijos de Isaí que estaban en Belén en aquel momento son rechazados. Ninguno de ellos puede ser ungido como nuevo rey de Israel. Ante el fracaso, Samuel le dice a Isaí: “¿Son estos todos tus hijos? (v. 11a). El padre respondió: “Queda aún el menor, que apacienta las ovejas” (v.11b). Isaí mandó a buscarlo. El texto describe al adolescente: “Era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer” (v. 12a). Entonces el Señor le dijo a Samuel: “Levántate y úngelo, porque éste es” (v. 12b). El Señor examina y prueba los corazones. En cumplimiento de la orden recibida el profeta unge a David  como nuevo rey de Israel en sustitución del desechado Saúl (v. 13). A pesar de que el Espíritu del Señor vino sobre David (v. 13). David no perdió la condición de pecador, pero fue “un varón conforme al corazón  del Señor (1 Samuel 13: 14).

Indiscutiblemente, hoy la elección de personas  para tareas específicas como lo fue en el caso de David no puede repetirse. Disponemos de herramientas para escoger personas de manera más precisas de cómo normalmente se hace. Las apariencias engañan. La toxicidad en las relaciones no se encentra limitada en el ámbito empresarial. Se extiende por todas partes: en el deportivo, escolar, político, familiar, religioso…El ser humano se encuentre dónde se encuentre arrastra consigo la toxicidad de su pecado. Guste o no guste, la toxicidad humana es la consecuencia del pecado que hemos heredado de Adán. Si en verdad estamos interesados en desprendernos de la toxicidad que tanto daño ocasiona no tenemos más remedio que deshacernos del pecado que nos asedia.

El Creador finaliza su obra creativa se sentó debajo de la sombra refrescante de un frondoso árbol y, tal como lo hace un artista para contemplar su obra recién terminada. “Y vio que todo lo que había hecho era bueno en gran manera” (Génesis 1: 31).

Dios instaló a Adán en el jardín de Edén para que lo labrara y lo cuidara (Génesis 2: 18). Todos los frutos del huerto estaban a su libre disposición, “más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas ciertamente morirás” (2: 17). Adán comió y en un abrir y cerrar de ojos, y en un mundo excelentemente bueno apareció la maldad. Nos quejamos mucho de la toxicidad humana porque nos perjudica pero no movemos ni un dedo para descubrir qué la causa. Si nos importa el problema, por narices tenemos que examinar los tres primeros capítulos de Génesis que hablan de nuestros orígenes. De entrada rebaten las tesis evolucionistas que enseñan que el hombre procede de diversas familias de primates que independientemente    las unas de las otras, en el transcurso de millones de años evolucionaron hasta convertirse en homo sapiens. Lo que los evolucionistas no pueden explicar es: Si los primates evolucionaron a homo sapiens en lugares distintos, independientemente los unos de los otros ¿cómo es  que todos sin excepción estemos manchados por la toxicidad del pecado? Cuando el Señor recrimina a Adán y Eva por su desobediencia se sacuden las pulgas acusándose mutuamente: Adán intenta exculparse acusando a Eva: “La mujer que me diste por compañera me dió del árbol, y yo comí” (Génesis 3: 12). Cuando el Creador se dirige a Eva diciéndole: “¿Qué es lo que has hecho?” (v. 13), se sacude las pulgas diciéndole: “La serpiente me engañó, y comí” (v. 13). No reconocer el pecado no convierte en inocente el culpable. Ambos, Adán y Eva no quisieron reconocer su infracción, pero no pudieron evitar las consecuencias de su desobediencia: “Conocieron que estaban desnudos, y entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales” (3: 7). Se escondieron de la presencia de Dios (3: 8). En su misericordia, Dios, simbólicamente, les enseña cómo pueden liberarse de la toxicidad del pecado: “Y el Señor hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, los vistió” (v. 21). Más claro que el agua: “Sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Hechos 9: 22). Juan el Bautista señalando a Jesús dijo a la multitud: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29). El proceso de desintoxicación del pecado se inicia en el instante en que uno cree que Jesús es su Salvador.

Octavi Pereña Cortina

diumenge, 11 de maig del 2025

 

MATEO 15: 7-9

“Hipócritas, bien profetizó Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”

Los discípulos se acercan a Jesús para decirle: “¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?” (v. 12). Duras son las palabras del profeta que Jesús aplica a los fariseos, la secta religiosa de más renombre en su tiempo. Las reprensiones crecen. No nos gusta que se nos diga cuán equivocados estamos en algún tema determinado. Nos consideramos tan sabios que no queremos ver que en nuestras vidas existen muchas grietas. A la queja de los fariseos que Los discípulos hacen llegar a Jesús,  les responde “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Dejadlos, son ciegos guías de ciegos, y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo” (vv. 13, 14).

Los fariseos iban sobrecargados de lavamientos rituales que convertían la práctica religiosa en una tortura permanente. Siempre con el ay en el cuerpo pensando en la posibilidad de haber descuidado algún precepto proveniente de sus antepasados convertido en mandamiento de obligado cumplimiento. Jesús viene a decir a sus discípulos que los fariseos debido a su estricta rigidez ceremonial se comportaban como ciegos que guían a ciegos. Ambos caen en el hoyo.

Una exhortación que Jesús nos hace para que no cáiganos en las redes de los fariseos de nuestros días. Prestemos atención a lo que dice Jesús que es el antídoto contra el fanatismo religioso: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre, pero el comer con las manos sin lavar (ritualmente) no contamina al hombre” (vv. 19, 20).

Los hombres nos fijamos mucho en lo externo, lo que puede verse con los ojos, pero el Señor mira el corazón: “Hijo mío, está atento a mis palabras, inclina tu oído a mis razones, no se aparten de tus ojos, guárdalos en medio de tu corazón, porque son vida para los que las hablan, y medicina a tu cuerpo. Sobre toda  cosa guardada, GUARDA TU CORAZÓN, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 20-23).


 

MATEO 23. 26

“Fariseo hipócrita! limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio”

El hecho de que las procesiones de Semana Santa atraigan a multitudes, lo que se considera religiosidad popular, no es sinónimo de auténtica piedad. El hombre mira lo de fuera. Las apariencias engañan. Como Dios mira el corazón no se le puede dar  gato por liebre. Junto con la gran concentración de personas en las procesiones, en el escenario religioso se manifiesta la escasez de sacerdotes. Este declive sacerdotal tendría que motivar a las autoridades religiosas a reflexionar. Creo firmemente que la repulsa que Jesús da a las autoridades religiosas de su tiempo tendría que motivar a las de hoy a hacer una profunda reflexión.

El texto que sirve de base a esta meditación comienza con una dura represión dirigida a los profesionales de la religión, sean del color que sean: “¡Fariseo hipócrita!” Más duro Jesús no pudo serlo con unos religiosos que presumían de seguir a rajatabla las tradiciones de los antiguos. Creían  ser estrictos cumplidores de la Ley. ¿Qué pensaba el pueblo de estos religiosos que externamente pasaban por ser justos?  “La gente  se admiraba de su doctrina” (la enseñanza de Jesús), “porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7: 28, 29).

El profeta Isaías denuncia: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que se les ha enseñado” (Isaías 29: 13). Si  las autoridades religiosas estuviesen verdaderamente preocupadas por la decadencia religiosa del pueblo y por la falta de vocaciones, Jesús nos da la solución al problema: “Limpia primero lo dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio”. Los profesionales de la religión pueden cubrirse con vestimentas adecuadas a lo que representan, pero no pueden engañar al pueblo y, mucho menos a Dios. La falta de vocaciones y las iglesias vacías muestran que el engaño ha sido descubierto.

Los  profesionales de la religión que quedan en activo de tienen la posibilidad de cambiar la tendencia decadente  si hacen lo que Jesús les dice: Limpiando primero  sus corazones con la sangre de Jesús, arrepintiéndose de sus pecados, reconociendo que Jesús es el único Salvador, y andar en novedad de vida. Así es como recuperarán la autoridad perdida y podrán enseñar con el poder que otorga el Espíritu Santo que “Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11, 12). 

 

MARIA, ¿MEDIADORA?

El misterio de la encarnación del Hijo de Dios  en la persona de Jesús no lo resuelve la razón sino la fe que es don de Dios

“La representación de la escena del calvario en el arte contiene no solo una imagen del Crucificado, sino que nos evoca las palabras que Jesús dijo a su madre antes de morir: “Mujer aquí tienes a tu hijo” y después dirigiéndose a Juan le dijo: “Aquí tienes a tu madre” (Juan 19: 26, 27). Juan nos representa a todos. El Señor nos confía las manos llenas de ternura de la madre. Él quiere que sintamos que María nos sostiene para afrontar y vencer  en nuestro camino humano y cristiano” (Juan José Omella, arzobispo de Barcelona). Si la Biblia no nos proporcionase más información podríamos dar como buena la interpretación que el purpurado hace de las palabras de Jesús. Como la Biblia nos la proporciona no podemos considerar acertada la interpretación que el purpurado hace de María.

El contexto general de la Biblia enseña que un pecador no puede ser mediador con Jesús. El dogma católico que es fruto de la Tradición, enseña la inmaculada concepción de María. La misma María se encarga de refutarla. El ángel que anunció a la doncella de Nazaret que sería fecundada por el Espíritu Santo para ser la madre del Salvador, también  la avisó que Elisabeth su parienta, en su ancianidad, estaba embarazada. Sin perder ni un segundo fue a visitar a su emparentada. Al encontrarse, Elisabeth llena del Espíritu Santo le dijo a María: “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre del Señor venga a mí.”? (Lucas 1: 43” María le respondió: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (vv. 46, 47).

José desposado con María, al tener constancia de que la doncella con la que tenía que casarse estaba embarazada supuso que le había sido infiel. Para no infamarla, José “quiso dejarla secretamente, y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños, y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1: 19-21). María fue la pieza clave del plan de Dios diseñado antes de la creación del mundo. La elegida para tan alta misión, para nuestra enseñanza, exclama: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. Una vez nacido Jesús que es el Hijo de Dios encarnado María se comporta como cualquier otra madre que ama a su hijo. Excepto en la concepción, no se notó en ella nada de sobrenatural.

El dogma católico a Jesús por María carece del soporte bíblico. La petición que María le hace a Jesús en la boda de Caná: “No tienen vino” (Juan 2: 3) no puede extrapolarse alegremente, basándose en suposiciones. El dogma “a Jesús por María” tiene consecuencias devastadoras porque afecta directamente  al importantísimo tema de la salvación. En la Biblia no se encuentra ni la más pequeña grieta por la que pueda colarse tan nefasta doctrina. En la plegaria sacerdotal que Jesús dirige a su Padre intercediendo por sus discípulos (Juan 17), no menciona a María como mediadora con Jesús en  la salvación del pueblo de Dios.

“La paga del pecado es la muerte” (Romanos 6: 23). María que conocía al dedillo la causa de su embarazo virginal no le impide declarar: “Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador”. Con esta declaración reconoce que un día, cuando Dios lo disponga morirá como lo hacen todos los pecadores. “Dios enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8: 3). Nos encontramos inmersos en el misterio de la salvación de los pecadores. El raciocinio no lo puede intuir. El hombre no puede creerlo de no ser que el Espíritu Santo le otorgue el don de la fe. ¿Cómo puede entrar el justo e las entrañas de una pecadora? Esta pregunta no tiene respuesta si no es que el Espíritu Santo abra los ojos de los ciegos espirituales.

La Iglesia Católica que dogmáticamente se confiesa monoteísta, de hecho, en la práctica, con la multitud de santos, santas, vírgenes, que han alcanzado la santidad gracias a los supuestos milagros que se les atribuyen, de hecho se les considera dioses. Si no fuese así, ¿qué sentido tiene invocarlos para que concedan favores?

El apóstol Pedro considerado por la Iglesia Católica como el primero de una larga lista de papas, se encarga de desmontar el lucrativo negocio que se ha establecido a costillas de tantos pecadores que necesitan invocar a Dios. Se los desvía hacia los falsos dioses que la Tradición ha fabricado. El apóstol Pedro lleno del Espíritu Santo, encontrándose en presencia de las autoridades religiosas, expone: “Sea  notorio a todos vosotros, y a  todo el pueblo de Israel, que en el Nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios le resucitó  de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y  en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 10-12).

Octavi Pereña Cortina

diumenge, 4 de maig del 2025

 

ISAÍAS 5. 8

“¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitareis vosotros solos en medio de la tierra?

¡Ay de los que no se conforman con lo que tienen! continuamente necesitan añadir a su bolsa. Las hormigas nos enseñan a ser laboriosos pero no a ser acaparadores. Durante el buen tiempo  trabajan incansablemente almacenando alimentos para consumirlos en invierno.  Son previsoras que es todo lo contrario de lo que denuncia el profeta. El profeta denuncia el espíritu acaparador, que nunca está satisfecho con lo que posee. La codicia rompe el saco. La versión catalana de este refrán dice: Quien todo lo quiere todo lo pierde. La rapacidad, la inclinación al robo, la Biblia la denuncia. El texto que sirve de base a esta meditación es uno de ellos. Lo sensato es: “teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:1). A continuación el apóstol escribe: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y con muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos se extraviaron  de la fe, y fueron traspasados por muchos dolores” (vv. 9, 10). Las grandes fortunas no se han ganado honradamente. La ilegalidad en sus diversas manifestaciones ha acompañado durante el camino de amasarlas. ¿Merece la pena almacenar tantos bienes si no aporta la felicidad  que se espera de ellos. Además, si hoy vienen a buscar el alma, ¿de quién será lo almacenado?

En cierta ocasión uno de la multitud le dijo a Jesús: “Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia” (Lucas 12:13-21). Esta petición le dio a Jesús la oportunidad de hablar a la multitud de la insensatez de acaparar bienes al narrarles la parábola que se conoce con el nombre “el rico insensato”, que es la personificación de “raíz de todos los males es el amor al dinero”. Jesús dijo a la multitud que se apiñaba a su alrededor: “Mirad, guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee” (v. 15). El rico insensato que no sabe qué hacer con todo lo almacenado, se pregunta: “¿Qué haré porque no tengo donde guardar mis frutos?” Se dijo: “esto haré, derribaré mis graneros, y los construiré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes, y diré a mi alma: alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años, repósate, come, bebe, regocíjate”. Si no existiese Dios ni eternidad, bien podría este rico necio regocijarse, pero se le acercó Dios para decirle: “Esta noche vienen a buscar tu alma, y lo que has almacenado, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” Oh ricos insensatos, podéis tener un entierro de cinco estrellas como lo ha sido el del papa Francisco. ¿Qué será de vosotros cuando empiece la eternidad después de la muerte?


 

ÉXODO 10: 21

“El Señor dijo a Moisés: extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tantas que cualquiera las palpe”

La plaga de las tinieblas oscureció por completo Egipto, pero no afectó la zona donde vivían los hebreos, es una muestra de lo que ocurre en nuestros días. El sol que sale cada día alumbra tanto a los justos como a los injustos. En este caso la misericordia de Dios no hace distinción. Pero existe una luz espiritual que es selectiva. Sus rayos no están  a disposición  de todos los hombres. Tenemos que indagar porque la cosa sea así. La investigación es fácil para aquellos que  la gracia de Dios les haya abierto los ojos de la fe. Jesús dijo. “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8: 12).

El sol que sale todos los días y hace su recorrido por sobre toda la Tierra imparte vida a todos sin excepción. Tanto los justos como los injustos se benefician de sus rayos vivificantes. Con la Luz que es Cristo no sucede lo mismo. Dios desea que todos los hombres se arrepientan de sus pecados y crean que Jesús es su Salvador. En la práctica la cosa no sucede así. De manera clarísima sucedió cuando Jesús anduvo por los polvorientos caminos de la Tierra Prometida. Todos sus habitantes fueron testigos de los milagros que hizo a plena luz del día. Todos sin excepción  pudieron verlos. Pero las autoridades religiosas que le odiaban a muerte porque sacaba relucir su hipocresía. Con su influencia y embustes convencían a los testigos que los milagros que Jesús realizaba  los hacía con el poder de Satanás. Cuando Jesús se encontraba ante Pilato, el procurador romano preguntó a sus acusadores que mal había hecho. Tanto los sacerdotes, como los fariseos, como los ancianos vociferaban: crucifícale, crucifícale. Todos ellos fueron testigos de los milagros de Jesús que acreditaban que era el Salvador anunciado desde la antigüedad, pero no creyeron en Él.

A partir de la ascensión  de Jesús al cielo, el mensaje de la cruz se ha esparcido por toda la tierra. Jesús que es la luz del mundo sigue irradiando la luz de la vida. Pocos son, pero, quienes la dejan entrar para que alumbre sus almas. Así será hasta el fin del tiempo.

 

 

¿QUÉ ES ESPERANZA?

Se necesita la plomada de la Escritura para detectar dónde se produce la desviación de la esperanza cristiana

El arzobispo de Urgell Juan-Enrique Vives, en su escrito “Cerca del Papa”, se refiere al mensaje papal titulado: “Caminemos juntos en la esperanza”. El arzobispo escribe: “Recuerda como el tiempo de Cuaresma no deja de ser un peregrinaje anual en la fe y en la esperanza, para que preparemos los corazones y nos abramos a la gracia de Dios, para poder celebrar la Pascua, centro de la fe cristiana y garantía de nuestra esperanza. No podemos  quedarnos en una espera pasiva de Pascua, sino esperar activamente, decididamente, hacia el  bien y mejora de nuestras vidas, que es la conversión”. El clérigo finaliza el escrito con estas palabras. “La esperanza es el áncora del alma, segura y firme”. El corazón del mensaje gira  alrededor de “Caminemos juntos en la esperanza”. Finalizada la lectura del artículo, ¿ha entendido el lector que Pascua sea el centro de la esperanza cristina? Pienso que no. La esperanza cristiana que transmite el arzobispo Juan-Enrique Vives está envuelta de nubes que impiden  ver qué significa realmente.

No quiero repetir el error del purpurado. Intentaré compartir con la máxima claridad posible qué es esperanza cristiana. En principio no es un humanismo. Las religiones son inventos humanos que no aportan verdadera esperanza en sus fieles. La esperanza humana está limitada por los imprevistos. El dicho: “El hombre propone pero Dios dispone”, es una verdad popularmente reconocida que admite los límites de la esperanza humana. Limitémonos al contexto católico. ¿Cuántos fieles de esta confesión religiosa saben con certeza qué hay más allá de la muerte? La mayoría se sale por peteneras. Como la cuestión de la eternidad no es un tema intrascendente, repito, intentaré esclarecerlo de la mejor manera posible.

El dogma católico diviniza al Papa al concederle el don de la infalibilidad, don que es exclusivo de Dios. Encontrándose  el apóstol Pablo en Listra, “un hombre imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado, oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: levántate derecho sobre tus pies. Y el saltó, y anduvo” (Hechos 14: 8-10). ¿Cómo reaccionó la muchedumbre que había contemplado el milagro? “Levantaron la voz, diciendo: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros” (v. 11). Cuando Bernabé y Pablo oyeron semejante disparate “rasgaron sus ropas, y se levantaron entre la multitud dando voces diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay” (vv.14, 15). Quienes creen en la divinidad papal ponen su esperanza cristiana allí donde no la hay.

¿Qué dice Jesús de sí mismo? “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”. Entonces, Jesús dirigiéndose a Marta con quien conversaba, le pregunta: ¿Crees esto?”  La mujer le responde: “Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (Juan 11: 25-27). ¿Lo cree el lector?

El apóstol Pedro a quien el dogma católico considera el primer papa de una larga lista de ellos, pone los puntos sobe las ies. Dice  su auditorio: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11, 12). El mismo apóstol, en la predicación que pronunció después que Jesús hubiese ascendido al cielo, entre  otras cosas dijo: “Todo el que invoque el Nombre del Señor será salvo” (Hechos 2: 21).

El autor de la carta a los Hebreos que compara el peregrinaje cristiano a una carrera atlética, para que no se desanimen durante la competición, anima a los atletas cristianos con estas palabras: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a Aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado” (Hebreos 12: 1-4).

Los humanistas cristianos ignoran qué significa ser hijo adoptivo del Padre por la fe en el Nombre de Jesús y hermanos de Él, para animarles en su peregrinaje terrenal, el autor de Hebreos lo hace con estas palabras: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él (Jesús) también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte, el que tenía el imperio de la muerte, esto es, el diablo” (Hebreos 2: 14).

Cristo es la esperanza cristiana. No hay lugar para ella en otra persona o institución religiosa.

Octavi Pereña Cortina