diumenge, 23 d’abril del 2023

 

JONÁS 4: 11

“Y no tendré piedad  de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?”

El Señor dijo a Jonás: “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella, porque ha subido su maldad delante de mí” (1:2). Después de la experiencia de haber sido engullido  por un gran pez, el Señor vuelve a hablar al profeta y le dice que anuncie a los ninivitas que “de aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (3: 4). En su misericordia el Señor avisa que se ha colmado el  vaso de su iniquidad  y que la destrucción de la ciudad está muy cerca. Los ninivitas atienden el mensaje que Dios les transmite por medio de Jonás y se arrepienten de sus pecados. Los cuarenta días se convirtieron en unos ciento veinte años. Es el profeta Nahúm quien anuncia su destrucción definitiva. El Señor “es paciente con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3: 9).   Cuando el vaso de la maldad colma, llega el fin. Desconocemos cuando llega el fin de la paciencia del Señor y llega el desastre final. De ahí la importancia de vivir siempre preparados.

El Padre de nuestro Señor Jesucristo es paciente con los humanos. A lo largo de toda la historia ha enviado a sus profetas advirtiendo que la desobediencia  a su voluntad reportará condena eterna. Pocos son quienes tienen oídos para escuchar el mensaje de Dios.  La mayoría dice: “No escucharemos”. “El Señor es Dios celoso y vengador, el Señor es vengador y lleno de indignación, se venga de sus adversarios y guarda enojo para sus enemigos” (Nahúm 1: 2).

“Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1: 1, 2). La respuesta en general sigue siendo: “No escucharemos”. El resultado es que los imperios nacen y van cayendo unos detrás de otro hasta el final del tiempo.

La creación nos habla del Creador y no podemos alegar ignorancia. El cambio climático y los fenómenos ambientales que le acompañan son avisos persistentes que nos alertan del fin del tiempo está cerca. Las conversiones masivas como la que se produjo en Nínive a la predicación de Jonás es muy posible que no se vuelva a repetir. Lo que no se pueda conseguir colectivamente sí puede obtenerse a nivel individual. Jesús dice: Quien a mí viene no le echo fuera”. Jesús llama a todos. No discrimina a nadie. Solamente quienes se arrepienten de sus pecados y creen en Él como a su Salvador reciben el perdón de sus pecados y la vida eterna.


 

ÉXODO 2: 16

“Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo matadlo”·

Da la sensación de que Satanás conoce anticipadamente los planes de Dios y desea interferir para que no se cumplan. Satanás utilizando a dos perversos reyes quiere impedir que se produzca la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto y de la el pecado. El faraón ordenó el infanticidio de los varones recién nacidos para impedir que Moisés fuese el instrumento en las manos de Dios para liberar a los hebreos  de la esclavitud. Herodes decretó la muerte de los niños belemnitas de dos años hacia debajo de acuerdo el tiempo indicado por los sabios. En ambos casos muchos niños perecieron en manos de unos siervos obedeciendo las órdenes de unos crueles monarcas. Satanás no consiguió que sus perversos planes se cumpliesen. La madre de Moisés ignorando los propósitos de Dios preparó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto a la que amorosamente depositó el bebé y lo colocó en un carrizal a la orilla del río dejando que se hiciese la voluntad de Dios. José, el padre potestativo de Jesús, en un sueño recibió el encargo de que huyese a Egipto para preservar la vida del Niño,

Ambas liberaciones ponen de manifiesto que Satanás con todo su poder no puede interferir en los planes de Dios que se fraguaron antes de la fundación del mundo cuando Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo idearon el plan para la salvación del pueblo de Dios. Esto nos enseña que los planes de Satanás para impedir que la voluntad de Dios siempre fracasan.

La historia de la humanidad se caracteriza por períodos de terrible oscuridad que nos hacen pensar que Dios ha perdido la batalla contra Satanás. Lo creyeron los discípulos de Jesús cuando lo vieron muerto colgado en una ignominiosa cruz en la que morían  los malhechores condenados a muerte por la justicia romana. Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y fue resucitado al tercer día conforme las Escrituras. (1 Corintios 15: 3, 4).

Las Escrituras siempre se cumplen. Los planes de Dios se efectúan aun en medio de las más espantosas tinieblas espirituales. ”No  os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4: 13).

La oración modelo que Jesús enseñó a sus discípulos y que nosotros conocemos  como Padrenuestro, entre otras cosas enseña: ”Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la Tierra” (Mateo 6: 10). Podemos no entenderlo. Todo lo que ocurre es para bien nuestro. Entonces: ”No  os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”.

 

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