JONÁS 4: 11
“Y no tendré
piedad de Nínive, aquella gran ciudad
donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su
mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?”
El Señor dijo a Jonás: “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella,
porque ha subido su maldad delante de mí” (1:2). Después de la experiencia
de haber sido engullido por un gran pez, el Señor vuelve a hablar
al profeta y le dice que anuncie a los ninivitas que “de aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (3: 4). En su
misericordia el Señor avisa que se ha colmado el vaso de su iniquidad y que la destrucción de la ciudad está muy
cerca. Los ninivitas atienden el mensaje que Dios les transmite por medio de
Jonás y se arrepienten de sus pecados. Los cuarenta días se convirtieron en
unos ciento veinte años. Es el profeta Nahúm quien anuncia su destrucción
definitiva. El Señor “es paciente con
nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Pedro 3: 9). Cuando el vaso de la maldad colma, llega el
fin. Desconocemos cuando llega el fin de la paciencia del Señor y llega el
desastre final. De ahí la importancia de vivir siempre preparados.
El Padre de nuestro Señor Jesucristo es
paciente con los humanos. A lo largo de toda la historia ha enviado a sus
profetas advirtiendo que la desobediencia
a su voluntad reportará condena eterna. Pocos son quienes tienen oídos
para escuchar el mensaje de Dios. La
mayoría dice: “No escucharemos”. “El Señor es Dios celoso y vengador, el
Señor es vengador y lleno de indignación, se venga de sus adversarios y guarda
enojo para sus enemigos” (Nahúm 1: 2).
“Dios habiendo
hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los
profetas, en estos postreros días ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1: 1, 2). La respuesta
en general sigue siendo: “No
escucharemos”. El resultado es que los imperios nacen y van cayendo unos
detrás de otro hasta el final del tiempo.
La creación nos habla del Creador y no
podemos alegar ignorancia. El cambio climático y los fenómenos ambientales que
le acompañan son avisos persistentes que nos alertan del fin del tiempo está
cerca. Las conversiones masivas como la que se produjo en Nínive a la predicación
de Jonás es muy posible que no se vuelva a repetir. Lo que no se pueda
conseguir colectivamente sí puede obtenerse a nivel individual. Jesús dice: Quien a mí viene no le echo fuera”.
Jesús llama a todos. No discrimina a nadie. Solamente quienes se arrepienten de
sus pecados y creen en Él como a su Salvador reciben el perdón de sus pecados y
la vida eterna.
ÉXODO 2: 16
“Cuando asistáis a
las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo matadlo”·
Da la sensación de que Satanás conoce
anticipadamente los planes de Dios y desea interferir para que no se cumplan.
Satanás utilizando a dos perversos reyes quiere impedir que se produzca la
liberación de Israel de la esclavitud de Egipto y de la el pecado. El faraón
ordenó el infanticidio de los varones recién nacidos para impedir que Moisés
fuese el instrumento en las manos de Dios para liberar a los hebreos de la esclavitud. Herodes decretó la muerte
de los niños belemnitas de dos años hacia debajo de acuerdo el tiempo indicado
por los sabios. En ambos casos muchos niños perecieron en manos de unos siervos
obedeciendo las órdenes de unos crueles monarcas. Satanás no consiguió que sus
perversos planes se cumpliesen. La madre de Moisés ignorando los propósitos de
Dios preparó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto a la que
amorosamente depositó el bebé y lo colocó en un carrizal a la orilla del río
dejando que se hiciese la voluntad de Dios. José, el padre potestativo de
Jesús, en un sueño recibió el encargo de que huyese a Egipto para preservar la
vida del Niño,
Ambas liberaciones ponen de manifiesto que
Satanás con todo su poder no puede interferir en los planes de Dios que se
fraguaron antes de la fundación del mundo cuando Dios el Padre, Dios el Hijo y
Dios el Espíritu Santo idearon el plan para la salvación del pueblo de Dios.
Esto nos enseña que los planes de Satanás para impedir que la voluntad de Dios
siempre fracasan.
La historia de la humanidad se caracteriza
por períodos de terrible oscuridad que nos hacen pensar que Dios ha perdido la
batalla contra Satanás. Lo creyeron los discípulos de Jesús cuando lo vieron
muerto colgado en una ignominiosa cruz en la que morían los malhechores condenados a muerte por la
justicia romana. Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y fue resucitado
al tercer día conforme las Escrituras. (1 Corintios 15: 3, 4).
Las Escrituras siempre se cumplen. Los planes
de Dios se efectúan aun en medio de las más espantosas tinieblas espirituales. ”No os entristezcáis como los otros que no tienen
esperanza” (1 Tesalonicenses 4: 13).
La oración modelo que Jesús enseñó a sus
discípulos y que nosotros conocemos como
Padrenuestro, entre otras cosas enseña: ”Hágase
tu voluntad, como en el cielo, así también en la Tierra” (Mateo 6: 10).
Podemos no entenderlo. Todo lo que ocurre es para bien nuestro. Entonces: ”No os entristezcáis como los otros que no tienen
esperanza”.
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