diumenge, 15 de maig del 2022

 

MARCOS 5: 19

“Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuénteles cuan grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y como ha tenido misericordia de ti”

Jesús se las tiene que ver con un hombre que se le conoce como el endemoniado gadareno. Este hombre estaba poseído por una legión de demonios, es decir, millares de demonios habían tomado posesión de él. No podemos comprender el estado en que se encontraba dicho hombre. Algo nos lo descubre el texto: rompía las cadenas con que se le ataba para mantenerlo controlado y andaba por los descampados hiriéndose con piedras (vv.4, 5). Verdaderamente este hombre se encontraba en un estado lastimoso. La liberación satánica de este hombre finalizó con los diablos expulsados se  apoderaron de un rebaño de cerdos que pasturaban por la zona y se precipitaron al mar cayendo desde un precipicio.

La violencia del hombre se convirtió en una balsa de aceite: el hombre “que había sido atormentado del  demonio, y que había tenido legión, sentado, vestido y en su juicio cabal” (v. 15). Lo que es imposible para el hombre es posible para el Señor.

A quien se le perdona mucho ama mucho y, la abundancia del corazón no puede pasar desapercibido. La lengua tiene que expresar el bien recibido. Jesús abandona el escenario en donde se produjo la liberación del endemoniado. En el momento de entrar Jesús en la barca que tenía que conducirlo a la otra orilla del lago, el hombre que había sido poseído por una legión de demonios se acerca a Él y “le rogaba que le dejase estar con Él” (v. 18). Jesús no se lo permite, pero le da un encargo: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes el Señor h hecho contigo, y como ha tenido misericordia de ti” (v.19).

El encargo que Jesús dio a sus discípulos antes de su ascensión fue: “Id y haced discípulos en todas las naciones”  (Mateo 28: 19). El libro de Hechos describe la expansión del Evangelio a partir de Jerusalén hasta el extremo del mundo: Hispania. El ex endemoniado es un ejemplo del evangelismo doméstico: “y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él, y todos se maravillaban” (v. 20). La evangelización que es fruto de los programas eclesiales no funciona. No impacta a los oyentes. Los gadarenos que hicieron salir corriendo a Jesús de su territorio rabiosos por la pérdida de dos mil cerdos, “todos se maravillaban” al ver que aquella persona que anteriormente tenían que encadenarla para evitar que hiciese daños. ¿Tenemos algo que decir a nuestros vecinos? Si el Señor no nos ha liberado del pecado, ciertamente que no.


 

MARCOS 10: 17

“Al salir Él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de Él le peguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

Un hombre se acerca corriendo a Jesús para preguntarle sobre la vida eterna. Es muy posible que esta persona hubiese oído hablar de Jesús, incluso que hubiese visto los milagros que obraba,  tal vez hubiese escuchado de los labios de Jesús aquellas palabras que denotaban más autoridad que las de los fariseos y saduceos (Mateo 7: 28, 29).

Aparentemente  este hombre era un candidato a la vida eterna. Realmente era alguien en quien la semilla que sembraba el sembrador cayó “entre espinos, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y la hace infructuosa” (Mateo 13: 22). Muchos son llamados pero pocos los escogidos. El sembrador sale a sembrar la palabra en los corazones de las personas sin saber la calidad del corazón en que la siembra. Sin distinción de personas hace la siembra y deja el resultado en las manos del Señor porque Él sabe que corazón es buena tierra.

A la pregunta: “¿Qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dice que cumpla los mandamientos (v. 19). Nuestro hombre no sabe lo que dice cuando afirma que los ha cumplido desde su juventud (v.20). Entonces Jesús mirándolo con amor le dice: “Una cosa te falta, anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, sígueme tomando tu cruz” (v. 21). La prueba del algodón descubre que el corazón de aquel hombre que presuntamente estaba interesado en la vida eterna estaba lleno de espinos “el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y la hace infructuosa”. Afligida la persona al oír las palabras de Jesús “se fue triste porque tenía muchas posesiones” 8v.22). Esta persona estaba aferrada a las cosas de este mundo. Su dios eran las riquezas. N o podía servir a dos señores a la vez. Si ama el dinero no puede amar a Dios. Jesús es muy claro. Pide que se ame a Dios sobre todas las cosas. Quienes no están dispuestos a renunciar al dios dinero se alejan de Jesús tristes porque en su corazón no hay gozo.

 

 

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