MARCOS 5: 19
“Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:
Vete a tu casa, a los tuyos, y cuénteles cuan grandes cosas el Señor ha hecho
contigo, y como ha tenido misericordia de ti”
Jesús
se las tiene que ver con un hombre que se le conoce como el endemoniado gadareno. Este hombre estaba
poseído por una legión de demonios, es decir, millares de demonios habían
tomado posesión de él. No podemos comprender el estado en que se encontraba
dicho hombre. Algo nos lo descubre el texto: rompía las cadenas con que se le
ataba para mantenerlo controlado y andaba por los descampados hiriéndose con
piedras (vv.4, 5). Verdaderamente este hombre se encontraba en un estado
lastimoso. La liberación satánica de este hombre finalizó con los diablos
expulsados se apoderaron de un rebaño de
cerdos que pasturaban por la zona y se precipitaron al mar cayendo desde un
precipicio.
La
violencia del hombre se convirtió en una balsa de aceite: el hombre “que había sido atormentado del demonio,
y que había tenido legión, sentado, vestido y en su juicio cabal” (v. 15).
Lo que es imposible para el hombre es posible para el Señor.
A quien
se le perdona mucho ama mucho y, la abundancia del corazón no puede pasar
desapercibido. La lengua tiene que expresar el bien recibido. Jesús abandona el
escenario en donde se produjo la liberación del endemoniado. En el momento de
entrar Jesús en la barca que tenía que conducirlo a la otra orilla del lago, el
hombre que había sido poseído por una legión de demonios se acerca a Él y “le rogaba que le dejase estar con Él” (v.
18). Jesús no se lo permite, pero le da un encargo: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes el Señor h hecho
contigo, y como ha tenido misericordia de ti” (v.19).
El
encargo que Jesús dio a sus discípulos antes de su ascensión fue: “Id y haced discípulos en todas las
naciones” (Mateo 28: 19). El libro
de Hechos describe la expansión del Evangelio a partir de Jerusalén hasta el
extremo del mundo: Hispania. El ex endemoniado es un ejemplo del evangelismo
doméstico: “y se fue, y comenzó a
publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él, y todos se
maravillaban” (v. 20). La evangelización que es fruto de los programas
eclesiales no funciona. No impacta a los oyentes. Los gadarenos que hicieron
salir corriendo a Jesús de su territorio rabiosos por la pérdida de dos mil
cerdos, “todos se maravillaban” al
ver que aquella persona que anteriormente tenían que encadenarla para evitar
que hiciese daños. ¿Tenemos algo que decir a nuestros vecinos? Si el Señor no
nos ha liberado del pecado, ciertamente que no.
MARCOS 10: 17
“Al salir Él para seguir su camino, vino uno
corriendo, e hincando la rodilla delante de Él le peguntó: Maestro bueno, ¿qué
haré para heredar la vida eterna?
Un
hombre se acerca corriendo a Jesús para preguntarle sobre la vida eterna. Es
muy posible que esta persona hubiese oído hablar de Jesús, incluso que hubiese
visto los milagros que obraba, tal vez
hubiese escuchado de los labios de Jesús aquellas palabras que denotaban más
autoridad que las de los fariseos y saduceos (Mateo 7: 28, 29).
Aparentemente
este
hombre era un candidato a la vida eterna. Realmente era alguien en quien la
semilla que sembraba el sembrador cayó “entre
espinos, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y la hace infructuosa” (Mateo 13: 22). Muchos son llamados pero
pocos los escogidos. El sembrador sale a sembrar la palabra en los corazones de
las personas sin saber la calidad del corazón en que la siembra. Sin distinción
de personas hace la siembra y deja el resultado en las manos del Señor porque
Él sabe que corazón es buena tierra.
A la
pregunta: “¿Qué haré para heredar la vida
eterna? Jesús le dice que cumpla los mandamientos (v. 19). Nuestro hombre
no sabe lo que dice cuando afirma que los ha cumplido desde su juventud (v.20).
Entonces Jesús mirándolo con amor le dice: “Una
cosa te falta, anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo, sígueme tomando tu cruz” (v. 21). La prueba del algodón descubre que el corazón de aquel hombre que
presuntamente estaba interesado en la vida eterna estaba lleno de espinos “el engaño de las riquezas ahogan la palabra,
y la hace infructuosa”. Afligida la persona al oír las palabras de Jesús “se fue triste porque tenía muchas
posesiones” 8v.22). Esta persona estaba aferrada a las cosas de este mundo.
Su dios eran las riquezas. N o podía servir a dos señores a la vez. Si ama el
dinero no puede amar a Dios. Jesús es muy claro. Pide que se ame a Dios sobre
todas las cosas. Quienes no están dispuestos a renunciar al dios dinero se
alejan de Jesús tristes porque en su corazón no hay gozo.
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