EZEQUIEL 12: 27
“Hijo del hombre, he aquí que los de la casa de Israel dicen: La visión que éste
ve es para muchos días, para lejanos tiempos profetiza éste”
El
Señor pone en los labios de Ezequiel palabras que anuncian cautiverio: “Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa
rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no
oyen, porque son casa rebele” (v. 2). Es muy triste que las personas tengan
la oportunidad de escuchar el mensaje de arrepentimiento y hagan oídos sordos.
En el
texto que comentamos el Señor le hace
saber a su siervo lo que pensaban los jerosolimitanos del anuncio del destierro
inminente: “La visión que éste ve es para
muchos días, para lejanos tiempos profetiza éste”. Creían que podían seguir
viviendo sus vidas dando la espalda a Dios porque las palabras del profeta no
iban dirigidas a ellos. Los destinatarios serían sus hijos y nietos. A ellos no
les afectaban directamente. Podían seguir manteniendo tapados sus oídos a las
palabras del profeta que anunciaban la
ira de Dios porque el mensaje no iba dirigido a ellos.
La
actitud irreverente de los judíos es patrimonio
de la humanidad toda. En Hebreos el escritor sagrado recuerda a los
lectores Éxodo 17: 1-7, cuando los hijos de Israel tentaron al Señor diciendo: “¿Está, pues, el Señor entre nosotros, o
no?” (v. 7). El texto de Hebreos dice: “Por
lo cual, como dice el Espíritu Santo si oyereis hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el
desierto, donde me tentaron vuestros padres, me probaron y vieron mis obras
cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esta generación, y dije:
Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto
juré en mi ira: No entrarán en mi reposo” (3: 7-11).
Lector
estimado: si oyes la voz del Señor no endurezcas tu corazón. No hagas como los
jerosolimitanos que creían que la sentencia que anunciaba el profeta no iba con
ellos pues profetiza para tiempos lejanos. Si oyes hoy la voz de Dios no dejes
para mañana la respuesta pues es muy posible que el mañana no te dé la
oportunidad de arrepentirte de tus pecados y puedas obtener la salvación que
únicamente se obtiene por la fe en el Nombre de Jesús que es el único medio de
salvación establecido por Dios.
Si por
medio de este mensaje Dios llama a la puerta de tu corazón ábrele la puerta
para que Jesús pueda entrar en él y haga morada en él. Si Jesús mora en ti,
posees la salvación eterna y el gozo te acompañará a lo largo de todos los días
de tu vida.
1 SAMUEL 18. 7
“Y cantaban las mujeres que danzaban y
decían: Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles”
A los
dos años del reinado de Saúl el Señor se apartó de éste y las victorias bélicas
empezaron a abandonarle. El Señor manda al profeta Samuel que unja a David como
futuro rey de Israel. Los acontecimientos
preparan la presencia del futuro rey en el escenario público. La ocasión
se presenta cuando David con una piedra lisa cogida del arroyo la lanza con su
honda impactando en la frente de Goliat, el temible enemigo de Israel,
causándole la muerte. A partir de este momento David entra a formar parte de
los íntimos de Saúl. Pronto adquiere prestigio militar al estar el Señor con él
en sus hazañas bélicas. Las mujeres recibían a Saúl y a sus soldados cuando
regresaban victoriosos de sus incursiones en territorio filisteo cantando y
danzando, diciendo: “Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles”. El elogio que daban las
mujeres con sus cantos a David no agradó
a Saúl que “se enojó Saúl en gran
manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí
miles, no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no vio con buenos
ojos a David” (vv. 8, 9).
Saúl
sabía que había sido desechado como rey debido a su desobediencia a Dios. La
sentencia todavía no se había ejecutado. Dios en su misericordia le concede un
tiempo de gracia para que pudiese arrepentirse de su pecado. No lo hace La
prueba de que no se arrepintió se encuentra en la reacción que dio a los cantos
de las mujeres. Poco después Saúl intenta matar a David lanzándole una
jabalina. Al no conseguirlo persigue a David con el encarnecimiento con el que
un sabueso persigue a su presa. Así fue hasta que le llegó la muerte al ser
derrotado por los filisteos en la batalla de Gilboa.
A pesar
que David era el auténtico rey de Israel por haber sido ungido como tal por el
profeta Samuel jamás alzó la mano contra el rey depuesto a pesar que tuvo
oportunidades para hacerlo porque dejaba en las manos del Señor la ejecución de
la sentencia
La
historia de Saúl y David nos enseña que los celos no son buenos en ninguna
situación. La política no queda excluida. ¡Cuánto mejor nos irían las cosas si
los políticos no se dejasen llevar por los celos y dejasen de jugar sucio para
deshacerse de sus contrincantes! Si el Señor aparta de un cargo a un político
se debería dejar en las manos del Señor la destitución del desechado. Los
justicieros no son la solución a los problemas que plantean los malos
políticos. Los celos son malos consejeros a la hora de la resolución de los
problemas sean políticos o personales.
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