diumenge, 22 de maig del 2022

 

2 TIMOTEO 4: 6

“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano”

Todos los casos que relata la Biblia de los siervos de Dios que se les acerca la hora de abandonar este mundo para irse con el Señor, manifiestan la esperanza de la vida eterna que les aguarda. La muerte no les hace miedo porque es un enemigo vencido. El testimonio de estos siervos de Dios debería ser un ejemplo a imitar.

El testimonio que da el apóstol Pablo con respecto a la seguridad que tiene del futuro que le espera, tiene el valor añadido al decirnos dónde radica su seguridad. Hace un resumen de su vida como cristiano que no ha sido nada fácil. “He peleado la buena batalla, he acabado a carrera, he guardado la fe” (v.7).  En 2 Corintios 11: 23-33 cita las diversas situaciones adversas por las que ha pasado a lo largo de su vida cristiana. A pesar de todo ello el diablo no pudo quebrantar su fe: “He guardado la fe”.

“Por lo demás me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo en aquel día” (v.8). El Juez justo reconoce la justicia que Pablo recibe por la fe en el Nombre de Jesús, cuya sangre derramada en la cruz le ha limpiado todos sus pecados  y ha sido revestido de la justicia de Dios. Durante toda la eternidad la corona de justicia que ha recibido de las manos de Dios dará testimonio de la razón por la que el apóstol es ciudadano del reino de los cielos.

Lo interesante del relato del apóstol Pablo es lo que añade: “No solo a mí, también, a todos los que aman su venida”. No solo los grandes siervos de Dios reciben la corona de justicia, la reciben todos los que “aman su venida”. Una fe pequeña es tan valiosa como una de fuerte. Tanto para los pequeños como para los grandes, la fe es un don de Dios. Para fortalecimiento de nuestra fe  Jesús citando al profeta Isaías dice: “La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará” (Mateo 12: 20). Es decir, los niños en la fe, a pesar que pueden haber llevado muchos años como cristianos y son incapaces de coger el tenedor y el cuchillo para así ingerir vianda sólida, tienen asegurado que recibirán de las manos el Señor la corona de justicia que está  para todos aquellos que aman su venida. Una fe minúscula no disminuye el poder que tiene Jesús de dar la corona de justicia a todos aquellos que esperan su venida en gloria a buscar  a su pueblo.


 

1 SAMUEL 16: 14

“Y el espíritu del Señor se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte del Señor”

El corazón del hombre no puede permanecer vacío, o está en él el Espíritu Santo o lo ocupará el espíritu de Satanás. Israel pidió a Dios que les diese un rey porque querían ser como las otras naciones. El Señor les concede su petición impía y por medio del profeta Samuel unge a Saúl como rey. El ungimiento simboliza la presencia del Espíritu de Dios en Saúl. La obstinación del monarca de hacer prevalecer su voluntad por encima de la de Dios condujo a que el Espíritu de Dios se apartase de Saúl y como el corazón no puede permanecer vacío, ”le atormentaba un espíritu malo de parte del Señor”. Dios permite que un espíritu maligno tome posesión del corazón de Saúl. Que le atormentase a Saúl un espíritu malo no pasa desapercibido a los ojos de sus siervos, que le dicen: “he aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta” (v. 15).

Jesús trata esta cuestión cuando dice. “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla… (Mateo 12: 43-45). El vacío que se produce en el hombre abre la puerta para que el espíritu inmundo expulsado regrese acompañado de siete espíritus peores que él, “i entrados, moran allí, y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación” (v. 45). “No hay paz para los impíos, dijo el Señor” (Isaías 46: 22).

En nuestros días que proliferan tanto los trastornos mentales y se pide con urgencia que se mejore la asistencia de la salud mental, es una evidencia de que el Espíritu del Señor nos ha abandonado y que el espíritu de satanás ocupa el vacío dejado.

En el caso de Saúl la servidumbre le propuso la musicoterapia como remedio (1 Samuel 16: 16). Este remedio no sirve para expulsar a los malos espíritus que se han apoderado de los corazones de los hombres. Mientras David tocaba el instrumento musical que tenía en sus manos producía un alivio temporal a Saúl. Pronto el espíritu de parte del señor volvió al ataque, pues mientras David tocaba el instrumento, Saúl intentó matarle porque sentía celos de él (1 Samuel 19, 9,10).

Determinada música puede aliviar momentáneamente el dolor del alma, pero no puede llenarla del Espíritu Santo. La enfermedad mental que sea la consecuencia de que el Espíritu de Dios se haya apartado de la persona únicamente puede curarse con el arrepentimiento  a Dios y con abrir la puerta del corazón para que Jesús pueda hacer morada en él  (Apocalipsis 3: 20). Si Jesús habita en el corazón no hay espacio vacío que pueda ocuparlo un espíritu maligno que le atormente.

 

 

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