JOSUÉ 1: 8
“Nunca se apartará de tu boca este Libro de
la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito, porque entonces harás prosperar tu
camino, y todo te saldrá bien”
Israel
está a punto de cruzar el Jordán para comenzar la conquista de la Tierra
Prometida que el Señor les había dado en herencia. La promesa de Dios no
quitaba la responsabilidad de conquistar la herencia que iban a recibir.
Josué
era el general encargado de dirigir las operaciones bélicas de la conquista.
Cualquier dirigente tiene que estar capacitado para el desempeño de la
responsabilidad que se le ha otorgado. La misión que el Señor le da a Josué en
el texto que comentamos es adecuada para el desempeño de cualquier
responsabilidad que el Señor otorgue a los hombres. La orden que Josué recibe
de quien lo ha colocado como dirigente de Israel se puede aplicar en todos los
ámbitos de poder: Encaja en los políticos, en los militares, en los directores
de empresas, en los pastores de las iglesias, en los padres, en los maestros de
escuela…
Para
prosperar en todos los ámbitos se apela a la formación académica. Si se
adquieren los conocimientos adecuados a la especialización que sea, al
estudiante le espera un buen futuro. La cosa no es así. Es cierto que el
dominio de los secretos de la especialización escogida es necesario para
aplicarla. En los centros de formación se olvida el aspecto espiritual que debe
constituir la base del aprendizaje. Lo estamos viendo a diario. Los másteres en
ciencias políticas, económicas, militares…no hacen que quienes los posean sean
lo competentes que deberían ser. En los curriculums que se presentan cuando se
aspira a conseguir una plaza en la Administración o en una empresa se detallan
todos los conocimientos adquiridos que avalan que se podrá desempeñar el cargo
perfectamente. En ellos no se añade el certificado que acredite honradez,
empatía…Falta lo que Dios requiere de Josué.
Es
evidente que en el mundo hay muchas personas, pero escasean los hijos de Dios.
Ello crea crisis institucionales. Veamos
la medicina que Dios le receta a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este
Libro de la Ley” que es en donde se encuentra el mensaje de Dios al hombre.
Desgraciadamente, si en las viviendas se encuentra algún ejemplar del Libro de
la Ley, la Biblia, permanece cerrado sin que su contenido salga de su encierro
para iluminar a las familias. “De día y
de noche meditarás en él”. La Palabra de Dios es el pan diario que el ser
humano debe ingerir para la conservación de su salud espiritual. La meditación
de su contenido no debe ser una tarea esporádica, sino continuada. No basta con
almacenar conocimientos bíblicos, imprescindible es practicarlos: “Cualquiera, pues, que oye estas mis
palabras y las hace es un hombre sensato que edifica su casa sobre la roca” (Mateo
7: 24). El resultado de la obediencia hará prosperar el camino y todo saldrá
bien. En el curriculum que presentemos no nos olvidemos de aportar el
certificado de haber realizado el master en VIDA CRISTIANA.
LUCAS 11: 35
Mira, pues, no suceda que la luz que hay en
ti sea tinieblas”
Lucas
11: 33- 36 del cual forma parte el texto que comentamos pienso que la palabra
clave es ojo. Segú como sea el ojo, la luz o las tinieblas invadirán a
la persona. Por lo tanto se debe velar para conseguir tener un ojo bueno. ¿Cómo
hacer que el ojo sea bueno? No yendo a un optometrista que podrá que conseguirá
mejorar la visión. Lo que aquí nos importa es la calidad de la visión
espiritual.
Indiscutiblemente
el ojo físico juega un papel importante a la hora de que una persona ande en
luz o en tinieblas. La calidad depende del estado del corazón. El ojo se fija
en aquello que el corazón desea. Si el corazón no impulsa al ojo a desviarse de
lo que contempla mantendrá la mirada fija
en lo que contempla. Jesús nos dice:
“Así que, si todo el cuerpo está
lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como
cuando una lámpara alumbra con su resplandor” (v. 36). Por nacimiento
natural, por ser descendientes de Adán todos nacemos envueltos de espesas
tinieblas espirituales. En consecuencia el ojo permanecerá fijo en aquello que
las tinieblas espirituales le producen placer. Dada esta situación no debería extrañarnos que
desde la tierna infancia los ojos de los
niños descansen el imágenes pornográficas para mirarlas a escondidas. Sus corazones
encuentran placer en ello y fijan el ojo en la imagen que se lo produce. Los
corazones de los niños no son de ángeles sino de demonios que aman las
tinieblas.
Para
resolver el problema que comentamos tenemos que acudir a Jesús que es el Médico
del alma para que implante la luz de Dios en el alma enferma: “Porque Dios que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2
Corintios 4: 6). De la misma manera que Dios dijo: ”sea la luz y fue la luz” (Génesis 1: 3) cuando la tierra estaba
desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz el abismo, “Y vio Dios que la luz era buena y separó
Dios la luz de las tinieblas” (v.4). Así Cristo que es la luz del mundo
cuando resplandece en el corazón de una persona haciendo luminoso el corazón
que estaba envuelto de tinieblas. Cuando alguien se convierte a Cristo por la
fe, que es don de Dios, se produce este acontecimiento maravilloso. Se inicia
el proceso de abandonar las obras de las tinieblas con la participación del
Espíritu Santo que hace que el creyente produzca las obras luminosas que
caracterizan a los hijos de Dios.
Con el
fin de contribuir a deshacer las obras del diablo tan manifiestas por los
daños que produce, no existe ninguna
otra manera de conseguirlo si no es con la predicación del Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo. Cada vez que un hijo del diablo se convierte en un hijo de
Dios se enciende una luz que contribuye a despejar las tinieblas que envuelven
a este mundo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada