AMIGOS DE NOVEDADES
<b>Las novedades en el campo
espiritual no significa mejorar el conocimiento sino el regreso al
obscurantismo</b>
Parece ser que la Real Academia Española
deberá añadir una en su Diccionario la palabra <i>neofilia</i>,
obsesión de algunas personas por conseguir la última novedad. “No se trata de
una enfermedad”, dice <b>Josep Fita</b>, “más bien es una tendencia
desmesurada, casi obsesiva, para tener lo más nuevo en el mercado”.
Los <i>neófilos</i>, los
amigos de las novedades se encuentran en todas partes. Es muy punzante la
declaración de <b>Tim Cook</b>, consejero delegado de Apple: “Con
el iPhone7 te daremos las cosas sin las cuales no puedes vivir y que hoy no
sabes que necesitas”. Poseer es una de nuestra características, de nuestra
manera de ser y ahora de poseer aquellas novedades que ignoramos necesitamos.
Sean teléfonos inteligentes, ropa y otras cosas tangibles que tanto no
ilusionan, sin dejar de lado las novedades filosóficas y religiosas. Ser amigo
de novedades comporta el peligro, a menudo grave, porque si no se posee el
dinero para adquirirlas los daños psicológicos pueden ser devastadores, a
menudo irreversibles los daños psicológicos.
Sin menospreciar la neofília por las
cosas tangibles, lo que hoy nos interesa es la neofília espiritual porque ser
amante de las novedades que se presenten como espirituales que invaden el
mercado religioso, indiscutiblemente conducen a transitar por el camino ancho
que conduce a la condenación eterna.
El apóstol Pablo encontrándose en Atenas
esperando a sus colaboradores, la abundancia del amor de Dios que almacenaba su
corazón le impulsaba a reunirse “en la sinagoga con los judíos y piadosos
(gentiles atraídos por el judaísmo). Y cada día en el Ágora con los que estaban
allí. Y algunos de los filósofos epicúreos y estoicos discutían con él, y unos
decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de
nuevos dioses, porque les predicaba el evangelio de Jesús y de la resurrección.
Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta
nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas.
Queremos saber qué quiere decir esto. (Porque todos los atenienses y los
extranjeros residiendo allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir
u oír algo nuevo” (Hechos 17: 17-21).
Interesarse por las novedades religiosas
no significa preocuparse por la salvación del alma. Parece ser que a los
atenienses les gustaba reunirse en el Areópago para debatir cuestiones
filosóficas-religiosas por el placer del debate nada más. Entre otras cosas el
apóstol les dice: "Pero “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de la
ignorancia, ahora manda a todos los hombres
en todo lugar, que se arrepientan, por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará el mundo con justicia, por
aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los
muertos” (vv. 30,31).
Pablo no aceptó la invitación de ir al
Areópago con el propósito de mantener un combate dialéctico sobre temas
filosófico-religiosos, sino para despertar sus conciencias con la verdad del
Evangelio. ¿Cómo reaccionaron los atenienses amantes de las novedades ante el
anuncio del Evangelio? Lo hicieron así: “Pero cuando oyeron lo de la
resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos
acerca de esto otra vez” (v.32). Los atenienses tenían oídos para oír, pero no
oían.
En el antiguo Testamento el reino de Judá
estaba pasando por una grave crisis político-social-religiosa por haberse
sublevado contra el Rey que les había dado el reino en vasallaje desde el
tiempo de Moisés. Por medio del profeta Jeremías el Rey les dice: “Paraos en
los caminos, y mirad, preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y
hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos” (6:16).
Pablo, a los atenienses; Jeremías, a los
judíos, ambos dicen a sus oyentes el Evangelio eterno, el misterio escondido en
el corazón de Dios que en su momento fue revelado por los profetas y en el
cumplimiento del tiempo por el unigénito Hijo de Dios encarnado en la persona
de Jesús. Tanto a unos como a los otros, el rechazo los destruyó como naciones.
Lo mismo ocurre hoy. La grave crisis multifacética que nos aflige se debe al
rechazo que la sociedad actual hace a Jesús el Hijo de Dios que se hizo hombre
para salvar al mundo de sus pecados. Debido al rechazo de Jesús de la sociedad
actual nos vemos inmersos en la grave crisis política-social-religiosa de la que no sabemos cómo salir de ella.
Octavi
Pereña i Cortina
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