PROVERBIOS 5:21
“Porque los caminos del hombre están ante los ojos del Señor, y Él
considera todas sus veredas”
Nos
preocupa en gran manera el control que los gobiernos y los poderes económicos
ejercen sobre los ciudadanos. Control cada vez más férreo de los medios de
comunicación. La preocupación que los cristianos sentimos por ello se debe a que lo que se esconde detrás del
agobiante control sobre los ciudadanos es la presencia de Satanàs que persigue
el mal de las personas. No debemos olvidar nunca que Satanàs es homicida desde el principio. La situación
mundial tan caótica se debe al primer
acto homicida que Satanàs ejecutó al inicio de la historia humana cuando en el
jardín de Edén engañó a Adán y Eva haciéndoles creer que Dios mentía cuando les
prohibió que comiesen del árbol del conocimiento del bien y del mal. Asimismo
recordemos la imagen de la bestia a la que se infundió aliento para poner en
todas las personas una marca en la mano derecha o en la frente para que
cualquiera que no llevase la señal pudiese comprar o vender.
El
control que Dios ejerce sobre el hombre, porque los caminos del hombre están ante los ojos del Señor, y Él considera todas sus veredas, es para bien de las personas. No
se complace en su sufrimiento. No busca su destrucción. Dios que es amor
persigue el bien de los hombres si es que éstos se dejan bendecir por Dios.
El
contexto inmediato del texto que comentamos tiene que ver con el sexo. Hoy, con
la libertad sexual, entendamos libertinaje, toda práctica sexual es lícita, sea
heterosexual u homosexual. Cuando Jesús se
refiere a que en el principio Dios creo al hombre varón y hembra, y que
el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer (Mateo 19:
3-9), instituyó el matrimonio, relación que une a los conyugues, un hombre y
una mujer, de por vida.
¿Qué
ve Dios cuando considera los caminos del hombre?, que el principio de fidelidad
del pacto matrimonial se rompe. Ello es la causa del desbarajuste familiar de
nuestros días. El texto de Proverbios insta a los conyugues a guardarse
fidelidad. Los ojos de Dios que se posan sobre los hombres es para descubrir su
pecado y vuelvan a la obediencia a la ley matrimonial establecida en Génesis
2:24.
“Prenderán al
impío sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado. Él
morirá por falta de corrección, y errará por lo inmenso de su locura” (vv. 22,23). Para
destrucción del hombre Satanás promueve la desobediencia a la Ley de Dios: El
Señor, para bendición del hombre suplica que sea obediente a su Ley. ¿Cuál es
la postura del lector?
PROVERBIOS 8:13
“El temor del
Señor es aborrecer el mal, la soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca
perversa, aborrezco”
“El temor del
Señor” no
es algo externo que queda muy bien en las intervenciones públicas en la iglesia
para después ir a las suyas. El temor del Señor es mucho más que palabras
bonitas que se pronuncian para quedar bien en la iglesia y recibir el
beneplácito de la congregación al dar muestras de profunda piedad.
El
verdadero Temor del Señor es el resultado de una
auténtica conversión a Él. De haber pasado de muerte a vida. De haber sido
ungido por el Espíritu Santo. De haber convertido Dios el corazón de piedra en
uno de carne sensible a su Palabra. Si el genuino temor de Dios se da en una persona la denuncia de Jesús: ”Este pueblo de labios me honra pero su
corazón está lejos de mí, no va para él.
El
texto que comentamos nos dice que el temor del Señor tiene unos efectos que se hacen
evidentes. Es cierto que estos efectos no se manifiestan en la plenitud de la
perfección porque son mejorables. Si por la sangre de Jesús el creyente se
convierte en santo, por la santificación del Espíritu se perfecciona lo que todavía no ha llegado a
la plenitud.
Las
señales de que el temor del
Señor es
real, son:
Aborrecer el mal, no sólo en las otras
personas, sino en uno mismo. La Palabra de Dios es clara en lo que significa
andar en justicia. Es la plomada que señala la rectitud de actuación y que nos
avisa de que deben efectuarse correcciones en la edificación de nuestras vidas.
La Biblia es la lámpara que ilumina el sendero del peregrino evitando que se
produzcan encontronazos porque se distinguen los obstáculos que aparecen en el
recorrido.
La soberbia y a
arrogancia
forman parte de la personalidad del narciso, de que éste se crea el centro del
mundo y que las miradas e todos deben estar puestas en él. El narciso cree ser
un dios. La soberbia y la
arrogancia
están en el polo opuesto de la humildad que debe ser la
característica que debe observarse en un cristiano. El modelo perfecto de
humildad lo debemos ir a buscar en Jesús que era ”manso y humilde corazón”. La soberbia y la arrogancia perturban la paz del corazón.
El mal camino y a boca perversa. El libro de Proverbios es incansable
invitando a los hombres a que anden en las sendas
antiguas, el camino
estrecho que conduce a la Vida. El Señor que es tres
veces santo aborrece que
los hombres anden por el mal camino, el que los lleva a la muerte eterna y que
sus lenguas destilen el veneno mortal del chismorreo que destruye el buen
nombre de las personas.
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