dilluns, 17 d’octubre del 2016

PROVERBIOS 17:22

“El corazón alegre constituye buen remedio, pero el espíritu triste seca los huesos”
La sicología moderna se refiere a las enfermedades sicosomáticas, dolencias físicas que se originan en la mente. Lo que la medicina moderna da como un hecho comprobado científicamente, ya hace tres mil años que la Biblia ya lo había diagnosticado. ¡Qué lástima que las personas no presten más atención a las enseñanzas de la Biblia, que siendo para bendición nuestra nos enseñarían a vivir mejor!
El corazón alegre del que nos habla el texto de Proverbios  que comentamos, no es la alegría artificial que promueve la risoterapia. El corazón se hace alegre cuando está en paz con Dios. Como dice el proverbio popular: “el rostro es el reflejo del alma”. Un corazón que está en paz con Dios por la fe en Jesús, el rostro refleja la paz de Dios que excede a la comprensión humana. No es preciso ir por la calle  soltando carcajadas como se hace en determinados programas de televisión que artificialmente se muestran la blancura de una dentadura perfecta que atestigua que se ha pasado por el dentista.
No. La alegría que es buen remedio para la persona no es artificial. Se expone de manera totalmente natural, sin la intervención del teatro para impactar. El observador atento de inmediato se da cuenta de que se le quiere dar gato por liebre. La alegría hipócrita de muchos puede hacer que el cerebro descargue endorfinas que tienen efectos sicológicos relajantes, pero no son autentica alegría lo que producen las drogas químicas del cerebro.
La alegría beneficiosa que es el resultado de la paz de Dios no puede obtenerse si previamente no se ha dado la conversión a Cristo a la  que le sigue el perdón de los pecados que causan que los huesos se sequen. En el salmo 51 el rey David trata magistralmente el tema de las enfermedades sicosomáticas: “Ten piedad de mí,  oh Dios, conforme a tus misericordias, conforme a la multitud de tus piedades, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado” (vv. 1,2). David reconoce su pecado y acepta que solamente en Dios encontrará perdón: “Purifícame con hisopo y seré limpio. Lávame y seré más blanco que la nieve” (v.7). Se refiere a la sangre del Cordero  que el sacerdote aspergía. Pero David va más allá del sacerdote humano y tiene en mente a Jesús, el sumo Sacerdote, cuya sangre aplicada por el Espíritu Santo le limpia de todos sus pecados. Realizada la limpieza espiritual que hace la sangre de Jesús, David puede decir: “Hazme oír gozo y alegría, y se alegrarán los huesos que has abatido” (v.8). La alegría del corazón que es fruto del perdón de los pecados que concede Jesús hace que los huesos de David se alegren. Con tantas personas confiando en la risoterapia pero desconfiando de Jesús no debe extrañarnos  que anden por el mundo con espíritu triste y abatido, sin sonrisas espontáneas.


ROMANOS 4:20

Abraham “tampoco dudó, por incredulidad de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”
No se puede vivir si fe. ¿Qué fe? Por doquier se nos está bombardeando que si crees en ti mismo podrás conseguir todo lo que te propongas. Se anuncian productos lácteos para recién nacidos y lactantes que si se los suministra se convertirán en superhombres. Muchas personas creen en las enseñanzas del pensamiento positivo, pero ni la riqueza, ni la salud les llega. Los padres que creen en los poderes mágicos de los productos lácteos para lactantes enriquecidos con minerales y vitaminas, a medida que crecen no dan señales de ser unos superdotados. Son personas del montón con todas las vilezas que puedan cometer las personas que no han sido alimentadas durante la lactancia con leches mágicas. La fe en uno mismo y en otras personas con toda propiedad podemos llamarla: FE MALA.
Si existe FE MALA implica que en algún lugar debe existir FE BUENA. Si está, ¿dónde encontrarla? La FE BUENA es de origen divino y está basada en la persona de Jesús, el hijo de Dios encarnado. Quien niega la divinidad de Jesús es anticristo (1 Juan 2:22). La fe de la tal persona es de origen satánico. Quienes creen en las virtudes del pensamiento positivo no creen en Jesús. Quienes creen en la magia de los productos lácteos para hacer de sus hijos superhombres, su fe es mala, es satánica, porque ignoran que Jesús es el hijo de Dios. La educación que proporcionan a los hijos es materialista. Piensan únicamente en lo que se puede tocar. Esta educación sin Dios podrá hacer que lleguen a ser premios Nobel,  pero no conseguirá hacer de ellos buenas personas, hijos de Dios.
Abraham cuando apartó su mirada de Dios que lo había llamado a salir de Hur de los caldeos y emprender un viaje hacia lo desconocido, en ciertas ocasiones su fe fue mala. Fue un desastre cuando huyendo de la hambruna bajó a Egipto y se protegió en su esposa Sara por temor de ser muerto a causa de ella. Tuvo una fe mala cuando siguiendo el consejo de Su esposa Sara cohabitó con Hagar, la esclava de ella, para tener el hijo de la promesa que no llegaba. Dejándose llevar Abraham por la filosofía del pensamiento positivo creó un grave problema familiar.
A pesar de la debilidad de Abraham  no dudó en la promesa de Dios. Cuando ya no había posibilidad de tener hijos debido a su edad y que Sara ya había perdido la costumbre de las mujeres, nos dice el texto que se afianzó en la fe y no dudó en la promesa de Dios. Nació Isaac, el hijo de la promesa.
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