dimarts, 17 de maig del 2016

JUAN 6:27

Trabajad no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará, porque a Éste señaló Dios el Padre”
En el campo espiritual sí que el orden de los factores altera el producto. La Biblia se toma muy en serio que el cultivo del alma prevalece sobre el cuidado del cuerpo. El énfasis que la Palabra de Dios pone en las prioridades espirituales sobre las corporales se debe sin duda alguna a que el pecado que habita en nosotros ha distorsionado la visión de los hombres alterando el orden de los factores.
La anteposición de las necesidades corporales sobre las espirituales ha despertado una sed insaciable de poseer bienes materiales que ha llevado a que sean muchas las personas que son adictas al trabajo. Dicha adicción, como todas las adicciones es muy perjudicial para quien está atrapado en sus redes: negligencia  en las responsabilidades familiares, relaciones conyugales maltrechas, abandono de los deberes para con los hijos, relaciones sociales tan frágiles que están a punto de romperse si no es que ya ha sucedido y, lo más importante es el olvido de Dios.
Las necesidades temporales existen: comida, ropa, educación…Están presentes y deben atenderse. Para cubrirlas es necesario trabajar. Por ello, para evitar que las personas se conviertan en adictas al trabajo la Ley de Dios establece: “Seis días trabajarás…mas el séptimo día es reposo…Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Éxodo 20: 8-10). La Palabra de Dios se toma en serio la salud integral del ser humano. Seis días para trabajar y uno de descanso para que así el hombre pueda buscar al Señor que es el pan y el agua de vida.
Durante este día de descanso establecido por Dios para bien nuestro debemos dejar a un lado todos nuestros intereses temporales, muchos de ellos perfectamente legítimos, para atender de manera especial los del alma que son mucho más importantes que los corporales porque los espirituales trascienden a la eternidad.
“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece”.  Nuestra prioridad debe ser alimentarnos de Jesús que es el Pan de Vida y el Agua Viva que necesita nuestra alma. Vivimos en un mundo convulso de hombres y mujeres hambrientos de “comida que a vida eterna permanece” y no pueden alimentarse de tan exquisito y provechoso manjar porque se niegan a reconocer que Jesús es tan delicioso manjar porque rehúsan reconocerse  pecadores y que confesando a Él sus pecados sanarán de su enfermedad que les conduce a la muerte eterna.


1 TESALONICENSES: 5:17

“Orad sin cesar”
¿Es nuestro problema mantener una vida de oración activa? Sabemos que es así. Conocemos que la oración persistente debe ser así porque la Biblia lo enseña y porque Jesús es el modelo que debemos imitar. Ejemplo nos ha dado el Señor. A pesar de que sabemos que la oración debe formar parte de nuestra vida cristiana, debemos reconocer que nos es muy difícil seguir el ejemplo de Jesús.
Vivir por fe es una maratón, no un esprint. Una maratón es una prueba deportiva muy dura. Durante el recorrido el deportista tiene sus altos y bajos que tenazmente debe superar. La vida cristiana en general y la de oración en particular es una carrera que dura tanto como el tiempo  que el Señor quiera concedernos que peregrinemos por este mundo. Durante el largo recorrido también tendremos altos y bajos.
Cuando analizamos como son nuestros devocionales, ¿cómo nos comportamos cuando nos encerramos en nuestra habitación  para permanecer un tiempo en íntima comunión con el Señor? Descubrimos que a pesar de que deseamos apartarnos del mundanal ruido que nos distrae, de nuestro interior  suenan ruidos discordantes que nos distraen. Los pensamientos vuelan a velocidad supersónica y de la presencia del Señor nos alejamos. Nos es imposible controlar nuestros pensamientos. Si no son los pensamientos indomables los que dificultan la intimidad con el Señor, los adormecimientos no les van a la zaga. Recordemos la escena en el Getsemaní: “Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro. ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no entréis en tentación, el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26: 40,41).
A pesar de nuestro fracaso resuenan en nuestros oídos las palabras de Pablo: “Orad sin cesar” y las de Jesús. “Velad y orad para que no entréis en tentación”. A pesar a de nuestra debilidad e impotencia debemos seguir orando porque así nos lo enseña la Biblia. Nuestro enemigo el diablo se nos acercará y susurrará en nuestros oídos: ¿No te das cuenta de que eres un fracaso? ¿Crees que Dios puede oír tus oraciones tan mal estructuradas? Viene el Espíritu Santo y también susurra en nuestros oídos: “El Señor escucha las oraciones de los fieles que claman a Él. ¿A quién debemos escuchar: al diablo que busca nuestro mal o a Dios que desea nuestro bien?
Recordemos las palabras de Jesús: “Mas tú…entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6).



Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada