JUAN 1:5
“La luz
en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”
Debido a
estar situada entre escarpadas montañas y en latitud norte, la ciudad de
Rjukan, Noruega, no recibe la luz del sol desde octubre a marzo. Para que el
sol llegue a la ciudad durante los meses
que permanece invisible se han instalado en las cimas de los montes gigantescos
espejos que giran buscando el sol y
reflejando sus rayos hacia la ciudad durante los meses que se ve privada de sus
beneficiaros destellos.
“Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14), dijo Jesús oyentes
situado en el monte. Sigue diciendo a su auditorio: “Así lumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (v. 16).
“La luz en las tinieblas resplandece”.
Imitando los girasoles, los
gigantescos espejos que coronan las montañas que envuelven la
ciudad de Rjukan, los cristianos debemos girar siempre alrededor de Jesús
teniendo nuestros ojos puestos en Él que es “la
luz del mundo” (Juan 8:12) para que podamos reflejarla en un mundo que vive
en las más espantosas tinieblas espirituales. Hay grados de intensidad de
oscuridad, sí, sea cual sea su espesor no deja nunca de ser oscuridad. Veamos
un ejemplo de actualidad: los actos criminales que cometen los yahidistas no
tienen punto de comparación con los que comete el marido celoso que golpea a su
mujer. Ambos hechos manifiestan tinieblas, pero de distinta intensidad.
Yahidistas y maridos celosos necesitan recibir la luz que es Jesús reflejada en
las buenas obras que los cristianos hacen en el Nombre del Señor. Si los
cristianos no reflejan la luz de Jesús que se hace visible en las buenas obras
que hacen para la gloria del Señor, a pesar de que se pueda no estar
de acuerdo, los ojos no están puestos en Jesús ya que no reciben su luz
que se transforma en buenas obras.
Ser
cristiano es mucho más que con rostros santurrones cantar coritos hasta la
saciedad en los cultos y salir de la iglesia dejando entre sus paredes toda su resplandeciente religiosidad. Debemos
salir de las iglesias como lo hacía Moisés que abandonaba el tabernáculo con rostro resplandeciente por haber hablado
con Dios. La intimidad con Dios hacía de él el hombre más humilde que había
sobre la tierra y estaba capacitado para realizar la obra de guiar a Israel
hasta la Tierra Prometida, a pesar que no pudo entrar en ella por un pecado
cometido. Los cristianos verdaderos, sean hombres o mujeres, a pesar de que son
vasos de barro, glorifican a Dios con las buenas obras que realizan. Las buenas
palabras si no van acompañadas de buenas obras
inspiradas por el Espíritu Santo no son creíbles porque les falta la
intimidad con Dios.
MATEO 16:11
“¿Cómo
es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la
levadura de los fariseos y de los
saduceos?”
Los
discípulos eran duros de entendimiento. Situaciones que para nosotros hoy son
claras, para ellos eran espesas tinieblas. Jesús tenía que reprocharles que
estuviesen”sin entendimiento”. El
texto que hoy comentamos es uno de los que exponen situaciones en las que los
discípulos estaban sin entendimiento.
Habiendo
olvidado los discípulos se traer pan, aprovechando su negligencia Jesús explica
el significado que tiene “la levadura de
los fariseos y de los saduceos”. ”Mirad”,
les dice: “guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (v.6).
Como eran duros de cerviz relacionan la levadura de los fariseos y de los saduceos con un olvido de poner pan
en las alforjas para alimentarse durante el viaje. Jesús con dulzura no exenta
de firmeza debe reprenderlos, diciendo: “¿Por
qué pensáis hombres de poca fe, que no tenéis pan? (v.8). “¿No entendéis aún, ni os acordáis de los
cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los
siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? (vv.9, 10).
Si no
fuese porque Jesús explicó el significado espiritual que tiene la levadura que
se pone en la masa de harina para que la leude, la haga esponjosa y, una vez
horneada, el pan sea gustoso al paladar, nosotros seguiríamos desconociendo su
significado. Tampoco desea que nosotros sigamos en tinieblas. Cuando les abrió
el entendimiento “entonces entendieron
que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la
doctrina de los fariseos y de los saduceos” (v. 12).
Jesús
desea que sus seguidores no se encuentren atrapados por las erróneas doctrinas
que enseñan los falsos maestros que encubiertamente se introducen en las
iglesias para esparcir la levadura en ellas para hacer el daño para lo cual la
han esparcido. La enseñanza del texto es: Guardaos de las falsas doctrinas.
¿Cómo podemos saber que la doctrina que se imparte desde los púlpitos de las
iglesias no es levadura que corrompe la buena semilla que vivifica. El apóstol
Juan aporta luz al tema: “¿Quién es el
anticristo, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el
que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo
tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre” (1
Juan 2:22,23). Jesús es la Verdad,
por lo tanto, la clave para saber si el predicador siembra levadura o no. Que
el Señor no tenga que decirnos a nosotros: “¿No
entendéis aún?
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