dilluns, 16 de novembre del 2015


ISAÍAS 59:2


“Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no ver”

Leía en una lectura devocional acerca de una iglesia que invitó a un conferenciante. El responsable de la iglesia le dijo al orador invitado que hablase de Dios pero que no mencionara el Nombre de Jesús. El conferenciante le preguntó: “Por qué?” Por respuesta se le dijo: “Alguno de los miembros más destacados se sienten mal con Jesús, así que hable exclusivamente de Dios y todo irá bien”. Una iglesia que para no molestar a unos miembros estacados que probablemente la financian y así pueda seguir existiendo como iglesia (?) no merece ser considerada como tal por la sencilla razón de que el cimiento de una iglesia, la piedra del ángulo, precisamente es Jesús. Por ser Jesús el Hijo eterno de Dios Padre, que es uno con Él, Jesús no se puede desvincular de Dios. Las iglesias que no desean oír el Nombre de Jesús están formadas por personas que no se reconocen pecadores y por tanto “muertas en sus delitos y pecados”.

A las iglesias que únicamente deseen oír el nombre de Dios, el profeta Isaías tiene algo que decirles: “He aquí que no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha agravado su oído para oír, pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Porque vuestras manos están  contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad, vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua” (59:1-3). Las iglesias y sus miembros que no desean oír el Nombre de Jesús no reconocen su condición de pecadores por más que pronuncien la palabra Dios. Dios no puede escucharles porque sus pecados no perdonados ni borrados levantan un muro infranqueable entre ellos y el Dios del que quieren que se les hable.

La declaración del apóstol Juan que por conocida no significa que se haya creído. A pesar de ello la citaré con la esperanza de que si algún lector de este comentario hasta el presente solamente ha deseado oír el Nombre de Dios, por su gracia y por la intervención del Espíritu Santo pueda entender el sentido de tan importante declaración: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:16,17).

Jesús molestaba y sigue incordiando a muchos, pero es el único camino que lleva al hombre a  tener comunión con Dios y hace que dicho Nombre tenga significado.



2 PEDRO 1: 20,21


 

Entendiendo primero esto que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”

Estrechamente relacionado con este texto no debemos olvidar:”Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:12).

En noviembre de 2015 la Iglesia católica celebra el 50 aniversario de la constitución dogmática sobre Revelación divina titulada Dei Verbun, Palabra de Dios, con la finalidad de fomentar entre los católicos el conocimiento de la Biblia. Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona escribe: “Los cristianos hemos de leer y conocer la Palabra de Dios. Para cualquier cristiano es importante que conozca más y más la revelación que nos llega por la sagrada escritura y por la gran tradición de la Iglesia, con la interpretación auténtica del magisterio eclesial”.

A mi modo de ver no debe extrañarnos la magnitud de la corrupción que se genera en el Vaticano pues en él se encuentra la sede central del magisterio encabezado por el Papa, magisterio que es responsable  de preservar la fe de la Iglesia católica. Dicho protagonismo limitado a una elite que aparta al resto de los fieles la responsabilidad que tienen de interpretar individualmente las Sagradas Escrituras según enseñan los textos citados.

Es cierto que el Señor da dones de enseñanza en la iglesia que sirven para que el pueblo de Dios vaya creciendo en el conocimiento de la Verdad y vaya alcanzando la plenitud requerida. Dichos ministerios son responsables de difundir la enseñanza bíblica, pero no son infalibles. El único infalible es Dios que por el Espíritu Santo concede a los verdaderos  creyentes en Cristo la capacidad de interpretar correctamente las Escrituras en la medida del don recibido. Con la diabólica expresión “Doctores tiene la Iglesia” se enseña desde la infancia que la Biblia es un libro tan difícil de entender para que los fieles no se atrevan a abrir sus páginas para alimentarse con el Pan de vida y el Agua viva que es Jesús. Los doctores de la Iglesia” se encargan de interpretar la Biblia para que los fieles no caigan en errores.

Los cristianos de Berea contrastaban las enseñanzas que impartía el apóstol Pablo con lo que decían las Escrituras. La Iglesia católica en gran escala y muchas iglesias evangélicas de manera más limitada niegan el derecho de los fieles, no a la libre interpretación del texto sagrado, sino a lo que es mucho más peligroso a la interpretación realizada con la ayuda del Espíritu Santo que es quien inspiró a los profetas y apóstoles a escribir las letras sagradas. Si se impide que el Espíritu Santo inspire a los fieles a interpretar las Escrituras, no debe extrañarnos la macro corrupción que se produce en la Iglesia católica y las micro corrupciones que se dan en las diminutas iglesias evangélicas. 

 

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