GUATEMALA TIENE PRESIDENTE
<i>Según
la calidad moral y ética de un presiente depende que la justicia impere o no en
una nación</b>
La
entrevista que Jan M. Ahrens le hace a <b>Jimmy Morales</b>,
presidente electo de Guatemala contiene unas preguntas y respuestas que
interesan mucho a la política actual. Se le pregunta: ¿Se siente antipolítico?
Responde. “Antipolítico tal vez no, porque entonces no estaría en la política,
pero anti clase política, sí” El presidente <b>Morales</b> es “anti clase política”, es decir, no
comulga con la llamada “casta política” que ha hecho de la política un
<i>modus vivendi</i>, una manera de ganarse la vida saltándose los
principios éticos y morales que convierten a los políticos de ser servidores de
los ciudadanos en depredadores a su costa que con grandes esfuerzos y
sacrificios pagan sus impuestos. Asegura que cumplirá sus funciones de
presidente “luchando contra la corrupción. Hay demasiados focos contaminados en
el sistema, demasiada podredumbre” . Bla, bla, contra la corrupción no sirve.
Por ello se precisa romper con la pertenencia a un grupo para impedir que los
políticos que constituyen la “casta política” se tapen las vergüenzas unos a
otros <b>. EL ROTO</b>, señalando la corrupción vaticana, la
denuncia con el dibujo de un confesionario con un sacerdote en su interior,
acompañado del siguiente texto:<i>El problema del Vaticano es que sus
jerarcas se confiesan entre sí</i>.
El
presidente <b>Morales</b> confiesa ser cristiano cunado dice:
“Tengo cimientos cristianos, pero creo en la libertad de conciencia. Cada quien
tiene el derecho de creer y hacer lo que su libertad le permita sin ofender el
derecho de otra persona”. Teniendo el gobernante este principio que defiende el
presidente <b>Morales</b> no se caerá en la tentación de querer
imponer a los ciudadanos la fe que uno profesa y no se utilizará la escuela
pública como plataforma de adoctrinamiento en una religión determinada a pesar
de que sea mayoritaria, ni se utilizarán los fondos públicos para financiar a
la religión.
El
periodista le hace al presidente <b>Morales</b> una pegunta a la
que es habitual no darle respuesta alegando que pertenece al ámbito de lo
privado: ¿Pone a Dios por encima de todo? El presidente no la esquiva y
responde sin subterfugios: “Yo sí”. ¿Por encima de las leyes le pregunta el
reportero? “Como <b>Jimmy
Morales</b>”, responde, “definitivamente sí. Pero como presidente estoy obligado a
defender la ley sobre todas las cosas”. Por el sentido que tiene la entrevista
no pienso que le presidente <b>Morales</b> crea que la ley sea
inmutable y que deben hacerse respetar
las leyes injustas cueste lo que cueste y por grandes que sean los perjuicios
de mantenerse en la obcecación. Creo que el presidente guatemalteco será del
parecer que dicha legislación debe
revocarse lo antes posible tan pronto como se
tenga conocimiento de su existencia. El interés general debe prevalecer
por encima del interés de partido.
Un
periodista competente no puede negarse a hacer preguntas incómodas a sus
entrevistados. Por lo tanto es inevitable que salgan a relucir preguntas
polémicas sobre la homosexualidad y el aborto. Por lo que hace a la
homosexualidad dice: “Cada quien tiene derecho a creer y hacer lo que su
libertad le permita sin ofender el
derecho de otra persona”. En un país democrático se deben respetar los derechos
de las minorías aún cuando puedan no gustarnos. Ello implica condenar la homofobia. Por lo que hace al
aborto el presidente <b>Morales</b> es bien explícito: “La vida
está desde la concepción y hay que respetar el derecho a la vida. Aún
cuando entiendo la discusión sobre casos
extremos como la violación de una niña o el riesgo para la madre”.
El
periodista le pregunta al presidente <b>Morales</b>:¿Qué problema
le parece más grave: violencia, pobreza, narcotráfico o corrupción? Respuesta que va al grano: “Corrupción”.
Pregunta aclaratoria: ¿Por qué? Respuesta sin ambigüedades: “Porque es la razón
por la que estoy en política y su combate es mi ofrecimiento de campaña. Si
logramos sanar los problemas de corrupción que hay en Guatemala, tendríamos
recursos para combatir el narcotráfico y para dar seguridad”. Corrupción, problema grave que también existe
en España al que no se le da solución definitiva, más bien parece que se hace
la vista gorda. La no solución roba mucho dinero público que podría destinarse
a mantener un sistema educativo de más calidad y también a un sistema público
de sanidad más eficiente y poder incrementar las partidas presupuestarias
destinadas a prestaciones sociales esenciales.
Guatemala
es un país exprimido por la corrupción política y el periodista le hace una
pregunta a su entrevistado en este
sentido: ¿Es consciente que ha ganado por el voto de castigo? Respuesta: “He
ganado por el voto de castigo y por el voto de fe. Hay un porcentaje muy alto
de votantes de 18 a 23 años que han ido a las urnas por primera vez y que han
confiado en alguien a quien vieron en la televisión. Me han dicho comediante, y
es cierto, pero también soy moralista. Hay un voto de esperanza, de gente que
me creyó, de personas que me ven cercano a ellas, que saben que, a diferencia
de la clase política, no nací en una cuna de oro y que lo poco que tengo lo he
sudado”. El voto de castigo derrumba a los políticos corruptos y, ¿los que los
reemplazan? Da la impresión que <b>Jimmy Morales</b> es un
cristiano convencido, no de los que forman el clan de los <i>creyentes no
practicantes</i>. Pienso que es por este hecho que dice que ha vencido
por el “voto de la fe”. El 93% de los guatemaltecos son cristianos y la mitad
de ellos evangélicos. Que este hecho no haga caer a los votantes en la
tentación de divinizar a su nuevo presidente debido que su fidelidad a Cristo,
ello no quita que siga siendo una persona caída en pecado y por lo tanto sujeta
a cometer errores. Que el voto que le ha llevado a la presidencia sea el voto
de la fe en Dios que trabaja con instrumentos que son vasijas de barro sujetas
a romperse con prontitud. Que los cristianos evangélicos de Guatemala no se
caractericen solamente, como dice
<b>Jimmy Morales</b> por ir “tres o cuatro días por semana a la
iglesia”, sino por ser auténticos siervos de Dios que interceden por su
presidente para que Dios le ayude en el duro servicio al pueblo que le espera.
Octavi Pereña i Cortina
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