ISAÍAS 48: 22
“No hay
paz para los malos, dijo el Señor”
Paz individual. Paz colectiva. No hay paz para los
malos. Allí en donde no está Dios no existe paz. El profeta Isaías afirma con
claridad que para los malos no existe paz: “Pero
los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus
aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz dijo mi Dios para los impíos”
(Isaías 52: 20,21).
Un examen superficial de las condiciones en que se
vive en el mundo es la falta de paz en su seno. Las naciones anuncian paz, pero
el resultado es la guerra: Siria, Irak, Israel, Palestina…El terror que amenaza
la paz en el llamado Mundo Occidental es el Estado Islámico. La corriente
migratoria de grandes proporciones que amenaza Europa, pone al descubierto las
arenas movedizas sobre las que está construida la paz en la Unión Europea. No
hay paz para los malvados.
Vayamos al campo individual: Muchos proyectos para
extirpar la violencia de género, pero las víctimas femeninas siguen ampliando
las cifras. La violencia familiar: padres contra hijos e hijos contra los
padres sigue ocupando destacados espacios en los medios de comunicación. La
prostitución infantil es una lacra. La esclavitud sexual inflige mucho dolor a
las mujeres que engañadas con falsas promesas se ven obligadas a prostituirse.
La cadena de situaciones que perturba la paz individual es infinita. No hay paz
para los malos.
Al pueblo que andaba en tinieblas, Isaías le
anuncia, una gran paz para que los que los que moran en tierra de sombra de
muerte les resplandezca la luz de Dios que debería llevarles el Niño que nos ha
nacido que entre otros títulos llevaría el de Príncipe de paz (9:6). Fuera
de Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo no puede existir la paz debido
a que fuera de Él se es un hijo del diablo y las obras de su padre el diablo
desea hacer y, ¿cuáles son las obras del diablo? Homicidios, mentiras. No hay
paz para los malos.
La única manera de gozar la paz individual y
colectiva consiste en adquirir la ciudadanía del Reino de Dios que es regido
por Jesús el Príncipe de paz. Paz que
empieza a gozarse en este mundo de aguas tempestuosas que arrojan cieno y lodo
porque Jesús el Príncipe de paz, “la paz
nos deja, su paz nos da, no nos la da como el mundo la da” (Juan 14:27).
El mar tempestuoso que arroja cieno y lodo porque
el Maligno agita sus aguas, Jesús que calmó la turbulencia que agitaba el agua
del Mar de Galilea devolviendo la tranquilidad de los discípulos que iban en la
barca que amenazaba hundirse, es el mismo Jesús que calma las aguas turbulentas
en las que navegan sus discípulos hoy.
MARCOS 6:31
Jesús les dijo: “Venid vosotros aparte, a un lugar
desierto, y descansad un poco”
La sociedad actual con todos los avances
tecnológicos en el campo de la comunicación que en teoría tenía que facilitar
las tareas y, por tanto vivir con más desahogo, se ha convertido en la
comunidad más fatigada. Dejaremos a un lado el problema de las largas y
fatigosas horas laborales que imponen las grandes corporaciones a sus
empleados. No por no ser importante el tema, sino por cuestión de espacio. Nos limitaremos hoy a reflexionar sobre la
cuestión de la adicción digital. Los profesionales de la salud mental alertan
de los peligros que supone la adicción a
las nuevas tecnologías que en principio deberían servir para proporcionarnos
una mejor calidad de vida.
Un uso inmoderado de Internet. Correo electrónico,
redes sociales, tiene consecuencias que no solamente afectan a sus consumidores
individuales, también a su entorno familiar y social. Los adictos a las nuevas
tecnologías cautivados por los cachivaches digitales se aíslan de su entorno
para centrarse en las pantallas de sus artilugios, olvidándose que tienen
responsabilidades familiares, sociales, laborales y domésticas. También de sus
deberes escolares que cumplir los adolescentes.
El adicto digital puede liberarse de su
esclavitud si se da cuenta de que se
encuentra atrapado en la telaraña que es la red. Si no es consciente de la
falta de libertad no deseará recuperarla. Si uno se da cuenta que la red lo
tiene atrapado entonces sí que está en condiciones de buscar la libertad.
El texto que hoy comentamos aporta luz al adicto
digital para que pueda liberarse de la asfixia que produce el uso inmoderado de
las nuevas tecnologías. En cierta ocasión Jesús dijo a sus discípulos: “Venid a mí todos los que estáis trabajados
y cargados, y yo os haré descansar…Llevad mi yugo…y aprended de mí…y hallaréis
descanso para vuestras almas” (Mateo 11: 28,29). ¿Cómo se hace realidad la
invitación que Jesús nos hace de ir a Él?
Ciertamente la fe es el primer paso. El segundo es apartarnos a un lugar
desierto, que puede muy bien ser un lugar privado del hogar, o en cualquier
otro espacio en donde podamos descansar un poco en compañía de Jesús,
espiritualmente a nuestro lado. Tiene que darse una desconexión de Internet y
conectar con Jesús para tener intimidad con Él. El resultado es que nos da su
paz reflexionando en su Palabra y, en oración sentida pedirle que nos ayude a
vencer la adicción que tanto nos hiere. Si cerramos el ordenador para estar en
intimidad con Jesús, si reflexionamos en su Palabra que nos tonifica, es el
primer paso hacia la liberación. Si persistimos en esta práctica podremos cantar victoria y alabaremos al
Señor que nos ha liberado de la adicción digital.
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
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