dilluns, 2 de març del 2015


IASAÍAS 19:1


“Profecía sobre Egipto. He aquí que el Señor monta sobre una ligera nube, y entrará a Egipto, y los ídolos de Egipto temblarán delante de Él, y desfallecerá el corazón del os egipcios dentro de ellos”

Todo lo que está escrito en la Biblia es para nuestra instrucción. Todo ello es Palabra de Dios que tiene por finalidad despertarnos del sueño de la muerte y levantarnos a la vida. La Biblia contiene enseñanzas para individuos y también instrucción para las naciones. El texto que comentamos tiene que ver con Egipto pero también tiene su aplicación en nuestro país.

“He aquí que el Señor monta sobre una ligera nube y entrará a Egipto”. Es una manera de decir que el Señor hace acto de presencia en Egipto que no deja intacta la condición del pueblo. Egipto como todas las naciones de su entorno se caracterizaba por una grosera   idolatría que nosotros catalogamos como obra de arte que nos produce desazón cuando los extremistas islámicos destruyen las piezas que se conservan en los museos. Los ídolos, a pesar de que teniendo pies no andan, ante la presencia del Señor “tiemblan delante de Él” y con ello “desfallecerá el corazón de los egipcios”. Ante la presencia del Señor las cosas no permanecen igual. Hay conmoción porque descubre el pecado y este conocimiento produce una reacción: sea para arrepentimiento o sea para seguir viviendo en pecado.

“Es espíritu de Egipto se desvanecerá…y destruiré su consejo, y preguntarán a sus imágenes, a sus hechiceros, a sus evocadores, a sus adivinos” (v.3). Cuando un pueblo se entrega a la idolatría “el consejo de los prudentes consejeros de faraón se ha desvanecido” ((v.11). El texto nos dice que las estructuras sociales de Egipto andan confundidas. Hay desorden. Confusión. Desconcierto. Antagonismo. Todo ello perjudica al país. Cuando los sabios se vuelven necios, ¿dónde buscar consejo que ayude a salir del atolladero en que nos han metido la necedad de los dirigentes políticos, económicos, religiosos de nuestro país?  La adoración a los santos ¿qué es sino invocar a los muertos? Esta práctica que la estimula Satanás está totalmente prohibida por el Señor.¿Cuál fue el final del rey Saúl   que invocó al fallecido profeta Samuel? Su muerte en manos de sus enemigos filisteos y la derrota de Israel en manos de sus ancestrales enemigos.

Cuando una nación no consulta al Señor los problemas se multiplican y no se les sabe dar solución. Los consejeros buscan ayuda en los ídolos y la confusión se agrava. ¿No andan a tientas las naciones por haber abandonada el consejo de Dios? ¿Dejaremos de dar la espalda al Padre de nuestro Señor Jesucristo y nos volveremos a Él en busca del sabio consejo que nos ayudará a salir del caos existente? ¿Es que preferimos, por orgullo, dejarnos guiar por consejeros necios que nos hunden todavía más en la ciénaga de la confusión sin encontrar la Roca sobre la que descansar los pies para evitar el desastre?


SALMO 65:3


“Las iniquidades prevalecen contra mí, mas nuestras rebeliones tú las perdonarás”

¿Estamos dispuestos a reconocer que somos imperfectos? Estamos dispuestos a reconocerlas cuando son descubiertas y corremos a disculparnos a quienes hayamos podido molestar con nuestro desliz. La pregunta que me hago es: De no haber sido descubierto nuestro error, ¿pediríamos perdón a los ofendidos?

En este texto que meditamos el salmista no reconoce errores que hayan podido ofender a su prójimo, pero sí que reconoce iniquidades y rebeliones que prevalecen contra Él. El salmista puede llegar a esta conclusión porque tiene en cuenta la existencia de Dios y de que ha transgredido su Ley. El salmista es consciente de haber transgredido la Ley de Dios  y a Él en primer lugar pide perdón por su pecado. Después, si ello es posible, debe pedirle perdón al prójimo ofendido y restituirle lo que su pecado le ha robado. Si ello no es posible, al menos debe existir un sincero deseo de restitución cuando la ocasión lo permita.

El primer paso que el salmista nos enseña a hacer es reconocer que somos pecadores y que debemos pedir perdón a Dios por nuestras iniquidades. El segundo paso a seguir es tener la certeza de que Dios ha perdonado nuestro pecado:  “Mas nuestras rebeliones tú las perdonarás”. Cierto que Dios perdona los pecados. Esta es la enseñanza que imparte la Biblia. Sólo Dios tiene poder de personar los pecados. Ejerce Dios este poder de manera indiscriminada o lo limita. El Nuevo Testamento nos dice de manera que no da lugar a la duda que el perdón de Dios está limitado a aquellas personas que creen que Jesús, el del Evangelio, es el Salvador que perdona los pecados del pueblo de Dios.

El salmista afirma que la salvación es algo que pertenece exclusivamente a Dios  cuando en el v.4 dice: “Bienaventurado el que tú escoges y atraes a ti. Para que habite en tus atrios, seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo”. En el evangelio de Juan Jesús dice refiriéndose a sus discípulos: ”Cuado estaba   con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre, a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese” (Juan 17:12). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo intervienen en la operación de salvar a una persona. El Padre da al Hijo los escogidos. Aquellos que el Padre da al Hijo Éste los retine para siempre. No pueden perder la salvación recibida. El Espíritu Santo “da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”  (Romanos8:16). “Bienaventurado el que tú escoges y atraes a ti…”. El escogido de Dios por el testimonio del Espíritu es una persona feliz porque tiene la certeza de que no puede perder la salvación que ha sido sellada con la sangre de Jesucristo y que habitará eternamente en los atrios de Dios.

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