¿POR QUÉ PERMITE DIOS EL DOLOR?
<b>El
dolor no tratado adecuadamente añade fatiga y agotamiento emocional</b>
La
prensa de todo el mundo se ha hecho eco de las palabras que
<b>Glysella</b> la niña de 12 años le dirigió al papa
<b>Francisco</b> durante su viaje a Filipinas: “Hay muchos niños
abandonados por sus propios padres, muchas víctimas de muchas cosas terribles
como las drogas o la prostitución. ¿Por qué Dios permite estas cosas? La
pequeña <b>Glysella</b> como todos los que hacen la pregunta ¿por
qué Dios permite estas cosas?, la plantean mal. Realmente la pregunta que
deberían hacerse es: ¿Por qué existen estas cosas malas?
El
mundo en que vivimos no es el mundo que realmente fue ni es el mundo que será
mañana. El mundo de hoy es un mundo pervertido por el pecado. El mundo que será
lo esboza el apóstol Pablo cuando personifica a la creación otorgándole
sentimientos, escribe: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar
la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujeta a vanidad,
no por propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza, porque
la creación misma será liberada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:19-25). El final de la historia que
se inició en el paraíso terrenal será en el cielo eterno en donde “Dios mismo
estará con ellos como su Dios. Enjugará toda lágrima de los ojos de ellos, y ya
no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni más clamor, ni más dolor, porque las
primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21: 3,4).En tanto el cielo nuevo y la
tierra nueva sea algo futuro debemos aceptar convivir con el dolor en sus
diversas formas.
La
sociedad hedonística en que vivimos es el resultado de haber abandonado a Dios,
busca la felicidad a cualquier precio debido a que no acepta la presencia del
dolor. No lo consigue y, ante el fracaso da cabezazos contra la pared con lo que consigue agravar todavía más la
situación. El ser humano busca en las lágrimas el consuelo que no le aportan.
“Cada vez hay menos tolerancia en esta sociedad nuestra, que se recrea en la
superficialidad y el hedonismo de los grandes paneles publicitarios y la
sensación de confort inmediato y etéreo
de las redes sociales, por ejemplo.” (anónimo).
Nos
guste o no debemos convivir con el dolor. Lo sensato sería intentar descubrir
si el sufrimiento tiene algo que aportar a nuestro bienestar. Dustin Sharameck
ha dejado escrito: “Una buena teología es esencial si hemos de sufrir bien”. El
mejor libro de Teología, sin duda alguna es la Biblia y en él encontramos
respuesta a la pregunta ¿por qué permite Dios el dolor? Una de las carencias
educativas de hoy es la falta de disciplina en la educación de los hijos por
parte de los padres. Esta ausencia tiene un precio muy alto de malestar social.
Los hombres en general no reconocen que el Padre de nuestro Señor Jesucristo
sea el Padre de todos quienes creen en su Hijo unigénito. El Padre celestial
como buen Padre que es disciplina a sus hijos: “Porque aún no habéis resistido
hasta la sangre, combatiendo contra el pecado, y habéis olvidado la exhortación
que como a hijos se os dirige diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina
del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por Él, porque el Señor al que
ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la
disciplina, Dios os trata como a hijos, porque, ¿qué hijo es aquel a quien el
padre no disciplina? Pero si os deja sin disciplina, de la cual todos han sido
participantes, entonces sois bastardos y no hijos… Es verdad que ninguna disciplina
al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto
apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:
4-11).
El
apóstol Pedro indiscutiblemente se dirige a verdaderos cristianos cuando
escribe refiriéndose a “una herencia incorruptible, reservada en los cielos
para vosotros que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está reservada para ser manifestada en el tiempo
postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo,
si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que ser
sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, ser hallada en alabanza, gloria y honra cuando
sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro
1:4-7). Las dificultades por las que atraviesan los verdaderos cristianos son
para su santificación para que en el postrer día se los pueda presentar ante sí
mismo “sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santos y sin mancha”
(Efesios 5:27). Oro en bruto que hoy son
los verdaderos cristianos deben pasar por el crisol de la aflicción para
separar las escorias para poder resplandecer como el oro puro.
<b>Joni
Eareckson Tada</b> que en su adolescencia fue una <i>cristiana no
practicante</i>, debido a un desafortunada zambullida se quedo
parapléjica y de ahí a la conversión a Cristo, escribió: “A veces Dios permite
aquello que odia para conseguir lo que ama. Por medio de enfermedades puede hacer
mucho bien. No entenderemos a Dios ni a su manera de hacer las cosas hasta que
no lleguemos al cielos, pero nos ha dado muchas pistas que nos permiten
entender que podemos confiar en Él, y que si Él permite alguna cosa que odia,
debe ser para conseguir algo maravilloso. Él quiere que Cristo esté en ti y sea
tu esperanza de gloria”.
Octavi Pereña i Cortina
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