¿SE PUEDE DECIR LA VERDAD?
<b>Si
se desconoce la verdad, ¿cómo se pretende exponerla?</b>
La
desafección creciente hacia la <i>casta</i> de los políticos
aumenta. Las encuestas suspenden a la mayoría de los políticos destacados, lo
cual pone de manifiesto que la ciudadanía pierde la confianza en las personas elegidas para
gobernar el país. La causa principal de la desvalorización de los políticos es
el incumplimiento de las promesas electorales y el secretismo que envuelve la
resolución de los problemas diarios. Cuando a alguien se le engaña dos o tres
veces llega a la conclusión que con estas personas lo mejor es no tener trato
con ellas. Los políticos mienten y los ciudadanos están hartos de que se les
tome el pelo.
Los
políticos, tal vez mal aconsejados por sus asesores se presentan públicamente
muy agresivos a la hora de exponer sus ideas de cómo resolver los problemas que
afectan a la ciudadanía. La fanfarria con que los exponen es una evidencia de
que detrás de las formas dan gato por liebre. La verdad no necesita cosméticos
para convencer, sólo es necesario que se la exponga y se cumpla. En general los
políticos se manifiestan como incumplidores de sus promesas. Recuperar la
credibilidad costará mucho, pues, gato escaldado…
El
engaño es un veneno que mata a pequeñas dosis. La mentira repetida con
constancia tiene sus efectos sociales. La corrupción que se manifiesta con
tanta contundencia es una prueba de que la mentira política no es inocua. A la
larga mata. La astucia impide mentir descaradamente, de ahí la práctica de las
medias verdades. Pero, una madia verdad es tan nociva como una mentira
claramente declarada. Quizás aquí, en las medias verdades es donde los
políticos pueden conservar la poltrona. Se aprovechan de la falta de sentido
crítico de la población para endosarle el fraude y que lo acepten. Debido a la
credulidad ciudadana, a pesar de los engaños tan notorios pueden volver a ganar
las elecciones. El país, pero, paga las consecuencias de consentir que
embusteros manifiestos sigan gobernando.
El
engaño es un boomerang que siempre golpea a quien lo utiliza. A veces da la
sensación de que al estafador sus engaños no le perjudican, pero, tarde o
temprano el engaño se descubre. No deben pasárselo muy bien los tramposos que
son imputados por corrupción al
apropiarse de bienes públicos para disfrute personal. La vergüenza debe
corroerles el alma. Por endurecida que esté siempre queda un resquicio de
sensibilidad que la hace sufrir cuando se hace público su comportamiento
indeseable.
La
Biblia tiene mucho que decir sobre la mentira: “Sabroso es al hombre el pan de
mentira, pero después su boca se llena de cascajo” (Proverbios 20:17). El texto
nos dice que se encuentra cierto placer en el pecado, de no ser así los hombres
dejarían de practicarlo. El diablo que es el padre de la mentira se encarga de
hacer creer a sus hijos que siguiendo sus doctrinas se lo pasarán bien, que no
tendrán problemas porque sus trampas no se descubrirán. Pero la falsa ilusión
que despierta el maligno tiene un final: “Después su boca se llena de cascajo”
. Este símil sirve para ilustrar las consecuencias morales que tiene la
mentira. Debido a que el hombre carnal está hecho a imagen y semejanza de su
padre el diablo , extirpar la mentira del corazón humano es imposible. Las leyes
pueden prohibirla y sancionarla, pero no pueden impedir que sigan existiendo
mentirosos que la propaguen por doquier provocando desgracias. La educación,
por más valiosa que sea no la puede eliminar, lo que sí consigue es hacerla más
sutil, dándole una apariencia de credibilidad. Siempre se paga el peaje de
tener la boca llena de cascajo. La mentira tan extendida es la confirmación de
la denuncia que Jesús hizo a los fariseos: “Vosotros sois de vuestro padre el
diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer” (Juan 8:44). En el
contexto inmediato se encuentra la mentira relacionada con el homicidio. Jesús
asegura que el diablo “es homicida des de el principio…Cuando habla mentira ,
de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira”.
No
debería extrañarnos que en una sociedad en donde el diablo tiene tantos hijos,
en las altas esferas del gobierno en concreto, se encuentre tanta mentira y
tanto ejercicio de la violencia para conseguir sus fines. Deseamos hacer los
deseos de nuestro padre el diablo. Lo llevamos en la sangre, de no ser que se
produzca un cambio de paternidad, mutación que es posible por la fe en Jesús.
El apóstol Pablo nos hace partícipes del secreto para cambiar la genética
espiritual del ser humano. Nos llama a dejar la manera de vivir que llevamos
porque este estilo de vida nos conduce a la muerte eterna: “Mas si por el
Espíritu hacéis morir las obras de la carne viviréis”. La tendencia innata a la
mentira no se puede cambiar si no es con la colaboración del Espíritu Santo.
Ahora viene lo que es sorprendente: “Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”. Siendo descendientes de Adán somos
hijos del diablo. Por la fe en Jesús que es un regalo de Dios “recibimos el
espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. Sólo por el
Espíritu Santo el ser humano puede reconocer que Dios es el Padre celestial.
Todavía hay más: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios” (Romanos 8:14-16). Habiendo cambiado de paternidad cambian las
maneras de proceder. Esto permite que decir mentira de manera tan habitual
entre los hombres, quienes son guiados por el Espíritu Santo les sea posible
“dejar la mentira y hablar verdad con el prójimo” (Efesios 4:25). ¿No sería
otra la situación de nuestro país si todos los ciudadanos obtuviésemos de las
enseñanzas del Señor inteligencia y así
odiar todo camino de falsedad? (Salmo 119:104)
Octavi Pereña i Cortina
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