dilluns, 2 de juny del 2014


PROVERBIOS 14:14


“De sus caminos será hastiado el necio de corazón, pero el hombre de bien estará contento del suyo”

El necio de corazón está hastiado de sus caminos. ¿Quién es el necio de corazón? Quien dice que no hay Dios. Quien afirma que la creación es fruto de la evolución, de un accidente fortuito denominado Big Bang. Que el hombre está emparentado con los monos porque sus antecesores son los simios. En definitiva, el necio de corazón es aquel que considera que él y la creación todo es fruto del azar y que hace millones de años una fuerza ciega echó los dados y así surgió el basto universo, la tierra con todo lo que contiene y, el hombre.

No debe extrañarnos que el necio esté hastiado de sus caminos. Debido al pecado la tierra h sido maldecida y fruto de esta maldición produce cardos y espinas y el trabajo del hombre se hace fastidioso. Como que el necio dice que no hay Dios no sabe donde cobijarse para protegerse cuando las inclemencias de la vida le golpean duramente. Dios quiere cobijarlo bajo sus alas protectoras como la gallina extiende sus alas para proteger a sus polluelos del peligro amenazante. Como Dios no existe tampoco existen las alas divinas que pueden protegerle. El necio de corazón está hastiado de sus caminos. Vive en un permanente estado de frustración. Por doquier ve enemigos inexistentes que le acechan y convierten su vida en un fastidio. No hay paz para el impío, el necio, dice el Señor.

El contraste es espectacular: “Pero el hombre de bien está contento con el suyo”. Distinguiéndose del necio, “el hombre de bien” es el que cree en Dios. Que Dios es el creador y el sustentador de la creación y que su existencia no se debe al encuentro fortuito de dos átomos. Dios lo ha creado todo con un propósito y que este Dios, en las adversidades de la vida cuida de él y le protege de los enemigos del alma que son muchos. El creyente, ante el más mínimo asomo de peligro rápidamente acude a cobijarse bajo las alas protectoras del Señor y en Él encuentra la paz necesaria. Por eso “el hombre de bien está contento del suyo”, porque las circunstancias no son casualidades sino propósitos de Dios para su bien.

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JUECES 14:3

“Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada”

Sansón era israelita y por el mero hecho de serlo debía ser fiel a Dios y respetar la ley del matrimonio que prohibía casarse con alguien que no fuera del pueblo de Dios. Pues hacerlo acarrearía problemas, no solamente en el ámbito personal sino también en el colectivo. Dicho matrimonio, que hoy lo denominaríamos mixto induciría a abandonar al Señor que los había liberado de la esclavitud de Egipto y adorar a los dioses de los habitantes de la tierra que deberían haber exterminado.

Sansón fue un apartado para Dios por partida doble. Lo era por ser israelita y por ser nazareo, separado por Dios para juzgar a Israel. Sansón “vio en Timnat a una mujer de los hijos de los filisteos” (v.1). Como quiera que los israelitas al conquistar Canaan no cumplieron el mandato de su Libertador de matar a todos los habitantes de la tierra, se vieron obligados a convivir con ellos, que eran idólatras. De antemano Dios les avisó de los peligros de tal convivencia y así fue como Israel se contagió de la idolatría que profesaban aquellas personas. Sansón se fijó en una filistea y les dijo a sus padres: “Os ruego que la toméis por mujer”. Sus padres que eran fieles adoradores del Señor, le dijeron: “¿Ho hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo para que vayas a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?” Sansón dijo a su padre: “Tómame esta mujer, porque me agrada”

Las apariencias engañan. Saúl fue escogido rey porque “puesto en medio del pueblo desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo” (1 Samuel 10:23). Su reinado fue un desastre. Cuando el Señor le encargó a Samuel que buscara un sustituto a Saúl que había sido desechado en uno de los hijos de Isaí, al ver a Eliab dijo: “De cierto delante del Señor está su ungido”. El Señor tuvo que corregir al profeta, diciéndole,: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho, porque el Señor no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).

Sansón se fijó en la belleza física de la filistea. Su hermosura entró por sus ojos  y le sedujo. Quiero a esta mujer por esposa porque me agrada, Sansón hizo una mala elección que fue el principio de otras relaciones con filisteas, la última con Dalila y su final vergonzoso

La atracción física no lo es todo. Los cristianos deben fijarse en el corazón de las personas por las que se sienten atraídos para contraer matrimonio. Si el corazón de la persona elegida no es según Dios, es preferible cortar la relación antes de que sea demasiado tarde y se tenga que arrepentir de la elección equivocada por los problemas que acarrea. Los consejos de Dios son para bien y no para mal de quienes los siguen.

 

 

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