PROVERBIOS 14:14
“De sus caminos será hastiado el
necio de corazón, pero el hombre de bien estará contento del suyo”
El necio de corazón está
hastiado de sus caminos. ¿Quién es el necio de corazón? Quien dice que no hay
Dios. Quien afirma que la creación es fruto de la evolución, de un accidente
fortuito denominado Big Bang. Que el hombre está emparentado con los monos
porque sus antecesores son los simios. En definitiva, el necio de corazón es
aquel que considera que él y la creación todo es fruto del azar y que hace
millones de años una fuerza ciega echó los dados y así surgió el basto
universo, la tierra con todo lo que contiene y, el hombre.
No debe extrañarnos que el necio esté hastiado de sus caminos. Debido
al pecado la tierra h sido maldecida y fruto de esta maldición produce cardos y
espinas y el trabajo del hombre se hace fastidioso. Como que el necio dice que
no hay Dios no sabe donde cobijarse para protegerse cuando las inclemencias de
la vida le golpean duramente. Dios quiere cobijarlo bajo sus alas protectoras
como la gallina extiende sus alas para proteger a sus polluelos del peligro
amenazante. Como Dios no existe tampoco existen las alas divinas que pueden
protegerle. El necio de corazón está hastiado de sus caminos. Vive en un
permanente estado de frustración. Por doquier ve enemigos inexistentes que le
acechan y convierten su vida en un fastidio. No hay paz para el impío, el
necio, dice el Señor.
El contraste es espectacular: “Pero el hombre de bien está contento
con el suyo”. Distinguiéndose del necio, “el hombre de bien” es el
que cree en Dios. Que Dios es el creador y el sustentador de la creación y que
su existencia no se debe al encuentro fortuito de dos átomos. Dios lo ha creado
todo con un propósito y que este Dios, en las adversidades de la vida cuida de
él y le protege de los enemigos del alma que son muchos. El creyente, ante el
más mínimo asomo de peligro rápidamente acude a cobijarse bajo las alas
protectoras del Señor y en Él encuentra la paz necesaria. Por eso “el hombre
de bien está contento del suyo”, porque las circunstancias no son
casualidades sino propósitos de Dios para su bien.
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JUECES 14:3
“Y Sansón respondió a su padre:
Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada”
Sansón era israelita y por el mero hecho de serlo debía ser fiel a Dios
y respetar la ley del matrimonio que prohibía casarse con alguien que no fuera
del pueblo de Dios. Pues hacerlo acarrearía problemas, no solamente en el
ámbito personal sino también en el colectivo. Dicho matrimonio, que hoy lo
denominaríamos mixto induciría a abandonar al Señor que los había
liberado de la esclavitud de Egipto y adorar a los dioses de los habitantes de
la tierra que deberían haber exterminado.
Sansón fue un apartado para Dios por partida doble. Lo era por ser
israelita y por ser nazareo, separado por Dios para juzgar a Israel.
Sansón “vio en Timnat a una mujer de los hijos de los filisteos” (v.1).
Como quiera que los israelitas al conquistar Canaan no cumplieron el mandato de
su Libertador de matar a todos los habitantes de la tierra, se vieron obligados
a convivir con ellos, que eran idólatras. De antemano Dios les avisó de los
peligros de tal convivencia y así fue como Israel se contagió de la idolatría
que profesaban aquellas personas. Sansón se fijó en una filistea y les dijo a
sus padres: “Os ruego que la toméis por mujer”. Sus padres que eran
fieles adoradores del Señor, le dijeron: “¿Ho hay mujer entre las hijas de
tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo para que vayas a tomar mujer de los
filisteos incircuncisos?” Sansón dijo a su padre: “Tómame esta mujer,
porque me agrada”
Las apariencias engañan. Saúl fue escogido rey porque “puesto en
medio del pueblo desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo” (1
Samuel 10:23). Su reinado fue un desastre. Cuando el Señor le encargó a Samuel
que buscara un sustituto a Saúl que había sido desechado en uno de los hijos de
Isaí, al ver a Eliab dijo: “De cierto delante del Señor está su ungido”.
El Señor tuvo que corregir al profeta, diciéndole,: “No mires a su parecer,
ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho, porque el Señor no mira lo
que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Sansón se fijó en la belleza física de la filistea. Su hermosura entró
por sus ojos y le sedujo. Quiero a esta
mujer por esposa porque me agrada, Sansón hizo una mala elección que fue el
principio de otras relaciones con filisteas, la última con Dalila y su final
vergonzoso
La atracción física no lo es todo. Los cristianos deben fijarse en el
corazón de las personas por las que se sienten atraídos para contraer
matrimonio. Si el corazón de la persona elegida no es según Dios, es preferible
cortar la relación antes de que sea demasiado tarde y se tenga que arrepentir
de la elección equivocada por los problemas que acarrea. Los consejos de Dios
son para bien y no para mal de quienes los siguen.
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