dilluns, 23 de juny del 2014


EDUCACIÓN COJA


<b>El fracaso escolar que está en boca de los informes se debe no solamente a los cambios incesantes de las leyes educativas, sino a la falta de la dimensión espiritual</b>

<b>Nuccio Ordine</b> profesor de literatura, dice: “Giordano Bruno, gran filósofo que fue quemado por la Inquisición de Roma, decía que si la filosofía, la literatura y el saber no se convierten en una manera de vivir, son totalmente inútiles. Lo que yo pienso, lo que creo, debe operar en mi una metamorfosis para que coincida con mis acciones. Si el saber es una manera de vivir estamos en el camino correcto”.

La educación debe experimentar un cambio radical. Debe dejar de enseñar el <i>utilitarismo</i> como propósito principal e imbuir en los alumnos que deben ser mejores personas, más sabias, más éticas. Que la formación que reciben no sirve solamente para obtener un título que les facilitará ganar un buen salario que les permitirá vivir holgadamente, sino para utilizar los conocimientos adquiridos para mejoras las condiciones de vida de todos los ciudadanos. La finalidad de todos el proceso educativo, desde primaria hasta la universidad, debería ser crear personas en todo el amplio sentido que tiene ser persona. En este sentido el sistema educativo ha fracasado estrepitosamente cuando vemos el resultado que ha dado en el ámbito público: políticos corruptos, banqueros ladrones, empresarios que solamente piensan en sí mismos y se desentienden de las necesidades de sus trabajadores que los enriquecen con su trabajo, médicos que en vez de salvar vidas se dedican a dar muerte a personas que se están desarrollando en el seno materno. En el ámbito privado: violencia machista, violaciones, prostitución infantil… El sistema educativo actual crea vampiros que aprovechándose de la posición social la utilizan para chupar la sangre de los ciudadanos convirtiendo su existencia en un auténtico infierno.

<b>Maimónides</b> nos hace una reflexión sobre la educación lo suficientemente interesante como para tenerla en cuenta: “ Mientras el hombre lee y estudia (se lo considera instruido), pero no se relaciona con sus semejantes de buen grado, ¿qué opinan de él? ¡Ay de Fulano que ha estudiado…Mirad que ruin es su proceder y que impías sus acciones”. El sistema educativo actual fracasa en el intento de formar personas que piensen en el bienestar de los otros porque ha apartado a Dios de su temario, no porque haya eliminado de las aulas los símbolos religiosos, sino porque ha expulsado a Dios, sustituyéndolo por la filosofía atea de la evolución que se ha convertido en los últimos siglos en una nueva religión. El rechazo de Dios en el sistema educativo ha convertido a las aulas en laboratorios que crean monstruos que los medios de comunicación se encargan de presentarlos en sociedad. Exponen un modelo educativo que ha fracasado, sin presentar el remedio. Nos lamentamos de las reformas educativas que presentan los ministros de educación de turno, olvidándonos que sus padres son el producto de una educación que promulga el <i>utilitarismo</i> egoísta a expensas del bien común porque no está Dios que puede humanizarla. Nos lamentamos del bajo nivel intelectual y ético de los titulados, olvidándonos de que son los hijos de un sistema educativo que ha expulsado a Dios de las aulas.

Alguien ha dejado escrito: “No tengas miedo de la falta de conocimientos, ten miedo del conocimiento falso” Toda la maldad existente en este mundo procede del conocimiento falso”. Un conocimiento falso que se ha propiciado en los últimos decenios es la doctrina que enseña que a los niños se les debe dejar hacer sin restricciones ya que de esta manera se preserva su libertad. Esta filosofía llevada a la práctica es la causante de la creación de pequeños <i>nerones</i> que hacen insoportables las vidas de sus padres y que cuando son adultos y ocupan lugares de responsabilidad queman todo lo que tocan.

Otro conocimiento falso que tiene mucha aceptación es el que enseña que los niños son angelitos y que si aprenden a hacer el mal se debe las influencias externas que los impulsan a hacerlo. Si damos como buena dicha doctrina, entonces, cuando son adultos se convierten en vampiros y monstruos que no son responsables de sus actos y cuando se descubren sus fechorías se limitan a decir. “tranquilos que no pasa nada”. No nos debe extrañar que no piensen en dimitir porque los resultados de sus actos no son responsabilidad suya ya que son la consecuencia de influencias externas.

Un punto de vista totalmente distinto del que considera que el niño es un angelito, es el bíblico que en palabras del salmista hace esta descripción: “Se apartaron los impíos des de la matriz, se descarriaron hablando mentira desde el seno materno” (Salmo 58:3). Desde el feto en desarrollo, antes de ver la luz del sol, la nueva persona está manchada por el pecado, cosa que desmiente que los niños son angelitos y que las inclinaciones perversas que se manifiestan tan pronto como nacen no se deben a factores externos sino a la expresión de la naturaleza pecadora heredada de Adán.

Dar carta blanca a los niños. No imponerles restricciones. No educarlos en el temor de Dios ni enseñarlos los límites que no pueden traspasar de la Ley de Dios es la peor educación que se pueda impartir ya que se los encamina hacia la infelicidad temporal y, lo que todavía es más grave, se los lanza directamente a la condenación eterna porque al no serles borrado su pecado por la sangre de Jesucristo no tienen acceso, después de la muerte, al reino celestial.

Octavi Pereña I Cortina

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