PROVERBIOS 19:15
“La pereza hace caer en profundo
sueño, y el alma negligente padecerá hambre”
Nuestro sistema educativo ha
fabricado una generación de niños perezosos que pueden pasar curso sin haber
aprobado. Cuando ingresan en la universidad no están a la altura de las
exigencias. El resultado son unos ignorantes universitarios graduados.
La
pereza es para el alma lo que la herrumbre es para el hierro. Consume las
facultades de la mente. Su acción ladrona atonta la mente y la hace caer en un
sueño profundo como la muerte. Cuando la pereza se apodera de una persona es
como si este estuviese enterrada en vida.
El texto nos dice: “el alma negligente perecerá de hambre”
¿Quiere el lector tener a su alma satisfecha? Entonces debe evitar la pereza.
El antídoto contra la pereza es el esfuerzo. Alguien ha dicho: “A quien
madruga Dios lo mira sorprendido”. No espera encontrase con alguien que
antes del amanecer alimenta a su alma con el exquisito manjar que se esconde
entre las páginas de la Biblia. La mayoría de las personas se despiertan, dan
media vuelta y se vuelven a dormir. El resultado es personas espiritualmente
anoréxicas, parecidas a las modelos que en las pasarelas exhiben unos cuerpos
huesudos y sin carnes que dan penas verlas.
La Biblia no fomenta la pereza. Dios descansó el séptimo día cuando
concluyó la creación, pero sigue trabajando manteniendo activa la obra de sus
manos. Un segundo de descanso y toda la maravilla de la creación se haría
añicos. Dios no es perezoso.
De Jesús, el Hijo de Dios encarnado, los evangelios dicen en diversas
ocasiones que antes del amanecer se encontraba solo orando. Jesús es consciente
de su responsabilidad como enviado de Dios y buscaba en su Padre la dirección y
las fuerzas necesarias para poder realizar la tarea que le aguardaba tan pronto
amaneciese.
Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dice: “Porque
ejemplo os he dado, para que como yo he hecho, vosotros también hagáis”
(Juan 13:15). Quiera el Señor que todos nosotros sigamos el ejemplo de Jesús de
madrugar para encontrar en la quietud del momento el verdadero Pan de Vida que
los israelitas simbólicamente recogían antes del amanecer. Dios bendice al
esforzado.
EZEQUIEL 45:9,10
“Así ha dicho el Señor Dios:
¡Basta ya, oh príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio
y justicia, quitad vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice el Señor
Dios. Balanzas justas, y bato justo tendréis”
“Así ha dicho el Señor”. Ya estoy harto de vuestro comportamiento.
Creéis que porque no os fulmino consiento vuestro pecado. No os lo creáis, yo
no considero inocente al culpable. El ya estoy harto de vosotros del Señor se
puede aplicar a todas las personas porque todos transgredimos la Ley de Dios
infinidad de veces. Dios desde el cielo mira hacia la tierra para ver si
encuentra a un hombre justo. El examen resulta negativo porque todos los hombre
han pecado y están por ello destituidos de la gloria de Dios. Todos debemos
arrepentirnos a Dios porque Él en su misericordia manifestada en su Hijo
Jesucristo perdona nuestros pecados y nos convierte en hijos suyos.
Aquí Ezequiel no se refiere a los pecadores en general. Se dirige a un
grupo específico de pecadores. El “basta” , ya estoy harto de vosotros
de Dios va dirigido a los ”príncipes de Israel”, a los dirigentes del
pueblo. El “basta” que el Señor Dios dirige a los poderosos no lo dice
con el propósito de destruirlos inmediatamente. Es una muestra de la paciencia
de Dios que quiere que todos los hombres se salven y por ello atrasa el juicio.
“¡Oh príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña, quitad vuestras
imposiciones de sobre mi pueblo, dice el
Señor”. Los príncipes, las autoridades, los jefes de estado, los
presidentes de instituciones públicas, los alcaldes…que Dios a puesto para bien
de los ciudadanos utilizan sus puestos privilegiados para hacer violencia y
rapiña a los ciudadanos y hacen juicios injustos porque castigan excesivamente
a los pequeños delincuentes y absuelven a los ladrones de cuello blanco que
desde lujosos despachos dirigen el crimen organizado. No aplican la ley del
talión: “ojo por ojo y diente por diente”. “Quitad vuestras
imposiciones sobre mi pueblo, dice el Señor”. Pagad un precio justo por los
productos agrícolas para que los payeses vivan dignamente. No acaparéis el grano
para hacer subir el precio, aumentando la miseria de los pobres y de los
débiles. “Balanzas justas, y bato justo” esto es lo que exijo de
vosotros, dice el Señor. No falseéis las medidas para robar a quienes os venden
y a quienes os compran.
Autoridades y mercaderes: la paciencia de Dios tiene un límite. Pensáis
que porque Dios no os fulmina creéis que no tiene en cuenta vuestro pecado.
Inevitablemente moriréis y tendréis que comparecer ante el tribunal de Dios.
Ante el tribunal de Jesucristo no valen los padrinos que ahora os ayudan a
salir indemnes de los atolladeros en que os ponen vuestras injusticias. Hoy
vienen a buscar tu alma y, ¿qué será de
ti estando en el fuego eterno que quema pero no consume?
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