VIRGINIDAD
En una sociedad saturada de sexo, ¿pueden los
jóvenes conservarse vírgenes?
El
título del escrito de Matty Silver: “Cuando una virgen es
virgen” plantea una pregunta muy interesante. Cuando se habla de virginidad
normalmente se refiere a la mujer, al hombre no se le tiene en cuenta. Pero la
virginidad es neutra: tanto se le puede aplicar a la mujer como al hombre. Por
lo tanto la pregunta también se puede hacer en masculino: ¿Cuándo un hombre
virgen es virgen?
Normalmente
aplicamos el calificativo de virgen a un hombre o a una mujer que no han tenido
relaciones sexuales. Ahora bien, ¿todas las personas que no han tenido
relaciones sexuales son vírgenes? Una mujer, excepto que se le haya roto el himen por ir en bicicleta o por
la practica de otro deporte, si se le hace la prueba de virginidad el resultado
será negativo aunque sea virgen. Al hombre no se le puede comprobar si su
virginidad está intacta. Hoy, con la cirugía reparadora se puede reconstruir el
himen roto por la penetración masculina. Entre gitanos y musulmanes que son muy
remirados en la cuestión de la virginidad femenina y que es una deshonra
familiar que una mujer pierda su virginidad fuera del matrimonio, el himen
reconstruido quirúrgicamente puede hacer pensar al novio que ha desflorado a la
novia en el lecho nupcial. ¡Llevan unos cuernos tan largos y pesados que no les
permite ver la realidad! ¡Contentos y engañados!
Hoy,
debido a que se habla mucho de las enfermedades de transmisión sexual se
practica el sexo sin coito. ¿Son vírgenes dichas personas? El décimo
mandamiento según la Biblia dice: “…No desearás a la mujer de tu prójimo…”
(Éxodo 20:17). Creo que este mandamiento ocupa el último lugar en la lista no
porque sea menos importante que el séptimo que dice: “No cometerás adulterio” (v.14),
sino porque ocupando el último lugar en la lista se le quede guardado en la
mente del lector lo que Dios desea que guarde en su corazón: el pecado antes de
ser un hecho es un deseo, una intención del corazón.
Vayamos
a lo que nos dice Jesús: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero
yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con
ella en su corazón” (Mateo 5:27,28). Proverbios, que es un libro que enseña
sabiduría y que va dirigido de una
manera especial a adolescentes y jóvenes, con mucha percepción dice: “Sobre
toda cosa guardada guarda tu corazón” (4:23). Jesús confirma este consejo
cuando dice: “Porque del corazón salen los malos pensamientos…<i>los
adulterios</i>…”(Mateo 15:19).
A
lo largo del tiempo debido a los embarazos y abortos de adolescentes, el
peligro del SIDA y el incremento de enfermedades de transmisión sexual se han
diseñado campañas de educación sexual que han costado mucho dinero al erario
público, con el resultado de que los adolescentes son más vulnerables que nunca. El fracaso de
las campañas de sexo seguro promocionando el preservativo han fracasado porque
se han diseñado para atacar las consecuencias sin enfatizar que es en el
corazón en donde se originan los males que se quieren evitar. Pienso que las
iglesias también se equivocan cuando pretenden luchar contra el pecado sexual
pidiendo a los adolescentes y jóvenes promesas de continencia sexual que no
pueden cumplir porque su condición de pecadores los lleva a fabricar
pensamientos que los arrastran a caer en la tentación sexual.
Es
evidente que no se pueden cerrar los ojos ante el desenfreno sexual de hoy.
Pero no se puede luchar contra esta pandemia con campañas educativas que no
llegan al alma de quienes tienen que cambiar su estilo de vida.
Cristo,
que es la sabiduría divina, en Proverbios se presenta pregonando desde los
lugares elevados, desde los lados de los caminos a que le escuchen:
“Bienaventurados los que guardan mis caminos…Bienaventurado el hombre que me
escucha, velando a mis puertas cada día. Porque el que me encuentra hallará la
vida y obtiene el favor del Señor. Pero el que peca contra mí, ama la muerte”
(Proverbios 8:32-36). Jesús asegura que es feliz la persona que le escucha y
quien para el oído encuentra la vida y obtiene el favor del Señor. El
adolescente, por la fe en Jesús se convierte en una persona nueva. El pasado ha
desaparecido. Descubre que el sexo ya no le obsesiona y que debe huir “de las
pasiones juveniles” (2 Timoteo 2:22) que le asedian. Ahora sabe que no le
conviene, pero que no se encuentra solo en su lucha contra “las pasiones
juveniles”. Tiene a su lado el poder de Dios que le ayuda a superarlas. El
ambiente está saturado de sexo. La publicidad, el cine, Internet…se encargan de
encender las pasiones sexuales, que hacen difícil la resistencia, pero no la
imposibilitan. Habrá momentos en que las hormonas querrán jugarle una mala pasada, pero podrá cantar
victoria en Cristo que le fortalece.
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