PROVERBIS 21:2
“Todo camino del hombre es recto
en su propia opinión, pero el Señor pesa los corazones”
¡Qué retrato más perfecto que la
Biblia hace del hombre! Cuando el redactor de este proverbio lo escribió no
existía Photo Shop y no se podían retocar las imágenes como se puede hacer hoy
con la ayuda de este programa informático para quitar arrugas y exceso de grasa
para engañar a quienes visionan las imágenes. El proverbio describe a la
perfección la condición humana.
Los seres humanos tenemos una idea muy equivocada de quienes somos
porque nos miramos en un espejo sucio que no refleja la realidad de la persona
que se contempla en él. Nos contemplamos en un espejo manchado por el pecado y
por ello no reproduce la verdadera catadura moral de quien se contempla en él.
En la actualidad resulta totalmente imposible dejar de presentar a los
políticos como la imagen de lo que el hombre verdaderamente es. Se
consideran rectos en su propia opinión. Nos ponen en bandeja la catadura
moral del hombre. La imagen que presentan es totalmente contraria a lo que
debería ser el hombre.
“Todo camino del hombre es recto en su propia opinión”. Nadie hace maldades. Los políticos
arruinan a los países y no se hacen responsables de la catástrofe que han
ocasionado con las decisiones erróneas que han tomado. La oposición culpa al
gobierno y el gobierno a la oposición. En los matrimonios siempre es el otro cónyuge el responsable del
deterioro de las relaciones conyugales que acaban en divorcio. Así es en todas
las esferas de la vida. Todo está podrido y nadie se hace responsable de la
podredumbre.
Podemos seguir creyendo que somos rectos
en nuestra propia opinión. Pero el Señor no es ajeno a lo que sucede en la
tierra. “El Señor pesa los corazones”. Esta declaración nos transporta a
los “dedos de una mano de hombre que escribía”. Al ver la extraña
escritura en la pared “el rey palideció, y sus pensamientos se turbaron, y
se debilitaron sus lomos, y sus rodillas se daban la una contra la otra”.
La interpretación que hace Daniel de la escritura sobrenatural escrita en la
pared es: “Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin / Pesado has sido en
balanza, y fuiste hallado falto / Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a
los persas”. En tanto los hombres sigamos considerándonos rectos en
nuestras propias opiniones, el Señor que pesa los corazones nos declara
culpables. La ejecución de la sentencia no es inmediata como en el caso del rey
de Babilonia Belsasar. Dios nos avisa y nos da un tiempo para que podamos
arrepentirnos y cambiar nuestro estilo de vida. Finalizado el plazo que nos
otorga la sentencia es inapelable: ser lanzado en las tinieblas eternas en
donde “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del
Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:9). No es nada
gratificante considerarse persona recta en su propia opinión en la cuestión que
afecta a Dios.
MATEO 12: 36,37
“Mas yo os digo que toda palabra
ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”
“La muerte y la vida, dice Salomón,”están en poder de la
lengua” (Proverbios 18:21). Las palabras de Jesús y las del rey sabio
coinciden: se debe ser muy precavido en el hablar. Un proverbio persa nos instruye
al respecto de la lengua: “Es posible herir con una bala, pero una herida
ocasionada con la lengua jamás cicatriza”. No es necesario suministrar una
gran dosis de veneno mortal para provocar una muerte, bastan una pocas gotas.
Tampoco es necesario dar un discurso de larga duración, basta una palabra y el
daño se pone en movimiento. Las palabras tienen cierta semejanza con las plumas
lanzadas al aire y esparcidas por el viento, no se pueden recoger todas. La
palabras, utilizando una metáfora actual, se asemejan a Internet: Todo lo que
se publica en Internet es casi imposible borrar. Dada la dimensión que tiene la
palabra tengamos en cuenta el consejo que nos da el Predicador: “Ciertamente
las muchas palabras multiplican la vanidad” (Eclesiastés 6:11).
Es preferible que la gente diga de nosotros que somos parcos en
palabras a que nos digan charlatanes. Por muy sabio que uno sea si habla
demasiado es posible que diga algunas sandeces de las que después deba
retractarse. Curro Romero, torero, nos aconseja: “Es muy bonito saber
hablar bien en público, pero la mayoría de las veces todavía es más bonito
saber estar callado”.Jordi Labamda nos recuerda: “La
esencia de la chafardería es hablar mal de alguien que no está presente”.
Alguien ha dicho: “Las palabras no pueden romper huesos, pero pueden romper
corazones”
Nos es conocido pero no comprendido lo que Santiago dice
respecto a la lengua, éste órgano que tenemos guardado en la boca: “Así
también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He
aquí, ¡cuán grande bosque enciende un
pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está
puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda
de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago 3:5,6).
Santiago también nos dice que la lengua tiene un cierto parecido con
los animales que pueden ser domados. “Pero ningún hombre puede domar la
lengua, que es mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (v.
8). Dado que la lengua es un potro salvaje que no puede ser domado por el
hombre sigamos el ejemplo del salmista que dirigiéndose a Dios, pide: “Pon
guarda a mi boca, oh Señor, guarda la puerta de mis labios” (Salmo 141:3)
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