dilluns, 11 de novembre del 2013


PROVERBIOS 20:24


“Los pasos del hombre los dispone el Señor, ¿cómo pues, entenderá el hombre su camino?

Creemos que somos dueños de nuestras vidas, nada más lejos de la verdad. Este proverbio lo dice con claridad: “Los pasos de un hombre los dispone el Señor”. El Señor dispone que una persona sea catalana o cubana, blanca o negra, que nazca en el seno de una familia acaudalada o en la pobreza, sea inteligente o zoquete. El Señor lo dispone todo y nada ocurre sin su permiso. Pero el hombre en su rebeldía contra Dios cree que puede decidir su destino. Esta creencia le mueve a luchar frenéticamente para cambiar lo que no se puede cambiar. El resultado es el estrés que tantos estragos ocasiona en la salud emocional de las personas.

“¿Cómo pues, entenderá el hombre su camino? Los propósitos de Dios son inescrutables. No entendemos el porqué de las cosas ni por qué suceden de la manera como lo hacen. Desearíamos que fuesen de otra manera pero no podemos evitar que sean tal como son. Los acontecimientos se presentan de una  manera y de súbito cambian y adquieren un cariz distinto. A toda la serie de acontecimientos que nos suceden los bautizamos: tener buena o mala suerte. Incluso la lotería y otras apuestas, los boletos premiados no dependen del azar. Los números premiados que tanta alegría producen en los ganadores lo son porque así lo ha decidido el Señor.

Saber que “los pasos del hombre los dispone el Señor” es motivo de dependencia de Él. El Señor hace bien las cosas. El mal no está en Él. Lo controla todo. El Maligno no puede ir más allá de lo que el Señor le permite. Job es un ejemplo muy claro de que Satanás no puede hacernos lo que le venga a cuento. “Los pasos del hombre los dispone el Señor”. Somos cortos de entendimiento. Nuestros pensamientos no coinciden con los de Dios. No podemos entender a Dios. Callemos ante su presencia y no cometamos el pecado de disputar con Él.

El que los pasos del hombre los dispone el Señor” no significa que el hombre no pinte nada. El Señor cuenta con nosotros y nos enseña que dependemos de Él y que le presentemos en oración todo aquello que nos afecta, que nos duele, que nos hace decir: “Por qué Señor me ha sucedido esto a mí?” Padre nuestro que está en los cielos dame hoy el pan que necesito. Pero no olvidemos sea hecha tu voluntad así en el cielo como en la tierra. Cuando nuestras oraciones terminan con: “sea hecha tu voluntad” la voluntad del hombre se identifica con la de Dios. Es un gran misterio el que los pasos del hombre los dispone el Señor  y que el hombre puede cambiar las cosas. Ambas voluntades trabajan juntas para el bien del hombre. Hoy vemos como a través de un espejo, mañana  veremos las cosas tal como son.


MATEO 5: 31,32


“También fue dicho: Cualquiera que repudia a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”

¡Cuántos males no se evitarían si las personas tuviésemos en cuenta  estas palabras de Jesús! ¡Cuantas dolencias mentales dejarían de ser si las personas atendiesen el consejo de Jesús sobre la sexualidad! ¡Cuántos niños dejarían de  sufrir si los adultos atendiesen la instrucción que Jesús da sobre la monogamia! Supuestas investigaciones científicas aseguran que el hombre por naturaleza no es monógamo, que la monogamia es consecuencia de la enseñanza cultural, religiosa. Los supuestos científicos pueden decir lo que quieran pero Jesús enseña que la monogamia es el modelo sexual a seguir porque es la base de la estructura familiar y por ello del orden social. En la medida en que se destruye el matrimonio se desestabiliza el orden social.

Los judíos del tiempo de Jesús defendían el divorcio, atribuyendo a Moisés su instauración. Pero el Señor les dice: “por la dureza de vuestro corazón Moisés permitió repudiar a vuestras mujeres, mas al principio no era así” (Mateo 14:8). Por el hecho de que en el principio Dios hizo al hombre varón y mujer, “el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una sola carne, por tanto, lo que Dios  juntó, no lo separe el hombre”  (Mateo 19:5,6).

Cuando no se tiene en cuenta el principio de la monogamia cualquier excusa es buena para romperlo. Los judíos banalizaron el divorcio hasta el punto de legitimizarlo en el caso de que a la mujer se le hubiese quemado la comida.

“Pero yo os digo”, sigue diciendo Jesús, “el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”. La mujer que ha sido fiel a su marido y se le concede el divorcio y vuelve a casarse la tal mujer comete adulterio. Por extensión también el hombre que se casa con ella. En un momento en que el matrimonio se puede romper con la misma facilidad con que se quiebra un jarrón, la personas adúlteras lo son un montón. Actualmente ya no se ve el adulterio como algo indeseable sino como algo normal  y legítimo.

El divorcio tiene que ver con la dureza del corazón de los  cónyuges. Si se resuelve el problema del corazón de piedra la consecuencia será que la tasa de divorcios bajará. ¿Qué hacer para conseguir  que el corazón pétreo se convierta en un corazón de carne sensible a la voz de Dios? La cosa es muy sencilla aunque difícil de hacer debido a la dureza del corazón. Pero cualquier persona que  por la gracia de Dios sea consciente de su pecado y lo confiesa a Jesús, el único que lo puede perdonar, deja de ser persona de corazón endurecido. A partir de este momento deja de banalizar el divorcio.


 

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