PROVERBIOS 20:24
“Los pasos del hombre los dispone
el Señor, ¿cómo pues, entenderá el hombre su camino?
Creemos que somos dueños de nuestras vidas, nada más lejos de la
verdad. Este proverbio lo dice con claridad: “Los pasos de un hombre los
dispone el Señor”. El Señor dispone que una persona sea catalana o cubana,
blanca o negra, que nazca en el seno de una familia acaudalada o en la pobreza,
sea inteligente o zoquete. El Señor lo dispone todo y nada ocurre sin su
permiso. Pero el hombre en su rebeldía contra Dios cree que puede decidir su
destino. Esta creencia le mueve a luchar frenéticamente para cambiar lo que no
se puede cambiar. El resultado es el estrés que tantos estragos ocasiona en la
salud emocional de las personas.
“¿Cómo pues, entenderá el hombre su camino? Los propósitos
de Dios son inescrutables. No entendemos el porqué de las cosas ni por qué
suceden de la manera como lo hacen. Desearíamos que fuesen de otra manera pero
no podemos evitar que sean tal como son. Los acontecimientos se presentan de
una manera y de súbito cambian y
adquieren un cariz distinto. A toda la serie de acontecimientos que nos suceden
los bautizamos: tener buena o mala suerte. Incluso la lotería y otras apuestas,
los boletos premiados no dependen del azar. Los números premiados que tanta
alegría producen en los ganadores lo son porque así lo ha decidido el Señor.
Saber que “los pasos del hombre los dispone el Señor” es motivo
de dependencia de Él. El Señor hace bien las cosas. El mal no está en Él. Lo
controla todo. El Maligno no puede ir más allá de lo que el Señor le permite.
Job es un ejemplo muy claro de que Satanás no puede hacernos lo que le venga a
cuento. “Los pasos del hombre los dispone el Señor”. Somos cortos de
entendimiento. Nuestros pensamientos no coinciden con los de Dios. No podemos
entender a Dios. Callemos ante su presencia y no cometamos el pecado de
disputar con Él.
El que los pasos del hombre los dispone el Señor” no significa
que el hombre no pinte nada. El Señor cuenta con nosotros y nos enseña que dependemos
de Él y que le presentemos en oración todo aquello que nos afecta, que nos
duele, que nos hace decir: “Por qué Señor me ha sucedido esto a mí?” Padre
nuestro que está en los cielos dame hoy el pan que necesito. Pero no olvidemos
sea hecha tu voluntad así en el cielo como en la tierra. Cuando nuestras
oraciones terminan con: “sea hecha tu voluntad” la voluntad del hombre
se identifica con la de Dios. Es un gran misterio el que los pasos del hombre
los dispone el Señor y que el hombre
puede cambiar las cosas. Ambas voluntades trabajan juntas para el bien del
hombre. Hoy vemos como a través de un espejo, mañana veremos las cosas tal como son.
MATEO 5: 31,32
“También fue dicho: Cualquiera
que repudia a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que
repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere,
y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”
¡Cuántos males no se evitarían
si las personas tuviésemos en cuenta
estas palabras de Jesús! ¡Cuantas dolencias mentales dejarían de ser si
las personas atendiesen el consejo de Jesús sobre la sexualidad! ¡Cuántos niños
dejarían de sufrir si los adultos
atendiesen la instrucción que Jesús da sobre la monogamia! Supuestas investigaciones
científicas aseguran que el hombre por naturaleza no es monógamo, que la
monogamia es consecuencia de la enseñanza cultural, religiosa. Los supuestos
científicos pueden decir lo que quieran pero Jesús enseña que la monogamia es
el modelo sexual a seguir porque es la base de la estructura familiar y por
ello del orden social. En la medida en que se destruye el matrimonio se
desestabiliza el orden social.
Los judíos del tiempo de Jesús defendían el divorcio, atribuyendo a
Moisés su instauración. Pero el Señor les dice: “por la dureza de vuestro
corazón Moisés permitió repudiar a vuestras mujeres, mas al principio no era
así” (Mateo 14:8). Por el hecho de que en el principio Dios hizo al hombre
varón y mujer, “el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una sola
carne, por tanto, lo que Dios juntó, no
lo separe el hombre” (Mateo 19:5,6).
Cuando no se tiene en cuenta el principio de la monogamia cualquier
excusa es buena para romperlo. Los judíos banalizaron el divorcio hasta el
punto de legitimizarlo en el caso de que a la mujer se le hubiese quemado la
comida.
“Pero yo os digo”, sigue diciendo Jesús, “el que repudia a su
mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se
casa con la repudiada, comete adulterio”. La mujer que ha sido fiel a su
marido y se le concede el divorcio y vuelve a casarse la tal mujer comete
adulterio. Por extensión también el hombre que se casa con ella. En un momento
en que el matrimonio se puede romper con la misma facilidad con que se quiebra
un jarrón, la personas adúlteras lo son un montón. Actualmente ya no se ve el
adulterio como algo indeseable sino como algo normal y legítimo.
El divorcio tiene que ver con la dureza del corazón de los cónyuges. Si se resuelve el problema del
corazón de piedra la consecuencia será que la tasa de divorcios bajará. ¿Qué
hacer para conseguir que el corazón
pétreo se convierta en un corazón de carne sensible a la voz de Dios? La cosa
es muy sencilla aunque difícil de hacer debido a la dureza del corazón. Pero
cualquier persona que por la gracia de
Dios sea consciente de su pecado y lo confiesa a Jesús, el único que lo puede
perdonar, deja de ser persona de corazón endurecido. A partir de este momento
deja de banalizar el divorcio.
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