PROVERBIOS 6:23
“Porque el mandamiento es
lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te
instruyen”
Sin normas no se puede
vivir. Las personas, las familias, los pueblos establecen normas que sirven
para su bienestar. El anarquismo no puede funcionar. Deben existir leyes que
regulen la vida. Lo que ocurre es que en nombre de la libertad nos las saltamos
a la torera, de ahí que ocurra un accidente por saltarse un stop, por ir a más
velocidad de lo permitido, hacer un adelantamiento en línea continua, conducir
con una tasa de alcoholemia superior a la permitida…He citado infracciones de
la ley que se limitan al transito. Pero todos los aspectos de la vida están
legislados para bien de las personas o, deberían serlo, porque algunas leyes
parece ser que están pensadas para perjudicar. ¿Qué os parece el propósito del
Ministerio de Economía que pretende suavizar los requisitos de honorabilidad,
experiencia y de buen gobierno en la banca? De convertirse en ley dicho
propósito los corruptos estarán legalmente acreditados para seguir haciendo sus
desmanes.
Dejemos a un lado las leyes
humanas, con todos sus defectos y centrémonos en el texto de Proverbios. Su
autor se refiere a la Ley de Dios, nuestro Creador, que legisla para nuestro
bien. “El mandamiento es lámpara”. “Lámpara es a mis pies es tu
palabra, y lumbrera a mi camino”, dice el salmista. Los mandamientos de
Dios irradian la luz que sirve para que no andemos en tinieblas y, en las
diversas situaciones de la vida no tropecemos, caigamos y nos hagamos daño. El
autor del proverbio no tiene suficiente con decirlo una vez. Dada la
importancia que tiene lo dicho lo repite con palabras distintas: “La
enseñanza es luz”. La Biblia dice
que Dios es luz y los mandamientos que salen de sus labios que alumbran, los hombres en su necedad la aborrecen. ¿Qué sucedió con Jesús que es
la Luz del mundo? Cuando vino a habitar en este mundo los hombres le
aborrecieron y lo mataron porque sus obras eran malas y no soportaban ser
descubiertas.
El texto que comentamos
concluye así: “Y camino de vida las reprensiones que te instruyen” . Las
reprensiones no gustan pero sirven para enderezar los caminos torcidos. La
desobediencia a las leyes humanas que son buenas perjudica a los infractores y
a sus allegados. En el caso de la Ley de Dios sucede lo mismo. Si se
desobedece, la infracción mata. Si se la tiene en cuenta, la obediencia
introduce a la persona en el camino estrecho que es Jesús, en el que pocos
transitan por él, pero que quienes lo hacen caminan hacia la vida eterna. Son
muchos quienes transitan por el camino de la desobediencia, porque es ancho,
pero el destino final es la muerte eterna. El texto de Proverbios nos pone en
una encrucijada: ¿qué camino tomaremos?
MATEO 18: 21,22
“Entonces se le acercó Pedro y le
dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecó contra mí? ¿Hasta
siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”
A la puerta de dejar este mundo
Jesús conversa con sus discípulos en la orilla del Mar de Galilea, alrededor de
unas ascuas en donde se asaban unos peces. Sobresale la conversación privada
que Jesús mantiene con Pedro en la que por tres veces le ordena que apaciente a
las ovejas del Señor. Grave responsabilidad es la que recae sobre las espaldas
de Pedro.
Carme Vidal Huguet termina su
escrito “Nuevo pontificado” con estas palabras: “En todo caso, el
nuevo papado se nos presenta conservador en la ética, pero sencillo, discreto y
próximo en la estética. Cambiarán las formas, sí, pero, ¿y los contenidos?”
Una sombra de duda planea sobre la pregunta que se hace la escritora.
Haciendo uso de la autoridad
pastoral que Jesús atorga a Pedro en la orilla del Mar de Galilea el apóstol
escribe “a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia,
Asia, Bitinia” a quienes les dice algo que de atenderse hará posible que la
reforma de la Iglesia católica y de la cristiandad en general sea posible, no
un incertidumbre. La obediencia de las palabras del apóstol hará que las
enseñanzas de las iglesias se ajusten a la verdad. He aquí lo que Pedro escribe
a la Iglesia de hoy que encorsetada por sus tradiciones salga del corsé con un
grito de victoria: “Acercándonos a Él (Cristo), piedra viva, desechada
ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros
también como piedras vivas sed edificados como casa espiritual y sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios espirituales y aceptables a Dios por medio de
Jesucristo” (1 Pedro 2:4,5).
Pedro dice que los hombres
han desechado a Jesús. Nosotros los cristianos de 2013, ¿no hemos lo mismo? ¿Lo
consideramos como la piedra sobre la que edificamos nuestras, personas e
iglesias? Me temo que no. Muchos intereses se interponen entre nosotros y Él
que hacen que no edifiquemos sobre la “Piedra Viva”. El resultado es que
lo que edificamos no resiste el embate de los vientos y de las aguas
tumultuosas y se derrumba. Pedro pregunta a Jesús: ¿cuántas veces debo pedir
perdón? ¿Siete? No. “setenta veces siete” es la respuesta. Invirtamos
los términos. Por no edificar sobre la “Piedra Viva” que es Jesús
debemos pedir a Dios que nos perdone “setenta veces siete”. Es decir,
indefinidamente. Haciéndolo así, pidiendo perdón constantemente por no amarle
sobre todas las cosas no cesaremos de edificar nuestras vidas y nuestras
iglesias sobre la Piedra Viva desechado por los hombres pero para
nosotros “la principal piedra del ángulo, escogida y preciosa”.
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