dilluns, 8 d’abril del 2013


PROVERBIOS 30:12


“Hay una generación limpia en su propia opinión, si bien no se ha limpiado de su inmundicia”

Hables con quien sea y todos te dicen lo mismo: soy inocente, no he hecho nada malo. Está a la vista de todos la magnitud de la corrupción política: Todos tienen las manos limpias. En los problemas conyugales es la otra parte quien tiene culpa de todo. La homosexualidad es una opción tan legítima como la heterosexualidad. El adulterio se justifica comparando al ser humano con algunas especies animales. El divorcio se acepta porque el amor tiene fecha de caducidad y se debe cambiar de pareja. En cierta ocasión hablando con un grupo de prisioneros, uno me dice: “Yo estoy aquí por la cara”, expresión que significa que es inocente. Otro del grupo dice: “a Octavi le puedes decir lo que quieras pero nosotros sabemos porqué estás aquí”.

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso, ¿quién lo conocerá? es una pregunta que el profeta Jeremías nos plantea y a la que debemos dar respuesta. El concepto que tengo de la política, del matrimonio, de la homosexualidad y otras nos pueden parecer correctas a nuestra propia opinión, pero si “engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso”, mis puntos de vista ¿son correctos o incorrectos? No sabiendo con certeza la calidad moral de lo que hacemos, calificamos su bondad según las circunstancias e intereses propios. Hoy decimos que algo es bueno y mañana que es malo.

A la pregunta que plantea Jeremías: ¿Quién conoce el corazón? , la responde el mismo profeta al decir: “Yo el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, hará dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:9,10). El Señor es quien sabe al dedillo la calidad de nuestro corazón y no le podemos dar gato por liebre y puede determinar que no hay justo alguno porque todos hemos pecado.

¿Por qué las personas según su propia opinión son limpias de corazón?, porque no se han limpiado de su inmundicia. ¿Cuándo alguien puede reconocer que su corazón es inmundo? Cuando deja de compararse consigo mismo y con otras personas y se compara con la santidad absoluta de Jesús. Cuando alguien se mira al espejo que es Jesús la imagen que contempla es de absoluta fealdad. Ante tal visión sólo nos queda  exclamar: “Señor, ten piedad de mí que soy pecador”. El salmista, encarándose a la inmundicia del corazón humano, escribe: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo corazón te he buscado, no me dejes desviar de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:9-11).

La Biblia enseña: La sangre de Jesucristo nos limpia todos nuestros pecados. La inmundicia ha desaparecido del corazón para dar paso a la santidad.


PROVERBIOS 16:12


“Abominación es a los reyes hacer impiedad, porque con justicia será afirmado el trono”

“Con justicia será afirmado el trono” nos dice el texto. La justicia a la que se refiere el escritor sagrado no es el concepto humano que se tiene de la justicia, por cierto muy desacreditada, que puede variar según la dirección que sople el viento que se permite que los delitos prescriban para que el delincuente no tenga que ser castigado. La justicia a la  que se refiere el texto que comentamos es la justicia de Dios resumida en los llamados Diez Mandamientos. La prosperidad de un país, sea republica o monarquía depende de que las autoridades y ciudadanos se  dejen guiar por los principios morales y éticos que fluyen de la Biblia que es la Ley de Dios dada a los hombres

En el Antiguo Testamento, cuando un nuevo monarca ascendía al trono tenia que hacer una copia de la ley de Dios del original que guardaban celosamente los sacerdotes para que fuese su libro de cabecera y se convirtiese en la base de sus reflexiones para gobernar correctamente, no haciendo acepción de personas a la hora de administrar justicia.

Tanto para los gobernantes como para los ciudadanos la Biblia ha dejado de ser el libro de lectura y de reflexión para hacer justo el comportamiento de todos. El resultado de esta negligencia la vemos en la corrupción que se extiende como mancha de aceite desde las más altas instituciones del Estado hasta el último de los ciudadanos.

Ante la imputación de la infanta Cristina por el caso Nóos el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García – Margallo reconoce que la imputación no beneficia a la marca España. Lo que desacredita España en el extranjero es la corrupción que un día sí y otro también se destapa y que se hace pública, incluso en las filas del partido gobernante para bochorno de todos menos de los corruptos que defienden a capa y espada su inocencia.

El pecado, porque la corrupción es pecado, tiene sus consecuencias. Nadie puede jugar con el fuego sin quemarse. Ante la magnitud del pecado nacional no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Es imprescindible que un sincero sentimiento de arrepentimiento por haber ofendido a Dios y al prójimo brote de nuestras almas. El resultado será un caminar en justicia que aportará verdadera prosperidad y felicidad a los ciudadanos.

 

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