dissabte, 11 d’octubre del 2025

 

ELOGIO A LA ESTUPIDEZ

El hombre sabio encubre su saber, pero el corazón de los necios publica la necedad” (Proverbios 12: 23)

“El estúpido no solamente toma decisiones que perjudican a los otros, también a sí mismo” (Carlo M. Cipolla). La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Por qué es tan atractiva la estupidez? La estupidez está tan enraizada en la condición humana que los estúpidos que destacan tienen infinidad de seguidores. Si los estúpidos consiguen el poder político, ¡ay de la nación que es gobernada por personas de esta ralea!

El diccionario define estupidez como “trastorno mental caracterizado por una deficiencia profunda de las facultades mentales”. Si no existe efecto sin causa, ¿cuál es la causa que produce la deficiencia profunda de las facultades mentales?

El autor de Eclesiastés escribe algo debería motivarnos a la reflexión profunda y sin prejuicios, si es que verdaderamente estamos interesados en descubrir el origen de la estupidez que tantos estragos ocasiona: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7: 29). Este texto nos transporta al relato de la creación del hombre que se encuentra en el libro de Génesis, donde, finalizada la creación, dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí era bueno en gran manera” (Génesis 1: 31). En otras palabras: lo creado no tenía ningún defecto. ¿Cuáles fueron las perversiones que cometieron nuestros primeros padres? El mismo Génesis responde a la pregunta cuando relata la trampa que Satanás preparó   para que Eva comiese el fruto del árbol prohibido. Eva se dejó engatusar y comió el fruto prohibido. Acto seguido fue en busca de Adán y con sus zalamerías le sedujo a que compartiese con ella el fruto prohibido. Así fue como el pecado entró en el mundo. La bondad original se hizo añicos. De súbito aparece en  el escenario del jardín la estupidez que hace decir: “No hay Dios” (Salmo 53: 1). “El principio de la sabiduría es el temor del Señor, los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1: 7). No debe extrañarnos que allí donde no prevalece la sabiduría divina impere la estupidez humana.

El apóstol Pablo nos habla de dos sabidurías: “Sin embargo hablamos sabiduría  entre los que han alcanzado madurez, y sabiduría no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo que perece” (1 Corintios 2: 6). La sabiduría de este siglo está controlada por el “príncipe de este mundo” que no es otro que Satanás, que es homicida y padre de mentira. De tal padre tal astilla. De la sabiduría satánica no puede esperarse nada más que estupidez. Si brilla esplendorosamente es porque en el fondo es lo que deseamos.

El apóstol Pablo se desahoga en la sabiduría divina. Si aceptamos que el apóstol fue inspirado por el Espíritu Santo a la hora de escribir sobre sobre tan debatido tema, dejaré que sea el apóstol quien hable: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció, porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,  ni han subido en corazón de hombres, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña aun lo profundo de Dios…Así nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que  proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2: 6-13).

Si en verdad deseamos deshacernos de la estupidez humana que está llegando a límites insoportables, la educación no puede hacer nada. La filosofía por ser raciocinio humano no puede adentrarse en el misterio de Dios. No existe otro medio de conocer el misterio de Dios que creer que Jesús es la revelación del “poder y de la sabiduría de Dios” (1 Corintios 1: 24). Este reconocimiento lleva a que el creyente en Cristo se convierta en templo del Espíritu Santo lo cual le lleva a pensar de manera distinta a la del hombre mundano porque con la ayuda del Espíritu Santo se sumerge en las profundidades insondables de Dios el Padre. ¿Está el lector preocupado por su propia estupidez? Pídale a Jesús que le conceda el don de la fe y descubrirá como su estupidez se va desvaneciendo.

Octavi Pereña Cortina

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