ESCOGIENDO POLÍTICOS
¿Dónde nos lleva la Democracia?
Ha dado
la vuelta a la tierra infinidad de veces la anécdota de Diògenes andando por la
calle bajo un sol abrasador con un candil encendido en la mano. El rey
Alejandro el Grande se encuentra con el filósofo y le dice: “Diògenes, ¿dónde vas con el
candil encendido si el sol brilla esplendorosamente?”. El sabio le responde:
“Busco un hombre”. Podríamos concretar el deseo de Diógenes y hacerle decir:
“Busco un político”. La especie es más difícil de encontrar que una aguja en un
pajar.
Fernando
Trias de Bes, en su escrito: “Delégalo todo menos la supervisión”, da unas
instrucciones muy buenas para que los empresarios saquen el máximo rendimiento
de sus empleados. La ciudadanía con su voto delega a determinadas personas para
que gobiernen por ella. Delega pero no puede supervisar a los políticos que con
su voto ha escogido. Pasado un cierto tiempo empiezan a aparecer brotes de
corruptelas que nos indignan. Lo cual significa que la Democracia de la que tan
orgullosos nos sentimos no es tan buena como la venden. Tal vez sea la doctrina
política menos mala. Por ser imperfecta no se nos permite divinizarla. No es
necesario recordar que estamos inmersos en una grave crisis política debido a la
corrupción que embadurna los despachos
de quienes gracias a nuestro voto
gobiernan. Los gobernantes por el mero hecho de ser descendientes de Adán son
materia prima mala. Es en este campo donde se tiene que trabajar: Convertir el
árbol malo en bueno para que no dé frutos corruptivos. Prevalezca la
honestidad.
Jacques
Delors ha dejado escrito: “La crisis de la Democracia también es una crisis
moral y en consecuencia la espiritualidad tiene que revitalizar a la sociedad.
La crisis de la Democracia en parte se debe a la debilidad de la
espiritualidad. Por ser Delors católico
me imagino que cuando se refiere a la espiritualidad tiene presente la católica
que por ser tan diversa es muy difícil distinguir cuál de ellas sea
verdaderamente cristiana. Cuando se coronó
a Carlos VI como rey de Inglaterra se le presentaron tres espadas que
simbolizan los tres reinos. El monarca dijo: “Todavía falta una espada” Cuando
se le preguntó qué quería decir, dijo: “La Santa Biblia que es la espada del
Espíritu y que se la tiene que preferir antes que estas señales de realeza”. La
espiritualidad que estaba escondida en el pensamiento de Delors, Carlos VI la
saca a la luz para que todo el mundo pueda saber cómo una persona mala con tendencias
corruptas pueda convertirse en buena con inclinaciones a la honestidad.
La
tendencia actual es que las democracias lentamente giran hacia las dictaduras.
¡Qué acertadas son las palabras de Abraham Lincoln: “Hay momentos en la vida de
los políticos que lo mejor que pueden hacer es no abrir la boca!” El desencanto
de la ciudadanía hacia los políticos va en aumento. A la vez crece entre los
jóvenes la tendencia hacia la ultraderecha. Ante el incremento de los
extremismos vigilemos no caer en el nihilismo y resignados ante la impotencia
decir rutinariamente: “Que sea lo que Dios quiera”.
La
situación caótica actual no es casual. Tiene una causa: el ateísmo imperante.
En el Antiguo Testamento los profetas anunciaban al pueblo que se volvieran a
Dios. Que dejasen de darle la espalda: “Convertíos, hijos rebeldes, dice el Señor, porque yo soy
vuestro esposo y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os
introduciré en Sión, y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con
ciencia y con inteligencia” (Jeremías 3: 14, 15). A la invitación de los
profetas, la respuesta fue: “No volveremos”. El resultado de ello fue la
destrucción de Jerusalén y todo lo que significaba para ellos. Las tropas
babilónicas la destruyeron por primera vez. En el año 70 de nuestra era el
ejército romano bajo el mando de
Tito arrasó por segunda vez la ciudad.
Lo que queda de ella es el muro de las lamentaciones donde los judíos piadosos
se acercan para quejarse de su destino.
Las
señales indican que se acerca una nueva catástrofe de magnitud cósmica. La
fecha es imprecisa. No lo dudemos,
llegado el momento se cumplirá. Dudo de que la conversión masiva de judíos vaya
a producirse, pero tizones individuales si pueden salir de la hoguera. Aún se
es a tiempo para que algún desorientado que ande perdido en medio del desierto
pueda encontrar a Jesús que es el camino que lleva al Padre (Juan 14: 6).
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, ¿quién lo conocerá? Yo el
Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según
su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17: 9, 10).
Dios
que nunca duerme y sus ojos están siempre abiertos para observar lo que ocurre
en la tierra, ¿qué es lo que ve? “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y
la tierra estaba llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí estaba
corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo,
pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena
de violencia a causa de ellos, y he aquí yo los destruiré con la tierra. Hazte
un arca de madera de gofer” (Génesis 6:
11, 14). La construcción del arca duró años. La gente tuvo tiempo de sobra para
arrepentirse y escapar de la destrucción anunciada. Cuando el “Señor cerró la
puerta” (del arca) (Génesis 7: 16), se acabó el tiempo de gracia concedido. Nos
encontramos en una situación parecida a la que se daba antes del Diluvio. La
hora y el día se aproxima. Respecto a
este día futuro Jesús explica la parábola que se conoce como la de las “diez
vírgenes” (Mateo 25: 1-13). La enseñanza de la parábola es: cuando el
Señor venga en su gloria para celebrar
con los suyos las bodas del Cordero, quienes estén preparados entraran en la
sala con Él. “Y se cerró la puerta”. Los que se quedaron fuera del arca
perecieron ahogados. Los que no estaban
presente cuando llegó el novio, colorín
colorado la parábola acaba así: “Señor, Señor, ábrenos. Mas Él respondiendo,
dijo: de cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el
día y la hora que el Hijo del Hombre ha de venir”
Octavi Pereña Cortina
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