diumenge, 17 d’agost del 2025

 

LUZ EN LAS TINIEBLAS

“Los que buscan la maldad me persiguen, están lejos de tu Ley” (Salmo 119: 150)

Ima Sanchís, entre otras cosas le pregunta a Hernán Zin, reportero de guerra: “¿Cree que estamos bien informados? La respuesta es horripilante: “Sí, lo que recibo cada noche es aterrador, en la prensa vemos únicamente el 30% de lo que ocurre. Es una guerra hecha con IA, Gaza es un gran laboratorio. En el 2004 vi los primeros drones israelitas. Después las grandes empresas venden sus inventos en las ferias de armas con el sello de “probado en combate”.

La guerra existe desde que el ser humano habita en la tierra. Cuando todavía no se habían constituido las naciones, cuando solo 4 personas habitaban el Planeta Tierra: Adán, Eva y sus hijos Caín y Abel. La primera guerra documentada fue una guerra de religión. En el momento que Adán instigado por Eva comió el fruto del árbol prohibido se rompió la buena relación que nuestros primeros padres mantenían con su Creador. La premisa que afirma que el ser humano es quien lleva la iniciativa a la hora de buscar a Dios, es falsa. Para muestra un botón. Después que Adán ingiriese el fruto del árbol prohibido lo primero que percibieron Adán y Eva fue que estaban desnudos. Aun cuando el texto no lo diga se deduce que sintieron vergüenza de su desnudez. “Entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales” (Génesis 3: 7). La primera experiencia religiosa fue que creyeron que haciendo una obra meritoria recuperarían el favor del Creador. Pero el hombre no puede auto salvarse. La prueba se encentra en el hecho que cuando se les aproximaba el Creador  corrieron a esconderse de su presencia entre los árboles del jardín (v. 8). Los delantales que cosieron no sirvieron para lavar su pecado. Como el ser humano no puede esconder su pecado de los ojos de Dios, puede hacer dos cosas: Esconderse o negar su existencia como si con ello consiguiese hacerlo desaparecer.

Con el propósito de poner punto final al tema del pecado “el Señor Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (v. 21). El Señor Dios es el primer Sacerdote que ofrece un sacrificio. Bien seguro que fueron dos corderos los que sacrificó Dios porque simbolizaban el sacrificio que Jesús ofrecería clavado en la cruz para salvación del pueblo de Dios, porque es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29). “Sin derramamiento de sangre (la de Jesús) no hay perdón” (Hebreos 9: 22).

Ya conocemos el plan de Dios para salvar a su pueblo de sus pecados. Adán y Eva tienen dos hijos: Caín y Abel. Ambos son religiosos. Caín, payés y “trajo del fruto de la tierra una ofrenda al Señor” (Génesis 4: 3). “Y Abel trajo de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró el Señor Dios con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a su ofrenda. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (vv. 4, 5). Caín quiso imitar a sus padres y ofrendó una obra meritoria. Fracasó. En cambio “por la fe Abel ofreció más excelente sacrificio que Caín, por lo que alcanzó testimonio que era justo, dando Dios testimonio de su ofrenda, y muerto, aún habla por ella” (Hebreos 11: 4).

Dios no dejó a Caín abandonado a su suerte. Se le acercó para decirle: “¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? (Génesis 4: 6). La historia de los dos hermanos tiene un final horripilante: “Y dijo Caín a su hermano Abel: salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató” (v. 8). El apóstol Juan explica qué motivó Caín a matar  su hermano: “En esto se manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3: 10-12).

Por nacimiento natural todos nacemos siendo descendencia de Caín e hijos de las tinieblas. Por la fe en Jesús, el Mesías  anunciado, se nace como hijo de Dios y de la luz. Ambos hermanos practican las obras de sus respectivos padres espirituales. Como quiera que la estirpe de Caín es mucho más numerosa que la de los hijos de Dios, no debe extrañarnos, pues, que el espíritu cainita impere. Las guerras y los daños colaterales que les acompañan sean el menú del día que los medios de comunicación se encargan de suminístranos en el desayuno.

Una chispa puede iniciar una nueva guerra y más clientes para los fabricantes de armas. Desde el Averno Satanás se ríe de nosotros sí creemos que incrementando los presupuestos militares se va a  conseguir una paz duradera. No olvidemos que el espíritu cainita sigue bien vivo y que Satanás que es homicida des del principio sigue instigando a que los hombres se maten unos a otros.

Octavi Pereña Cortina

 

SALMO 119: 36

“Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu Ley”

El comportamiento ajeno tendría que afectarnos. En el caso de quienes quebrantan la Ley de Dios tendría que conmovernos aun cuando no provocase ríos de agua literales de nuestros ojos. Pero no, la sequía es extrema. Estamos tan hartos de leer en los periódicos y ver en la televisión dramas de violencia. No nos inmutamos. Estamos tan hartos de violencia que nos hemos hecho inmunes a ella. Momentáneamente nos produce una pequeña mueca para inmediatamente sumergirnos en nuestros negocios. ¿Existe el antídoto que frene la violencia? Sí que existe. Sólo se necesita ir al botiquín, coger el frasco del antídoto y tragarse el contenido.

En cierta ocasión un intérprete de la Ley se acercó a Jesús  para probarle, diciéndole: “¿Haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? (Lucas 10: 25). Jesús le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley?” El erudito le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Has respondido bien, haz esto y vivirás”. El intérprete de la Ley de Dios se la conocía al dedillo. Y, queriendo justificarse le preguntó al Señor: “¿Y quién es mi prójimo?” La respuesta que recibió de Jesús fue la parábola que se conoce como “el buen samaritano”. Para vergüenza de los judíos, Jesús señala como prójimo de ellos a un samaritano, persona totalmente distinta ideológicamente del intérprete de la Ley. Éste, con el fin de auto protegerse,  dice ignorar quien es su prójimo. Jesús no se amilana y le expone la parábola del buen samaritano: ”un hombre  descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron, e hiriéndole, se fueron dejándole medio muerto”. Pasaron por aquel lugar un sacerdote y un levita y, viéndole “pasaron de largo”. No quisieron perder tiempo atendiéndole. Las tareas religiosas eran prioritarias. Pasó luego un samaritano, un paria para los judíos. Se detuvo y atendió al herido.

Jesús dirigiéndose al intérprete de la Ley le dice: “¿Quién, pues, de estos tres te parece fue prójimo del que cayó en manos de los ladrones?” El religioso le dice: “El que usó de misericordia con él.” Entonces Jesús le dijo: “Ve, y haz tu lo mismo”. Teniendo presente la parábola del buen samaritano, ¿pueden los judíos ortodoxos de hoy justificar la masacre que están cometiendo en Gaza? 


 

APOCALIPSIS 9: 20, 21

“Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce y de piedra, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar, y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de sus fornicaciones, ni de sus hurtos”

Jesús recuerda dos accidentes acompañados de muertes. Uno es el asesinato perpetrado por Pilato de unos galileos cuando se encontraban en el templo ofreciendo sus sacrificios.  El otro es el derrumbe de la torre de Siloé que mató a dieciocho personas (Lucas 13: 1-5). En ambos casos Jesús aplica la misma coletilla: “¿Pensáis que estas personas que padecieron tales cosas eran más pecadores?” (que los que no murieron). “Os digo. No, antes, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”

Si conocemos a las personas que dramáticamente fallecen en un accidente podemos llegar a decir: Se lo merecían. Jesús intenta sacarnos del engaño. Si el lector es uno de los que dicen: Se lo merecían., si no se arrepiente fallecerá  de la misma manera que los que mueren en un accidente. Jesús mira más allá de la muerte física. Fíjese el lector qué dice Jesús: “Si no os arrepentís todos pereceréis igualmente”. Que esté en medio el arrepentimiento, significa que Jesús tiene en mente algo mucho más profundo que la muerte física: LA MUERTE ETERNA.

En el caso que citamos, Jesús deja en el aire la respuesta que dieron los sobrevivientes. En el caso de los sobrevivientes de las plagas apocalípticas, el texto dice que no se arrepintieron. Los afectados por los fuegos forestales se quejan de la inoperancia de los políticos a la hora de combatirlos. Cuando contemplan el horror en las imágenes televisivas, se lamentan. Pero no es un lamento que brote del alma. Los millones de automovilistas que causan atascos en las carreteras. Los millares de millares de turistas que se desplazan por mar o aire que contaminan los lugares de destino, mientras arden los bosques, indican que los lamentos no tienen sentido. El sentimiento: Comamos y bebamos que mañana moriremos significa que se prefiere el placer momentáneo a encontrar solución a la vida o condenación eterna.

 

diumenge, 10 d’agost del 2025

 

2 CORINTIOS 7: 8

“Porque aunque os contristé con la carta, no me pena, aunque entonces lo lamenté, porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo os contristó”

El apóstol Pablo escribió una carta que dolió a los cristianos de Corintio. De esta carta no ha quedado rastro. Pero sí los efectos que produjo en los receptores. En un principio el apóstol Pablo lamenta los efectos que produjo en sus receptores. “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento” (v. 9). A  pesar de que los cuerpos de los verdaderos cristianos se convierten en templos del Espíritu Santo, ello no borra su condición de pecadores, lo cual, por mucho que nos pese, permite que cometamos pecados. La plena liberación del pecado no se hará realidad hasta el día de la resurrección del cuerpo cuando la salvación será plenamente realizada.

Como somos un tanto miopes y no nos damos cuenta de los muchos deslices que cometemos, demos gracias al Señor porque pone a nuestra disposición a personas que nos entristecen  para arrepentimiento cuando amorosamente nos reprenden. De momento no nos cae bien la amonestación. Así es la condición humana que no desea reconocer su condición de pecadora. Más tarde por la acción secreta del Espíritu Santo agradecemos al Señor por aquella persona que con amor nos ha reprendido para arrepentimiento. Ello nos acerca más al Señor  que por la acción del Espíritu Santo ríos de agua viva broten de nuestro corazón.

“La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse, pero la tristeza del mundo produce muerte” (v. 10).


 

1 CRÓNICAS 13: 7

“Y llevaron el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo”

La cosa parecía que iba viento en popa, pues “David y todo Israel se regocijaban delante de Dios con todas sus fuerza, con cánticos, arpas, salterios……   (v. 8). Pero todo el gozo en un pozo: “Cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su mano al arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaron. Y el furor del Señor se encendió contra Uza. Y lo hirió, porque había extendido su mano al arca, y murió allí delante de Dios” (vv. 9, 10). Los impíos acusan a Dios de criminal por causar la muerte de Uza que con la mejor intención alargó el brazo para impedir que el arca que transportaba el carro cayese a tierra y el arca de la alianza se dañase. A simple vista da la impresión que Uza actuó con sensatez, pero “el furor del Señor se encendió contra Uza, y lo hizo y lo hizo porque había extendido su mano al arca, y murió allí delante de Dios” (v.10). La tragedia sirvió para que David reflexionase: “Entonces dijo David: el arca de Dios no debe ser llevada sino por los levitas, porque a ellos ha  elegido el Señor para  llevar el arca del Señor” (1 Crónicas 15: 2).

Pecamos de orgullo y creemos que podemos decidir cómo adorar al Señor. La forma de hacerlo ha quedado claramente expuesta en la Biblia. El Señor habló al profeta Amós y le dijo: “¿Qué ves Amós? Y dije: Una plomada de albañil. Y  el Señor me dijo: He aquí pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel, no lo toleraré más” (Amós 7: 8). El pueblo de Israel había abandonado al Señor para adorar a los baales y a quienes no son dioses. El albañil, para comprobar que la pared se levanta verticalmente lo comprueba con la plomada. Este elemento que se usa en la construcción, también tiene que emplearse en la edificación de la casa del Señor que es la iglesia. ¿Cómo podemos comprobar que el muro espiritual que levantamos  se haga verticalmente sin peligro de derrumbe? La Biblia es la plomada. Desgraciadamente, la Biblia la tenemos escondida en un cajón, polvorienta y cubierta de telarañas  y no la utilizamos para comprobar si las enseñanzas que se imparten desde el púlpito son según Dios o no. Afecta también individualmente a los fieles: ¿Utilizan la Biblia para comprobar si lo que se predica desde el púlpito es correcto o no? Es una responsabilidad personal e intransferible verificar si lo que se predica desde el púlpito se ajusta a la VERDAD de Dios o no. Si el lector tiene una Biblia durmiendo en la oscuridad de un cajón sáquela a la luz, desempólvela y utilícela como plomada espiritual. La salud de su alma se lo agradecerá.  

 

 

ESCOGIENDO POLÍTICOS

¿Dónde nos lleva la Democracia?

Ha dado la vuelta a la tierra infinidad de veces la anécdota de Diògenes andando por la calle bajo un sol abrasador con un candil encendido en la mano. El rey Alejandro el Grande se encuentra con el filósofo  y le dice: “Diògenes, ¿dónde vas con el candil encendido si el sol brilla esplendorosamente?”. El sabio le responde: “Busco un hombre”. Podríamos concretar el deseo de Diógenes y hacerle decir: “Busco un político”. La especie es más difícil de encontrar que una aguja en un pajar.

Fernando Trias de Bes, en su escrito: “Delégalo todo menos la supervisión”, da unas instrucciones muy buenas para que los empresarios saquen el máximo rendimiento de sus empleados. La ciudadanía con su voto delega a determinadas personas para que gobiernen por ella. Delega pero no puede supervisar a los políticos que con su voto ha escogido. Pasado un cierto tiempo empiezan a aparecer brotes de corruptelas que nos indignan. Lo cual significa que la Democracia de la que tan orgullosos nos sentimos no es tan buena como la venden. Tal vez sea la doctrina política menos mala. Por ser imperfecta no se nos permite divinizarla. No es necesario recordar que estamos inmersos en una grave crisis política debido a la corrupción que embadurna  los despachos de quienes gracias  a nuestro voto gobiernan. Los gobernantes por el mero hecho de ser descendientes de Adán son materia prima mala. Es en este campo donde se tiene que trabajar: Convertir el árbol malo en bueno para que no dé frutos corruptivos. Prevalezca la honestidad.

Jacques Delors ha dejado escrito: “La crisis de la Democracia también es una crisis moral y en consecuencia la espiritualidad tiene que revitalizar a la sociedad. La crisis de la Democracia en parte se debe a la debilidad de la espiritualidad. Por ser Delors  católico me imagino que cuando se refiere a la espiritualidad tiene presente la católica que por ser tan diversa es muy difícil distinguir cuál de ellas sea verdaderamente cristiana.  Cuando se coronó a Carlos VI como rey de Inglaterra se le presentaron tres espadas que simbolizan los tres reinos. El monarca dijo: “Todavía falta una espada” Cuando se le preguntó qué quería decir, dijo: “La Santa Biblia que es la espada del Espíritu y que se la tiene que preferir antes que estas señales de realeza”. La espiritualidad que estaba escondida en el pensamiento de Delors, Carlos VI la saca a la luz para que todo el mundo pueda saber  cómo una persona mala con tendencias corruptas pueda convertirse en buena con inclinaciones a la honestidad.

La tendencia actual es que las democracias lentamente giran hacia las dictaduras. ¡Qué acertadas son las palabras de Abraham Lincoln: “Hay momentos en la vida de los políticos que lo mejor que pueden hacer es no abrir la boca!” El desencanto de la ciudadanía hacia los políticos va en aumento. A la vez crece entre los jóvenes la tendencia hacia la ultraderecha. Ante el incremento de los extremismos vigilemos no caer en el nihilismo y resignados ante la impotencia decir rutinariamente: “Que sea lo que Dios quiera”.

La situación caótica actual no es casual. Tiene una causa: el ateísmo imperante. En el Antiguo Testamento los profetas anunciaban al pueblo que se volvieran a Dios. Que dejasen de darle la espalda: “Convertíos,  hijos rebeldes, dice el Señor, porque yo soy vuestro esposo y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sión, y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia” (Jeremías 3: 14, 15). A la invitación de los profetas, la respuesta fue: “No volveremos”. El resultado de ello fue la destrucción de Jerusalén y todo lo que significaba para ellos. Las tropas babilónicas la destruyeron por primera vez. En el año 70 de nuestra era el ejército romano  bajo el mando de Tito   arrasó por segunda vez la ciudad. Lo que queda de ella es el muro de las lamentaciones donde los judíos piadosos se acercan para quejarse de su destino.

Las señales indican que se acerca una nueva catástrofe de magnitud cósmica. La fecha es imprecisa.  No lo dudemos, llegado el momento se cumplirá. Dudo de que la conversión masiva de judíos vaya a producirse, pero tizones individuales si pueden salir de la hoguera. Aún se es a tiempo para que algún desorientado que ande perdido en medio del desierto pueda encontrar a Jesús que es el camino que lleva al Padre (Juan 14: 6). “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, ¿quién lo conocerá? Yo el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17: 9, 10).

Dios que nunca duerme y sus ojos están siempre abiertos para observar lo que ocurre en la tierra, ¿qué es lo que ve? “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y la tierra estaba llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos, y he aquí yo los destruiré con la tierra. Hazte un arca   de madera de gofer” (Génesis 6: 11, 14). La construcción del arca duró años. La gente tuvo tiempo de sobra para arrepentirse y escapar de la destrucción anunciada. Cuando el “Señor cerró la puerta” (del arca) (Génesis 7: 16), se acabó el tiempo de gracia concedido. Nos encontramos en una situación parecida a la que se daba antes del Diluvio. La hora y el día se aproxima.  Respecto a este día futuro Jesús explica la parábola que se conoce como la de las “diez vírgenes” (Mateo 25: 1-13). La enseñanza de la parábola es: cuando el Señor  venga en su gloria para celebrar con los suyos las bodas del Cordero, quienes estén preparados entraran en la sala con Él. “Y se cerró la puerta”. Los que se quedaron fuera del arca perecieron ahogados.  Los que no estaban presente cuando  llegó el novio, colorín colorado la parábola acaba así: “Señor, Señor, ábrenos. Mas Él respondiendo, dijo: de cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día y la hora que el Hijo del Hombre ha de venir”  

Octavi Pereña Cortina

diumenge, 3 d’agost del 2025

 

PROVERBIOS 25: 4, 5

“Quita las escorias de la plata y saldrá objeto para el orfebre. Aparta el malvado de delante del rey, y su trono se afianzará en la justicia”

Para que el mineral de plata tenga valor se le tiene que someter a un proceso de altas temperaturas para separarlo de la escoria. Una vez libre de lo inservible, la plata está lista para que el orfebre diseñe y fabrique preciosas joyas. La Biblia  tiene algo más que decir. En este caso, algo tan pragmático como es la política.

Jeroboam se encuentra con el profeta Abias que le dice: “Yo rompo el reino de la mano de Salomón y a ti te daré diez tribus” (1 Reyes 11: 31). Salomón fallece y le sucede en el trono su hijo Roboam. Las diez tribus envían a Jeroboam a parlamentar con el nuevo monarca. El parlamentario le expone al recién entronado los desaires  que habían sufrido durante el reinado de su padre Salomón. Roboam les da 10 días para darles respuesta. Roboam se asesora con los consejeros que había tenido su padre. Le dicen: “Si tú fueses hoy siervo de este pueblo y lo sirvieses y respondiéndoles buenas palabras les hablaras, ellos te servirían para siempre” (1 Reyes 12: 7). Roboam no quedó satisfecho con el consejo recibido. Se asesoró con sus compañeros de juventud. Cuando Jeroboam volvió a encontrarse con el nuevo monarca, la respuesta que recibió fue: “Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo, mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones” (v. 14).  Jeroboam se convirtió en el primer rey de las diez tribus disidentes.

Hoy, para ser consejero para los presidentes de los gobiernos y de las instituciones del Estado, se exigen: títulos académicos, masters e idiomas. Pero nos olvidamos de algo muy importante: la calidad moral de quienes tienen que ser los presidentes de los gobiernos e instituciones del Estado y de los consejeros que los asesoren

La segunda parte del texto que sirve de base de esta meditación, dice: “Aparta el malvado de delante del rey, y su trono se afianzará en la justicia”. Será así si el gobernante expulsa de su entorno a los malvados. Si hacemos como Roboam que escuchó a los rufianes, compañeros de su juventud, todo se irá al garete. Así es como va la  política: Los malvados buscando el consejo de los malvados.  Ambos caen en el hoyo. Y la ciudadanía sufre.


 

SALMO 38: 3

“Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira, no hay paz en mis huesos a causa de mi pecado”

Creo que se tiene que hacer resaltar “no hay paz en mis huesos a causa de mi pecado”, porque es la respuesta a las enfermedades sicosomáticas que se deben a un mal funcionamiento del cerebro y que repercuten en la salud física. Los médicos pasan olímpicamente del alma a la hora de analizar el origen de los trastornos sicosomáticos que tanto malestar ocasionan. Como se desconoce su verdadero origen, los médicos prescriben unos tranquilizantes y asunto solucionado. Lo cierto es que los trastornos físicos que se originan en el espíritu van a más. No respetan la edad de los pacientes.

El salmista reconoce: “No hay nada sano en mi carne” (v. 3). El salmista describe su estado: “No hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado, porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza, como carga pesada se han agravado sobre mí” (vv. 3, 4). No nos gusta la palabra pecado. La hemos borrado del diccionario. El salmista la tiene presente en su boca. Como el salmista es la boca por la que Dios habla, sería sensato por parte nuestra prestar atención a lo que dice: “Señor, delante de ti están todos mis deseos, y tu suspiro no te es oculto, mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, y aun la luz de tus ojos me falta ya” (vv. 9, 10). A pesar que el salmista se siente abandonado por sus amigos (v. 11). El hecho de que en su dolor busque al Señor significa para él que el Señor vive y que tiene oídos para oír el clamor que brotan de sus labios. No hace caso de lo que sus amigos piensen o digan de él, “porque en ti, oh Señor he esperado, Tú responderás, Señor Dios mío” (v. 15).

A pesar de la confianza que el salmista deposita en el Señor su Dios, no le quita reconocer que es un ser humano “muerto en sus delitos y pecados”: “Por tanto confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado” (v. 18).

A pesar de la turbulencia que golpea la vida del salmista no se queja contra Dios a pesar de “los que pagan mal por bien” (v. 20). La confianza que el salmista mantiene con Dios a pesar de las tribulaciones es admirable: “No me desampares, oh Señor, Dios mío, no te alejes de mí. Apresúrate a ayudarme, oh Señor, mi salvación” (vv. 21, 22).

Cuando el lector es zarandeado por los vientos de la adversidad, ¿dónde busca ayuda: en el hombre que no se la puede dar, o en el Señor que es su salvación?

 

 

ÉTICA, ¿DÓNDE NOS LLEVAS?

La ética sin espíritu nos lleva al abismo

La ética es una rama de la filosofía que estudia la moral y los principios que guían el comportamiento humano, enfocando lo que es correcto e incorrecto, justo e injusto, como tenemos que actuar. La ética, a pesar que es un humanismo,  muestra que el ser humano a pesar de haber perdido la perfección en que fue creado aún le queda algo de la imagen y semejanza de Dios inicial. Lo cual, a pesar que el ser humano se manifieste ser ateo desea adentrarse en el misterio de Dios aun cuando no quiera reconocerle. Es necesario mencionar que pensadores prestigiosos han alcanzado un nivel de sabiduría casi sublime. Es por eso que el apóstol Pablo puede recomendarnos: “Examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5: 21).

La ética tiene paralelismo con el humanismo cristiano y la letra de la ley de Dios. Los tres velan por la moral individual y pública. Los tres fracasan a la hora de conseguir que el árbol malo, que es el ser humano, se convierta en bueno. Es pedir un imposible: que el olmo dé peras.

En la entrevista que la periodista le hace   la filósofa Carolin Encke, entre otras cosas dice: “La democracia exige la participación del pueblo. Esta soberanía popular, con todo, no puede ejercerse de manera óptima  porque la ciudadanía no tiene fácil acceso a la verdad. En este camino, las amenazas y la violencia salen a su encuentro. Con todo, seguimos sin valorar la verdad como se merece”. ¿A qué verdad se refiere la filósofa? Me imagino que a las verdades que los medios de comunicación se encargan de difundir. “Si eres ético”, nos dice la filósofa, “tienes que sorprenderte   de la brutalidad de lo que vemos. Hacerlo es asumir el final de la humanidad”.

Los éticos se han llenado la mente de normas de conducta que indican qué es bueno y qué no lo es. Se olvidan de algo muy importante: la condición humana. Cuando nace un niño, no nace   siendo buena persona. Lo nace siendo pecador y por lo tanto inclinado a  hacer el mal. Se le puede cubrir con una capa de cristiano respetable con el bautismo, pero si no nace de nuevo por la fe en el Nombre de Jesús sigue siendo un hijo del diablo que quiere hacer las obras que su padre el diablo le manda hacer (Juan 8: 44). Los medios de comunicación nos llenan la cabeza con noticias que nos crispan. Nos irrita la corrupción de los políticos y la violencia social. Nos creemos ser tan buenas personas que nos atrevemos a decir: ¡Si yo mandase en cuatro días acabaría con todo ello! El problema es que el declive moral no disminuye, todo lo contrario, vamos de mal a  peor.

Cuando Carolin Encke confunde la verdad absoluta con las verdades relativas que difunden los medios, se identifica con Pilato, el gobernador romano que preguntó a Jesús: “¿Qué es la verdad?” (Juan 18: 38). Sin esperar respuesta se fue a encontrarse con los judíos que acusaban a Jesús de atentar contra Roma, para decirles que no veía delito en Él. La verdad absoluta no interesa. Preferimos deleitarnos en las verdades que nos transmiten los medios de comunicación, que nos agobian.

El ajetreo social nos distrae y nos roba el tiempo que podríamos dedicar en buscar la verdad absoluta que es Jesús, no un formulario ético. Transcribo un texto de François de la Mothe Fenelon que considero muy oportuno con el tema que tratamos: “La gente no se hace perfecta escuchando o leyendo sobre la perfección. Lo más importante no es escucharte a ti mismo, sino en silencio escuchar a Dios. Habla poco y haz mucho sin miedo de ser visto. Dios te enseñará más que todas las personas más experimentadas o más que los libros espirituales puedan hacer. Tú ya conoces mucho más de lo que puedes practicar. Ya no necesitas adquirir nuevos conocimientos, te basta con poner en práctica la mitad de lo que ya tienes”. Quienes practican mindfulness nos dicen que veinte minutos al empezar el día son suficientes para que la vida nos vaya mejor. Quienes transmiten esta enseñanza ignoran que a la mente no se la puede dejar en un vacío estéril, pues, un espíritu maligno se apresura en ocupar el vacío que ha dejado la práctica de mindfulnes. La condición del hombre empeora.

Jesús que se retiraba en lugares solitarios alejándose del mundanal ruido para estar a sola con su Padre, nos aconseja: “Y cuando ores, no seas como los hipócritas, porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas, para ser vistos de los hombres, de cierto te digo que ya tienen su recompensa. Mas tú cuando ores, entra en tu habitación, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que  está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6: 5, 6). Una ley espiritual de inexorable cumplimiento: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mateo 23: 12). Algo tan sencillo es el secreto para encontrar la VERDAD que Pilato con sus prisas para complacer a los judíos dejó escapar por no hacer un hueco en su calendario para buscarla: “Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca encuentra, el que llama se le abrirá” (Lucas 11: 10). Quien diligentemente busca encuentra a Jesús que es la Verdad eterna.

Octavi Pereña Cortina