OBEDIENCIA CIEGA
La renuncia a la razón es el primer paso
hacia la autodestrucción
El
gobierno anterior de las Hijas del Amor Misericordioso promovía “la confianza
en Dios y el abandono a su voluntad”. Las denuncias de los familiares dicen que
este supuesto abandono encubre “técnicas de dominio y control mental” (Domingo
Marchena).
San Ignacio
de Loyola decía: “La teoría puntual y la práctica comuna de la obediencia ciega
como sacrificio del intelecto no serían
lo que son. A menudo se habla del sacrificio del intelecto para describir la
exigencia que la Iglesia hace a los fieles cuando les exige que acepten como
objeto de creencia milagros, dogmas y sacramentos que parecen contradecir a la
racionalidad. La carta que el 20 de marzo de 1553 Ignacio de Loyola escribió a
los jesuitas portugueses expresa que “todo lo que el superior ordena es una
orden de Dios nuestro Señor y su santísima voluntad”. Acto seguido, para
terminar de pintar la clase de entrega que
se espera hacia los que mandan, añade: “A ciegas, sin ninguna
inquisición, proceder, con el ímpetu y la rapidez de la voluntad deseosa de
obedecer a la ejecución de lo que se ha mandado”. Las Constituciones de la
Compañía de Jesús, cinco años después precisaban muy gráficamente que quien
vive en la obediencia se tiene que dejar guiar y conducir por la providencia
divina a través del suprior “como si
fuese un cadáver que puede ser llevado a cualquier lugar y tratado de cualquier
manera”. Pero la idea de la obediencia ciega entendida como sacrificio de la
inteligencia forma parte de las raíces cristianas de Europa sobrevive
secularizada como herencia de la Contrarreforma, por todos lados y en muchas
mentes” (Extracto del escrito de Josep Maria Ruiz Simon: “El sacrificio del
intelecto” (La Vanguardia 29/07/2025). El escrito de Ruiz Simon hace poner los
cabellos de punta al ver como la Religión que tendría que utilizarse para
liberar a los hombres de los demonios que los poseen, se utiliza de manera
sectaria como en el caso de las mencionadas Hijas del Amor Misericordioso.
Un
estudio elaborado por la Universidad Rovira Virgili, concluye: “Que los
sustitutivos de la religión, la fe y también de la medicina convencional han
llegado para ocupar una parte del vacío que multitud de personas tienen,
incapaces de encontrar respuesta a sus inquietudes”. El mencionado escrito
destaca lo que llama “el mercado de la insatisfacción”. La presencia de las
nuevas religiones en el mercado de la espiritualidad se debe a que el
cristianismo tradicional es incapaz de ofrecer a las personas que compran en el
“mercado de la insatisfacción” el mensaje que llenaría el vacío al que ha
llevado el ateísmo y materialismo imperantes. Mientras las personas sigan
alimentándose con sucedáneos del verdadero alimento espiritual, la
insatisfacción que los lleva a ponerse
en las manos de desaprensivos, sean religiosos o laicos, a pesar de que sean
unos imbéciles que los seducen con promesas que no pueden cumplir. Si
despiertan descubren que están atrapados en las garras de malvados carismáticos de las cuales no
pueden liberarse de no ser por la intervención de un poder superior al suyo:
“Si el Hijo (Jesús) os libera seréis verdaderamente libres” (Juan 8: 36).
Jesús
nos alerta del peligro que representa el sectarismo que tratamos en este
escrito, cuando dice: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a
muchos” (Mateo 24: 11). Este anunció no tardó mucho en empezar a cumplirse. En
pleno apogeo de la iglesia apostólica ya comenzó a realizarse. El apóstol Pablo
nos avisa cuando despidiéndose de los ancianos de la iglesia de Éfeso, les dice: “Porque no he rehuido anunciaros todo
el consejo de Dios. Por tanto mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el
Espíritu Santo os ha puesto como pastores para apacentar la iglesia del Señor,
la cual Él ganó con su propia sangre. Porque después de mi partida entrarán en
medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño. Y de vosotros
mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para arrastrar tras a
los discípulos. Por tanto velad, acordándoos que por tres años, de noche y de
día, no he cesado de amonestar con lágrimas
a cada uno. Y ahora, hermanos, os recomiendo a Dios, y a la palabra de su
gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los
santificados” (Hechos 20: 27-32). “Pero el Espíritu Santo dice claramente que
en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus
engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4: 1). Si esto ocurría ya en
la época apostólica, ¿cómo no tenemos que vigilar más atentamente en nuestros
días? “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para
corregir, para redargüir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:
16, 17).
El
antídoto contra la infiltración del sectarismo satánico en las iglesias nos lo
proporciona el apóstol Pablo cuando escribiendo a su discípulo Timoteo, que por
formar parte de la Biblia, es de gran utilidad en nuestros días: “Te encarezco
delante de Dios y del Señor Jesucristo…que
prediques la Palabra, que instes a tiempo y fuera de tiempo, redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina, porque vendrá tiempo cuando no
sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el
oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4: 1-4).
La
victoria contra el sectarismo satánico se encuentra en: “Someteos, pues, a
Dios, y resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4: 7).
Octavi Pereña Cortina