LUZ EN LAS TINIEBLAS
“Los que buscan la maldad me persiguen, están
lejos de tu Ley” (Salmo 119: 150)
Ima
Sanchís, entre otras cosas le pregunta a Hernán Zin, reportero de guerra:
“¿Cree que estamos bien informados? La respuesta es horripilante: “Sí, lo que
recibo cada noche es aterrador, en la prensa vemos únicamente el 30% de lo que
ocurre. Es una guerra hecha con IA, Gaza es un gran laboratorio. En el 2004 vi
los primeros drones israelitas. Después las grandes empresas venden sus
inventos en las ferias de armas con el sello de “probado en combate”.
La
guerra existe desde que el ser humano habita en la tierra. Cuando todavía no se
habían constituido las naciones, cuando solo 4 personas habitaban el Planeta
Tierra: Adán, Eva y sus hijos Caín y Abel. La primera guerra documentada fue
una guerra de religión. En el momento que Adán instigado por Eva comió el fruto
del árbol prohibido se rompió la buena relación que nuestros primeros padres
mantenían con su Creador. La premisa que afirma que el ser humano es quien
lleva la iniciativa a la hora de buscar a Dios, es falsa. Para muestra un
botón. Después que Adán ingiriese el fruto del árbol prohibido lo primero que percibieron
Adán y Eva fue que estaban desnudos. Aun cuando el texto no lo diga se deduce
que sintieron vergüenza de su desnudez. “Entonces cosieron hojas de higuera y
se hicieron delantales” (Génesis 3: 7). La primera experiencia religiosa fue
que creyeron que haciendo una obra meritoria recuperarían el favor del Creador.
Pero el hombre no puede auto salvarse. La prueba se encentra en el hecho que
cuando se les aproximaba el Creador
corrieron a esconderse de su presencia entre los árboles del jardín (v.
8). Los delantales que cosieron no sirvieron para lavar su pecado. Como el ser
humano no puede esconder su pecado de los ojos de Dios, puede hacer dos cosas:
Esconderse o negar su existencia como si con ello consiguiese hacerlo
desaparecer.
Con el
propósito de poner punto final al tema del pecado “el Señor Dios hizo al hombre
y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (v. 21). El Señor Dios es el
primer Sacerdote que ofrece un sacrificio. Bien seguro que fueron dos corderos
los que sacrificó Dios porque simbolizaban el sacrificio que Jesús ofrecería
clavado en la cruz para salvación del pueblo de Dios, porque es “el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29). “Sin derramamiento de sangre
(la de Jesús) no hay perdón” (Hebreos 9: 22).
Ya
conocemos el plan de Dios para salvar a su pueblo de sus pecados. Adán y Eva
tienen dos hijos: Caín y Abel. Ambos son religiosos. Caín, payés y “trajo del
fruto de la tierra una ofrenda al Señor” (Génesis 4: 3). “Y Abel trajo de los
primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró el Señor Dios con
agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a su ofrenda. Y se
ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (vv. 4, 5). Caín quiso
imitar a sus padres y ofrendó una obra meritoria. Fracasó. En cambio “por la fe
Abel ofreció más excelente sacrificio que Caín, por lo que alcanzó testimonio
que era justo, dando Dios testimonio de su ofrenda, y muerto, aún habla por
ella” (Hebreos 11: 4).
Dios no
dejó a Caín abandonado a su suerte. Se le acercó para decirle: “¿Por qué te has
ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? (Génesis 4: 6). La historia de los
dos hermanos tiene un final horripilante: “Y dijo Caín a su hermano Abel:
salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó
contra su hermano Abel, y lo mató” (v. 8). El apóstol Juan explica qué motivó
Caín a matar su hermano: “En esto se
manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace
justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje
que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín
que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué le mató? Porque sus obras
eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3: 10-12).
Por
nacimiento natural todos nacemos siendo descendencia de Caín e hijos de las
tinieblas. Por la fe en Jesús, el Mesías
anunciado, se nace como hijo de Dios y de la luz. Ambos hermanos
practican las obras de sus respectivos padres espirituales. Como quiera que la
estirpe de Caín es mucho más numerosa que la de los hijos de Dios, no debe
extrañarnos, pues, que el espíritu cainita impere. Las guerras y los daños
colaterales que les acompañan sean el menú del día que los medios de
comunicación se encargan de suminístranos en el desayuno.
Una
chispa puede iniciar una nueva guerra y más clientes para los fabricantes de
armas. Desde el Averno Satanás se ríe de nosotros sí creemos que incrementando
los presupuestos militares se va a
conseguir una paz duradera. No olvidemos que el espíritu cainita sigue
bien vivo y que Satanás que es homicida des del principio sigue instigando a
que los hombres se maten unos a otros.
Octavi Pereña Cortina