SEXO EN EL MATRIMONIO
“El sexo no consiste en encontrar la persona
idónea, es ser la persona idónea” (Charlie Shedd)
El
matrimonio no es una institución humana, sino divina. Dios creó al hombre macho
y hembra (Génesis 1: 27). “por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y
se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (2: 24). En la etapa previa a la
entrada del pecado en el mundo “todos dos (Adán y Eva) iban desnudos, el hombre
y la mujer, y no se avergonzaban” (2: 25). Desconocían qué es el pudor, aquello
que puede herir la decencia. La cosa cambió radicalmente en el momento en que
Adán infringió la prohibición divina de comer el fruto del árbol del
conocimiento del bien y del mal (2: 17). Tan pronto como Adán ingirió el fruto
del árbol prohibido “fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que
estaban desnudos, entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales”
(3: 7). A partir de este instante comenzaron a presentarse problemas relativos
al sexo. Un don que servía para la multiplicación de la especie, se convirtió
en lascivia, deseo desordenado del sexo. “La mujer insensata es alborotadora,
es simple e ignorante. Se sienta en una silla a la puerta de su casa, en los
lugares altos de la ciudad, para llamar a los que pasan por el camino, que van
por sus caminos derechos. Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de
cordura dijo: Las agua robadas son dulces, y el pan comido en oculto es
sabroso. Y no saben que allí están los muertos, que sus convidados están en lo
profundo del Seol” (Lugar en que se encuentran las almas de los difuntos antes
de la resurrección y después ser lanzados al infierno eterno (Proverbios
9:13-18).
Con
el propósito de hacer resaltar la
perversidad de la lascivia Dios legisla: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:
14). Para no caer en la tentación de creer que adulterar y fornicar solamente
son relaciones sexuales extramatrimoniales, Jesús enseña: “Oísteis que fue
dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una
mujer para desearla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5: 27, 28). La
sexualidad mal aplicada es un arma muy poderosa para hacer mal. Basta con
prestar un poco de atención a las noticias que tienen que ver con el asedio a
las mujeres.
Habiendo
tratado de manera general el tema de la sexualidad adentrémonos en el propósito
de este escrito que es “el sexo en el
matrimonio”. El apóstol Pablo escribe a los cristianos de Corintio,
diciéndoles: “En cuanto a las cosas que me escribisteis, bueno le sería al
hombre no tocar mujer” (1 Corintios 7: 1). La carta a la que se refiere el
apóstol se ha perdido. Es muy posible que tratase la creencia de algunos de los
cristianos que procedían del paganismo que consideraban que el celibato era un
estado superior al matrimonio. Esta opinión es contraria a la de Dios que fue
quien instituyó el matrimonio. El apóstol rebate con firmeza esta opinión,
diciendo: “Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga a su propia mujer,
y cada una tenga su propio marido” (v. 2). La abstinencia sexual no es
conveniente en el matrimonio. El autor de Hebreos escribe: “Honroso sea en
todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla, pero a los fornicarios y a los
adúlteros juzgará Dios” (13: 4). Los detractores de las relaciones sexuales en
el matrimonio tomen buena nota de lo que el escritor sagrado inspirado por el
Espíritu Santo escribe. Las relaciones sexuales en el matrimonio son el
antídoto contra el adulterio y la fornicación: “El marido cumpla con la mujer,
el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene
potestad sobre su cuerpo, sino el marido, ni tampoco tiene el marido potestad
sobre su cuerpo, sino la mujer” (vv. 3-5). Las relaciones sexuales entre los
esposos tienen que ser tan frecuentes como exijan las necesidades: “No os
neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para
ocuparos sosegadamente en la oración, y volved a juntaros en uno, para que no
os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia” (v. 5)
Se
desconoce si el apóstol Pablo antes de su conversión a Cristo estaba casado o
viudo. Sí sabemos que no tenía pareja. ¿Fue tal vez un eunuco que nació así desde
el vientre de su madre? (Mateo 19: 12). En la carta que escribe a los
cristianos de Corintio les dice: “Quisiera más bien que todos los hombres
fuesen como yo, pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de
un modo, y otro, de otro, Digo pues a los solteros y a las viudas, bueno
les es
quedarse como yo, pero si no tienen don de continencia, cásense, pues
mejor es casarse que quemándose” (vv. 7-9).
Si el
lector es un hombre o una mujer que lucha contra los deseos sexuales que no
puede controlar pídale a Dios que le conceda el don de la fe para que pueda
creer en Él y así pedirle sin dudar “porque el que duda es semejante a la onda
del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No
piense, pues, quien tal haga, que recibirá
alguna cosa del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus
caminos” (Santiago 1:6-8).
Octavi Pereña Cortina
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